Las frases en inglés se componen de elementos que siguen una serie de reglas gramaticales específicas, las cuales nos permiten construir oraciones que sean coherentes y comprensibles. A continuación, explicamos cómo se estructuran ciertos componentes fundamentales en una oración, como los grupos nominales (NP), los grupos verbales (VP), los adjetivos y las frases preposicionales, basándonos en un conjunto de reglas que determinan la jerarquía y organización de las oraciones.
Los adjetivos en inglés, aunque suelen ser una sola palabra, pueden formar frases adjetivales (AdjP) que consisten en un adjetivo y una palabra de grado opcional, como "muy", "bastante" o "demasiado". Estas frases adjetivales, por lo tanto, pueden constar de más de una palabra, por ejemplo: "muy alto", "un poco caliente" o "bastante tonto". La regla para una frase adjetival (AdjP) sería entonces la siguiente: "AdjP – (deg) Adjetivo", donde "(deg)" representa una palabra de grado opcional.
Los determinantes (det) también son un componente esencial en la construcción de las frases nominales (NP). Los determinantes incluyen artículos ("un", "la", "el"), demostrativos ("este", "aquello", "esos"), pronombres posesivos ("mi", "tu", "su") o palabras de cantidad como "muchos", "algunos" o "varios". En inglés, generalmente no se colocan dos determinantes antes de un sustantivo, a diferencia de otros idiomas. Además, las frases nominales pueden formarse de diversas maneras: pueden consistir en un determinante seguido de un sustantivo, adjetivo y frase preposicional (PP), o bien pueden ser un pronombre (como "ella" o "ellos") o un nombre propio (como "Juan").
Una frase nominal puede, por ejemplo, ser "el perro", "Jazmín", o simplemente "ellos". Las frases preposicionales (PP) son también fundamentales para describir relaciones de lugar, tiempo o propósito. Una frase preposicional se forma a partir de una preposición seguida de una frase nominal (NP), como en "en el parque", "debajo de la mesa", o "durante la fiesta". Estas frases preposicionales son comunes en inglés y pueden aparecer en diversas posiciones dentro de la oración, ya sea al principio, en medio o al final.
Por otro lado, las frases verbales (VP) suelen ser la parte más compleja de una oración. Una frase verbal siempre contiene un verbo (V), pero puede incluir otros elementos como frases preposicionales (PP) o frases adverbiales (AdvP). Un ejemplo simple es la oración "El perro se sentó", donde la frase verbal consta solo del verbo "se sentó". Sin embargo, una frase verbal puede ser mucho más compleja. Por ejemplo, en la oración "El perro se sentó tranquilamente bajo el árbol", la frase verbal incluye un adverbio ("tranquilamente") y una frase preposicional ("bajo el árbol").
Las frases adverbiales (AdvP), como las frases adjetivales, pueden incluir una palabra de grado opcional (como "demasiado" o "muy") seguida de un adverbio. En la oración "El perro corrió rápidamente", "rápidamente" es un adverbio, y en "demasiado rápidamente", "demasiado" es la palabra de grado que modifica al adverbio. Las reglas para formar frases adverbiales son similares a las de las frases adjetivales, siendo la regla: "AdvP – (deg) Adverbio".
Es importante destacar que las oraciones en inglés tienen una estructura jerárquica clara, que se puede representar visualmente a través de diagramas de árbol. Estos diagramas ayudan a visualizar cómo se organizan los diferentes elementos dentro de una oración y cómo cada uno contribuye a la estructura global de la misma. Por ejemplo, la frase "El plato se escapó con la cuchara" se representaría de la siguiente manera en un diagrama de árbol: la oración (S) se divide en una frase nominal (NP) y una frase verbal (VP). La frase nominal se descompone en un determinante y un sustantivo ("El plato"), mientras que la frase verbal incluye un verbo y una frase preposicional ("se escapó con la cuchara").
El uso de diagramas de árbol para representar la estructura profunda de una oración es una herramienta útil en la gramática generativa, ya que permite ver cómo los componentes de la oración se conectan y se estructuran de manera jerárquica. Cada nodo en el diagrama representa un elemento específico, como el verbo, el sustantivo o la preposición, y su relación con los otros elementos de la oración queda claramente definida.
Para el lector, es fundamental entender que la estructura de las oraciones en inglés no se limita a una simple secuencia de palabras, sino que sigue un conjunto de reglas que permiten la construcción de oraciones complejas y precisas. Las reglas de estructura de frases (phrase structure rules) son esenciales para comprender cómo se generan las oraciones y cómo se conectan los diferentes componentes dentro de una oración. Además, estas reglas nos ayudan a entender cómo se forman las oraciones y cómo se modifican los elementos de una frase para expresar significados más complejos o matizados.
Es igualmente importante tener en cuenta que estas estructuras y reglas no son universales. Cada lengua tiene sus propias reglas gramaticales y estructuras de frases. En muchos casos, la posición de los elementos dentro de una oración, la concordancia entre sujetos y verbos, o la colocación de adjetivos y adverbios puede variar significativamente de un idioma a otro. Por ejemplo, en español el adjetivo suele colocarse después del sustantivo ("el perro grande"), mientras que en inglés el adjetivo generalmente precede al sustantivo ("the big dog").
¿Por qué utilizamos la indirectez en la comunicación cotidiana?
En las interacciones cotidianas, el uso de la indirectez es común, aunque a menudo parece que nos estamos desviando del significado literal de lo que decimos. A pesar de que podríamos optar por ser directos, elegimos formas indirectas de comunicación por diversas razones, que van desde la cortesía hasta el deseo de mantener relaciones de poder equilibradas.
En el siguiente ejemplo, observamos cómo la indirectez funciona en la práctica. Supongamos que George dice: "Alguien está en la puerta." A simple vista, esta es una declaración, pero su intención pragmática es una pregunta implícita: "¿Vas a contestar o debo hacerlo yo?" El desafío aquí es que Martha, la otra persona, debe interpretar esta afirmación indirecta. Esto no es un caso aislado, sino algo común en las interacciones diarias: muchas veces no decimos directamente lo que queremos, sino que utilizamos formulaciones indirectas que requieren que el receptor las desentrañe.
La indirectez en el habla puede surgir de varias maneras. Una de ellas es cuando una afirmación parece violar uno o más de los principios cooperativos del discurso. En este caso, la respuesta de Martha a la declaración de George infringe la máxima de relevancia, pero ella la entiende como una sugerencia implícita. Esto es, de hecho, una estrategia indirecta para manejar la información de forma más sutil. Otra forma de indirectez ocurre cuando la forma de la expresión no coincide con su función. Por ejemplo, en el caso de las solicitudes formuladas como preguntas, como "¿Podrías pasarme la sal?", la estructura formal parece ser una pregunta, pero en realidad es una solicitud directa. Finalmente, la indirectez también puede encontrarse cuando el significado literal de una declaración difiere completamente del significado intencionado, como cuando alguien responde a una pregunta obvia con una frase humorística como "¿Está el Papa en Roma?", para responder simplemente afirmativamente.
Cuando un receptor se enfrenta a una expresión indirecta, sigue un proceso cognitivo para desentrañar el significado. Primero, reconoce que la declaración parece violar alguna de las máximas del principio cooperativo o que su forma no corresponde a su función. A partir de ahí, el receptor hace suposiciones basadas en el contexto y en el conocimiento del mundo real, lo cual permite que se descifre la intención real del hablante. Este proceso, que se basa en conocimientos previos y en la comprensión compartida de la situación, es esencial para interpretar los actos de habla indirectos.
No todas las formas de indirectez son igualmente complejas. Existe un continuo de indirectez que varía desde las expresiones convencionalmente indirectas, que son casi interpretadas como directas, hasta aquellas que son extremadamente indirectas y pueden generar confusión. Las solicitudes como "¿Podrías pasarme la sal?" son ejemplos de indirectez convencionalmente aceptada, mientras que una frase como "¿Me podrías hacer el favor de enviar este paquete?" puede requerir un poco más de reflexión, pero sigue siendo comprendida sin mayor dificultad. Por otro lado, cuando la indirectez es extrema, como en el caso de una comunicación confusa entre el presidente de una universidad y su secretaria, donde la interpretación errónea de una declaración conlleva una acción equivocada, la situación se complica y el significado del hablante puede no ser comprendido correctamente.
El uso de la indirectez no es gratuito, sino que responde a varios propósitos. Uno de los más evidentes es la cortesía. En muchas culturas, especialmente en sociedades de habla inglesa, ser indirecto es considerado una forma de mostrar respeto y evitar ser percibido como rudo. Decir "¿Sería mucho problema abrir la ventana?" en lugar de simplemente ordenar "Abre la ventana" refleja una actitud de respeto hacia la otra persona. Sin embargo, es importante destacar que no todas las culturas valoran la indirectez de la misma manera. Por ejemplo, en algunas culturas árabes como la marroquí, la franqueza directa es vista como más educada que la indirectez.
Además de la cortesía, la indirectez también sirve para evitar manifestar poder de manera explícita. Un jefe que dice, "Si tienes tiempo, ¿podrías enviar esto por mí hoy?" no está simplemente haciendo una solicitud, sino que está enmascarando una orden, dando la apariencia de que el empleado tiene una opción, cuando en realidad esa acción debe ser realizada. Este tipo de indirectez ayuda a suavizar la relación jerárquica y permite que las instrucciones sean dadas de una forma más respetuosa.
Otro aspecto clave de la indirectez es que facilita la creación de solidaridad y la consolidación de relaciones. En la comunicación indirecta, los interlocutores deben compartir un conocimiento contextual común para interpretar correctamente las declaraciones. Esto implica que ambos participantes en la conversación tienen un entendimiento mutuo sobre la situación y la relación que comparten. Por ejemplo, si un amigo te pregunta, "¿Vas a venir a la fiesta?", y tú respondes, "Tengo un examen mañana", esa respuesta solo tiene sentido si ambos entienden el contexto: los exámenes requieren estudio, y eso generalmente impide asistir a eventos sociales.
Es esencial comprender que la indirectez no es simplemente una cuestión de evitar decir lo que realmente se quiere expresar. Tiene un propósito funcional en la comunicación que facilita la interacción social, gestionando la cortesía, el poder y las relaciones interpersonales. Al entender cómo y por qué empleamos la indirectez, los hablantes pueden interpretar mejor las intenciones de los demás y adaptar su propio comportamiento en la interacción.
¿Cómo el lenguaje refleja y moldea las identidades de género?
El lenguaje es un reflejo de nuestras construcciones sociales y, en gran medida, de las identidades de género que las sociedades han desarrollado a lo largo de la historia. Las formas en que nos dirigimos a otros, los términos que empleamos y las categorías que establecemos son inseparables de las estructuras de poder y los roles que se asignan a los individuos en función de su género. En este sentido, las investigaciones lingüísticas han revelado cómo el lenguaje no solo refleja estas divisiones, sino que también las perpetúa, creando una distinción binaria entre los géneros masculinos y femeninos. Sin embargo, las transformaciones sociales y el cuestionamiento de las normas establecidas han comenzado a desmantelar estos marcos tradicionales.
Los términos relacionados con el género, como "trans" y "cis", son fundamentales para entender cómo se estructuran las identidades de género en nuestra sociedad. El término "trans" se ha convertido en un marcador comúnmente asociado a aquellas personas cuya identidad de género no coincide con el sexo asignado al nacer, sin importar si han pasado o no por un proceso de reconstrucción sexual. Por otro lado, "cisgénero" hace referencia a aquellas personas cuya identidad de género sí coincide con el sexo que se les asignó al nacer. En la actualidad, se ha utilizado el término "queer" para referirse a una subversión activa de las normas binarias de género, un término que anteriormente tenía connotaciones despectivas y que ahora se ha apropiado positivamente dentro de comunidades trans y queer.
Este proceso de re-apropiación de términos ha sido fundamental para resistir las normas de género impuestas desde una visión heteronormativa y binaria. A través de estas subversiones lingüísticas, se desafían las etiquetas tradicionales que limitan la expresión de la identidad de género a una dicotomía rígida. A su vez, esta dinámica ha permitido a las comunidades trans y queer crear una identidad positiva y un sentido de pertenencia a un grupo, al mismo tiempo que se cuestionan los límites impuestos por las categorías tradicionales.
En las últimas décadas, las teorías sobre el género han evolucionado significativamente. En lugar de considerarse una característica innata e inmutable, el género es ahora entendido como una construcción social que se crea y se sostiene a través de nuestros actos cotidianos, entre los que se incluyen nuestras acciones lingüísticas. De esta manera, la forma en que hablamos, las palabras que elegimos, y las interacciones que mantenemos son fundamentales para la creación y reproducción de las identidades de género.
Sin embargo, lo que resulta más revelador de estos estudios es la creciente crítica a la visión binaria del género. A pesar de la persistencia de una narrativa en la que los géneros se presentan como opuestos, diversos individuos y grupos han comenzado a desafiar esta noción, mostrando que la realidad del género es mucho más fluida y diversa de lo que tradicionalmente se ha reconocido. Las personas transgénero, las personas no binarias y las comunidades queer han demostrado que el género puede vivirse de maneras que no se ajustan a las expectativas tradicionales. La lengua, al igual que la sociedad, está en un proceso continuo de adaptación para reflejar esta complejidad y diversidad.
Es importante reconocer, también, cómo las lenguas codifican el género de manera diferente. El uso de sustantivos genéricos androcéntricos, términos marcados y no marcados, y los roles de género asignados a profesiones y equipos deportivos son solo algunos ejemplos de cómo el lenguaje refuerza la invisibilidad y la marginalización de las mujeres, al mismo tiempo que otorga una mayor visibilidad a los hombres. La lengua, por tanto, no solo refleja las estructuras sociales, sino que también las refuerza y las perpetúa. Los esfuerzos por cambiar o subvertir estas normas lingüísticas, como el uso de pronombres de género neutro, están surgiendo como respuesta a estas desigualdades estructurales.
Al explorar el lenguaje en su relación con el género, también debemos observar cómo se construyen los estereotipos de género en diversas formas de comunicación cotidiana, como en las tarjetas de felicitación, los insultos y los términos utilizados en el ámbito de la alimentación. Estos elementos, aparentemente triviales, juegan un papel crucial en la reproducción de los roles de género tradicionales, a menudo limitando las expectativas sociales que se tienen sobre lo que significa ser hombre, mujer o cualquier otra identidad de género no normativa.
Más aún, la reclamación de términos despectivos por parte de grupos marginados, como es el caso de las comunidades LGBTQIA+, ha sido una estrategia importante en la lucha por la revalorización de sus identidades. Palabras que antes eran utilizadas como insultos, como "perra" o "puta", han sido reapropiadas por algunas mujeres y miembros de la comunidad queer para crear un sentido de orgullo y de pertenencia. Este fenómeno plantea interrogantes sobre la posibilidad de neutralizar la toxicidad de los términos mediante su apropiación y re-significación.
En este contexto, es esencial reconocer que la cuestión del género no puede abordarse solo desde un marco lingüístico, sino que debe incluir un análisis crítico de las estructuras de poder y de las expectativas sociales que determinan quién puede expresar qué identidad de género, de qué forma y en qué circunstancias. Las formas de lenguaje, aunque poderosas, no son suficientes por sí solas para cambiar las realidades sociales, pero son herramientas clave en la construcción de una sociedad más inclusiva y consciente de la diversidad.
¿Cómo influye el bilingüismo en la educación y la identidad cultural en los Estados Unidos?
El español ocupa un lugar único en el paisaje lingüístico de los Estados Unidos, no solo por ser ampliamente hablado, sino también por su larga historia en el país. Fue la primera lengua europea hablada en lo que hoy es Estados Unidos, con el asentamiento español en San Agustín, Florida, en 1565, mucho antes de Jamestown o de la llegada de los peregrinos. Durante los siglos XVI a XIX, el español se expandió a medida que los españoles conquistaron y se establecieron en muchas partes del suroeste de América del Norte. Muchas comunidades de esta región pasaron a formar parte de los Estados Unidos por medio de la anexión militar de México, lo que resultó en la incorporación de un gran número de hispanohablantes a lo que ahora son los estados de Texas, Nuevo México, Arizona, Colorado y California. Así, el español ha sido parte del paisaje de los EE. UU. durante siglos, mucho antes de la reciente inmigración desde diversos países de habla hispana en América Latina.
Sin embargo, a menudo los estadounidenses perciben el español como una lengua de inmigrantes, olvidando su larga presencia en el país. A lo largo de esta historia, el español ha tenido una relación conflictiva con la sociedad. Por ejemplo, la constitución original de California garantizaba que los decretos gubernamentales se emitirían tanto en español como en inglés; sin embargo, esta política fue abandonada poco después, cuando los anglosajones se convirtieron en la mayoría. Hoy en día, tanto los hispanos como los no hispanos mantienen actitudes variadas hacia el español. Para muchos no hispanos, el español se ve como una amenaza para la lengua inglesa. Incluso, ha habido casos en los que estudiantes hispanohablantes han sido expulsados por hablar español fuera del aula, mientras que los estudiantes no hispanohablantes que lo aprenden y lo usan fuera del aula generalmente no enfrentan tales castigos. A pesar de estos sentimientos, las estadísticas muestran que el idioma que realmente está en peligro es el español. De hecho, estudios indican que los inmigrantes de habla hispana están abandonando el español y adoptando el inglés incluso más rápido que las generaciones de inmigrantes anteriores.
Para algunos hispanos, el inglés es la lengua de la oportunidad, la educación y el poder, mientras que el español es visto como el idioma del barrio, algo que no les ayudará a tener éxito. Sin embargo, para muchos otros, el español es un símbolo poderoso de su herencia, algo de lo que se sienten orgullosos. Hoy en día existen varios factores que contribuyen a su preservación: la facilidad de viajar y comunicarse con países de habla hispana, ahora facilitada por las nuevas tecnologías de comunicación, y el respeto por el idioma español y la cultura hispana que sienten muchos jóvenes.
Por otro lado, el acento de los hispanohablantes es a menudo visto como un acento extranjero. Si aprendieron inglés siendo adultos, perder ese acento es casi imposible. A pesar de esta realidad, los acentos españoles son estigmatizados. En las películas, se suelen utilizar para representar a un narcotraficante o a un miembro de una pandilla, o incluso para denotar pereza. Este tipo de estigmatización probablemente no ocurriría con acentos suecos o franceses.
En cuanto a la educación bilingüe, el enfoque sobre la enseñanza de los estudiantes sordos también forma parte del panorama del multilingüismo. A menudo no se piensa en la educación bilingüe de los estudiantes sordos, pero es un tipo legítimo de educación multilingüe. A finales del siglo XIX, hubo un debate intenso sobre cómo enseñar a los estudiantes sordos, con algunos a favor del enfoque oralista (la lectura labial y el lenguaje oral) y otros defendiendo el uso de lenguas de señas. Aunque el enfoque oralista fue ampliamente aceptado hacia finales del siglo XIX, durante gran parte de esa época los estudiantes sordos en Estados Unidos y Europa usaban lenguas de señas locales. No fue sino hasta la década de 1960 que los educadores comenzaron a reconsiderar esta postura, gracias a la activación de la comunidad sorda y nuevas investigaciones que demostraban que las lenguas de señas son tan funcionales como cualquier otro idioma.
Hoy en día, las lenguas de señas son reconocidas como la primera lengua de la comunidad sorda, y en algunos lugares de Europa y América del Norte se han desarrollado programas de educación bilingüe para estudiantes sordos. En estos programas, los estudiantes aprenden primero en la lengua de señas de su comunidad sorda y luego se les enseña el idioma escrito de la sociedad oyente como segunda lengua. En países como Suecia, estos programas están alineados con el reconocimiento legal de la comunidad sorda como una minoría lingüística y cultural. Sin embargo, en los Estados Unidos, no existe este reconocimiento legal, y los derechos educativos de los estudiantes sordos se basan principalmente en la Ley de Estadounidenses con Discapacidades (ADA), que garantiza sus derechos en función de su discapacidad.
El caso de la isla Martha’s Vineyard, en Massachusetts, es un ejemplo interesante de bilingüismo comunitario. Durante los siglos XVIII y XIX, una proporción relativamente alta de la población de la isla era sorda. En lugar de ser marginados y discriminados, como ocurrió en muchos otros lugares, las personas sordas en Martha’s Vineyard fueron completamente integradas a la sociedad. Tanto los oyentes como los sordos aprendieron y usaron el lenguaje de señas para comunicarse entre sí. La bilingüidad en inglés y lenguaje de señas se convirtió en un emblema de la identidad de la isla. Sin embargo, a medida que la población sorda disminuyó y más personas comenzaron a mudarse a la isla en el siglo XX, este bilingüismo fue desapareciendo casi por completo.
Es importante tener en cuenta que el multilingüismo no solo está relacionado con el número de idiomas hablados en una sociedad, sino también con las actitudes hacia esos idiomas. La coexistencia de varias lenguas no siempre significa una convivencia armoniosa, ya que las lenguas y sus hablantes pueden ser objeto de estigmatización o discriminación. La percepción del idioma, el contexto social y la historia detrás de su presencia son factores determinantes en cómo se valoran y se preservan las lenguas en cualquier sociedad. Así, el multilingüismo no es solo un fenómeno lingüístico, sino también un reflejo de las dinámicas sociales, políticas y culturales que configuran las relaciones entre los hablantes.
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