El análisis de la personalidad autoritaria, como lo planteó Theodor Adorno, ofrece una perspectiva profunda sobre el fenómeno político que representa Donald Trump y sus seguidores. Adorno, en su trabajo clásico sobre la "personalidad autoritaria", enfatizó cómo ciertos grupos de personas se inclinan a seguir figuras autoritarias, especialmente en tiempos de incertidumbre social y política. En el caso de Trump, muchos de sus seguidores muestran un comportamiento que, aunque no se ajusta completamente a la definición clásica de autoritarismo, puede entenderse mejor a través de una lente distinta: el securitarismo.
El securitarismo, una predisposición psicológica a la protección contra amenazas percibidas de "fuera", se convierte en la clave para comprender la devoción de los seguidores más ardientes de Trump. Esta noción de seguridad no solo tiene que ver con proteger las fronteras nacionales o las economías locales, sino que se extiende a una defensa casi tribal de los valores internos, de lo que se considera "nuestro". Los seguidores de Trump, por lo tanto, no son necesariamente autoritarios en el sentido de que desean seguir ciegamente a cualquier figura de poder, sino que buscan un líder que comparta su visión de proteger a los "suyos" contra lo que perciben como invasores: ya sean inmigrantes, minorías, o ideologías consideradas extranjeras a su identidad nacional.
Este enfoque no se limita a una interpretación simplista de la política, sino que entra en la complejidad de las dinámicas sociales contemporáneas. Los seguidores de Trump, en este sentido, no se definen simplemente por su sumisión a una figura de poder, sino por su apoyo a un tipo de liderazgo que garantice una visión de seguridad y exclusividad. Como señaló Bob Altemeyer, muchos de estos seguidores no se sentirían cómodos bajo un liderazgo que no comparta estos valores, incluso si ese liderazgo es legítimo en un sentido democrático tradicional.
El elemento de "sumisión", uno de los pilares del autoritarismo clásico, no se aplica de manera sencilla a los seguidores de Trump. La sumisión en este contexto no es un deseo incondicional de seguir cualquier figura de autoridad, sino una disposición a seguir a aquellos líderes que ofrecen una promesa clara de protección frente a lo externo. En este sentido, se puede afirmar que los seguidores de Trump son más "demócratas situacionales" que autoritarios tradicionales. Si las estructuras democráticas garantizan la seguridad y la protección contra las amenazas percibidas, los seguidores de Trump pueden apoyar las normas democráticas. Sin embargo, si consideran que esas mismas estructuras democráticas amenazan su seguridad, no dudarán en rechazar la democracia en favor de una forma de liderazgo más centralizada y fuerte.
Además, la conformidad con las normas sociales también se ve de manera diferente en este contexto. Los seguidores de Trump no se sienten obligados a adherirse a todas las convenciones sociales o a los valores universalmente aceptados. En lugar de ello, su conformidad está determinada por la percepción de que estas normas contribuyen a la seguridad y la cohesión del grupo. Por ejemplo, el cristianismo en su forma tradicional se valora más por su capacidad para unir a los "insiders" que por su doctrina religiosa pura. La separación entre la iglesia y el estado, un principio fundamental en la cultura política estadounidense, es vista por muchos de los seguidores de Trump como un obstáculo para la unidad, ya que la diversidad religiosa se percibe como una amenaza a la homogeneidad interna.
Este tipo de mentalidad securitaria también se refleja en una actitud ambigua hacia el concepto de "ciudadanía americana". La famosa inscripción en la Estatua de la Libertad, que ha sido un símbolo de la apertura y la bienvenida a los inmigrantes, es rechazada por muchos de los seguidores más fieles de Trump. Esta reticencia no tiene tanto que ver con la legitimidad de las normas, sino con la preocupación de que tales principios puedan socavar la unidad interna frente a las amenazas externas.
Por lo tanto, entender el fenómeno Trump requiere más que un análisis superficial de sus seguidores como "autoritarios" en el sentido clásico del término. Es necesario profundizar en las motivaciones subyacentes de su apoyo, las cuales están estrechamente relacionadas con un deseo de seguridad y un rechazo a lo que perciben como una erosión de los valores nacionales ante las amenazas externas. La relación entre los seguidores de Trump y el autoritarismo, lejos de ser un hecho estático, es un fenómeno dinámico que refleja las tensiones entre la protección de los valores internos y la defensa contra los percibidos como "extraños".
¿Cuál es la relación entre el securitarismo y el apoyo a Trump según las diferentes edades?
El fenómeno del securitarismo y su relación con el apoyo a figuras políticas como Donald Trump ha generado un amplio debate, sobre todo al considerar la importancia de las generaciones más jóvenes frente a las mayores. En términos generales, el securitarismo, entendido como una inclinación hacia políticas más autoritarias y proteccionistas, sigue siendo un rasgo predominante en los grupos de mayor edad, mientras que los más jóvenes muestran una actitud más crítica y menos inclinada a abrazar esta visión política.
La investigación muestra que a partir de los 25 años, las creencias políticas de un individuo se estabilizan, tendiendo a volverse más conservadoras con el paso del tiempo. Sin embargo, el cambio hacia la derecha en la política de los adultos no es un fenómeno universal. Más bien, la estabilidad de las creencias es lo que prevalece en la mayoría de los casos, lo que sugiere que las actitudes de los adultos en una etapa determinada de su vida son, en general, una predicción bastante fiable de sus posiciones políticas en el futuro. En cuanto al apoyo a Trump, se observan diferencias significativas entre las distintas franjas etarias. Mientras que sólo el 3% de los estadounidenses menores de 30 años considera a Trump como uno de los mejores presidentes, un 31% de las personas mayores de 70 años lo ven de esta manera.
Este fenómeno no sólo se limita al apoyo a Trump, sino que se extiende a actitudes sobre temas como la inmigración, la seguridad y la percepción de amenazas externas. Los jóvenes, por ejemplo, tienen una menor tendencia a sentirse amenazados por inmigrantes, delincuentes, o ataques terroristas, en comparación con los adultos mayores. Aunque el apoyo al securitarismo es más bajo entre los jóvenes, un 20% sigue mostrando simpatías por políticas de seguridad más estrictas, un dato que se mantiene constante entre las distintas generaciones cuando se les pregunta sobre la necesidad de garantizar la seguridad a expensas de la democracia.
Es interesante notar que las respuestas ante la pregunta sobre si la seguridad debe prevalecer sobre la democracia no presentan una gran variación entre los jóvenes y los mayores. A pesar de la reticencia de las generaciones más jóvenes a adoptar una postura completamente securitaria, un porcentaje considerable de ellos se muestra dispuesto a priorizar la seguridad por encima de otros valores. Por ejemplo, un 28% de los menores de 30 años y un 32% de los mayores de 70 años están de acuerdo con esta afirmación.
A pesar de la falta de apoyo generalizado en los jóvenes para adoptar posturas securitarias en su totalidad, la existencia de un sector entre un 20% y un 30% de la población que aún muestra afinidad por el securitarismo, sugiere que estas tendencias no desaparecerán en el corto plazo. De hecho, hay indicios de que el porcentaje de personas con una mentalidad securitaria podría aumentar, especialmente si se da un cambio en la figura del líder político que mejor represente estos ideales, uno que resuene más con las sensibilidades de los jóvenes.
Por otro lado, las diferencias raciales también juegan un papel crucial en la formación de las actitudes securitarias. Los votantes afroamericanos, por ejemplo, a pesar de ser fuertemente demócratas, muestran una postura más securitaria en ciertos aspectos que los blancos. En particular, un 39% de los demócratas negros creen que la vigilancia constante es esencial para evitar la victimización, una cifra significativamente mayor que el 21% de los demócratas blancos. Además, en cuanto a la percepción de amenazas externas, las diferencias entre las distintas razas y etnias también son notorias. Los negros, en particular, son más propensos a creer que es crucial asumir que los forasteros tienen intenciones hostiles.
En definitiva, el securitarismo en los Estados Unidos no es una ideología exclusiva de las generaciones mayores ni un fenómeno aislado de la política de Trump. Aunque los jóvenes parecen ser menos inclinados hacia un enfoque securitario, una franja significativa sigue mostrando apoyo por políticas más restrictivas en cuanto a inmigración y seguridad. Esto sugiere que el securitarismo podría seguir siendo una corriente dominante en la política estadounidense en las próximas décadas, especialmente si las dinámicas raciales y generacionales continúan influyendo en la manera en que los votantes se posicionan frente a estos temas.
¿Cómo se explican las diferencias significativas en las actitudes políticas dentro de grupos que veneran a Trump?
En el análisis de las actitudes políticas de los seguidores de Donald Trump, surge una distinción significativa entre distintos tipos de grupos que apoyan al exmandatario, en particular entre los "securitarians" (securitarios) y los "social warriors" (guerreros sociales). A menudo, las diferencias en los niveles de significancia de las correlaciones pueden parecer desconcertantes a primera vista, especialmente cuando se observa una variación en los porcentajes de manera superficial. Sin embargo, estas disparidades son explicables por la diferencia en la cantidad de casos dentro de las categorías y, sobre todo, por el número mucho mayor de securitarios en comparación con otros grupos. Por ejemplo, los guerreros sociales son ligeramente más confiables (en términos de la medida de la conciencia) que los securitarios, con un 92 frente a un 91, respectivamente, y también superiores a los otros dos tipos (83 y 84, respectivamente). No obstante, esta diferencia no es estadísticamente significativa entre los guerreros sociales y otros tipos de seguidores de Trump, pero sí lo es entre los securitarios y otros grupos. La razón de esta disparidad radica en la diferencia en el número de miembros en cada grupo, siendo los securitarios aproximadamente cuatro veces más numerosos que los guerreros sociales.
Un aspecto esencial para entender estos datos es cómo se calculan las correlaciones. En lugar de basarse en una versión dicotómica de las variables, como si el ingreso estuviera por encima o por debajo de los 50,000 dólares, las correlaciones se realizan utilizando la gama completa de las variables disponibles, como las dieciséis categorías de ingresos. De esta manera, no se pierde información valiosa y las correlaciones reportadas son más precisas y reflejan mejor las actitudes políticas de los individuos dentro de estos grupos.
El contraste entre los grupos de securitarios y guerreros sociales es particularmente notable cuando se observa la edad de los miembros de cada grupo. Existe una gran diferencia en la edad media entre los securitarios y los guerreros sociales en un lado, y los "economically concerned" (preocupados por la economía) y los "tea partiers" (partidarios del Tea Party) en el otro. Los dos últimos grupos son entre seis y siete años más jóvenes que los primeros.
En cuanto a la participación política y el registro de votantes, los datos muestran que, en términos generales, las tasas de registro de votantes no varían mucho entre los grupos; más del 90% de los individuos se reportan como registrados para votar. Sin embargo, es importante reconocer que los auto-informes sobre la participación política deben tomarse con precaución, ya que tienden a estar sujetos a sesgos, como se señala en estudios anteriores.
En un experimento adicional realizado, se observó que la manera en que los seguidores de Trump perciben las amenazas varía según el tipo de grupo. Por ejemplo, los "economically concerned" y los "tea partiers" eran más propensos a decir que se sentían amenazados por los inmigrantes, mientras que los securitarios mostraron una actitud contraria, destacando que "debería hacerse más para proteger a las personas" en lugar de sentirse amenazados. Este fenómeno también se repitió con respecto al tema de la atención médica: los "tea partiers" se mostraron más inclinados a decir que se sentían amenazados, mientras que los securitarios preferían enfocarse en las medidas preventivas para proteger a los ciudadanos.
La actitud de los securitarios hacia los inmigrantes y la atención médica refleja una paradoja interesante. Aunque no sienten necesariamente una amenaza directa, tienen una fuerte tendencia a abogar por políticas que protejan a la población, lo cual indica una inclinación hacia la seguridad interna y la preservación de lo que perciben como el orden social.
En cuanto a la relación entre los securitarios y el contexto histórico-político, es importante señalar que los securitarios no siempre reciben la atención mediática que sus números sugieren, en parte porque su enfoque a menudo es más interno, defendiendo lo que consideran como los intereses nacionales frente a amenazas externas. Esta postura refleja una visión política que privilegia la seguridad interna por encima de las alianzas internacionales.
Este enfoque hacia la seguridad también se manifiesta en el accionar político del ex presidente Trump, cuya política migratoria y otras medidas reflejan una actitud securitaria que se traduce en una preferencia por políticas de aislamiento y defensa de los "insiders" (nacionales) frente a los "outsiders" (extranjeros). Un ejemplo claro de esto fue la regulación emitida en 2019 por Ken Cuccinelli, Director Interino del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos, que facilitaba la negativa de solicitudes de tarjetas verdes y visas para solicitantes de bajos ingresos, a causa de los riesgos asociados con el "cargo público", un concepto que refleja la perspectiva securitaria hacia la inmigración.
Además, las investigaciones sobre el apoyo al Tea Party y los movimientos similares revelan que, aunque estos grupos emplean un lenguaje agresivo, muchas veces este comportamiento no refleja una amenaza real, sino que tiene una función simbólica o estratégica dentro del discurso político.
Es crucial que el lector entienda que la polarización política no siempre se refleja en una simple división de "liberales" frente a "conservadores". Más bien, se puede observar una compleja red de actitudes políticas basadas en el temor a lo desconocido y la preocupación por la seguridad personal, que atraviesa las líneas tradicionales del espectro político. Las actitudes de los seguidores de Trump, en particular los securitarios, ofrecen una visión sobre cómo la seguridad y la protección de los intereses nacionales se han convertido en el eje central de su identidad política.
¿Cómo la evolución humana explica la atracción por líderes autoritarios?
A lo largo de la historia, los grupos humanos han desechado, ridiculizado y rechazado a aquellos miembros que mostraban comportamientos de arrogancia o que sentían derecho a un respeto desmedido. Esta actitud parece haber sido universal en los grupos de cazadores-recolectores, quienes, como explica un miembro anciano de una banda, consideraban peligrosa la vanidad en los jóvenes que sobresalían en la caza. Según él, “cuando un joven mata mucha carne, comienza a pensar que es un gran hombre y considera a los demás como inferiores. No podemos aceptar esto. Rechazamos al que presume, pues un día su orgullo lo llevará a matar a alguien. Por eso siempre hablamos de su carne como inútil”. Este rechazo al "gran hombre", que se siente superior a los demás, fue un mecanismo adaptativo necesario para evitar que los grupos se fragmentaran o se viera amenazada la cohesión interna.
Esta tendencia de evitar a los líderes arrogantes y desmesurados es fundamental para entender la evolución de los comportamientos sociales humanos. Sin embargo, hay una contradicción interesante: a pesar de siglos de haber rechazado a los "grandes hombres", en la era moderna hay un fenómeno significativo de aceptación y elección de líderes que exhiben precisamente esas características. Un claro ejemplo de esto es Donald Trump, quien encarna lo que los ancestros de la humanidad habrían considerado una figura de gran peligro para la unidad y seguridad de un grupo. Su actitud, sus declaraciones y su manera de presentarse como el "único capaz" de resolver problemas, se oponen directamente a las normas de igualdad que históricamente han sido fundamentales para la supervivencia del grupo.
Este fenómeno tiene su explicación en los dos tipos de inclinaciones que evolucionaron dentro de las sociedades humanas: los securitarios y los unitarios. Los securitarios son aquellos individuos que perciben la amenaza mayor no de los miembros internos del grupo, sino de los extraños, de aquellos que no pertenecen a la comunidad y pueden poner en peligro su seguridad. Para los securitarios, la unidad interna y la protección frente a los “extranjeros” es crucial, y cualquier miembro que desafíe esta noción es visto como un traidor o como una amenaza mayor que cualquier peligro exterior. Por otro lado, los unitarios, en su mayoría, están más enfocados en proteger al grupo de las amenazas internas, como los líderes autoritarios que puedan abusar de su poder. Estos individuos suelen ver a los forasteros no como una amenaza, sino como una oportunidad para enriquecer al grupo con nuevas ideas o perspectivas.
Este contraste en las percepciones de las amenazas —internas versus externas— es la raíz de la división política en todas las sociedades. Mientras que los securitarios se enfocan en fortalecer la homogeneidad interna y defenderse de los ataques externos, los unitarios prefieren fortalecer las relaciones dentro del grupo y protegerse de los abusos de poder de los propios miembros. Este dilema sobre qué amenaza es más peligrosa, y cómo abordar la seguridad y el bienestar de la comunidad, es la base de los conflictos políticos que definen la polarización en la sociedad moderna.
En términos políticos contemporáneos, este conflicto se traduce en la división entre la derecha y la izquierda. Para los derechistas, especialmente en su variante nacionalista, la amenaza más grande proviene de los que están fuera del grupo, mientras que para la izquierda, el peligro radica en los abusos de poder de los líderes internos. En este contexto, la política no se define simplemente por cuestiones como impuestos o derechos civiles, sino por esta división fundamental en la percepción de lo que pone en riesgo la supervivencia del grupo. La lucha por la seguridad, la identidad, y la pertenencia se convierte en el centro de todos los debates políticos, dejando en segundo plano las cuestiones más técnicas o económicas.
Es importante comprender que los securitarios no solo se oponen a quienes están en desacuerdo con sus políticas de seguridad, sino que también desconfían de los líderes que no comparten su perspectiva radical de protección del grupo. Este desdén por los discursos políticamente correctos y la aversión hacia cualquier tipo de consenso o compromiso reflejan una profunda desconfianza hacia aquellos que no comparten su visión de un mundo claro, donde las amenazas son obvias y la respuesta debe ser directa y sin ambigüedades. En este sentido, la figura de un líder como Trump se convierte en un ícono para los securitarios, pues su discurso directo y su promesa de proteger al grupo sin vacilaciones resuena profundamente en aquellos que temen por la supervivencia de su identidad y su comunidad.
Además, los securitarios son muy hábiles para distinguir entre aquellos que realmente comparten su visión y aquellos que solo la utilizan como un medio para obtener poder. Por ejemplo, aunque el senador John McCain fue considerado por muchos como un líder conservador ejemplar, sus posiciones y actitudes, en ocasiones, no lograron captar la autenticidad que los securitarios valoran en sus líderes. A pesar de su historial de apoyo a la política exterior de Bush y su dedicación a las fuerzas armadas, McCain no era visto por muchos de los más radicales como un verdadero defensor de la seguridad interna de los Estados Unidos. Esto muestra cómo, para los securitarios, la autenticidad y la firmeza en las creencias sobre la seguridad del grupo son mucho más importantes que las alianzas o los logros de política exterior.
Este enfoque plantea una reflexión crucial: si bien los securitarios pueden ser muy eficaces al identificar amenazas externas, su visión del mundo puede llevarlos a un lugar peligroso, donde cualquier falta de unanimidad o disidencia es vista como una traición. La polarización extrema que resulta de este enfoque puede desgarrar una sociedad, haciendo que las diferencias internas sean más significativas que cualquier peligro exterior. La capacidad de entender y manejar este conflicto básico, entre proteger la seguridad interna y abrazar la diversidad externa, es esencial para comprender la dinámica política global.
¿Cómo gestionar la configuración externa y la programación orientada a aspectos en Spring?
¿Cómo las energías no tradicionales mejoran el proceso de corte mecánico en la fabricación aeroespacial?
¿Cómo es la realidad de trabajar en limpieza en Estados Unidos?
¿Cómo influyó la presidencia de Trump en su vida política y empresarial posterior?

Deutsch
Francais
Nederlands
Svenska
Norsk
Dansk
Suomi
Espanol
Italiano
Portugues
Magyar
Polski
Cestina
Русский