Influencia de la cultura popular tradicional en el desarrollo espiritual y moral de la personalidad del alumno de primaria
Vorotýntseva I.V.

El problema del desarrollo espiritual y moral de los escolares hoy en día se plantea en nuestra sociedad con más urgencia que nunca. Un pueblo que no conoce su historia ni su cultura está condenado a la degradación espiritual. Por eso es necesario comprender los fundamentos de la cultura popular tradicional y revivir el carácter nacional ruso. La educación espiritual y moral se considera hoy en día una vía para preservar tanto la personalidad del niño como la sociedad en su conjunto. Una de las condiciones importantes para esta educación es el uso de las tradiciones etnoculturales de la región natal.

La formación de un ciudadano y patriota que conozca y ame su Patria es imposible sin un conocimiento profundo de la riqueza espiritual de su pueblo y su integración en la etnocultura. Sin embargo, actualmente existe una contradicción entre la necesidad de elevar el nivel de competencia espiritual y moral de los alumnos de primaria y la insuficiente elaboración metodológica de este proceso en las condiciones de la enseñanza tradicional. La formación de esta competencia en los alumnos más jóvenes es imposible sin un constante recurso a las raíces de la cultura popular.

La edad escolar temprana es el periodo más favorable para la formación espiritual y moral de la personalidad, una etapa de desarrollo intensivo del ámbito emocional, cuando el alma del niño está abierta a la percepción del mundo que lo rodea. La cultura natal, en este caso, debe convertirse en parte inseparable del alma del niño y ayudarle en la formación de su personalidad.

Hoy en día, en nuestra práctica pedagógica, recurrimos cada vez más al folclore, donde el pueblo ha dejado lo más valioso de sus logros culturales. En la escuela primaria seguimos introduciendo a los niños en las tradiciones del pueblo ruso mediante clases de lectura literaria, cultura ortodoxa y actividades extracurriculares.

El trabajo extracurricular es una parte importante del proceso educativo en la escuela. Por eso, para abordar con éxito el problema, es necesario combinar clases no tradicionales con un sistema de actividades extracurriculares. En las clases de primaria tratamos de diversificar el trabajo con elementos del folclore, fiestas populares y juegos. Al familiarizar a los niños con refranes, adivinanzas, cuentos populares, canciones de cuna, invocaciones, rimas, gritos, juegos de conteo, trabalenguas, burlas y cuentos tradicionales, los introducimos en valores morales universales. Por ejemplo, en los refranes y proverbios se evalúan con precisión diversas posiciones de la vida, se ridiculizan defectos y se exaltan cualidades positivas del ser humano.

Un lugar especial en la creatividad popular rusa lo ocupa el respeto hacia el trabajo y la admiración por la habilidad de las manos humanas. Gracias a esto, el folclore es una fuente riquísima para el desarrollo cognitivo y moral de los niños.

Una parte enorme de la cultura popular la conforman nuestras fiestas tradicionales. Son celebraciones que se transmiten de generación en generación, “de boca en boca”. La cultura popular se compone de muchas partes interrelacionadas: la palabra poética, la melodía, el juego, la danza, la artesanía, los oficios, etc. Las fiestas tradicionales concentraban todos estos elementos.

Las milenarias tradiciones festivas ortodoxas del pueblo ruso combinan de manera orgánica dos principios: el espiritual (los acontecimientos de la historia eclesiástica) y el agrícola antiguo (las etapas del cultivo del pan de cada día), formando así el “círculo anual de los días festivos”.

La fiesta popular es una forma perfeccionada durante siglos de unir a las personas en la vivencia colectiva de un acontecimiento. Utilizando la experiencia del pueblo, ayudamos a los niños a expresarse creativamente ya en el proceso de preparación de la fiesta, a integrarse en la alegría de la creación colectiva. A su vez, los niños pueden ayudar a sus padres a descubrir un nuevo mundo.

La integración de los niños en las tradiciones populares nos permite, como educadores, formar una personalidad sana y armoniosa, capaz de superar los obstáculos de la vida. Un material insustituible para este tipo de labor pedagógica son los juegos tradicionales infantiles, tanto como un complejo cultural autónomo como un elemento de las fiestas populares.

El juego popular tiene funciones educativas, cognitivas, recreativas, correctivas y muchas otras. Al mismo tiempo, siendo un fenómeno de la cultura tradicional, puede introducir a los niños en las tradiciones populares, lo cual representa un aspecto fundamental de la formación espiritual y del desarrollo de un sistema de valores ético-estéticos y universales. El juego popular, como fenómeno cultural, enseña, desarrolla, educa, socializa y entretiene. Desde los comienzos de la civilización, el juego se ha convertido en una medida clave para evaluar todas las cualidades esenciales de la personalidad. Al incluir el juego popular en el proceso educativo, introducimos deliberadamente a los niños en el mundo de la cultura tradicional.

La cultura popular es una enorme capa del patrimonio cultural de la nación, que debemos utilizar en la mayor medida posible en beneficio del niño y para el niño. A través del arte popular, el niño puede desarrollarse, expresar sus habilidades, su imaginación, mostrarse en juegos, participar en diversos concursos. Precisamente en la edad escolar temprana, el niño percibe gran parte de la información a través del juego, y los juegos populares contienen muchas enseñanzas: los cuentos pueden contarle mucho sobre el mundo en el que vive, sobre su país y sobre sus antepasados.

Así pues, la labor del maestro orientada al desarrollo espiritual y moral de la personalidad del alumno de primaria debe estar dirigida, ante todo, a formar el interés por las tradiciones populares, el patrimonio histórico y cultural del pueblo ruso, la cultura de los antepasados y la herencia tradicional profunda. Es necesario que los niños desarrollen el deseo de preservar y multiplicar las mejores tradiciones de su pueblo.