En la práctica de EMDR, es fundamental comenzar con una evaluación de lo que está causando angustia en el paciente en el momento actual. ¿Qué es lo que más te está afectando ahora mismo, que te provoca sensaciones de sobrecarga o angustia? Esta causa puede manifestarse como una imagen, un pensamiento específico o una emoción intensa. Al identificar este detonante, el sistema nervioso comienza a relajarse gradualmente, alejándose de su respuesta de lucha, huida o parálisis. Es en este momento cuando se establece una conexión crucial con el terapeuta, lo que permite un proceso de co-regulación que facilita una mayor seguridad y la creación de una conexión emocional entre el paciente y el profesional.
La estimulación bilateral que se incorpora en este punto del ejercicio actúa como un ancla, ayudando a la persona a estar más centrada y a poner en palabras y etiquetas sus emociones y sensaciones. En el proceso inicial, se invita al paciente a describir lo que está provocando su malestar. Esta descripción se ve complementada con la identificación de los pensamientos negativos que surgen al enfrentarse al detonante. Por ejemplo, cuando piensas en este estrés, ¿qué es lo que te dices a ti mismo? Los pensamientos pueden ser frases como “No estoy a salvo”, “No pertenezco”, “Soy un fracaso” o “No puedo manejarlo”.
Este paso es clave, pues lo que se busca es no solo reconocer el detonante emocional, sino también identificar cómo se está internalizando la situación a través de las creencias negativas sobre uno mismo. Este reconocimiento establece la base para el siguiente paso del proceso: la evaluación del nivel de angustia que está provocando esa creencia. Para ello, se emplea una escala del 0 al 10, donde 10 significa una angustia máxima y 0 indica que no hay malestar. El terapeuta pide al paciente que califique la intensidad del estrés provocado por la situación o el pensamiento que está viviendo. Generalmente, los eventos recientes generan una puntuación más alta, dado que el impacto emocional es más inmediato.
Una vez identificados los pensamientos negativos y evaluado su impacto, se procede a establecer una meta positiva, que es crucial para el ejercicio de procesamiento restringido. Esta meta no es algo alcanzable en el presente, sino un objetivo hacia el cual se orienta la terapia, un punto de referencia en el que el paciente desea llegar a creer sobre sí mismo. Por ejemplo, "Ahora estoy a salvo", "Soy digno", "Puedo manejarlo", "Soy capaz". El propósito de esta creencia positiva es proporcionar un enfoque de esperanza que permita al paciente comenzar a trabajar en reducir la angustia que provoca el pensamiento negativo identificado.
Una vez definida la meta positiva, se solicita una evaluación de cuán verdadera o válida parece esta nueva creencia, utilizando nuevamente una escala del 1 al 7. Este paso es clave para medir el progreso y ajustar el proceso según sea necesario, dado que la creencia positiva puede no sentirse verdadera al principio, pero a medida que avanza la terapia, puede ganar validez.
El siguiente paso consiste en iniciar el ejercicio de procesamiento restringido, que se centra en mantener la estimulación bilateral en un ritmo rápido, pero de corta duración, con el objetivo de reducir la respuesta al estrés. Es esencial que cada ciclo de estimulación bilateral no dure más de cinco segundos, ya que períodos prolongados podrían abrir otras redes de memoria que complicarían el proceso de desensibilización del estrés agudo. La estimulación bilateral se aplica de forma intermitente, siguiendo el ritmo de cinco segundos de estimulación, seguido de una pausa en la que el paciente debe evaluar cómo se siente en relación con el malestar provocado por el detonante. Esta modalidad de corta duración mantiene la red de memoria contenida, evitando la activación de otros recuerdos que podrían interferir con el trabajo que se está realizando.
La clave de este enfoque es que el objetivo es reducir gradualmente la carga emocional sin sobrecargar al paciente con más recuerdos o detalles traumáticos no procesados. Al mantener la estimulación bilateral breve, el paciente puede comenzar a regular su respuesta emocional, sin permitir que el proceso de procesamiento se vuelva demasiado abrumador.
Es importante que durante este proceso, si emergen materiales perturbadores que no estén relacionados con el foco principal de trabajo, el paciente debe comunicárselo al terapeuta. El terapeuta tiene las herramientas para guiar al paciente en la gestión de estos elementos adicionales, asegurando que no interrumpan el proceso actual. En todo momento, el proceso de procesamiento debe mantenerse enfocado en el detonante y los objetivos establecidos, de manera que el paciente pueda avanzar de forma segura hacia la resolución de su estrés agudo.
¿Cómo Reducir el Estrés Agudo Utilizando el Procesamiento Restringido en EMDR?
El procesamiento restringido (PR) en el contexto de la Terapia de Desensibilización y Reprocesamiento por Movimiento Ocular (EMDR) es una técnica que se utiliza para reducir el nivel de perturbación causado por un factor estresante, sin necesariamente profundizar en su origen o naturaleza. Esta estrategia permite trabajar en el estrés agudo y aliviar sus efectos sin involucrarse demasiado en los detalles traumáticos que lo rodean. El proceso tiene un enfoque secuencial que busca desactivar las emociones negativas asociadas al evento que se está procesando, facilitando así una respuesta más manejable.
El ejercicio comienza con la identificación del nivel de perturbación que el factor estresante produce en la persona. Esto se mide de acuerdo con una escala del 0 al 10, donde 0 representa la ausencia de estrés y 10 la máxima intensidad de perturbación. Se inicia un ciclo de estimulación bilateral, consistente en realizar movimientos oculares alternados durante cinco segundos mientras se mantiene el enfoque en el evento estresante y la creencia negativa asociada a él. Tras completar este ciclo, se realiza una pausa para respirar y evaluar el nivel de molestia nuevamente, repitiendo el proceso de cuatro a cinco veces.
Es importante tener en cuenta que en el cuarto ciclo de estimulación bilateral, además de evaluar el nivel de angustia, se debe considerar qué ha cambiado en relación con el evento, la creencia negativa, la reacción del individuo o la imagen del evento. Esto permite un seguimiento más preciso de cómo va evolucionando la percepción del problema.
En el transcurso del ejercicio, es común que el nivel de perturbación aumente temporalmente. Sin embargo, este incremento suele ser breve y se va reduciendo después de un par de ciclos. Si el nivel de perturbación persiste o aumenta considerablemente, puede ser indicativo de que el problema está relacionado con un trauma más profundo, que requiere de un tratamiento EMDR más completo. En ese caso, el acompañamiento de un profesional experimentado es crucial para abordar adecuadamente los problemas subyacentes.
El proceso de "rondas" se refiere a la secuencia de estimulación bilateral en el que cada ciclo consta de cuatro series. En tres de esas cuatro series, se mide solo el nivel de perturbación, y en la cuarta, se revisan los cambios que han ocurrido en el evento o en la reacción ante él. Estas rondas se repiten hasta que el nivel de molestia se reduce a un punto donde la situación es manejable para el individuo.
Una vez que se ha logrado una reducción significativa en la perturbación, el paso siguiente consiste en verificar el nivel de estrés relacionado con futuras situaciones similares. En este momento, el EMDR puede enfocarse en preparar al individuo para enfrentar futuros desencadenantes de estrés. A través de la estimulación bilateral, se ayuda a la persona a visualizar cómo manejaría esos desencadenantes, lo que también contribuye a reducir la ansiedad anticipatoria.
Es importante que el paciente y el terapeuta mantengan una comunicación abierta durante este proceso. En algunas ocasiones, el nivel de perturbación puede no disminuir lo esperado, lo que indica la necesidad de realizar un procesamiento tradicional de EMDR para abordar más profundamente el trauma subyacente. Es esencial que el objetivo de la estimulación bilateral sea reducir el nivel de angustia, aunque este no necesariamente llegue a cero. El fin último es hacer que el evento estresante sea más tolerable, permitiendo que la persona recupere su equilibrio emocional.
El último paso en este ejercicio es trabajar sobre la creencia positiva que se había seleccionado al inicio de la sesión. Después de haber reducido la perturbación emocional del evento, se enfoca en fortalecer esa creencia positiva, como "Soy capaz de manejar mis emociones" o "Merezco paz". A través de la estimulación bilateral, se refuerza esa creencia y se evalúa cómo de cierta se siente, repitiendo el proceso hasta que se sienta auténticamente integrada en la persona.
El proceso de creación y fortalecimiento de una creencia positiva no solo sirve para cerrar la sesión, sino que tiene un impacto duradero, ayudando a la persona a reinterpretar las situaciones estresantes desde un lugar de mayor resiliencia. Este ejercicio es fundamental, pues además de reducir el estrés agudo, contribuye a construir una nueva narrativa personal que facilite el afrontamiento de futuras dificultades.
Es necesario recalcar que este tipo de trabajo no reemplaza un tratamiento profundo de trauma en casos de eventos más complejos o persistentes. Cuando los niveles de angustia siguen siendo elevados, puede ser necesario recurrir a una intervención más profunda con EMDR tradicional, como se describe en otros capítulos de este libro.
¿Cómo la Tolerancia al Afecto Ayuda a Gestionar los Síntomas Físicos del Estrés?
El modelo médico tradicional ha sido ampliamente utilizado en la medicina para tratar condiciones físicas y emocionales. Sin embargo, existen enfoques alternativos que han demostrado ser efectivos para aliviar tanto el dolor físico como el sufrimiento emocional. La Desensibilización y Reprocesamiento por Movimiento Ocular (EMDR, por sus siglas en inglés) ha mostrado un gran potencial en este ámbito, ayudando a pacientes con dolor crónico, sobrevivientes de cáncer, personas con enfermedades terminales y otros, a mejorar tanto sus síntomas como su bienestar emocional. Este enfoque trabaja directamente con la tolerancia al afecto, que se refiere a la capacidad de enfrentarse a la incomodidad, tanto emocional como física, sin evitarla ni bloquearla. Esta habilidad es crucial cuando se lidia con síntomas crónicos, pues quienes padecen dolores persistentes aprenden a enfrentarlos de manera más efectiva, lo que mejora significativamente su calidad de vida.
La conexión entre el cerebro y el cuerpo es profunda y compleja. Ambas partes están estrechamente entrelazadas, y la forma en que interactúan puede influir directamente en nuestra experiencia del dolor y el estrés. Al aprender a abordar los síntomas somáticos y psicológicos, es posible generar una respuesta más equilibrada en nuestro cuerpo, promoviendo un estado general de bienestar. El proceso de EMDR busca activar los procesos de “reposo y digestión” en el cuerpo, un estado de calma en el que el sistema nervioso se regula, ayudando a la persona a mantenerse equilibrada incluso en momentos de estrés intenso.
Cuando nos enfrentamos a un desencadenante —ya sea un evento emocional o físico relacionado con experiencias pasadas, como un trauma o un estrés significativo— nuestro cuerpo y cerebro reaccionan de manera conjunta. El cerebro envía señales al cuerpo, preparándolo para una respuesta de lucha o huida, lo que activa la liberación de adrenalina y otras hormonas del estrés. Esto puede manifestarse a través de diversas reacciones físicas, como el aumento de la frecuencia cardíaca, la agitación del sistema digestivo, o incluso la disminución de la función inmunológica.
La comprensión de cómo el cuerpo responde al estrés es clave para abordar los efectos negativos de estas reacciones fisiológicas. En situaciones de estrés o trauma físico, como un accidente o un acto violento, es común que las personas aprendan a desconectarse de su cuerpo, pues temen no poder manejar las sensaciones físicas o que estas se vuelvan aún más intensas. Sin embargo, esta desconexión puede empeorar con el tiempo, ya que los recuerdos no procesados del dolor o el trauma se almacenan en el sistema nervioso, afectando su funcionamiento.
El proceso de EMDR puede ayudar a procesar y aliviar estas experiencias almacenadas en el cuerpo, permitiendo que la persona vuelva a conectar con sus sensaciones físicas y emocionales de una manera más consciente. De esta forma, se aprende a tolerar el malestar y a disminuir la intensidad del dolor, mejorando la capacidad para enfrentar la vida cotidiana. Esta práctica no solo se basa en la intervención mental, sino también en la activación de los procesos físicos que permiten al cuerpo relajarse y entrar en un estado de recuperación.
Cuando experimentamos dolor o estrés, la respuesta física es inmediata. Algunas manifestaciones comunes incluyen aumento del ritmo cardíaco, dificultad para respirar, tensión muscular, sudoración, sequedad en la boca, y problemas digestivos como el estreñimiento o la diarrea. Estos síntomas, si no se abordan adecuadamente, pueden tener efectos negativos a largo plazo en la salud. Identificar estas señales es esencial para reconocer cuándo el cuerpo está en un estado de alarma y necesita atención.
Uno de los aspectos fundamentales del tratamiento con EMDR es la identificación de las áreas del cuerpo que experimentan dolor o tensión, ya que solo al localizar la fuente de malestar es posible intervenir de manera efectiva. Este enfoque requiere una atención constante hacia las sensaciones físicas y emocionales, ya que la mente y el cuerpo están intrínsecamente conectados, y un desequilibrio en uno de ellos puede afectar al otro.
Una herramienta clave para esta conexión es el nervio vago, que se extiende desde el tronco encefálico hasta el abdomen y desempeña un papel crucial en el sistema nervioso parasimpático. Este nervio promueve la relajación y la recuperación, reduciendo la frecuencia cardíaca y mejorando la función digestiva. De esta manera, se puede aprender a activar este sistema de “descanso y digestión” a través de prácticas como la meditación, la respiración profunda, el yoga y, por supuesto, la EMDR. Al lograr calmar el cuerpo de abajo hacia arriba, enviamos señales al cerebro para reducir el estrés y alcanzar un estado de calma.
Para trabajar en esta conexión cuerpo-mente, es útil practicar el enfoque consciente en las sensaciones físicas, lo que implica prestar atención a las áreas del cuerpo que experimentan tensión o dolor. Este proceso se puede realizar siguiendo estos pasos: primero, respirar profundamente y cerrar los ojos; luego, dirigir la atención hacia el cuerpo y observar qué áreas se sienten más presentes o dolorosas. También es importante observar aquellas zonas que no se perciben con claridad, ya que esto puede indicar áreas de desconexión o bloqueos emocionales. Finalmente, registrar la respuesta emocional o física que surge al prestar atención al cuerpo puede proporcionar información valiosa para el proceso de sanación.
Es necesario comprender que la salud física y emocional no son entidades separadas. Ambos aspectos están interrelacionados, y abordarlos de manera conjunta puede ofrecer una oportunidad para una recuperación más completa y efectiva. Al integrar enfoques como la EMDR y otros tratamientos que fomenten la conciencia corporal, es posible lograr un equilibrio entre el cuerpo y la mente, llevando a una mejor gestión de los síntomas físicos y emocionales.
¿Cómo manejar el estrés corporal mediante el enfoque EMDR y técnicas de regulación emocional?
Respira profundamente, inhala y exhala, y tómate un momento para reflexionar sobre lo que has notado en tu cuerpo. Si te cuesta conectar con tus sentimientos y emociones, intenta utilizar el ejercicio anterior para ayudarte a identificar cualquier sensación física que estés experimentando. Dirigir tu atención al estrés en el cuerpo implica algo más que enfocarse en él, también requiere identificar todos los factores asociados que lo acompañan. En el contexto del EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimiento Ocular), puede ser relevante trabajar sobre cada uno de esos factores por separado.
Para enfocarte en el estrés en tu cuerpo, es necesario acercarse a él de manera directa y personal. Sin embargo, antes de entrar en este proceso, es importante asegurarte de contar con herramientas que te permitan calmar y regular tu sistema nervioso en caso de sentirte abrumado. Respirar conscientemente es una de las formas más rápidas de activar el sistema nervioso hacia el estado de reposo y digestión. Si en algún momento te sientes desbordado o en gran angustia durante una sesión de EMDR, intenta utilizar alguna de las tres técnicas de respiración (nasal, diafragmática o la respiración 3-4-5) que se explican en el capítulo 2. Cualquiera de estas técnicas de respiración te permitirá regularte y calmarte cuando el estrés se haga más intenso.
Una vez que hayas establecido técnicas de regulación efectivas, puedes empezar a dirigir tu atención al estrés de tu cuerpo, abordando de manera específica ciertos aspectos del dolor o malestar en las sesiones de EMDR con tu terapeuta. A continuación, se presentan algunos de los aspectos más importantes que deben ser tratados y reprocesados. Según Francine Shapiro, en su libro Eye Movement Desensitization and Reprocessing (2018), cuanto más completamente se aborden estos aspectos, mayor será el alivio que experimentarás:
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El evento que originó el dolor o estrés o lo que lo causó.
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Tu primera experiencia de ese dolor o estrés.
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Cualquier recuerdo específico relacionado con este malestar.
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Las limitaciones que ha generado en tu vida.
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Cómo has sido tratado por los demás debido a este dolor o estrés.
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Las sensaciones físicas relacionadas con este dolor o estrés.
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Los miedos futuros relacionados con el dolor o estrés.
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Tu sentido de ti mismo en relación con este dolor o estrés.
Mientras trabajas en estos aspectos, es recomendable que elijas o pienses en una creencia positiva que te gustaría mantener, como por ejemplo "Mi cuerpo tiene la capacidad de sanarme" o "Mi cuerpo posee fortaleza". Es fundamental abordar esto junto con tu terapeuta EMDR mientras procesas y trabajas en los aspectos de tu estrés o dolor durante las sesiones.
Sin embargo, en algunos casos, el enfrentarse demasiado directamente con las emociones de tu cuerpo puede resultar abrumador. Si el dolor o el estrés han sido tan intensos que incluso pensar en acercarse a ellos genera malestar, es posible que necesites aplicar una estrategia de distanciamiento para manejarlo de forma segura. Esto no implica evitar el dolor, sino más bien utilizar estrategias que te permitan explorarlo sin que te desborde. En este enfoque, puedes imaginarte a ti mismo como un científico, observando y recopilando datos sobre tus sensaciones físicas sin tener que enfrentarlas de manera directa.
El distanciamiento puede ser una forma efectiva de descubrir lo que está asociado con el dolor o estrés sin dejar que éste domine tus emociones. Al mantener una cierta distancia, puedes comenzar a describir y entender las sensaciones sin que se apoderen de ti. Algunas preguntas útiles para empezar a explorar tus sensaciones son:
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¿Dónde en tu cuerpo se localiza el dolor o estrés?
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¿Cómo lo notas o reconoces?
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Trata de describirlo:
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¿Es grande o pequeño?
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¿Ves alguna forma asociada con el tamaño?
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¿Cómo cambia o se mueve el dolor o estrés en tu cuerpo? Por ejemplo, ¿es lento como la arena movediza o se expande rápidamente como un rayo?
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¿Tiene una temperatura asociada, como calor, frío o templado?
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Estas preguntas pueden ayudarte a crear una representación más concreta y manejable del dolor o estrés, permitiéndote explorarlo de manera más accesible. Esta técnica, combinada con la estimulación bilateral, puede ampliar aún más tu comprensión y manejo de la situación.
La estimulación bilateral es una herramienta poderosa que puede complementar las técnicas de regulación emocional y ayudar a tu cuerpo a entrar en un estado de calma. Alternar la estimulación del lado derecho e izquierdo de tu cuerpo activa naturalmente el sistema nervioso, promoviendo una sensación de relajación. Como se explicó anteriormente, la estimulación bilateral puede realizarse mediante movimientos oculares, abrazos de mariposa, golpeteo alterno de los pies o escuchando sonidos binaurales. Todas estas técnicas ayudan a armonizar tu sistema nervioso.
Si aún no estás familiarizado con la aplicación de la estimulación bilateral, te sugiero revisar el capítulo 6 antes de seguir los siguientes pasos para trabajar con tu dolor o estrés. A continuación, un ejercicio práctico:
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Trae a tu mente el dolor o estrés que deseas explorar.
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Respira profundamente y comienza con tu forma de estimulación bilateral.
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Nota en qué parte de tu cuerpo aparece el dolor o estrés.
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A medida que continúas, observa cómo se siente. ¿Es grande o pequeño?
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Examina si tiene una forma específica.
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¿Cómo se mueve o cambia? ¿Es lento o se expande rápidamente?
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¿Sientes alguna temperatura asociada, como calor o frío?
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Piensa en lo que te gustaría hacer con este dolor o estrés, visualiza cómo lo manejas.
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Respira nuevamente y detén la estimulación bilateral, observa cómo ha cambiado tu malestar.
Este ejercicio te permitirá trabajar directamente con tu estrés o dolor, ayudando a tu cerebro y sistema nervioso a procesarlo de forma más eficiente. Además, al imaginar que transformas o disuelves el dolor, podrás incrementar la efectividad del proceso terapéutico.
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