A los padres – sobre la seguridad vial

¡Estimados padres!
¿Quién de ustedes no desea ver a sus hijos sanos y salvos? A todos nos gusta pensar que nuestro hijo —inteligente y sensato, tan parecido a su papá (mamá)— jamás terminará bajo las ruedas de un coche. Después de todo, se ha hablado mucho de este tema... Sin embargo, evitar un accidente de tráfico no siempre es fácil.

Según las estadísticas de siniestralidad vial en la Federación de Rusia, cada año mueren entre 30.000 y 35.000 personas en las carreteras del país, y entre 50.000 y 60.000 resultan heridas con distintos grados de gravedad (www.mvdinform.ru). Una parte significativa de los afectados son peatones.

Las estadísticas sobre siniestralidad vial infantil tampoco son alentadoras. En 2013, la cantidad de accidentes de tráfico con participación de niños y adolescentes ascendió a una cifra alarmante: 21.148 accidentes, 872 niños fallecidos, 22.407 heridos de diversa gravedad. En el primer trimestre de 2014, fallecieron 151 menores en las carreteras del país y 4.826 resultaron heridos.

Las lesiones sufridas en accidentes de tráfico son extremadamente peligrosas. Por lo general, un traumatismo automovilístico implica al menos un "doble" impacto: primero, el coche golpea al niño y lo lanza sobre el capó; luego, el niño cae sobre la calzada. Como resultado, se producen dos impactos: contra el vehículo y contra el asfalto. Las lesiones al golpear aristas, bordes o estructuras rígidas del coche suelen ser muy graves, pero el segundo impacto es aún más peligroso, ya que al caer, los niños suelen golpearse la cabeza (la proporción del peso de la cabeza respecto al peso corporal en los niños es mayor que en los adultos).

Causas y condiciones que favorecen la ocurrencia de accidentes de tráfico con la participación de niños y adolescentes

El sistema psicofisiológico del niño aún no ha alcanzado su pleno desarrollo, a diferencia del adulto. La coordinación motora y la visión periférica aún están poco desarrolladas. Los niños tienen pasos más cortos y un campo visual un 15–20% menor, además de una reacción más lenta ante el peligro (3–4 segundos frente a 0,8–1 en adultos). Debido a sus características psicológicas propias de la edad, el niño no siempre puede estimar correctamente la velocidad y distancia de un vehículo, ni evaluar con rapidez una situación cambiante en la vía. Los niños tienden a sobrevalorar sus capacidades.

Los adultos, al acercarse a la calzada, ya observan y evalúan la situación desde lejos. Los niños, en cambio, comienzan a observar solo al llegar al borde o incluso estando ya en la vía. Como resultado, el cerebro del niño no alcanza a "procesar" la información y emitir la orden correcta de acción. Cuanto más difícil sea la situación y mayor rapidez y lógica se requiera para tomar decisiones, más se activa la inhibición en el sistema nervioso central del niño.

Además, los niños pequeños trasladan al mundo real sus ideas del micromundo de los juguetes y videojuegos. Solo en un juego un coche puede detenerse al instante; en la vida real, no. La percepción infantil de vehículos en movimiento también es particular y está influida por contrastes. Cuanto más grande es el vehículo, más se distingue por color y sonido del entorno, más rápido perciben su movimiento; pero un coche pequeño, aunque vaya a gran velocidad, puede pasar desapercibido. Los niños creen que no hay peligro y que les dará tiempo de cruzar incluso en lugares no permitidos o fuera del paso de peatones.

La atención de los niños es selectiva y se concentra no en los objetos peligrosos, sino en lo que más les interesa en ese momento. Un niño puede no oír el sonido de un coche que se aproxima o cualquier otra señal no por no poder distinguirlos, sino por falta de atención sostenida, además de que su tiempo de percepción de señales auditivas es mucho mayor que el de los adultos.

A veces, las dificultades de orientación se deben a la ropa (capucha, bufanda ajustada, gorro, auriculares, etc.). La estatura del niño también representa un obstáculo serio para tener una visión clara del entorno: por culpa de vehículos estacionados no puede ver qué ocurre en la carretera.

La mayoría de atropellos a peatones ocurre cuando el conductor, por distintos factores, detecta demasiado tarde a la persona que camina por la calzada. La causa más común indicada es la mala visibilidad del objeto. Debido a su baja estatura, los conductores a menudo no ven a los niños en la vía. Según estudios, el 90% de las acciones del conductor dependen de la información visual recibida. Cuando un niño aparece de repente frente a un coche que circula cerca, el conductor no puede girar ni frenar a tiempo.

Casi el 90% de los atropellos a peatones ocurren en horario nocturno o con mala visibilidad, cuando el conductor ve al peatón en el último momento y no logra tomar medidas para evitar el impacto. La nieve, la niebla, la lluvia y las sombras de árboles o arbustos dificultan ver al peatón incluso en una carretera iluminada. Además, el peatón, al ver las luces del coche que se aproxima, asume que el conductor también lo ve. Los niños y adolescentes, en particular, tienden a ser muy imprudentes al cruzar la calle.

Prevención de accidentes de tráfico con participación infantil

Un accidente de tráfico representa un fuerte impacto moral y psicológico para el niño. Es una verdadera tragedia, y en este caso la experiencia "personal" del niño no es admisible; debe sustituirse por la experiencia acumulada por la sociedad. No se debe asustar al niño con los peligros de la carretera. No tiene que sentir un miedo paralizante ante los coches. El miedo puede inmovilizar, y cuanto más difícil sea la situación, más incorrectas serán sus acciones. Pero sí es necesario educar desde ya un sentido razonable de precaución.

Enseñe a su hijo a observar la calle y el tráfico, a analizar los posibles peligros. Aproveche cualquier oportunidad para enseñar; no camine en silencio por la calle. Explique por qué se debe cruzar la calzada en un lugar específico y cómo hacerlo con mayor seguridad. Muéstrele a los peatones infractores. Cuanto más reflexione y señale aspectos del tráfico, más preparado estará su hijo para ser parte del mismo. Y nunca infrinja usted mismo las normas de tránsito. Para los niños, los padres son objeto de amor e imitación. Si con papá o mamá se puede, entonces está permitido.

Convenza a sus hijos de que, en interés del peatón, incluso al cruzar en un paso peatonal, es importante hacer visible su presencia en la vía, dando al conductor la posibilidad de frenar a tiempo. Los elementos reflectantes pueden ser productos independientes —brazaletes, colgantes, adhesivos que se colocan en la ropa— o parte de chalecos especiales con bandas reflectantes.

En nuestra escuela se realiza un control constante sobre la presencia de elementos reflectantes entre los alumnos. Sin embargo, muchos escolares no comprenden la importancia de llevar dichos elementos, "olvidan" el brazalete en casa, lo esconden en la mochila o incluso declaran que no lo tienen. Es tarea de los padres verificar constantemente, al salir de casa, que su hijo esté protegido de los peligros que lo acechan en la carretera.

¡La escuela no podrá hacerlo sin su ayuda! Si afrontamos este reto juntos, lo superaremos. Si la escuela lucha sola por la vida de sus hijos, este problema quedará sin solución.