La mucosa nasal se ve comúnmente afectada por infecciones virales transmitidas por aerosoles en el aire o por contacto directo, como al tocar superficies contaminadas y luego la nariz. Estas infecciones, conocidas como rinosinusitis aguda (ARS, por sus siglas en inglés), son particularmente frecuentes en los meses de invierno, cuando las condiciones climáticas y la humedad aumentan la probabilidad de transmisión viral. En general, se estima que un adulto sufre entre dos y cinco episodios de ARS al año, mientras que los niños pueden experimentar entre siete y diez episodios de resfriado común anualmente. La prevalencia anual de ARS es alta, afectando entre el 6% y el 15% de la población, siendo esta más prevalente en la temporada fría.
El riesgo de infección depende en gran medida de la carga viral del infectado, que puede ser más alta cuando una persona está en fase de eliminación del virus, especialmente tras un estornudo. La exposición al virus es considerablemente mayor en espacios cerrados con poca ventilación, lo que facilita la circulación de partículas virales. Estos virus entran en las células de la mucosa nasal y, al replicarse, alteran el funcionamiento normal de las células ciliadas, lo que ocasiona congestión y secreción excesiva de moco. El proceso inflamatorio resultante activa el sistema inmunológico, que libera citoquinas y quimioquinas para atraer células defensivas como los macrófagos y las células T, que luchan por destruir las células infectadas.
El aumento de la inflamación en los senos paranasales puede bloquear sus aberturas, lo que provoca una sensación de presión o pesadez en la cara, particularmente en las mejillas. Estos síntomas son muy comunes y nos permiten realizar un autodiagnóstico razonable, ya que estamos familiarizados con los signos de la enfermedad. Aunque el virus es la causa principal, el proceso inflamatorio es el que origina la mayoría de los síntomas, que tienden a desaparecer por sí solos en unos pocos días, aunque pueden persistir de dos a tres semanas.
El tratamiento inicial de ARS generalmente consiste en esperar la resolución espontánea, aunque el paracetamol puede aliviar la obstrucción nasal y la rinorrea. Los fármacos antiinflamatorios no esteroides (AINEs) también ayudan a reducir el dolor asociado. Las soluciones salinas son útiles para aliviar algunos síntomas de infecciones de las vías respiratorias superiores, pero la evidencia de su eficacia sigue siendo limitada. Los aerosoles nasales de ipratropio pueden reducir la rinorrea, pero no mejoran la obstrucción nasal.
En cuanto a los antibióticos, no se recomienda su uso de forma rutinaria en el tratamiento de resfriados simples o rinitis purulenta aguda, ya que no muestran beneficios en las primeras fases de la infección. En situaciones de complicaciones o si los síntomas persisten más de diez días, los antibióticos pueden ser útiles, pero siempre con cautela debido a los efectos secundarios que pueden ocasionar, como náuseas, vómitos o diarrea. Además, el uso frecuente de antibióticos puede inducir resistencia bacteriana.
La rinosinusitis bacteriana aguda (ABRS) es poco frecuente y normalmente se resuelve sin antibióticos. Sin embargo, los pacientes con complicaciones, como infecciones secundarias o enfermedades pulmonares preexistentes como el asma, pueden requerir terapia antibiótica. Las investigaciones sobre el uso de antibióticos en niños con ABRS son limitadas, y aunque estos medicamentos pueden acelerar la recuperación en algunos casos, su efectividad general no justifica su uso indiscriminado.
En los niños, la rinosinusitis aguda generalmente es viral y autolimitada, aunque hay ciertos factores anatómicos y del desarrollo de los senos paranasales que se deben considerar al evaluar a los pacientes más jóvenes. Los senos maxilares y etmoidales se encuentran presentes desde el nacimiento, pero los senos frontales no empiezan a desarrollarse hasta los 4 años y siguen creciendo hasta la adolescencia. Este desarrollo continuo puede influir en la manera en que se manejan las infecciones en los niños y puede complicar la diferenciación entre infecciones virales y otras afecciones, como la adenoiditis o la sinusitis crónica recurrente.
El uso de corticosteroides nasales para tratar el resfriado común no está respaldado por la evidencia científica actual, aunque en adultos con rinosinusitis post-viral, los corticosteroides tópicos pueden ser útiles si los síntomas son graves. Los antihistamínicos orales también tienen un efecto limitado en los síntomas a corto plazo y no ayudan con la obstrucción nasal ni con la rinorrea.
En cuanto al uso de tratamientos alternativos, hay algunas evidencias de que los probióticos pueden ser beneficiosos, aunque la calidad de la evidencia es baja. Los productos de vitamina C, el zinc o la equinácea no muestran efectos consistentes en el tratamiento del resfriado común. El zinc, aunque podría reducir la duración de los resfriados, no se recomienda como prevención.
Es esencial reconocer la diferencia entre rinosinusitis aguda recurrente (RARS) y la rinosinusitis crónica con exacerbaciones, ya que la RARS se caracteriza por episodios repetidos, con intervalos libres de enfermedad, mientras que la crónica implica síntomas persistentes o recurrentes a lo largo del tiempo. Los episodios recurrentes pueden llevar a la prescripción excesiva de antibióticos, lo cual debe ser evitado si no hay una clara indicación.
¿Cuáles son los principales tipos de quistes y malformaciones vasculares en el cuello y su tratamiento?
Los quistes dermoides en el cuello son formaciones raras y a menudo son diagnosticadas tarde. Generalmente, los niños mayores se presentan con abscesos en la parte anterior del cuello o con una tiroiditis recurrente. En estos casos, existe un seno interno que se extiende desde la fosa piriforme hacia el polo superior de la glándula tiroides. Estos quistes, a diferencia de los de la nariz que tienen una apertura que permite infecciones, suelen tener un riesgo menor de infección. La forma más adecuada de tratarlos es mediante una simple excisión, ya que no cuentan con una abertura que los haga propensos a infecciones, a diferencia de los quistes nasales medianos. La extirpación se realiza de forma sencilla y, cuando es necesario, puede incluir la cauterización directa del tracto sinusal.
El manejo de los quistes de la glándula tiroides en la zona anterior del cuello debe realizarse con un enfoque clínico adecuado y, en muchos casos, bajo anestesia general. En casos más complejos o recurrentes, la extirpación completa del tracto o una intervención más agresiva podría ser necesaria. Es importante destacar que, aunque las infecciones son raras, los tratamientos con incisiones y drenajes pueden ser requeridos si se produce alguna complicación.
Por otro lado, las malformaciones vasculares son lesiones congénitas que suelen aparecer desde el nacimiento y crecen proporcionalmente con el niño. Estas malformaciones se clasifican según el tipo de vaso sanguíneo que las origina. Por ejemplo, las malformaciones capilares, conocidas comúnmente como "manchas de vino de Oporto", son una preocupación principalmente estética, aunque pueden estar asociadas con el síndrome de Sturge-Weber. Las malformaciones arteriovenosas, aunque poco comunes, son bastante complejas y pueden causar hipertrofia progresiva de los tejidos y sangrados. En estos casos, el tratamiento generalmente incluye embolización o excisión quirúrgica.
Las malformaciones linfáticas, que pueden estar presentes al nacer o desarrollarse durante la infancia, están caracterizadas por canales dilatados y quistes epiteliales asociados. Estas malformaciones pueden ser de tipo macrocístico o microcístico, y en algunos casos pueden presentarse de manera combinada. Las malformaciones de mayor tamaño, como las macrocísticas, pueden interferir con las vías respiratorias y, en situaciones graves, requerir una traqueostomía. El tratamiento de estas malformaciones también puede incluir intervenciones quirúrgicas o el uso de inhibidores de mTOR, como el sirolimus, para controlar su crecimiento.
Cuando se presentan en la zona del cuello, las malformaciones linfáticas pueden provocar dificultades funcionales y estéticas considerables. Dependiendo de la localización y el tamaño de la malformación, se pueden presentar complicaciones severas, como obstrucción de las vías respiratorias o macroglosia, lo que podría dificultar el habla y la deglución. Para el manejo adecuado de estos casos, se requiere una planificación quirúrgica meticulosa y, en ocasiones, el uso de imágenes avanzadas, como resonancias magnéticas, para evaluar la extensión de la malformación.
Además de las malformaciones vasculares y los quistes, existen otras condiciones que afectan las glándulas salivales, como la sialadenitis y la presencia de cálculos salivales, que son más comunes en la glándula submandibular. Estas afecciones pueden ser manejadas de forma conservadora con antibióticos o, en casos más complejos, mediante la extirpación quirúrgica del cálculo o de la glándula afectada.
La dificultad de estos procedimientos quirúrgicos radica en la cercanía de las lesiones a estructuras vitales, como nervios y vasos sanguíneos. Si bien la cirugía puede ser efectiva, en muchos casos se opta por una resección subtotal, pues un intento de excisión total podría provocar discapacidades funcionales o desfiguraciones permanentes en el paciente, especialmente en niños. En estos casos, es esencial proporcionar apoyo psicológico, así como asesoramiento de terapeutas del habla y dietistas para asegurar la mejor calidad de vida para el paciente tras la cirugía.
El manejo de los tumores benignos y malignos en la región de la cabeza y cuello puede variar considerablemente dependiendo de la edad y el sexo del paciente. Por ejemplo, los neuroblastomas son más comunes en los lactantes, mientras que el carcinoma tiroideo suele observarse con mayor frecuencia en adolescentes. En todos los casos de malignidad en niños, el tratamiento debe ser llevado a cabo en unidades especializadas de oncología pediátrica con un enfoque multidisciplinario, para asegurar un manejo óptimo.
Es fundamental comprender que el tratamiento de estas malformaciones y tumores debe ser adaptado al paciente, teniendo en cuenta su edad, la localización de la lesión y el impacto que pueda tener en su calidad de vida. Además, la intervención temprana es clave para evitar complicaciones graves, como obstrucción de las vías respiratorias o problemas estéticos severos, que pueden afectar el bienestar general del paciente.
¿Cómo afecta la reatracción de la membrana timpánica en los niños y qué opciones de tratamiento existen?
La otorrea frecuente puede persistir como un problema en algunos niños, especialmente a una edad temprana, y pueden ser necesarias otras medidas para abordar las complicaciones en la membrana timpánica. Los exámenes de función inmune rara vez son útiles (salvo que haya evidencia adicional que sugiera una inmunodeficiencia). En cuanto a la otitis media crónica inactiva escamosa, la adenoidectomía podría ser beneficiosa en algunos niños, aunque la evidencia que respalda esta intervención es limitada. Los niños son particularmente propensos a la reatracción de la membrana timpánica, que puede ser generalizada (algunos la denominan atelectasia) o focal (más comúnmente en la pars flácida, el cuadrante posterosuperior de la pars tensa o en el sitio de inserción del tubo de drenaje).
Es bien reconocido que las perforaciones crónicas de la membrana timpánica en niños tienen una probabilidad de curación espontánea, pero aquellas que persisten más allá de un tiempo considerable deben ser monitorizadas con cuidado. La incidencia de la reatracción de la pars flácida en niños de 10 años es del 9.6%, mientras que la de la pars tensa es del 7.9% (siendo la mayoría de estas de carácter leve). La reatracción de la membrana timpánica se asocia con el desarrollo posterior de colesteatoma en algunos casos. En algunos pacientes, la reatracción hacia la cadena osicular puede resultar en erosión, la cual ocurre en aproximadamente un tercio de los casos cuando la membrana retraída se adhiere a los osículos. Inicialmente, la erosión afecta más comúnmente el proceso lenticular del yunque, pero a veces puede progresar hacia la erosión del proceso largo del yunque y, en algunos casos con pronóstico más reservado para la osiculoplastia, hacia la erosión de la superestructura del estribo. Algunos bolsillos de reatracción progresan, mientras que otros permanecen estables, y solo un periodo prolongado de monitoreo activo puede diferenciarlos.
Decidir qué reatracciones necesitan vigilancia (y con qué frecuencia) es un desafío. Existen varias clasificaciones que han sido creadas para ayudar a la vigilancia de los bolsillos de reatracción, siendo las más conocidas y ampliamente utilizadas las de Sadé para la pars tensa y Tos para la pars flácida. Sin embargo, la amplia variedad de patrones que se observan con la reatracción hace que la fotodocumentación sea el estándar de oro. La función de la trompa de Eustaquio en los niños mejora con la edad, pero aunque esto pueda estabilizar la reatracción, no puede revertir los daños osiculares.
El origen de la reatracción es poco comprendido, pero algunos factores que pueden estar involucrados (y que podrían interactuar entre sí) incluyen la pérdida de la capa fibrosa media de la membrana timpánica, lo que resulta en una membrana delgada y atrófica; disfunción de la trompa de Eustaquio y infecciones recurrentes del oído medio que provocan adherencias en el oído medio. La otoscopia neumática permite evaluar la membrana timpánica y clasificar la reatracción, mientras que la audiometría seriada es una parte importante del seguimiento. En los casos en los que se sospecha de un colesteatoma, como en los niños con reatracciones profundas en el ático o aquellos con infecciones recurrentes o granulación/pólipos en la exploración, se puede considerar la realización de imágenes, como la tomografía computarizada (TC) y, en algunos casos seleccionados, la resonancia magnética (RM) para detectar posibles erosiones osiculares.
En cuanto al tratamiento, algunos bolsillos de reatracción se estabilizan y no progresan o incluso vuelven a la normalidad, lo que hace que el tratamiento quirúrgico no siempre sea necesario. Sin embargo, es imposible predecir de manera confiable cuáles progresarán y cuáles se estabilizarán. Por lo tanto, existe controversia sobre si es mejor operar tempranamente para evitar el desarrollo de la enfermedad o adoptar un enfoque de "esperar y ver" hasta que la enfermedad progrese, lo que haría que la cirugía fuera más complicada. Factores que pueden llevar a la inserción de un tubo de drenaje incluyen la presencia de un oído pegajoso concomitante y la edad más temprana. Otros factores que pueden llevar al cirujano a optar por una timpanoplastia incluyen evidencia de progresión, erosión osicular, infecciones recurrentes dentro del bolsillo de reatracción y pérdida auditiva conductiva. En ausencia de los factores mencionados, la observación puede ser una opción más adecuada.
La inserción de un tubo de drenaje permitirá ventilar temporalmente el oído medio, pero no influirá en la progresión de la reatracción de la membrana timpánica a largo plazo. Además, el tubo podría inducir un cambio atrófico adicional, y es posible que no se mantenga en su lugar durante mucho tiempo en una membrana timpánica debilitada, incrementando el riesgo de perforación residual después de la extrusión del tubo. La exéresis simple de un bolsillo de reatracción puede resultar en una curación espontánea de la membrana timpánica con la resolución de la patología. De manera alternativa, el bolsillo puede ser extirpado y la membrana timpánica reparada mediante un injerto, a menudo utilizando refuerzo de cartílago para evitar futuras retracciones, aunque esto constituye una intervención más mayor y puede requerir seguimiento en caso de sospecha de que alguna epitelio escamoso haya quedado en el oído medio.
El uso de láseres ha sido propuesto para inducir que los segmentos retraídos se contraigan y se eleven del oído medio. Sin embargo, la evidencia sobre cuál es el mejor enfoque para cada reatracción en cada paciente aún no es concluyente.
Cuando se trata del colesteatoma, que es la acumulación de queratina en la cavidad del oído medio debido a la infiltración de epitelio escamoso queratinizante, existen dos tipos principales: el colesteatoma congénito y el adquirido. El colesteatoma adquirido es discutido en capítulos más específicos, pero en términos generales, su presentación ocurre más tarde que en el colesteatoma congénito, aunque puede desarrollarse a cualquier edad. Es importante destacar que el colesteatoma en los niños se comporta de forma más agresiva, tiene una tasa de recurrencia mayor después del tratamiento y está asociado con un mayor riesgo de afectación en la pars tensa, a diferencia de lo que ocurre en los adultos. En este contexto, tanto la historia clínica como el examen físico y las investigaciones son fundamentales para un diagnóstico adecuado y para determinar el tratamiento más apropiado.
¿Cómo se llevan a cabo las reconstrucciones faciales complejas con colgajos y injertos?
La reconstrucción de defectos faciales que comprometen tanto la piel como las estructuras subyacentes requiere de un enfoque meticuloso y multidisciplinario, utilizando colgajos y injertos como herramientas principales. Cuando los defectos son demasiado grandes para una reparación primaria, los colgajos o injertos son fundamentales para lograr una restauración adecuada de la estética y funcionalidad facial.
El uso de injertos de piel es común cuando solo se necesita reconstruir la epidermis. Estos injertos se colocan en la posición correcta sobre un marco nuevo, a menudo compuesto por cartílago o estructuras óseas, en una serie de procedimientos quirúrgicos que pueden extenderse por varios meses. Sin embargo, los defectos más grandes requieren de una solución más compleja, como los injertos de cartílago o colgajos locales, que permiten restaurar tanto la forma como la función de la zona afectada. Uno de los métodos más avanzados involucra la creación de un marco con costillas talladas, que luego se eleva junto con injertos de cartílago y varios colgajos de tejido blando, cubriéndose finalmente con injertos de piel.
Una alternativa a la reconstrucción quirúrgica es el uso de prótesis de oído retenidas por implantes, una opción que ha mejorado notablemente en los últimos años. Estos dispositivos se adhieren a implantes de titanio anclados al hueso, similares a los utilizados en los audífonos de anclaje óseo. Las prótesis de oído, cuando son fabricadas por un protésico experimentado, pueden proporcionar una apariencia extremadamente realista y son una excelente opción para algunos pacientes adultos que prefieren evitar la cirugía.
El uso de colgajos locales es preferido siempre que sea posible debido a la mayor similitud en textura y color de la piel circundante, lo que garantiza un resultado estéticamente favorable. No obstante, los colgajos deben ser seleccionados con precisión en función de la ubicación y tamaño del defecto, así como de la posible distorsión o disfunción que pueda causar a las estructuras vecinas. Esta consideración es particularmente importante en áreas delicadas, como los párpados o los labios, donde incluso una pequeña alteración puede tener consecuencias funcionales y estéticas significativas.
Uno de los colgajos más utilizados es el colgajo romboide, que se caracteriza por ser un colgajo de transposición en forma de rombo, empleado especialmente en la reconstrucción de defectos de mejilla medial y lateral. Este tipo de colgajo se diseña de manera que el defecto creado forme ángulos de 60° y 120°, permitiendo que la piel se desplace de manera que minimice la tensión y maximice la restauración funcional y estética. En casos de defectos más complejos, se deben tomar precauciones para evitar deformidades cutáneas o problemas funcionales en la zona.
Por otro lado, el colgajo bilobulado, también conocido como colgajo de doble transposición, es ampliamente utilizado en la reconstrucción de defectos en la punta de la nariz. Este colgajo comparte una base común y consta de dos lóbulos, uno más pequeño que el otro, lo que permite una rotación precisa y una alineación adecuada para reparar el defecto de forma efectiva. Al igual que con el colgajo romboide, el colgajo bilobulado debe diseñarse con una precisión geométrica rigurosa, ya que el resultado final depende en gran medida de la correcta aplicación de estas proporciones.
Es esencial que la selección del colgajo o injerto adecuado esté basada en una evaluación exhaustiva del paciente, considerando tanto sus características anatómicas como el tipo de piel, que puede afectar significativamente el resultado final. La cirugía reconstructiva en la cara no solo busca restaurar la apariencia, sino también asegurar que la funcionalidad de las estructuras faciales se mantenga intacta, lo que es crucial para la calidad de vida del paciente a largo plazo.
El proceso de reconstrucción también implica la restauración de todas las capas del defecto facial: mucosa, cartílago, piel y, en raras ocasiones, hueso. La complejidad de estos procedimientos exige un enfoque integral, que combine la experiencia quirúrgica con el conocimiento profundo de la anatomía facial y las técnicas más avanzadas en cirugía plástica.
Es relevante entender que en la reconstrucción facial no se trata solo de devolver una apariencia natural, sino también de restaurar la funcionalidad completa de las estructuras faciales afectadas. En muchos casos, la cirugía reconstructiva puede incluir varios procedimientos en etapas, lo que permite alcanzar resultados más satisfactorios a lo largo del tiempo.
¿Cómo afectan las enfermedades bacterianas granulomatosas a la laringe?
Las enfermedades bacterianas granulomatosas, aunque poco comunes, tienen un impacto significativo en la salud de la laringe, la tráquea y otras estructuras del sistema respiratorio. Entre las condiciones más relevantes se encuentran la difteria, la tuberculosis, la lepra, la sífilis y la actinomicosis. Estas enfermedades son causadas por bacterias que pueden afectar las membranas mucosas de la laringe, lo que puede llevar a complicaciones graves, incluso la obstrucción de las vías respiratorias y la insuficiencia orgánica en casos extremos.
La difteria, por ejemplo, se caracteriza por la formación de pseudomembranas en las vías respiratorias altas, que pueden extenderse desde la faringe hacia la laringe, la tráquea y los bronquios. En casos severos, la laringe y la epiglotis son las primeras estructuras afectadas, lo que puede causar obstrucción de las vías respiratorias. La toxina producida por el Corynebacterium diphtheriae se distribuye por el torrente sanguíneo y afecta otros órganos, como el corazón y los nervios periféricos, lo que puede resultar en arritmias, insuficiencia cardíaca y parálisis. El tratamiento se basa en la administración de antitoxina diftérica, antibióticos como la penicilina o macrólidos y corticosteroides en casos graves. La intubación endotraqueal o la traqueotomía son necesarias si hay obstrucción de las vías respiratorias. Además, se recomienda vacunar a los contactos cercanos de los pacientes afectados.
En cuanto a la tuberculosis, aunque generalmente se asocia con la afectación pulmonar, también puede involucrar la laringe. En casos avanzados de tuberculosis pulmonar, las estructuras posteriores de la laringe, como los cartílagos aritenoides y las cuerdas vocales, pueden infectarse debido a la mucosidad que asciende por el sistema respiratorio. La tuberculosis laríngea puede parecerse a un carcinoma de células escamosas debido a la ulceración y la formación de nódulos en la laringe. Si no se trata adecuadamente, estos nódulos pueden provocar estenosis laríngea y obstrucción de las vías respiratorias, lo que en algunos casos requiere una traqueotomía. El diagnóstico se realiza mediante la microscopía y el cultivo de bacilos ácido-alcohol resistentes, y las pruebas de PCR pueden ser útiles, aunque a veces los resultados pueden ser falsos negativos.
La lepra, también conocida como la enfermedad de Hansen, es causada por Mycobacterium leprae y afecta principalmente la piel y los nervios periféricos. Aunque rara, la lepra también puede involucrar la laringe. En estos casos, los pacientes presentan lesiones nodulares que causan obstrucción de las vías respiratorias superiores. La laringe es una de las zonas más afectadas después de la piel, y la formación de nódulos en la supraglotis puede dar lugar a una voz apagada, difícil de reconocer como disfónica. El diagnóstico se basa en la observación clínica, a menudo confirmado por la biopsia de las lesiones laríngeas y el análisis microbiológico. El tratamiento se basa en un régimen de terapia multidrogas, que incluye dapsona, rifampicina y clofazimina.
La sífilis, una infección de transmisión sexual causada por Treponema pallidum, también puede afectar la laringe, especialmente en su fase terciaria. En la etapa primaria, la sífilis se presenta como una úlcera indolora o chancro, a menudo en los genitales, la boca o el ano. Si no se trata, la enfermedad progresa a la fase secundaria, que se caracteriza por lesiones en la piel y membranas mucosas. En la fase terciaria, la sífilis puede causar la formación de granulomas en varios órganos, incluida la laringe, lo que puede llevar a una laringitis crónica, afectando la voz y las funciones respiratorias.
La actinomicosis laríngea, aunque rara, se observa a veces en pacientes que han recibido radioterapia para el tratamiento de carcinoma de laringe o en aquellos con trauma, lesiones de los tejidos o en pacientes inmunocomprometidos. Esta enfermedad es causada por Actinomyces spp. y puede dar lugar a un absceso en la zona cervical o submandibular, que puede extenderse hasta la laringe. La actinomicosis endolaringea se presenta típicamente con úlceras induradas que pueden formar abscesos y fistulas. El tratamiento incluye antibióticos de amplio espectro y, en algunos casos, intervención quirúrgica para eliminar los abscesos o las lesiones obstructivas.
En general, las infecciones bacterianas granulomatosas de la laringe son enfermedades graves que requieren un diagnóstico temprano y tratamiento adecuado. Es crucial identificar correctamente la causa de la infección, ya que cada patógeno tiene su propio enfoque terapéutico. Además, en el caso de enfermedades como la tuberculosis o la lepra, el manejo de las complicaciones respiratorias, como la obstrucción de las vías respiratorias superiores, puede ser crucial para la supervivencia del paciente.
Además de las patologías mencionadas, es fundamental reconocer que las infecciones de la laringe pueden afectar el funcionamiento vocal, lo que representa un desafío particular para las personas que dependen de su voz para el trabajo, como los cantantes o los locutores. En estos casos, el tratamiento no solo se centra en eliminar la infección, sino también en preservar la funcionalidad vocal. Esto puede implicar una colaboración multidisciplinaria entre otorrinolaringólogos, neumólogos, infectólogos y, en algunos casos, logopedas.
¿Cómo ven los estadounidenses a América Latina, África y otras regiones del mundo?
¿Cómo preparar a tu bebé para su primera experiencia en la piscina?
¿Cómo se maneja el shock séptico y la embolia pulmonar aguda en situaciones críticas?
¿Cómo escribir un diálogo auténtico y cautivador en la narrativa?

Deutsch
Francais
Nederlands
Svenska
Norsk
Dansk
Suomi
Espanol
Italiano
Portugues
Magyar
Polski
Cestina
Русский