Las infecciones fúngicas en pacientes críticos representan un desafío significativo para los profesionales de la salud debido a su complejidad y a las condiciones subyacentes que afectan a los pacientes graves. La identificación y tratamiento de estas infecciones deben ser rápidos y adecuados para evitar complicaciones graves, que a menudo pueden poner en riesgo la vida del paciente.
Una de las infecciones fúngicas más comunes en este contexto es la aspergilosis pulmonar invasiva (IPA, por sus siglas en inglés), que es causada principalmente por Aspergillus fumigatus. La aspergilosis pulmonar invasiva presenta una variedad de síndromes clínicos, y su forma más grave se observa en pacientes inmunocomprometidos, como aquellos con neutropenia o que han recibido un trasplante de células madre hematopoyéticas. Sin embargo, incluso en pacientes críticamente enfermos sin neutropenia, la enfermedad puede desarrollarse, especialmente en personas con quemaduras, insuficiencia renal crónica, fallo hepático o diabetes mellitus.
Los síntomas iniciales de IPA son inespecíficos y pueden asemejarse a los de una neumonía, como fiebre, tos y producción de esputo, los cuales no responden a antibióticos. En algunos casos, la enfermedad puede diseminarse al cerebro, provocando convulsiones, infartos cerebrales, hemorragias intracraneales y meningitis. El diagnóstico de la IPA incluye el examen histopatológico, el lavado broncoalveolar, la cultura de esputo, la tinción de hongos y la detección de galactomanano, además de la tomografía computarizada del tórax, que puede revelar signos como un nódulo pulmonar, signo del halo o signo del crespón de aire. Sin embargo, estos hallazgos no son exclusivos y pueden encontrarse en otras afecciones como malignidades diseminadas, aspergiloma o masas fúngicas.
El tratamiento inicial para la IPA suele ser con voriconazol (6 mg/kg IV/po cada 12 horas el primer día, seguido de 4 mg/kg cada 12 horas). En caso de resistencia o intolerancia, existen alternativas como el isavuconazol o el posaconazol, administrados en dosis específicas según el protocolo de cada tratamiento. En infecciones del sistema nervioso central, se puede requerir liposoma de anfotericina B (L-AMB) a una dosis de 5-10 mg/kg/día. En casos resistentes, el régimen combinado con equinocandinas y voriconazol puede ser efectivo. Es importante destacar que las equinocandinas no deben utilizarse como monoterapia en la IPA debido a su falta de eficacia en esta área.
El aspergiloma, o "bola fúngica", es otra manifestación de la aspergilosis que puede presentarse como una colección localizada de Aspergillus en los senos paranasales, especialmente en los senos maxilares, o en una cavidad pulmonar preexistente. Los pacientes pueden ser asintomáticos, aunque la hemoptisis es el síntoma más común. La tomografía computarizada de tórax revela una masa en una cavidad preexistente, generalmente en el lóbulo superior.
En cuanto a la broncopulmonar aspergilosis alérgica (ABPA, por sus siglas en inglés), es una respuesta inmune exagerada no invasiva al Aspergillus en pacientes con asma o fibrosis quística preexistente. Aunque no es invasiva, su tratamiento requiere atención cuidadosa para evitar complicaciones.
Es importante tener en cuenta que la rapidez en el diagnóstico y tratamiento es crucial para reducir la mortalidad asociada con estas infecciones. Las opciones de tratamiento deben individualizarse, teniendo en cuenta el estado inmunológico del paciente y la presencia de otras comorbilidades. Además, se debe considerar la posibilidad de resistencia a los antifúngicos y la necesidad de ajustar las terapias según los resultados de las pruebas microbiológicas.
Además de las estrategias terapéuticas directas, es fundamental el monitoreo continuo del paciente, dado que las infecciones fúngicas pueden empeorar rápidamente, especialmente en ambientes críticos. Es esencial también contar con un enfoque multidisciplinario, involucrando a médicos intensivistas, neumólogos, infectólogos y microbiología clínica, para asegurar una intervención efectiva y oportuna.
¿Cómo se maneja la cardioversión farmacológica en la fibrilación auricular?
La cardioversión farmacológica de la fibrilación auricular (FA) es una estrategia terapéutica indicada exclusivamente en pacientes hemodinámicamente estables, después de evaluar el riesgo tromboembólico. Es fundamental que esta intervención se realice bajo un control médico riguroso, considerando las condiciones particulares de cada paciente.
Entre los fármacos más utilizados para la cardioversión de la FA se encuentran la flecainida y la propafenona, los cuales han demostrado ser efectivos en pacientes sin enfermedad estructural del corazón. Por otro lado, en pacientes con insuficiencia cardíaca leve (clase I o II), se pueden emplear vernakalant y amiodarona. Es importante destacar que la amiodarona intravenosa es la única opción viable en pacientes con fracción de eyección del ventrículo izquierdo (FEVI) inferior al 40% o aquellos con estenosis aórtica significativa.
La elección del tratamiento debe considerar las características del paciente, la función ventricular y la presencia de comorbilidades. En este sentido, los medicamentos indicados para el control del ritmo deben ajustarse a las condiciones específicas del paciente, como se detalla en las tablas correspondientes, las cuales incluyen la dosificación y las precauciones de cada fármaco.
Además de la cardioversión, el control del ritmo en pacientes con FA debe ser una prioridad en el tratamiento a largo plazo. La amiodarona es ampliamente recomendada para el control crónico del ritmo en todos los pacientes con FA. Para aquellos pacientes con función ventricular normal y sin enfermedad estructural del corazón, la flecainida o la propafenona también son opciones viables. En algunos casos, se puede considerar el uso de sotalol para el control del ritmo, aunque siempre debe evaluarse su idoneidad según las características del paciente.
Por otro lado, el control de la frecuencia cardíaca en pacientes con FA también es una prioridad, y la elección del tratamiento depende de factores como la FEVI y la estabilidad hemodinámica del paciente. En pacientes con inestabilidad hemodinámica o FEVI severamente deprimida, se puede considerar el uso intravenoso de amiodarona para un control rápido de la frecuencia cardíaca. Para aquellos con FEVI superior al 40%, los betabloqueantes, el diltiazem o el verapamil se recomiendan como fármacos de primera línea. Sin embargo, en pacientes con insuficiencia cardíaca o feve reducida, se preferirán los betabloqueantes y/o la digoxina.
Cabe señalar que, en pacientes con FA y asma grave o enfermedad pulmonar obstructiva crónica, los betabloqueantes, el diltiazem y la digoxina son las opciones recomendadas para el control de la frecuencia cardíaca. Es esencial evitar ciertos fármacos en pacientes con FA y preexcitación, ya que el uso de digoxina, antagonistas de calcio no dihidropiridínicos, betabloqueantes o amiodarona intravenosa puede incrementar la respuesta ventricular y desencadenar fibrilación ventricular.
La prevención del accidente cerebrovascular (ACV) es otro aspecto fundamental en el manejo de la FA. Para los pacientes con válvulas mecánicas o estenosis mitral moderada a severa, se recomienda el uso de antagonistas de la vitamina K (AVK). Para los pacientes con bajo riesgo de ACV (score CHA2DS2-VASc = 0 en hombres o 1 en mujeres), no se requiere terapia anticoagulante. En aquellos con un riesgo elevado (CHA2DS2-VASc ≥ 3 en hombres o 2 en mujeres), se debe considerar el uso de anticoagulantes orales, preferentemente los nuevos anticoagulantes orales (NOACs), siempre que el paciente no tenga válvulas cardíacas mecánicas o estenosis mitral significativa.
En cuanto al manejo de la anticoagulación en pacientes con FA, se recomienda iniciar una anticoagulación adecuada antes de realizar la cardioversión, especialmente en aquellos con alto riesgo de tromboembolismo. Esto puede implicar una anticoagulación terapéutica durante tres semanas antes del procedimiento, o el uso de ecocardiografía transesofágica para excluir un trombo en la aurícula izquierda. Para aquellos pacientes con FA de duración inferior a 48 horas y sin factores de riesgo adicionales, se puede considerar una cardioversión inmediata sin necesidad de anticoagulación previa.
La gestión de la FA en poblaciones especiales, como pacientes con síndrome coronario agudo o aquellos que requieren intervención coronaria percutánea (PCI), requiere consideraciones adicionales. En estos casos, los NOACs son preferibles a los AVKs y deben combinarse con terapia antiplaquetaria según las características del paciente y el riesgo de sangrado. En pacientes con un riesgo elevado de sangrado (HAS-BLED > 3), se puede optar por una dosis reducida de rivaroxabán o dabigatrán para minimizar el riesgo hemorrágico durante la terapia combinada.
Es crucial que los pacientes que sufren de FA reciban un seguimiento cercano para ajustar el tratamiento según su respuesta clínica y los cambios en su estado hemodinámico. De igual forma, es importante tener en cuenta los posibles efectos secundarios de los medicamentos y adaptar las estrategias terapéuticas conforme al perfil individual de cada paciente.
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