Las tasas de flujo en las redes de distribución de agua, comúnmente convertidas a unidades prácticas como porcentaje del flujo diario promedio, m³/km de tubería/hora o litros por propiedad/hora, son herramientas convencionales para evaluar la eficiencia de un sistema. No obstante, estas medidas, aunque útiles para establecer parámetros fácilmente identificables, no necesariamente proporcionan una base sólida para decisiones clave sobre la intervención en busca de fugas no reportadas. A pesar de la simplicidad de estas unidades, el análisis de las pérdidas en agua requiere un enfoque más detallado y ajustado a la realidad técnica de cada red.
Desde principios de la década de 1990, con la introducción de las técnicas de análisis de componentes, se ha comenzado a recomendar una medición más precisa utilizando los flujos nocturnos como indicador principal para la localización de fugas. Se establece como referencia el "flujo nocturno más bajo alcanzado", después de haber reparado o cerrado rápidamente todas las fugas detectables, comparándolo con el flujo mínimo técnico esperado. Este flujo mínimo técnico debe tener en cuenta la longitud de las tuberías, el número de conexiones de servicio, la presión nocturna promedio y el consumo de los usuarios residenciales y comerciales. La diferencia entre el flujo nocturno más bajo alcanzado y el flujo técnico mínimo puede señalar un exceso, que constituye la base para decidir cuándo intervenir y buscar fugas adicionales.
La IWA (International Water Association), en su Manual de Mejores Prácticas, establece indicadores de desempeño para los servicios de suministro de agua, con más de 130 métricas divididas en varias categorías, desde aspectos operacionales hasta la calidad del servicio y las finanzas. El indicador básico de la IWA para medir las pérdidas de agua no contabilizada (NRW, por sus siglas en inglés) es el volumen de NRW como un porcentaje del volumen total de entrada al sistema. Sin embargo, este enfoque es cada vez más cuestionado debido a la influencia que tienen variables externas, como el consumo y la presión operativa, en el cálculo de estas pérdidas. Además, la diferencia en los hábitos de consumo entre países y regiones, junto con la infraestructura utilizada, hace que los porcentajes de pérdidas puedan ser engañosos y no siempre reflejar la eficiencia operativa de la red.
El porcentaje de pérdidas de agua no contabilizada puede variar significativamente, desde menos del 5% hasta más del 50%, dependiendo de múltiples factores como la disponibilidad de agua, las políticas económicas de gestión de recursos, el tipo de medidores utilizados y la presión promedio operativa. En sistemas donde las pérdidas reales incluyen fugas en las tuberías privadas de los clientes, la evaluación en términos de porcentaje del volumen total puede generar distorsiones, ya que los sistemas con baja demanda pueden mostrar altos porcentajes de pérdidas debido al bajo consumo, aunque el volumen total de pérdidas no sea tan grande.
En cuanto a los indicadores financieros, la IWA recomienda también el uso de un factor de valoración para cada componente del NRW. Este indicador considera el valor en moneda local del volumen de las pérdidas y lo expresa como un porcentaje del costo anual de operación del sistema. De esta manera, se puede obtener una visión más clara del impacto económico de las pérdidas de agua y de la eficiencia en la gestión de los recursos hídricos.
Es fundamental reconocer que, en la actualidad, el uso de porcentajes para medir las pérdidas de agua, especialmente en situaciones de suministro intermitente o en redes con presiones elevadas, ha sido ampliamente desaconsejado por expertos de organizaciones como la Oficina de Servicios de Agua del Reino Unido (OFWAT) y el Bureau de Normas de Sudáfrica. A pesar de ello, aún persiste la práctica de emplear los porcentajes como una referencia, particularmente en comparaciones de desempeño año tras año dentro de un mismo sistema. Sin embargo, las recomendaciones más recientes apuntan a usar medidas más precisas como litros por conexión de servicio por día, o valoraciones monetarias específicas para cada tipo de pérdida.
Por lo tanto, es necesario ajustar los indicadores de pérdidas de agua no contabilizada no solo a las características particulares de cada sistema, sino también a la variabilidad del consumo y a las condiciones locales. La tendencia es hacia una medición más flexible, que integre tanto aspectos técnicos como económicos, con el fin de proporcionar una evaluación más precisa y útil para la toma de decisiones en la gestión del agua.
¿Cómo mejorar la eficiencia en la gestión de pérdidas de agua en redes de distribución? Estudio de caso de Sarina Shire Council, Australia
La gestión de los sistemas de distribución de agua en regiones en desarrollo representa un desafío complejo, que exige una evaluación profunda de las pérdidas de agua y el uso eficiente de los recursos disponibles. En este contexto, el estudio de caso del Sarina Shire Council en Australia proporciona una visión clara de cómo la identificación y gestión de pérdidas en redes de distribución puede generar importantes beneficios económicos, medioambientales y operativos. A través de un análisis detallado de las pérdidas de agua y un enfoque integral de control de fugas, medición y gestión de presión, es posible optimizar la distribución del agua, reducir los costos operativos y mejorar la calidad del servicio.
La investigación llevada a cabo por Wide Bay Water Corporation en Hervey Bay, Queensland, se centró en la identificación de las pérdidas de agua dentro de las áreas de distribución del Sarina Shire Council. Utilizando herramientas como el software Benchloss de la Water Services Association of Australia (WSAA) y las recomendaciones de la International Water Association (IWA), se realizaron mediciones precisas para identificar tanto las pérdidas reales como las aparentes. Este tipo de análisis es esencial para establecer un balance hídrico preciso y comparar las pérdidas contra los índices de fuga infraestructural (ILI, por sus siglas en inglés), lo que facilita la creación de estrategias eficaces para reducir las pérdidas de agua.
El estudio reveló que las pérdidas de agua en Sarina Shire Council eran significativas. En el periodo comprendido entre julio y diciembre de 2001, el volumen total de agua no facturada ascendió a 54.6 millones de litros, lo que representó una pérdida económica de aproximadamente 60.060 AUD en un semestre. Esta cifra no es trivial, considerando que las pérdidas de agua no solo implican una pérdida de ingresos, sino también un derroche de recursos hídricos que podrían ser utilizados para satisfacer la creciente demanda de agua en la región.
A través del análisis de datos y la implementación de medidas de control de pérdidas, se identificaron varias oportunidades para mejorar la eficiencia operativa. Por ejemplo, se sugirió la reducción de pérdidas de agua mediante la reducción de presiones excesivas en el sistema y la mejora en la detección de fugas. A su vez, se destacó la necesidad de sectorizar las redes de distribución para monitorear mejor las áreas problemáticas y anticipar los posibles daños antes de que se conviertan en emergencias costosas. Estas intervenciones pueden reducir significativamente los costos operativos a corto plazo, como los costos de tratamiento químico, la disposición de lodos y el consumo de energía, al mismo tiempo que se extiende la vida útil de las infraestructuras existentes.
Uno de los beneficios más relevantes de una gestión adecuada de las pérdidas es la posibilidad de retrasar la construcción de nuevas infraestructuras, como plantas de tratamiento y nuevas tuberías. Dado que las redes de distribución más eficientes permiten que los recursos existentes satisfagan la demanda de agua a medida que esta aumenta, se minimiza la necesidad de inversiones costosas. Además, en situaciones de sequía, la capacidad de gestionar eficientemente las pérdidas de agua mejora la seguridad del suministro, garantizando la disponibilidad de agua por períodos más largos.
Es importante resaltar que la gestión de pérdidas también contribuye a una mejor relación con los usuarios del sistema. La implementación de programas de auditoría de agua, detección de fugas y trabajos de mantenimiento no solo mejora la eficiencia del sistema, sino que también permite que los operadores demuestren a los usuarios su compromiso con la conservación del agua, el ahorro de recursos financieros y la mejora de los servicios. La transparencia en la gestión del agua ayuda a fortalecer la confianza del público en las autoridades locales y promueve comportamientos responsables entre los consumidores.
Otro aspecto esencial que emerge del estudio de caso es la importancia de utilizar indicadores de rendimiento, como el ILI, para evaluar el estado de la infraestructura. El ILI permite comparar las pérdidas reales anuales con las pérdidas inevitables, considerando factores como la densidad de conexiones, la presión operativa promedio y la ubicación de los puntos de medición. Estos indicadores son cruciales para identificar áreas de mejora y priorizar las intervenciones en función de la magnitud de las pérdidas. En el caso del Sarina Shire Council, las áreas de mayor pérdida fueron Sarina Township, con un 13.4% de pérdidas del volumen total de agua ingresado, y Armstrong Beach, con un 8.0%, lo que indica la necesidad urgente de implementar mejoras en estas zonas específicas.
Además, la reducción de pérdidas no solo tiene un impacto económico directo, sino que también permite la mejora en la infraestructura de la red. La detección temprana de problemas en las tuberías y la reparación oportuna de las fugas reduce los costos de reparación a largo plazo y ayuda a evitar fallos de infraestructura más graves que podrían interrumpir el servicio o incluso causar daños importantes a la red.
La experiencia de Sarina Shire Council sirve como ejemplo para otros municipios y regiones que enfrentan retos similares en cuanto a la gestión de recursos hídricos. Si bien el contexto de cada región puede variar, los principios fundamentales del análisis de pérdidas y la gestión eficiente del agua son aplicables a una variedad de entornos. Al adoptar enfoques de gestión integrados y basados en datos, se pueden generar soluciones que beneficien tanto a las autoridades locales como a los consumidores, creando un sistema de distribución de agua más sostenible y eficiente.
Es crucial que las autoridades locales no solo se centren en las pérdidas de agua evidentes, sino también en aquellas pérdidas que no son tan fáciles de detectar, como las pérdidas por evaporación o las pérdidas asociadas con prácticas de uso inapropiado del agua. Una estrategia efectiva debe involucrar la capacitación continua del personal en la identificación de problemas, el uso de tecnologías innovadoras y la implementación de políticas que fomenten la conservación del agua a nivel comunitario.
¿Cómo gestionar las pérdidas de agua en redes de distribución y optimizar los costos asociados?
La gestión eficiente del agua en redes de distribución requiere un enfoque multifacético que abarque tanto la infraestructura como la atención al control de fugas y la mejora de los procesos de reparación. Un aspecto clave en este contexto es la gestión de la presión, que debe evaluarse independientemente del cálculo de pérdidas por fugas internas. Un supuesto inicial simple para los cálculos es que las pérdidas reales en sistemas grandes aumentan o disminuyen linealmente con las presiones promedio, dentro de un pequeño rango de niveles de presión.
En términos financieros, la pérdida de agua no facturada en el Consejo Municipal de Sarina Shire fue estimada en 54.6 Ml durante el período comprendido entre el 1 de julio de 2001 y el 31 de diciembre de 2001. Esta cifra representó un costo de producción de AUS$32,760 a AUS$600/Ml. Si se considera el precio de venta promedio del agua, que es de AUS$1100/Ml, las pérdidas de agua no facturada representaron una pérdida de ingresos potencial de AUS$60,000 para el consejo.
El análisis de los ahorros potenciales y el período de amortización de las inversiones realizadas en mejoras de infraestructura revela que la reducción de pérdidas en áreas clave como Sarina Township y Armstrong Beach podría generar importantes ahorros financieros. Si las pérdidas se redujeran a niveles similares a los del área de Northern Beaches, por ejemplo, las ahorros serían de aproximadamente AUS$42,000 al año para Sarina Township y AUS$3,380 al año para Armstrong Beach. Estos ahorros teóricos son significativos, pero en la práctica, sólo una parte de esos ahorros puede lograrse, estimándose que alrededor del 60% de las reducciones de pérdidas son factibles, lo que implicaría un ahorro financiero anual de AUS$27,000, basándose en un costo de suministro de agua de AUS$600/Ml.
El período de recuperación de la inversión de las mejoras implementadas en el sistema de distribución de agua se estima entre 2.0 y 2.5 años, considerando los costos asociados con la instalación de medidores de distrito, válvulas de presión y la realización de encuestas de detección de fugas.
En este sentido, se recomendó al Consejo Municipal de Sarina Shire adoptar varias fases de acción. En la Fase 2, se propuso subdividir la red de distribución en 10 zonas de medidores de distrito y la instalación de 14 nuevos medidores de flujo, así como 2 medidores de reemplazo. Esta segmentación ayudaría a monitorear mejor el flujo de agua y permitiría realizar un análisis más preciso de las fugas y pérdidas en cada zona. En la Fase 3, se recomendaron monitoreos adicionales de presión y flujo nocturno para cuantificar las fugas en cada zona. En la Fase 4, se sugirió la implementación de un programa activo de control de fugas.
La gestión de la presión, en particular, ha mostrado ser crucial en algunas áreas, como Timberlands. Este sector experimentaba una gran diferencia de presión debido a su proximidad a la estación de bombeo de Alligator Creek, lo que generaba insatisfacción entre los usuarios. Se propuso instalar una válvula reductora de presión para mantener una presión constante, lo que no solo reduciría las fugas, sino que también mejoraría el nivel de servicio a los usuarios.
El uso de sistemas de medición en redes de distribución, como los medidores de distrito (DMAs), es esencial para el monitoreo efectivo de las pérdidas de agua. La subdivisión de la red en zonas más pequeñas permite una mejor gestión y control, facilitando la identificación de las áreas con mayores pérdidas o consumo. Además, la implementación de sistemas de medición continúa en estas zonas facilita el análisis preciso de los flujos y las fugas, garantizando una mejor toma de decisiones.
La correcta dimensionación de los medidores de flujo es fundamental para evaluar la demanda de agua y las fugas. En la red de Sarina Shire, la sectorización geográfica en áreas específicas, como Sarina Township, Northern Beaches y Armstrong Beach, ha permitido un monitoreo más eficiente de las pérdidas, lo que facilita la identificación de áreas prioritarias para tomar medidas correctivas.
La introducción de estas medidas no solo contribuirá a una mayor eficiencia en el uso del agua, sino que también tendrá un impacto positivo en la sostenibilidad financiera y ambiental de las redes de distribución. Es importante tener en cuenta que, además de las mejoras tecnológicas en infraestructura, la formación y sensibilización de los responsables de la gestión del agua es clave para el éxito a largo plazo de estos proyectos.
¿Cómo se gestionan las pérdidas de agua en redes de distribución? Estudio de caso en Malta
El manejo eficiente de las redes de distribución de agua sigue siendo uno de los grandes retos en la gestión de recursos hídricos a nivel global. Los proyectos emprendidos hasta ahora en países como Italia y Malta demuestran que, incluso con una inversión relativamente modesta, existen amplias oportunidades para mejorar la eficiencia de estos sistemas. Sin embargo, la política local y la falta de cohesión administrativa son factores que a menudo ralentizan o dificultan el progreso. El análisis de las pérdidas de agua no solo se limita a la medición de los volúmenes no facturados, sino que abarca un conjunto de prácticas y metodologías que buscan reducir tanto las pérdidas reales como las aparentes. Este proceso ha sido clave en la evolución de la Corporación de Servicios de Agua de Malta (WSC) y ha permitido alcanzar mejoras significativas en la gestión del agua en las islas maltesas.
Malta, con una población de casi 370,000 habitantes que aumenta a más de 500,000 durante la temporada alta de turismo, enfrenta desafíos especiales debido a su limitada geografía y a la alta demanda de agua. La WSC, encargada de la gestión del sistema hídrico, opera con una red de distribución de aproximadamente 3,400 km de tuberías, que incluyen tanto hierro galvanizado como polietileno y hierro dúctil, y está organizada en ocho zonas maestras, 40 zonas de agrupación y más de 300 subzonas. Desde principios de la década de 1990, la WSC ha estado investigando y aplicando técnicas para controlar las pérdidas de agua no contabilizadas (UFW, por sus siglas en inglés), y en 1994 se implementaron iniciativas que transformaron significativamente las metodologías de trabajo. Estas acciones llevaron a una reducción notable en la demanda del sistema, que se situó un 33% por debajo de los niveles de 1995.
Las pérdidas de agua no contabilizadas comprenden tanto las pérdidas reales como las aparentes. Las primeras son aquellas debidas a fugas físicas en la red, como las que ocurren en las tuberías de servicio, los accesorios, los reservorios o las principales de distribución. Estas pérdidas son inevitables en cierta medida, pero su magnitud puede reducirse mediante una supervisión constante y la inversión en tecnologías de detección temprana de fugas. Las pérdidas aparentes, por otro lado, no se deben a una fuga física, sino a errores en la medición, el robo de agua o fallos en el sistema de facturación. Estas pérdidas son más difíciles de cuantificar y, en muchos casos, se deben a deficiencias en los equipos de medición o a prácticas fraudulentas.
Para abordar el problema del UFW, es esencial entender que no todos los sistemas de distribución de agua son iguales, y las metodologías de evaluación deben adaptarse a las características específicas de cada red. Una de las primeras dificultades en la gestión del UFW es la falta de comprensión de los datos. Frecuentemente, las pérdidas se expresan en términos porcentuales, lo que puede dar lugar a interpretaciones erróneas si no se consideran los volúmenes específicos de consumo facturado. Esto es especialmente relevante en contextos donde el consumo per cápita varía significativamente entre distintos sistemas. Por ejemplo, dos redes con componentes de pérdida real y aparente idénticos pueden mostrar porcentajes muy diferentes de UFW si su consumo promedio difiere. Esta es una de las razones por las que la WSC de Malta, al igual que muchas otras entidades, ha tenido que invertir en la educación y sensibilización tanto de sus empleados como de los consumidores sobre la importancia de una correcta interpretación de los datos.
La mejora de la eficiencia en la red también pasa por la optimización de los recursos humanos y la gestión de la infraestructura. En el caso de Malta, los esfuerzos no solo se han centrado en la tecnología, sino también en la capacitación del personal y en la redefinición de los roles dentro de la organización. La colaboración con el sector privado ha sido otro aspecto crucial, ya que ha permitido la implementación de proyectos especializados que no solo mejoran la calidad de los datos, sino que también facilitan el mantenimiento de la infraestructura existente. La formación continua del personal, tanto en aspectos técnicos como en cuestiones culturales y educativas, se ha identificado como un factor esencial para el éxito a largo plazo.
Es importante destacar que la implementación de estas medidas requiere una visión a largo plazo, donde el monitoreo constante de la red y la actualización de las metodologías de análisis se convierten en pilares fundamentales. La creación de bases de datos fiables y el establecimiento de metas claras de reducción de pérdidas son pasos que deben realizarse de manera conjunta para alcanzar una gestión sostenible. De igual modo, la cooperación entre las autoridades locales, las empresas privadas y los consumidores es clave para generar el compromiso necesario en la lucha contra el desperdicio de agua.
A lo largo de los años, Malta ha logrado una notable reducción en las pérdidas de agua, situándose en niveles favorables en comparación con estándares internacionales. Sin embargo, la situación sigue siendo compleja y evoluciona constantemente. Para mantener los logros alcanzados y continuar mejorando, es necesario adaptarse a nuevos desafíos, como el cambio climático y el crecimiento de la población, que aumentarán la presión sobre los recursos hídricos.
En conclusión, el control de las pérdidas de agua y el análisis de los datos asociados son una tarea compleja que exige una planificación meticulosa y una gestión efectiva de los recursos disponibles. Los casos de éxito, como el de Malta, demuestran que, a pesar de los obstáculos, se pueden lograr mejoras significativas si se emplean las metodologías adecuadas y se fomenta la colaboración entre los distintos actores del sistema.
¿Cómo evaluar y reducir las pérdidas de agua en redes de distribución?
En el contexto de la gestión del agua, las pérdidas no solo se refieren a la fugas físicas dentro de las redes, sino también a un uso excesivo o desperdiciado, que a menudo responde a limitaciones o influencias similares a las de las pérdidas aparentes. Para abordar esta cuestión, deben implementarse cambios paralelos en las políticas, tales como: una política inadecuada de medición para los consumidores, tarifas inapropiadas (como tarifas planas o suministros subsidiados), tradiciones sociales y culturales, y una política deficiente de educación comunitaria. Todas estas son áreas que deben ser atendidas en conjunto para reducir el impacto general de las pérdidas.
Las técnicas para evaluar las prácticas operativas de la red permiten determinar las razones por las cuales se pierde agua. Este proceso no solo refleja la gestión que una empresa realiza sobre su infraestructura, sino que también involucra una revisión de las características físicas de la red y las prácticas operacionales actuales. Normalmente, este análisis revela tanto las buenas prácticas como los problemas generados por una infraestructura deficiente o por malas prácticas de gestión. Un programa de mejora detallado, como se describe en el Capítulo 5, es crucial para actualizar la red y permitir que las pérdidas de agua sean evaluadas, monitoreadas y controladas de manera más efectiva.
El análisis debe abordar diversos aspectos, tales como: características particulares del país o la región que influyen en las pérdidas de agua, el estado de la red, las prácticas actuales y las metodologías utilizadas para operar y gestionar la red, incluyendo las instalaciones para monitorear los flujos, presiones y reservas. Además, es importante examinar el nivel de tecnología disponible para detectar fugas, así como la capacitación y habilidades del personal encargado. Las tareas específicas incluyen entrevistas con personal senior sobre la gestión actual, restricciones políticas y financieras, y planificación futura, además de conversaciones con el personal operativo sobre las características del sistema y sus prácticas.
Un análisis detallado puede incluir visitas al terreno, seleccionando áreas piloto para demostrar técnicas y equipos, recoger resultados y entrenar al personal, asegurando que los procedimientos de reparación y los datos económicos sean adecuados para abordar las pérdidas.
La medición de las fugas, en particular en los reservorios, tuberías de transmisión y en la red de distribución, es un aspecto fundamental para reducir las pérdidas de agua. Aunque las fugas en los reservorios y en las tuberías de transmisión pueden ser significativas, la mayoría de las pérdidas ocurren dentro de la red de distribución. La metodología empleada para medir las fugas depende del tipo de suministro y las características de diseño del sistema de distribución. Es importante determinar si el suministro es continuo o intermitente, si el suministro puede ser temporalmente modificado o si el suministro se distribuye a zonas discretas con límites establecidos.
Cuando el suministro es continuo, o si se pueden hacer cambios temporales para ofrecer suministro durante 24 horas en el periodo de prueba, la medición de fugas se realiza mediante el método de flujo nocturno total. Si no se pueden realizar tales ajustes, entonces las fugas deben estimarse utilizando el método de cantidad total. El diseño del sistema de distribución influye considerablemente en la posibilidad de medir cada componente de la red, especialmente en sistemas con muchos reservorios, donde no es práctico medir todos ellos. En estos casos, se debe realizar una selección representativa para medir las fugas de manera eficaz.
En cuanto a los reservorios, las fugas se miden realizando una prueba de caída, donde se mide la tasa de descenso del nivel del agua durante el periodo de prueba, asegurándose de que las válvulas de entrada y salida estén completamente selladas. Este tipo de prueba debe realizarse por la noche, cuando la demanda de agua es mínima, y debe durar al menos 4 horas, preferiblemente más, para obtener resultados fiables. El método de medición incluye el uso de escalas graduadas, medidores de profundidad, transductores de presión y registradores de datos, entre otros. La sensibilidad del equipo debe ser ajustada según el tamaño del reservorio, ya que un área de superficie mayor resultará en una tasa de caída más pequeña.
En los sistemas de transmisión, la medición de las fugas se realiza seleccionando secciones representativas de las tuberías principales. Existen diversas tecnologías para medir los flujos en estas tuberías, como el uso de medidores de inserción o el monitoreo de cambios en el flujo total entre dos puntos. Sin embargo, algunos de estos métodos son propensos a errores, por lo que es crucial elegir el adecuado para cada tipo de red.
Finalmente, el uso de medidores temporales en la red de distribución es fundamental cuando no existen medidores o cuando la precisión de los existentes es cuestionable. Esta técnica implica el uso de medidores insertados, como un tubo Pitot o medidores electromagnéticos, para medir la velocidad puntual y derivar el caudal de agua.
Es necesario comprender que no todas las pérdidas son visibles o fácilmente detectables. Además de las fugas físicas, el desperdicio de agua a menudo está vinculado a políticas ineficaces y a la falta de educación sobre el uso responsable. Abordar estas cuestiones en conjunto es vital para reducir las pérdidas de agua y mejorar la eficiencia de los sistemas de distribución.
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