El labio y paladar hendido es una de las malformaciones congénitas más comunes, con una incidencia de aproximadamente 1 de cada 700 nacimientos en el Reino Unido. Su etiología es compleja e involucra factores ambientales, genéticos y maternos. Esta condición puede presentarse en su forma más sencilla, como una hendidura parcial o incompleta, o bien en su forma más grave, que incluye una hendidura completa del labio que se extiende hasta la nariz. En cualquiera de sus variantes, la malformación puede ser unilateral (en la mayoría de los casos, el 90%) o bilateral.
La reparación quirúrgica de esta condición sigue un protocolo bien establecido en varios países. Desde el nacimiento hasta los 6 meses, se realizan evaluaciones que incluyen pruebas de audición y una valoración de la capacidad de succión y alimentación del bebé. Entre los 3 y los 6 meses de vida, se lleva a cabo la cirugía para reparar el labio, mientras que la intervención en el paladar se realiza entre los 9 y los 13 meses. Las valoraciones del habla se hacen a los 18 meses y a los 3 años de edad. Entre los 6 y los 12 años, se planifica el uso de injertos óseos y tratamientos ortodónticos. Los injertos óseos se suelen realizar alrededor de los 10 años, en tanto que una cirugía de revisión nasal se programa generalmente a los 16 años.
Uno de los principales problemas asociados al paladar hendido es la insuficiencia velofaringea, lo que implica que el cierre entre la boca y la cavidad nasal no se pueda realizar correctamente. Esto afecta la resonancia de la voz y puede dar lugar a errores en la articulación del habla. Estos trastornos de la articulación pueden incluir paradas glotales o sonidos nasales. Además, la presencia de un paladar hendido puede llevar a la maloclusión dental y requerir intervenciones ortodónticas a largo plazo.
Es fundamental que los pacientes reciban atención multidisciplinaria especializada que involucre a cirujanos maxilofaciales, fonoaudiólogos, odontólogos pediátricos y otros especialistas. Esta atención debe ser constante durante todas las etapas del desarrollo del niño, desde el nacimiento hasta la adolescencia, para asegurar que se logre una recuperación óptima y se minimicen las complicaciones a largo plazo.
La reparación quirúrgica del labio hendido, por ejemplo, a través del procedimiento de Millard, implica una cicatriz en forma de "Z", la cual permite restaurar la forma del labio y la curvatura natural del "arco de cupido". En algunos casos, especialmente en los niños más pequeños, el uso de un obturador palatino temporal puede ser necesario para mejorar la alimentación y evitar complicaciones respiratorias.
Además de las intervenciones quirúrgicas, el tratamiento del labio y paladar hendido implica un seguimiento cercano del desarrollo del habla y el lenguaje, ya que los niños con estas malformaciones pueden experimentar dificultades importantes en la comunicación, lo que puede llevar a problemas sociales y emocionales. Las terapias del habla deben iniciarse lo antes posible para ayudar a mejorar las habilidades de comunicación del niño, y a menudo se deben ajustar con el tiempo a medida que el niño crece.
A lo largo de todo este proceso, también se deben abordar otras complicaciones que puedan surgir, como la aparición de infecciones, problemas dentales o el riesgo de trastornos malformativos adicionales. Las infecciones orales, como las causadas por la candidiasis o las lesiones inflamatorias, son comunes en los pacientes con hendiduras, debido a la dificultad de mantener una higiene oral adecuada en presencia de la malformación.
El seguimiento de estos niños se extiende a lo largo de toda su infancia y adolescencia, con revisiones periódicas para monitorizar el crecimiento del maxilar y la mandíbula, así como la posible necesidad de intervenciones adicionales a medida que el niño crece. Es especialmente relevante realizar un seguimiento ortodóntico para prevenir o corregir las maloclusiones, las cuales pueden afectar la función masticatoria y la estética facial.
Por último, la complejidad emocional y psicológica de los pacientes y sus familias no debe ser subestimada. Los niños con labio y paladar hendido pueden enfrentar desafíos emocionales relacionados con su apariencia, especialmente en los primeros años de vida. El apoyo psicológico a los padres y la orientación en cuanto a cómo manejar las preocupaciones emocionales y sociales es esencial para garantizar que el niño se desarrolle de manera saludable tanto física como mentalmente.
¿Cómo se desarrolla y maneja la mastoiditis aguda?
La mastoiditis aguda es una complicación grave de la otitis media aguda (OMA) que ocurre cuando la infección se propaga al hueso mastoideo, ubicado detrás del oído. El sistema de celdas aéreas del mastoides está anatómicamente conectado al oído medio, lo que permite que una infección en esta área se difunda fácilmente hacia estructuras adyacentes. Cuando la infección no se trata adecuadamente o no responde al tratamiento inicial, la inflamación en las celdas mastoideas puede convertirse en una infección más profunda, lo que lleva a la formación de abscesos subperiósticos y otras complicaciones intracraneales.
Según un estudio retrospectivo que revisó 223 casos de mastoiditis aguda, los organismos más comúnmente aislados en cultivos fueron Streptococcus pneumoniae, Streptococcus pyogenes, Staphylococcus aureus, y Pseudomonas aeruginosa. Estos patógenos están estrechamente relacionados con las infecciones bacterianas en la región, y su identificación ayuda a guiar el tratamiento antibiótico adecuado. Sin embargo, algunos microorganismos como Haemophilus influenzae y Moraxella catarrhalis, que se encuentran con frecuencia en las aspiraciones de OMA, no fueron comúnmente encontrados en la mastoiditis aguda debido a su baja afinidad por penetrar en el hueso.
El diagnóstico temprano de la mastoiditis aguda se puede realizar mediante estudios de imagen, como la tomografía computarizada (TC) del hueso temporal, que puede mostrar desmineralización o destrucción de los septos óseos mastoideos. En casos más graves, la infección puede progresar hacia un absceso subperióstico o, incluso, hacia complicaciones intracraneales como meningitis o abscesos cerebrales. Aunque la radiografía simple alguna vez se utilizó para investigar esta condición, ha sido reemplazada por técnicas más avanzadas como la TC, que proporciona una visualización más detallada de las estructuras óseas y de los abscesos.
En las etapas iniciales de la mastoiditis no coalescente, se adopta un enfoque conservador que incluye el uso de antibióticos intravenosos dirigidos por cultivo, además de procedimientos como la miringotomía y la inserción de tubos de ventilación. Si el tratamiento es eficaz, hasta el 85% de los casos pueden evitar la necesidad de una mastoidectomía cortical, que sigue siendo el tratamiento definitivo en situaciones graves o resistentes.
Cuando la infección progresa, especialmente si se desplaza lateralmente o hacia áreas profundas, pueden formarse abscesos en la región preauricular o en los espacios profundos del cuello, como el espacio parafaríngeo. Estas condiciones requieren un tratamiento quirúrgico urgente para drenar los abscesos y limpiar las áreas infectadas. En particular, un absceso de Bezold puede desarrollarse cuando la infección erosiona la punta del mastoides, mientras que la propagación hacia la cavidad timpánica puede comprometer el nervio facial, lo que lleva a la parálisis facial. Este tipo de parálisis ocurre en el 6-8% de los casos de parálisis facial de neuronas motoras bajas y generalmente está asociado con una dehiscencia congénita del canal de la facia, lo que permite que las toxinas bacterianas causen inflamación e hinchazón del nervio.
La propagación hacia las áreas intracraneales es una de las complicaciones más graves de la mastoiditis aguda. Aunque la introducción de antibióticos de amplio espectro ha reducido la incidencia de estas complicaciones, aún existen casos que terminan en meningitis o abscesos cerebrales. En estos casos, la rápida progresión clínica puede resultar fatal, por lo que la intervención temprana y el manejo adecuado son fundamentales para evitar resultados adversos.
Uno de los problemas más complicados es la laberintitis, que puede desarrollarse en el contexto de la OMA o de una otitis media crónica (COM). La laberintitis puede clasificarse en serosa y supurativa, dependiendo de si la infección está limitada a la inflamación o si involucra una invasión bacteriana directa del laberinto. La laberintitis supurativa es una condición potencialmente mortal debido a la propagación de toxinas bacterianas hacia el oído interno y su riesgo de desarrollar meningitis, lo que hace crucial un tratamiento adecuado para evitar la pérdida irreversible de la función auditiva y vestibular.
Cuando la parálisis facial ocurre en el contexto de la OMA, su tratamiento generalmente consiste en antibióticos intravenosos, miringotomía y, en algunos casos, la inserción de tubos de ventilación. La mayoría de los pacientes, especialmente los niños, se recuperan completamente con este enfoque conservador. Sin embargo, aquellos que presentan parálisis facial total en el momento del diagnóstico pueden tener un pronóstico más pobre, por lo que algunos sugieren la mastoidectomía sin descompresión nerviosa en estos casos.
Es fundamental que los profesionales de la salud estén atentos a los síntomas tempranos de la mastoiditis aguda, como el dolor de oído, el dolor postauricular, la fiebre y los signos de otitis media aguda en la otoscopia. La intervención temprana, el diagnóstico preciso y un manejo adecuado con antibióticos y, si es necesario, cirugía, son esenciales para prevenir complicaciones graves y mejorar los resultados en los pacientes afectados.
¿Cómo abordar la cirugía en el tratamiento de la otosclerosis?
La cirugía de la otosclerosis ha experimentado una evolución significativa a lo largo de los últimos dos siglos. Inicialmente, los intentos para mejorar la audición se centraron en movilizar el estribo fijado, con resultados mixtos que incluían recurrencias tempranas en los pacientes que experimentaban mejoría, así como un alto riesgo de pérdida auditiva profunda. Posteriormente, se desarrollaron procedimientos alternativos para proporcionar una ventana que permitiera la conducción de las ondas sonoras hacia el oído interno, específicamente a través de una fenestración en el canal semicircular lateral. Aunque este procedimiento mostró mejoras en la audición en el 50% de los pacientes, la técnica de estapedectomía, que consistía en la remoción total del estribo, emergió en los años 50 con el trabajo de Rosen y Shea.
En la actualidad, la cirugía de otosclerosis se ha refinado considerablemente. Uno de los avances más importantes es la estapedotomía, que consiste en la creación de una pequeña ventana en la base del estribo. Este enfoque ha aumentado la efectividad de la cirugía, permitiendo que muchos pacientes logren una mejora sustancial en su capacidad auditiva. Sin embargo, como en cualquier procedimiento quirúrgico, los resultados no son siempre predecibles, y las diferencias en las prácticas quirúrgicas entre los profesionales pueden influir en el éxito de la intervención.
En términos generales, los pacientes que sufren de otosclerosis presentan una pérdida auditiva conductiva debido a la fijación del estribo, lo que impide la adecuada transmisión del sonido hacia el oído interno. Las opciones terapéuticas incluyen la observación, el uso de audífonos y la cirugía, cada una de las cuales se elige según los síntomas del paciente, su estado general y sus preferencias. La intervención quirúrgica puede estar indicada para aquellos que tienen una pérdida auditiva significativa y no se benefician adecuadamente de los audífonos.
La cirugía, sin embargo, no es para todos los pacientes. Aquellos con un deterioro mínimo en la audición o con una forma temprana y unilateral de la enfermedad pueden no ser candidatos ideales. En tales casos, la observación regular, junto con estrategias auditivas como los audífonos, puede ser suficiente para manejar la discapacidad auditiva. Sin embargo, en pacientes con pérdida auditiva bilateral severa o profunda, la cirugía puede ofrecer mejoras significativas, elevando los umbrales de conducción aérea a niveles que facilitan el uso de los dispositivos de amplificación.
En cuanto a la selección del paciente, el caso ideal es el de un adulto que presenta una diferencia de umbral de conducción aérea (ABG, por sus siglas en inglés) superior a los 20 dB, que ha intentado usar audífonos pero prefiere optar por la intervención quirúrgica tras discutir los riesgos y beneficios. En cuanto a la cirugía bilateral, los riesgos asociados con la operación de ambos oídos son equivalentes a los de una intervención unilateral, pero los beneficios pueden ser menores debido a la menor pérdida auditiva en el oído no afectado.
El tratamiento quirúrgico de la otosclerosis, y más específicamente la estapedotomía, implica varias fases críticas. En primer lugar, se debe confirmar el diagnóstico mediante la inspección de la cadena osicular y la palpación del estribo para verificar la fijación de la base. Cualquier otra condición, como la fijación del martillo, debe ser excluida. Posteriormente, el acceso al oído medio se logra mediante una incisión endaural o perimeatal, con la que se eleva el colgajo timpano-meatal y se expone el estribo. Durante la cirugía, se puede utilizar un láser o una microperforación para crear la fenestra en el estribo, permitiendo la inserción de una prótesis. Esta prótesis, que se selecciona con una longitud ligeramente superior a la distancia entre el yunque y la base del estribo, se coloca en la cavidad creada y se asegura mediante un proceso de sujeción.
En términos de anestesia, la práctica habitual en el Reino Unido es el uso de anestesia general, ya que proporciona un campo quirúrgico optimizado y mantiene al paciente inmóvil durante la operación. Sin embargo, en algunas partes de Europa y América del Norte, se prefiere la anestesia local, lo que permite una retroalimentación más directa del paciente durante la intervención y puede ser útil en procedimientos de cirugía revisional.
El seguimiento postoperatorio es igualmente crucial. Tras la cirugía, el objetivo es lograr una reducción de la brecha ósea de aire de menos de 10 dB en el 90% de los casos, con una tasa de "oído muerto" (es decir, sin respuesta auditiva significativa) inferior al 1%. Los pacientes deben ser monitoreados para evaluar cualquier complicación, como infecciones o movimientos de la prótesis, que puedan comprometer los resultados. Además, el seguimiento auditivo regular es necesario para asegurar que los beneficios de la cirugía se mantengan a largo plazo.
Es importante que los pacientes comprendan que la cirugía de otosclerosis, aunque puede mejorar significativamente la audición, no está exenta de riesgos. Los posibles efectos secundarios incluyen vértigo, cambios en la percepción del sonido y, en raros casos, complicaciones graves relacionadas con la cirugía del oído interno. Por tanto, cada paciente debe evaluar cuidadosamente sus opciones, considerando tanto los beneficios potenciales como los riesgos inherentes a la cirugía.
¿Cómo la medicina otorrinolaringológica ha evolucionado con el tiempo?
La medicina otorrinolaringológica, o cirugía de la cabeza y cuello, ha experimentado una transformación significativa a lo largo de los últimos años. Esto se refleja claramente en las sucesivas ediciones de textos clave que han guiado a generaciones de profesionales de la especialidad, como el icónico "Diseases of the Nose, Throat and Ear", conocido cariñosamente como "Logan Turner". Desde su primera edición, hace más de un siglo, hasta la más reciente, la disciplina ha avanzado enormemente, adaptándose a los nuevos descubrimientos y técnicas quirúrgicas.
En sus primeras ediciones, el texto ofrecía un panorama general de las enfermedades que afectaban a las estructuras de la cabeza y cuello, incluyendo la nariz, la garganta, los oídos y las cuerdas vocales. Las innovaciones de cada era se reflejaban en los avances quirúrgicos, con los métodos más innovadores de la época detallados con gran precisión. Sin embargo, si comparamos las ediciones antiguas con las modernas, podemos observar cómo conceptos como la cirugía endoscópica de los senos paranasales y los implantes cocleares, que hoy son comunes, eran solo pioneros o incluso desconocidos en esos tiempos.
El campo de la otorrinolaringología no solo ha sido testigo de avances tecnológicos, sino también de una expansión del conocimiento. La importancia de un enfoque multidisciplinario ha cobrado relevancia, ya que se reconoce que el tratamiento de las afecciones de la cabeza y el cuello no puede circunscribirse exclusivamente a la cirugía. El diagnóstico temprano y las opciones de tratamiento, que ahora incluyen terapias no invasivas, están cada vez más centrados en el bienestar integral del paciente.
Este avance también es evidente en el aumento de capítulos y temas tratados en las nuevas ediciones de los textos, que han abordado de forma más detallada una gama más amplia de trastornos, desde la disfunción vocal y la parálisis de cuerdas vocales, hasta los trastornos de equilibrio y la otosclerosis. Las mejoras tecnológicas, como las pruebas de audición y equilibrio, así como la radiología de cabeza y cuello, ahora forman parte fundamental del arsenal diagnóstico de los otorrinolaringólogos.
Una característica clave de la otorrinolaringología contemporánea es su capacidad para mantenerse relevante y adaptable a pesar de la sobrecarga de información que existe en la actualidad. En un mundo en el que cualquier consulta médica puede hacerse a través de un dispositivo móvil, la calidad y precisión de la información se convierten en aspectos esenciales. Esto ha llevado a un enfoque más riguroso en la obtención de conocimiento, favoreciendo los textos y referencias que reúnen a expertos de renombre internacional.
El papel de los implantes cocleares, por ejemplo, es uno de los avances más notables en la cirugía otológica. Esta tecnología ha permitido a muchos pacientes recuperar una calidad de vida considerablemente mejorada, permitiéndoles percibir sonidos de nuevo y participar en interacciones sociales de manera más plena. Este tipo de avances no solo mejoran la calidad de vida de los pacientes, sino que también desafían continuamente los límites de la medicina moderna, ofreciendo nuevas perspectivas sobre la audición y el tratamiento de la sordera.
Por otro lado, el tratamiento de las enfermedades de la nariz, la faringe y la laringe también ha evolucionado de manera impresionante. Las técnicas quirúrgicas mínimamente invasivas, combinadas con el uso de tecnologías de imagen avanzadas, han transformado la forma en que se tratan las afecciones como los tumores nasales o los trastornos del habla. Además, la rehabilitación de la voz y el manejo de trastornos como la disartria o la afonía requieren un enfoque multidisciplinario, donde la cirugía, la logopedia y la terapia física se complementan para ofrecer resultados más efectivos.
La expansión de la especialidad también ha llevado a la inclusión de nuevos temas, como las patologías del equilibrio, los trastornos del oído interno y las nuevas técnicas de implantación en otología. De esta manera, la medicina otorrinolaringológica no solo se limita a las enfermedades más tradicionales, sino que aborda de forma integral las complejidades del oído, la nariz y la garganta, con una perspectiva moderna y dinámica.
A lo largo de estos avances, el reconocimiento de la otorrinolaringología como una disciplina central dentro de la cirugía general ha sido clave para su desarrollo. Esta especialidad ha logrado que su influencia crezca y que, en muchos casos, sus procedimientos sean esenciales no solo para los cirujanos de cabeza y cuello, sino también para otros profesionales de la salud. En el ámbito pediátrico, por ejemplo, las intervenciones para tratar la otitis media, la apnea obstructiva del sueño y la atresia coanal son ejemplos de cómo la otorrinolaringología interviene en el cuidado de los más pequeños.
Además, el campo de la investigación continúa avanzando a pasos agigantados, con estudios sobre nuevas técnicas quirúrgicas, terapias biológicas y el uso de tecnologías emergentes como la inteligencia artificial para mejorar tanto el diagnóstico como el tratamiento de las afecciones de la cabeza y cuello.
Es fundamental que los futuros médicos y cirujanos de esta especialidad mantengan una actitud de aprendizaje continuo, dado el ritmo acelerado con el que evolucionan las técnicas y tratamientos. Las generaciones actuales tienen a su disposición herramientas que sus predecesores no podían ni imaginar, lo que les permite ofrecer a los pacientes un nivel de atención más preciso, efectivo y accesible.
¿Cómo funcionan los implantes de oído medio y los dispositivos de conducción ósea en el tratamiento de la pérdida auditiva?
Los implantes de oído medio y los dispositivos de conducción ósea se han consolidado como opciones eficaces para tratar diversos tipos de pérdida auditiva, especialmente en aquellos casos en los que los audífonos convencionales no son suficientes. La cirugía para la colocación de estos dispositivos suele implicar la inserción de un implante de titanio, una tecnología común en dispositivos como el Vibrant Soundbridge o el sistema BAHA. Estos dispositivos funcionan mediante la estimulación directa del sistema auditivo, ya sea a través de la conducción ósea o la estimulación de los huesos del oído medio.
El Vibrant Soundbridge, uno de los implantes más conocidos en el Reino Unido, utiliza un sistema magnético con una bobina y un paquete electrónico. Este dispositivo está diseñado para la conducción ósea y es adecuado para umbrales auditivos de hasta 55 dBHL. El implante se coloca a través de una cirugía que requiere la colocación de un accesorio de titanio en el oído medio, donde el componente conductor (FMT) se fija a la cadena de huesos del oído medio. Este procedimiento se realiza de manera cuidadosa para evitar que el FMT entre en contacto directo con los huesos y se fija con un solo tornillo. En algunos casos, puede ser necesario realizar una mastoidectomía cortical si no se ha llevado a cabo previamente.
Otro dispositivo destacado es el Osia, que también emplea un implante de titanio, pero su colocación varía ligeramente respecto al BAHA y el Vibrant Soundbridge. Este sistema se fija de manera diferente en la anatomía del paciente, y su FMT puede colocarse de forma más baja en comparación con otros implantes. Los fabricantes sugieren que el Osia es adecuado para pacientes con umbrales auditivos de conducción ósea de hasta 65 dBHL en frecuencias altas y 45 dBHL en frecuencias bajas.
Estos dispositivos tienen diversas aplicaciones, siendo particularmente útiles en pacientes con pérdida auditiva mixta o aquellos con estenosis del canal auditivo o infecciones externas severas. Sin embargo, no se indican en casos de pérdida auditiva unilateral (SSD). Al igual que el Vibrant Soundbridge, el Osia es compatible con resonancias magnéticas de hasta 1.5T, aunque el imán puede generar interferencias en las imágenes de la cabeza, lo que limita su uso en estos procedimientos.
El Esteem, un implante totalmente implantable, es otra opción destacada. Este dispositivo está indicado para pacientes con pérdida auditiva neurosensorial de moderada a severa. Su funcionamiento es completamente diferente: el sensor implantado se encuentra en contacto con la cadena de huesos del oído medio y responde a las vibraciones generadas por los movimientos de la membrana timpánica al recibir el sonido. Estas vibraciones son luego procesadas y se generan en el controlador, que se coloca contra la cabeza del estribo. Este dispositivo requiere la eliminación de la punta del proceso largo del yunque. Aunque la batería del Esteem tiene una vida útil de aproximadamente cinco años, al final de este periodo es necesario reemplazarla mediante una nueva intervención.
Para aquellos pacientes que no son candidatos para la cirugía, existen dispositivos de conducción ósea no implantados como el ADHEAR, un dispositivo que se adhiere al oído utilizando un adaptador adhesivo. Este tipo de dispositivos se utilizan principalmente en pacientes con pérdida auditiva conductiva o SSD. No requieren cirugía, lo que hace que sean una opción popular para pacientes con pérdida auditiva temporal o aquellos que aún están evaluando una posible intervención quirúrgica.
Es importante tener en cuenta que, a pesar de los avances significativos en la tecnología de los implantes auditivos, el riesgo de complicaciones sigue existiendo. Entre las complicaciones más comunes se encuentran la pérdida de audición, el tinnitus y el vértigo, al igual que con cualquier intervención quirúrgica en el oído medio. Además, los dispositivos como el Vibrant Soundbridge pueden experimentar desplazamientos del FMT si no se fijan correctamente a una estructura ósea fija. Esto resalta la necesidad de una cuidadosa planificación y evaluación del caso de cada paciente.
A medida que la tecnología avanza, la posibilidad de mejorar la calidad de vida de las personas con pérdida auditiva continua. Sin embargo, es crucial comprender que cada dispositivo tiene su propio rango de umbrales auditivos recomendados, lo que significa que no todos son adecuados para todos los tipos de pérdida auditiva. La elección del dispositivo adecuado depende de factores individuales como la anatomía del paciente, el tipo de pérdida auditiva y la posibilidad de realizar una intervención quirúrgica.
Es fundamental que los pacientes tengan expectativas realistas respecto a los resultados y comprendan que estos dispositivos no restauran la audición al nivel normal. En muchos casos, el dispositivo puede mejorar la audición en una amplia gama de frecuencias, pero no puede reemplazar por completo la función auditiva natural. Además, como con cualquier dispositivo médico, la adherencia al seguimiento postoperatorio y la gestión de posibles efectos secundarios o complicaciones son cruciales para el éxito a largo plazo del implante.
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