El análisis de los evangélicos jóvenes en los Estados Unidos revela una compleja interacción entre la religión, la política y las actitudes sociales. En los últimos años, los evangélicos han sido objeto de un análisis exhaustivo debido a su creciente influencia en el panorama político, especialmente en lo que respecta a su papel en las elecciones presidenciales. Aunque tradicionalmente asociados con posturas conservadoras, las investigaciones indican que una nueva generación de evangélicos, los llamados "evangélicos jóvenes", está experimentando cambios significativos en sus visiones políticas y religiosas.
Durante décadas, los evangélicos han sido un grupo clave en el apoyo a los partidos conservadores, especialmente al Partido Republicano. Sin embargo, una parte significativa de los evangélicos jóvenes está comenzando a cuestionar ciertos aspectos de su identidad política y religiosa. Esto se puede observar en su actitud hacia los problemas sociales y ambientales, que tradicionalmente habían sido dominados por una visión más conservadora y centrada en la moral tradicional. En la actualidad, algunos de estos jóvenes están adoptando posturas más liberales, especialmente en lo que respecta a temas como el cambio climático y la justicia social.
A lo largo de la última década, diversos estudios han documentado un cambio en la forma en que los evangélicos jóvenes se posicionan políticamente. Por ejemplo, investigaciones como las de Ansolabehere y Schaffner (2013) han mostrado que, aunque una mayoría sigue apoyando a candidatos republicanos, un número creciente de jóvenes evangélicos está reconsiderando su lealtad política. A medida que se enfrentan a desafíos globales como el cambio climático y las crecientes desigualdades económicas, muchos evangélicos jóvenes han comenzado a alinear sus creencias religiosas con sus preocupaciones sobre la justicia social y el medio ambiente.
Además, la forma en que los jóvenes evangélicos abordan cuestiones como la inmigración y la pobreza muestra un contraste significativo con las posturas más conservadoras de generaciones anteriores. La noción de "compasión" en la política, que históricamente se asocia con posturas progresistas, está ganando terreno entre los evangélicos jóvenes, lo que refleja una evolución en su comprensión de la religión como una fuerza para el bien común y la justicia social.
Sin embargo, esta transformación no es uniforme. A pesar de las tendencias progresistas que están surgiendo, sigue existiendo una franja significativa de evangélicos jóvenes que mantienen posturas conservadoras en muchos temas clave. La tensión entre estos dos grupos de jóvenes evangélicos está en el corazón del debate sobre el futuro político y social de este colectivo. Esta división interna se refleja también en las encuestas políticas, donde se observa una fractura generacional sobre temas como el matrimonio homosexual, el aborto y la libertad religiosa.
Un aspecto crucial a tener en cuenta es el rol de los líderes religiosos y cómo su influencia puede orientar o modificar las actitudes políticas de los jóvenes. En muchos casos, la figura del líder evangélico sigue teniendo un peso considerable, especialmente en la prédica sobre temas éticos y morales. Sin embargo, el auge de las redes sociales y el acceso a una amplia variedad de voces e ideas ha permitido a muchos jóvenes evangélicos cuestionar la autoridad de estos líderes y formarse una opinión más autónoma sobre los asuntos políticos y sociales.
En este contexto, el fenómeno del "disonancia cognitiva" juega un papel importante en cómo los evangélicos jóvenes resuelven las contradicciones entre sus creencias religiosas y sus actitudes políticas. La disonancia cognitiva, un concepto desarrollado por Leon Festinger en 1957, se refiere a la incomodidad que experimenta una persona cuando sus creencias o comportamientos entran en conflicto. Para los evangélicos jóvenes, esto puede ocurrir cuando sus creencias sobre la justicia social, el medio ambiente o la inmigración entran en contradicción con las posturas más conservadoras de sus comunidades religiosas.
Este proceso de adaptación y cambio dentro de la comunidad evangélica no debe subestimarse. El impacto de esta transformación será fundamental para entender las dinámicas políticas en los Estados Unidos en las próximas décadas. Las elecciones presidenciales de los últimos años han demostrado que, aunque el voto evangélico sigue siendo un pilar para los republicanos, el voto de los evangélicos jóvenes podría tener un efecto determinante en la política electoral. Si esta tendencia hacia posturas más liberales y sociales continúa, los partidos políticos en EE.UU. se verán obligados a replantear sus estrategias en relación con este grupo.
Además, es relevante considerar cómo el enfoque de los evangélicos jóvenes hacia la religión y la política puede influir en su participación activa en otras esferas sociales. En muchos casos, estos jóvenes no solo están reconfigurando su relación con la política, sino que también están redefiniendo el papel de la iglesia en la sociedad. En lugar de una institución centrada exclusivamente en el culto y la moral, algunos ven la iglesia como un motor para el cambio social, abogando por un enfoque más inclusivo y compasivo hacia los más desfavorecidos.
En conclusión, el futuro del voto evangélico joven será un reflejo de las tensiones internas y los cambios culturales más amplios que se están gestando dentro de la sociedad estadounidense. Entender estos movimientos y sus implicaciones será crucial para comprender las futuras dinámicas políticas, especialmente en un país donde la religión continúa desempeñando un papel fundamental en la identidad social y política.
¿Cómo influye el auge del evangelismo latino en la política de EE.UU.?
El crecimiento del evangelismo entre la comunidad latina en Estados Unidos ha generado un impacto significativo en las dinámicas políticas y sociales del país. Tradicionalmente considerada una demografía de votantes volátiles, los latinos han experimentado en las últimas décadas una transición hacia el Partido Demócrata, una tendencia que se ha intensificado desde las elecciones presidenciales de 2004. Sin embargo, el papel de los evangélicos latinos dentro de esta dinámica política no está completamente definido, ya que, al igual que otros grupos religiosos, los evangélicos latinos están divididos entre aquellos que apoyan políticas conservadoras y los que abogan por enfoques más progresistas y orientados a la justicia social.
Desde que el movimiento evangélico comenzó a hacer esfuerzos para integrar a los latinos en sus congregaciones, especialmente a partir de la reforma migratoria de 2006, los líderes de las iglesias evangélicas han visto en esta comunidad no solo una oportunidad de crecimiento espiritual, sino también un terreno fértil para promover políticas públicas acordes con sus valores. El trabajo de organizaciones de fe entre los inmigrantes latinos se ha centrado en fortalecer la vinculación de estos grupos con la política estadounidense, especialmente con temas relacionados con la inmigración. Esta movilización tiene, evidentemente, un objetivo político que se entrelaza con la participación activa de los latinos en el sistema electoral del país.
El acercamiento de los evangélicos latinos hacia las políticas del Partido Republicano no es algo novedoso, y muchos líderes republicanos han intentado crear alianzas estratégicas con este grupo. En 2012, el Partido Republicano presentó su "Proyecto de Crecimiento y Oportunidad", que planteaba un enfoque explícito hacia los votantes latinos basado en el apoyo de organizaciones religiosas. Sin embargo, los cambios políticos y sociales de los últimos años, particularmente la victoria de Donald Trump en 2016, han puesto en pausa estas estrategias, sobre todo debido a la postura antiinmigrante que ha caracterizado gran parte de la agenda republicana en tiempos recientes.
A pesar de este panorama incierto, los evangélicos latinos han mantenido su relevancia dentro del escenario político estadounidense. La comunidad latina se ha visto como un "grupo clave" en las elecciones futuras, y tanto los partidos políticos como las organizaciones religiosas han reconocido el poder de este sector para inclinar la balanza en comicios cruciales. La influencia del evangelismo latino, no obstante, sigue siendo ambigua. Aunque algunos líderes evangélicos latinos apoyan causas conservadoras como la lucha contra el aborto y la defensa de los valores tradicionales de la familia, otros se han alineado con movimientos más progresistas que luchan por la reforma migratoria y los derechos civiles de los inmigrantes.
Además de las diferencias ideológicas dentro de la comunidad evangélica latina, el papel de las iglesias en la incorporación política de los latinos es crucial. La participación en la iglesia evangélica está directamente vinculada a la adquisición de habilidades cívicas que facilitan la participación política. Estudios previos han demostrado que los miembros de iglesias evangélicas, a diferencia de sus contrapartes católicas o protestantes, tienden a ser más políticamente conservadores, especialmente cuando sus prácticas religiosas se entrelazan con el activismo comunitario. En este sentido, el evangelismo latino tiene el potencial de convertirse en un motor de la participación política de este grupo, lo que podría transformar el panorama electoral en el futuro cercano.
Con la proyección de que para 2050 Estados Unidos será un país predominantemente compuesto por minorías, los latinos representarán la mayor etnia en términos de proporción de la población y serán una fuerza electoral decisiva. En este contexto, el papel de las iglesias evangélicas será fundamental para definir la dirección política de este grupo. ¿Seguirán los latinos el mismo camino que otros grupos religiosos, como los afroamericanos, que aunque profundamente religiosos, se han mantenido fieles al Partido Demócrata? O, por el contrario, ¿se alinearán definitivamente con el Partido Republicano debido a su creciente influencia dentro de las comunidades evangélicas?
La pregunta sobre cómo evolucionará la relación entre el evangelismo latino y los partidos políticos, especialmente en términos de afiliación partidista y comportamiento electoral, sigue siendo una incógnita. El futuro de este fenómeno dependerá de una serie de factores, entre los que se incluyen las políticas migratorias de la administración actual, las posturas de los partidos políticos frente a los temas religiosos y sociales, y la capacidad de las iglesias evangélicas para mantener una influencia sobre la identidad política de los latinos en el contexto de una sociedad estadounidense cada vez más diversa.
¿Cómo influyen los evangélicos latinos en la política estadounidense y qué los distingue del resto de la comunidad latina?
El papel de los evangélicos latinos en la política estadounidense revela un entramado complejo de identidad religiosa, valores sociales y comportamiento partidista. Aunque el catolicismo ha sido históricamente la base espiritual de gran parte de la comunidad latina, los latinos evangélicos han emergido como un subgrupo con posturas sociales y políticas significativamente más conservadoras que sus contrapartes católicas. De hecho, los evangélicos latinos tienden a apoyar con mayor fuerza restricciones al acceso al aborto, siendo incluso más restrictivos que los católicos latinos, a pesar de la doctrina católica tradicionalmente firme en contra del aborto. Según datos del Pew Research Center, mientras que el 54% de los católicos latinos considera que el aborto debe ser ilegal en todos o en la mayoría de los casos, esa cifra asciende al 70% entre los evangélicos latinos.
Estas diferencias también se extienden a otros aspectos sociales y educativos. Los evangélicos latinos suelen favorecer políticas educativas conservadoras, como la enseñanza del creacionismo y la presencia de oraciones en las escuelas públicas. Además, muestran menos interés en abordar la discriminación de género mediante políticas públicas. Estas posturas los colocan en una posición ideológica que los distingue no solo del grueso de los latinos, sino también de otros grupos religiosos dentro de esta misma comunidad.
Esta identidad conservadora genera una paradoja evidente. Aunque muchos latinos sostienen valores sociales conservadores, como grupo tienden a identificarse más con el Partido Demócrata. Esta contradicción ha sido motivo de análisis político desde hace décadas, recordando la célebre frase atribuida a Ronald Reagan: “Los latinos son republicanos; simplemente no lo saben aún”. A pesar de que la religiosidad sigue siendo un rasgo más prevalente entre los latinos que entre otros grupos étnicos en Estados Unidos, las nuevas generaciones muestran una tendencia creciente hacia la secularización. La asistencia regular a servicios religiosos disminuye notablemente entre los latinos más jóvenes, y el porcentaje de quienes se identifican como católicos ha descendido drásticamente, especialmente entre los millennials latinos.
No obstante, entre quienes mantienen una identidad religiosa activa, la conversión al evangelismo parece ir acompañada de una transformación en términos de comportamiento político. Los evangélicos latinos son más propensos que los católicos o protestantes tradicionales a identificarse como republicanos. Esta tendencia es aún más pronunciada entre aquellos cuya herencia cultural no proviene de México, Cuba o Puerto Rico. Así, no solo se consolidan como un bloque conservador dentro de la comunidad latina, sino también como un sector particularmente receptivo al discurso y movilización del Partido Republicano.
La evidencia electoral lo confirma: aunque George W. Bush obtuvo un respaldo considerable entre los latinos evangélicos en 2004 (58% frente a 33% para John Kerry), sus sucesores no lograron replicar ese éxito. Mitt Romney en 2012 y Donald Trump en 2016 obtuvieron apenas entre el 26% y el 27% del voto latino total, aunque su desempeño entre evangélicos latinos fue más fuerte (45% para Romney y 38% para Trump). Sin embargo, esta diferencia no fue suficiente para compensar las pérdidas entre otros sectores del electorado latino.
Más allá de las preferencias electorales, persiste la pregunta sobre si el evangelismo latino genera una forma particular de activismo político. A diferencia de las iglesias evangélicas anglosajonas, las congregaciones latinas evangélicas no siempre promueven una participación política directa. Algunos estudios sugieren que una comparación más pertinente podría hacerse con las iglesias afroamericanas, donde la homogeneidad étnica y el sentido de destino compartido han fomentado históricamente un activismo político vigoroso. Sin embargo, este tipo de capital social aún no se ha replicado de manera consistente en las iglesias evangélicas latinas.
En este contexto, resulta fundamental comprender que la diversidad interna de la comunidad latina —marcada por el país de origen, nivel generacional, experiencia migratoria y afiliación religiosa— influye de manera decisiva en el comportamiento político. La religión no solo informa las creencias personales, sino que también actúa como catalizador de identidad política y como canal de movilización electoral. En el caso de los evangélicos latinos, esta relación entre fe y política no solo se manifiesta en términos de valores, sino también en términos de alianzas partidistas, influencia electoral y posibilidades futuras de redefinir el mapa político de Estados Unidos.
Es crucial considerar que, a pesar de los esfuerzos de movilización por parte del Partido Republicano, el crecimiento de este segmento evangélico dentro de la población latina no garantiza su fidelidad electoral. La evolución generacional hacia una menor religiosidad, el impacto del discurso político antiinmigrante, y la percepción de exclusión pueden erosionar esta conexión. Por tanto, entender al votante evangélico latino no solo implica estudiar sus valores actuales, sino también observar los procesos culturales y demográficos que podrían alterar su comportamiento en el futuro inmediato.
¿Cómo la Discrepancia en las Redes Sociales Afecta el Voto de los Evangélicos?
La relación entre la religiosidad y la inclinación política es compleja y se ha estudiado extensamente en el contexto de los evangélicos en Estados Unidos. Uno de los aspectos más fascinantes de esta relación es cómo la discrepancia en las redes sociales de los votantes evangélicos puede influir en sus decisiones políticas, especialmente en momentos de elecciones presidenciales. Diversas investigaciones sugieren que la exposición a opiniones discordantes dentro de las redes sociales puede alterar significativamente las elecciones de voto entre los evangélicos, y esto es algo que ha cambiado con el tiempo.
En primer lugar, es importante comprender cómo las redes sociales actúan como un factor importante en la formación de las opiniones políticas. Las redes sociales, en este contexto, no se refieren únicamente a las conexiones digitales, sino también a los círculos sociales cercanos, como familiares, amigos y compañeros de iglesia. Para los evangélicos, que tradicionalmente se han caracterizado por una fuerte afinidad con el Partido Republicano, las tensiones internas en sus redes sociales pueden influir en su voto. Los datos muestran que cuando los evangélicos se exponen a desacuerdos en sus redes, su apoyo al candidato republicano disminuye considerablemente. Este fenómeno ha sido consistente entre las elecciones de 1992 y 2016, con una caída significativa en el apoyo al Partido Republicano, particularmente cuando los evangélicos están rodeados de discordia social.
Sin embargo, esta tendencia no es universal entre todos los evangélicos. Los evangélicos que asisten frecuentemente a la iglesia parecen ser más resistentes a los efectos de la discrepancia en sus redes sociales. En las elecciones de 2012 y 2016, los evangélicos que asistían a la iglesia con regularidad mostraron una inclinación casi unánime hacia el candidato republicano cuando no había desacuerdo en sus redes. Por el contrario, aquellos que eran más reacios a asistir a la iglesia mostraron un patrón más volátil, en el cual su apoyo a los republicanos aumentaba cuando se enfrentaban a la discordia en sus redes sociales. Esto es un reflejo del concepto de la teoría de la inmunización, en la que la exposición a ideas discordantes puede fortalecer la posición política inicial de un individuo, en lugar de persuadirlo a cambiar de opinión.
Este comportamiento, particularmente evidente en los evangélicos con baja asistencia a la iglesia, puede ser visto como una forma de "razonamiento motivado". En otras palabras, estos individuos, al sentirse atacados por las opiniones de sus pares sobre la hipocresía percibida de apoyar a un candidato que parecía contradecir sus valores religiosos, se aferraron más fuertemente a su identidad política como evangélicos. Este fenómeno es especialmente notorio en las elecciones de 2016, cuando muchos evangélicos, a pesar de las críticas hacia el candidato Donald Trump, lo apoyaron de manera más firme cuando se enfrentaron a desacuerdos dentro de sus redes sociales.
Es interesante observar que, aunque las redes sociales de los evangélicos mostraron ser más volátiles durante el periodo electoral de 2016, factores como la edad, el género y el nivel educativo no parecieron tener un impacto significativo sobre la discrepancia en las redes. Sin embargo, la movilidad social, que se puede medir a través del nivel educativo y la interacción social con personas fuera de su círculo habitual, sí mostró un patrón claro: aquellos evangélicos con un mayor nivel educativo y más oportunidades de interactuar con personas de diferentes puntos de vista, mostraron más desacuerdo en sus redes sociales. Esto se debe a que, al interactuar con una gama más amplia de personas, los evangélicos están más expuestos a opiniones discordantes que pueden desafiar sus creencias preexistentes.
Es crucial entender que este fenómeno no es único de los evangélicos. A lo largo de la historia, en situaciones de polarización política, las personas tienden a reforzar sus opiniones cuando se enfrentan a la discordancia dentro de sus redes sociales. Sin embargo, en el caso específico de los evangélicos, el apoyo a candidatos políticos como Trump parece estar íntimamente relacionado con la religión y la percepción de apoyo dentro de la congregación. En el caso de Trump, el apoyo de las iglesias evangélicas fue evidente desde las etapas tempranas de la campaña, y las señales de apoyo dentro de estas comunidades religiosas solo se intensificaron a medida que avanzaba la campaña electoral. Este apoyo se correlacionó con una menor discrepancia en las redes sociales de los evangélicos, sugiriendo que la congruencia entre la identidad religiosa y la identidad política juega un papel crucial en la orientación del voto.
Es relevante también señalar que la discrepancia social no siempre resulta en un cambio de opinión. En muchos casos, los evangélicos expuestos a desacuerdos en sus redes no modificaron sus posiciones políticas, sino que, al contrario, reforzaron sus posturas. Esto refuerza la idea de que la disonancia cognitiva generada por la exposición a opiniones contrarias puede ser una fuerza que actúa en la dirección opuesta a la persuasión. De hecho, algunos votantes pueden percibir que sus opiniones están en la mayoría, sobre todo cuando se enfrentan a desacuerdos en sus redes sociales, lo que fortalece aún más su posición inicial.
Además, la dinámica de las redes evangélicas en 2016 muestra una clara diferencia con años anteriores. Aunque en 2012 las redes evangélicas eran relativamente homogéneas y favorecían al Partido Republicano, en 2016 las redes se mostraron más fragmentadas, especialmente en el caso de aquellos con menos asistencia a la iglesia. Este cambio refleja la evolución de la política en general, y la creciente polarización dentro de las comunidades evangélicas.
Para concluir, aunque la exposición a desacuerdos en las redes sociales de los evangélicos puede tener efectos diferentes dependiendo de su nivel de religiosidad, es claro que la interacción entre religión y política en este grupo es compleja y multifacética. La influencia de la discrepancia social, lejos de ser simplemente un factor de cambio de opinión, parece funcionar más como un refuerzo de las creencias preexistentes, particularmente cuando esas creencias están estrechamente vinculadas a la identidad religiosa.
¿Cómo los grupos legales cristianos influyen en las elecciones y la política en EE. UU.?
La oposición al gobierno de Barack Obama por parte de los grupos legales cristianos conservadores (CCLO, por sus siglas en inglés) fue una constante a lo largo de su mandato. Desde el primer día de su presidencia en 2009, los abogados y activistas vinculados a estos grupos criticaron sus políticas, especialmente en lo relacionado con inmigración, aborto y derechos civiles. A pesar de que algunos grupos, como el Liberty Counsel (LC), reconocieron ciertos logros de Obama, como la misión que acabó con la vida de Osama bin Laden en 2011, la crítica hacia su administración fue, en general, implacable. Los líderes de estos grupos veían al presidente como un obstáculo para los ideales conservadores, y su oposición se intensificó con el paso del tiempo.
Mat Staver, líder del Liberty Counsel, expresó públicamente su simpatía por el estado de Arizona tras la aprobación de una ley que, en su opinión, era una respuesta a la falta de acción del gobierno federal sobre la seguridad en la frontera. Para Staver, la administración de Obama había fracasado en cumplir con la promesa de asegurar la frontera, lo cual representaba una falla crítica en la política de inmigración. De manera similar, otros grupos, como el American Center for Law and Justice (ACLJ), hicieron críticas frecuentes sobre la administración de Obama, tildándola de corrupta y de actuar por encima de la ley. Las críticas llegaron hasta el final de su mandato, cuando Jay Sekulow, de la ACLJ, advirtió que Obama utilizaría los últimos días de su presidencia para consolidar su legado, a menudo por encima de la Constitución.
En el terreno electoral, los grupos legales cristianos adoptaron una postura crítica en relación con la elección presidencial de 2008, aunque, debido a las restricciones que imponen las leyes sobre organizaciones sin fines de lucro, evitaban hacer respaldos directos a candidatos. Sin embargo, sus simpatías hacia los valores conservadores fueron claras. Tras la victoria de Obama, Liberty Counsel emitió comunicados denunciando sus políticas, especialmente en lo que respecta al aborto, aunque otros grupos permanecieron más discretos durante este periodo.
En las elecciones de 2012, figuras como Jay Sekulow y otros líderes de los grupos legales cristianos expresaron abiertamente su apoyo a candidatos republicanos como Mitt Romney. Sin embargo, el apoyo explícito a estos candidatos no fue uniforme entre los grupos. Mientras tanto, la mayoría de los abogados de CCLO se mantuvieron alejados de las primarias presidenciales de 2016, donde Donald Trump no era la primera opción para muchos. De hecho, en un principio, algunos de estos abogados, como Mat Staver y Jordan Sekulow, apoyaron a otros candidatos republicanos, como Ted Cruz y Jeb Bush.
El cambio de postura ocurrió cuando Trump, en su camino hacia la nominación del Partido Republicano, se reunió con líderes evangélicos y prometió nombrar jueces conservadores para la Corte Suprema de los EE. UU. Esta promesa fue clave para ganar el apoyo de muchos de los abogados de los grupos legales cristianos. Al final, la perspectiva de una Corte Suprema conservadora se convirtió en un factor determinante en la preferencia de estos grupos por Trump, especialmente en un contexto donde Hillary Clinton representaba una amenaza para los ideales que defendían.
El impacto de la composición de la Corte Suprema fue tal que algunos líderes del movimiento legal cristiano, como Anita Staver y Matt Bowman, sugirieron que las elecciones presidenciales de 2016 eran una cuestión de vida o muerte para el futuro de los derechos religiosos y las libertades constitucionales en los EE. UU. Así, aunque CCLOs no podían hacer un respaldo explícito a Trump, muchos de sus abogados se alinearon indirectamente con la campaña republicana debido al papel crucial que jugaría la Corte Suprema en la conformación del país en las próximas décadas.
La relación entre los grupos legales cristianos y el Partido Republicano ha sido marcada por una serie de tensiones y alianzas estratégicas. Aunque no todos los abogados del movimiento legal cristiano compartían una preferencia unánime por Trump, la urgencia de asegurar una Corte Suprema conservadora llevó a muchos a apoyar su candidatura, a pesar de las dudas que pudieran tener sobre su persona o su campaña. El vínculo entre la política electoral y los intereses de estos grupos refleja cómo las dinámicas entre la religión, la ley y la política pueden moldear el futuro judicial y social de un país.
Es esencial para el lector entender que, más allá de los posicionamientos públicos de estos grupos, el eje central de su influencia política radica en su capacidad para movilizar a una base amplia de votantes conservadores y en su relación estratégica con el Partido Republicano. Estos grupos no solo abogan por cambios en las leyes, sino que juegan un papel crucial en la configuración de la política estadounidense a través de sus interacciones con los procesos electorales y sus esfuerzos por moldear la composición de la Corte Suprema. Sin embargo, también es relevante señalar que su apoyo a ciertos candidatos o políticas no siempre es homogéneo. A pesar de sus diferencias internas, estos grupos han logrado influir en la dirección de la política estadounidense al unir sus esfuerzos en torno a un objetivo común: la preservación de los valores conservadores y religiosos.
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