Elegimos una sección deportiva para el niño:
cómo no dañar la salud con el deporte.

Pedagoga-psicóloga Sokolova V.G.

¿Cómo elegir una sección deportiva para un niño? Naturalmente, los criterios más importantes son los deseos del propio niño y su estado de salud. Pero cuando ya has averiguado lo que quiere tu hijo y te has asegurado de que no hay "contraindicaciones", llega el momento de elegir la sección y el entrenador. Es necesario hacerlo correctamente, para que el niño no pierda el interés en practicar deporte y, al mismo tiempo, no se perjudique su salud.

Para empezar, determina qué te interesa más: ¿el deporte o la actividad física? ¿Cuál es el objetivo de las clases? ¿Vas a la sección “por medallas, diplomas y otros logros” o simplemente quieres fortalecer la salud? En pocas palabras: la actividad física conduce a la salud, el deporte satisface las ambiciones.

El estado de salud del niño es muy importante. Y al inscribir a tu hijo en una sección deportiva, el estado de salud no puede pasar desapercibido. Puede requerirse un examen médico, ciertas pruebas y análisis. Si no se interesan por la salud del niño y están dispuestos a “enseñarle” con tal de que pagues, eso es una señal alarmante.
No dudes en preguntar qué documentos y permisos tiene la sección o el propio entrenador. La cualificación del entrenador debe estar confirmada por un diploma correspondiente. Es positivo si el entrenador tiene logros y premios deportivos. Ten en cuenta también las opiniones y recomendaciones de conocidos. ¿En qué competiciones participan los niños que ya asisten a esa sección deportiva? ¿Cuáles son los resultados? Todo esto se aclara mientras hablas con la dirección de la escuela deportiva.

No menos importantes son las cualidades personales del entrenador.
Elegimos al entrenador en tres etapas:
• Evalúa “el entorno” visualmente.
• Habla con los padres de los niños que ya entrenan con ese candidato.
• Habla con el propio entrenador.

Evaluación visual de la situación

No te dé pereza asistir a 2 o 3 clases para observar cómo se trabaja con los niños. Es importante visitar varias sesiones antes de inscribir a tu hijo. Observa el proceso “desde lejos”. Cuando miras cómo se trabaja con otros niños, eres más objetivo. Además, el entrenador no intentará “mostrar espectáculo” si te percibe como un simple observador y no como un posible cliente.
Observa a los niños. ¿Están contentos o el ambiente es tenso? El entrenador debe crear una atmósfera positiva, pero sin excesiva indulgencia. Si los alumnos parecen “andar en fila militar”, tampoco es una buena señal.
A menudo los “entusiastas” sin medallas propias trabajan con los niños mucho mejor que los deportistas famosos.
No saques conclusiones apresuradas observando solo las primeras clases. ¿El entrenador eleva la voz? ¿Por qué? Tal vez los niños no lo escuchan bien (posible en un campo de fútbol o un gran gimnasio) o ¿es una muestra de falta de respeto hacia los alumnos? Para clases grupales o deportes de equipo, una voz fuerte puede ser incluso buena. Lo importante es que no haya desprecio en su tono. Piensa también si no se fomenta una competencia poco saludable dentro del grupo.
Al observar las clases, presta atención a cómo se dosifican las cargas físicas. Cualquier deporte conlleva riesgo de lesiones. Mira si el entrenador tiene en cuenta las características individuales de los principiantes. Tampoco te apresures a juzgar si no eres deportista profesional. Si la carga es demasiado alta, el niño puede sufrir trastornos del sueño o del apetito, o faltarle energía para otras actividades.

Expediente del entrenador

Habla con los padres de los niños que ya llevan tiempo entrenando con el entrenador elegido. Crea una especie de “expediente”, sin dejar de lado los detalles que parezcan insignificantes. A menudo la verdad se revela en pequeñas cosas aparentemente sin importancia. Procura escuchar distintas opiniones.

Conversación con el entrenador
La conversación personal con el futuro entrenador del niño es el criterio más importante para evaluar su profesionalismo. Observa su reacción ante tus preguntas. El entrenador debe responder sin irritación, sin frialdad, con cortesía. Por supuesto, la conversación no debe tener lugar “de pasada”. Si lo interrumpes en su trabajo, es natural que la reacción sea negativa. Acuerda una cita con antelación y pregunta por todo: las condiciones de ingreso, los criterios de selección, el régimen de entrenamientos, la forma de pago, cómo se desarrollan las clases. Si a ti te resulta difícil comunicarte con el entrenador, probablemente también le resultará difícil al niño.

Cuéntale algo sobre tu hijo, sus particularidades. Pero no exageres. Observa cómo reacciona el entrenador: ¿se limita a una respuesta genérica o te da recomendaciones concretas? Si realmente le interesa su trabajo, profundizará en la situación. El respeto hacia los padres y la atención a los alumnos son signos de un buen entrenador.

Perspectivas
Aunque sueñes con que tu hijo sea una estrella del deporte, escucha la opinión de los educadores. Si el niño no tiene las aptitudes necesarias para un deporte determinado, no soporta las cargas o simplemente no le gusta, no insistas. A la vez, sé crítico con las palabras de los entrenadores: todos somos humanos y podemos equivocarnos. Si estás seguro de que tu hijo es un futuro campeón y el entrenador no lo ve así, prueba con otra sección.
Si tu hijo muestra excelentes resultados desde el principio, mantén la calma. No fuerces los acontecimientos. Durante la pubertad el cuerpo cambiará varias veces y todo puede modificarse. Además, al imponer cargas excesivas en busca de resultados, se puede dañar gravemente la salud.
Aunque veas las clases con tus propios ojos, pregúntale al niño cómo se siente, si le gusta. Es importante no perder el momento en que empieza a resultarle psicológicamente difícil y actuar.

A menudo los niños no dicen abiertamente que no les gusta la sección o el entrenador. Pero antes de los entrenamientos les “duele el estómago”, “les duele la cabeza”. Es decir, intentan por todos los medios evitar las clases o faltar al entrenamiento. Eso significa que no se sienten cómodos, interesados o que la carga es demasiado pesada.

Fuente: Podruzhka, Nº15, 2013