En la construcción de oraciones, cada una de las partes juega un papel fundamental en el significado global. El estudio de las cláusulas, sus combinaciones y transformaciones dentro de una oración revela la complejidad subyacente del lenguaje. Cuando se combinan dos cláusulas independientes, cada una de ellas tiene el potencial de funcionar como una oración completa por sí misma. Es decir, ambas contienen un sujeto y un predicado, elementos esenciales para que sean consideradas oraciones completas. Este fenómeno se conoce como la combinación de cláusulas independientes, que no dependen de ninguna otra estructura para su existencia gramatical.

A medida que los niños crecen y desarrollan sus habilidades lingüísticas, aprenden a incorporar oraciones dependientes dentro de oraciones principales. Estas oraciones dependientes no pueden existir por sí solas, ya que dependen de la oración principal para tener sentido completo. Este proceso permite la creación de cláusulas adverbiales, cláusulas de complemento y cláusulas relativas, cada una con un papel específico dentro de la oración. Las cláusulas de complemento, por ejemplo, funcionan como sustantivos dentro de una oración, mientras que las cláusulas relativas sirven para modificar sustantivos, agregando detalles adicionales.

Es crucial entender que la estructura subyacente de una oración no siempre se refleja de manera directa en su forma superficial. En la teoría de la sintaxis, una de las operaciones más significativas es la inserción de una oración dentro de una estructura más grande, lo que da lugar a una oración compleja. Para ilustrar este proceso, tomemos como ejemplo dos oraciones simples:

  1. Tom saw the train.

  2. Tom saw that the train was late.

En la segunda oración, "that the train was late" no es un sustantivo (NP) ni un verbo (VP) independiente; es una cláusula completa que funciona como complemento del verbo "saw". En este caso, la palabra "that" sirve como un marcador sintáctico, indicando que lo que sigue es una oración complementaria. Esta estructura no es solo una combinación de oraciones; también refleja cómo las oraciones pueden incorporar oraciones adicionales para enriquecer su significado.

Un tipo de oración compleja que se encuentra frecuentemente en el lenguaje es la cláusula relativa. Esta cláusula no actúa como un complemento, sino que modifica un sustantivo dentro de la oración principal. Por ejemplo:

  1. The woman who sold me that car disappeared suddenly.

Aquí, "who sold me that car" es una cláusula relativa que modifica el sustantivo "the woman". Es importante notar que las cláusulas relativas siempre están insertadas dentro de las NPs, no en el VP, y se introducen típicamente con un pronombre relativo como "who", "which", "whom", "whose", o "that". En algunas ocasiones, el pronombre relativo puede omitirse sin que se pierda el significado de la oración:

  1. The book that I lent you is due at the library.

  2. The book I lent you is due at the library.

La capacidad de incorporar estas estructuras dentro de oraciones complejas es una de las herramientas más útiles en la escritura. Los escritores pueden manipular el orden de los elementos dentro de una oración para enfatizar ciertos aspectos o para lograr una transición fluida entre ideas. Este fenómeno se observa claramente al considerar cómo una misma idea puede expresarse de múltiples formas sin cambiar su significado esencial:

  • A man who was wearing a blue hat stole the pies from the cart yesterday.

  • The pies were stolen from the cart by a man who was wearing a blue hat yesterday.

  • Yesterday, a man wearing a blue hat stole the pies from the cart.

  • A man wearing a blue hat stole the pies from the cart yesterday.

  • The pies were stolen from the cart yesterday by a man wearing a blue hat.

  • It was a man wearing a blue hat who stole the pies from the cart yesterday.

  • It was yesterday that the pies from the cart were stolen by a man wearing a blue hat.

Estas variaciones en la estructura de la oración permiten al escritor ajustar el énfasis de la información, poniendo en primer plano lo que considera más importante o relevante para el contexto de la narración.

Además de estos conceptos básicos, es fundamental comprender cómo funcionan las reglas universales de la gramática, que subyacen a todas las lenguas humanas. Aunque las estructuras superficiales de las oraciones pueden variar considerablemente entre los idiomas, existen principios universales que se aplican a todas las lenguas. Por ejemplo, todos los idiomas contienen frases nominales (NP) que incluyen un sustantivo, y estas pueden incorporar determinantes, adjetivos o frases preposicionales. Sin embargo, el orden de estos elementos varía: en inglés, por lo general, el orden es "determinante + adjetivo + sustantivo", pero en otros idiomas este orden puede ser diferente. Estas diferencias estructurales no son errores ni limitaciones, sino reflejos de las variaciones permitidas por los parámetros gramaticales de cada lengua.

Cuando un niño adquiere su lengua materna, no solo aprende los sonidos o signos, sino también las estructuras subyacentes que permiten la construcción de oraciones. Este proceso implica aprender las reglas para ordenar las palabras, cómo embeder una oración dentro de otra, y cómo manejar las variaciones de estructura, como las preguntas y negaciones. La destreza para crear oraciones complejas y comprender su significado, incluso cuando se presentan de formas novedosas, es una de las principales capacidades cognitivas que los niños desarrollan al aprender a hablar.

¿Cómo la globalización y la urbanización afectan la diversidad lingüística?

En un mundo cada vez más globalizado, los idiomas enfrentan amenazas que comprometen su supervivencia y diversificación. A medida que las lenguas dominantes se imponen en áreas como la educación, los medios de comunicación y el ámbito laboral, muchas lenguas indígenas y locales están siendo desplazadas. El caso de las lenguas del Amazonas es un claro ejemplo: los pueblos originarios, que históricamente han habitado estas tierras, se ven forzados a abandonar sus territorios ancestrales debido a la explotación económica de los recursos naturales. Esta expulsión no solo implica una alteración en su modo de vida, sino también una ruptura de su vínculo cultural y lingüístico con la tierra que los define.

La urbanización es otro factor clave que está contribuyendo a la pérdida de lenguas. A medida que las personas se trasladan desde áreas rurales hacia las ciudades, se ven obligadas a adaptarse a las lenguas dominantes para poder acceder a empleos, servicios y un futuro económico estable. Las ciudades, caracterizadas por su diversidad lingüística, demandan la adopción de una lengua franca, lo que reduce la posibilidad de que las lenguas locales sigan siendo habladas con regularidad. Este fenómeno se ve reflejado en muchos lugares del mundo, desde África hasta América Latina, donde el inglés, el francés, el portugués y otros idiomas internacionales están desplazando lentamente a las lenguas indígenas y vernáculas.

Uno de los factores más complejos que impulsa la pérdida de lenguas es el sistema educativo. A menudo, la educación se imparte en un idioma dominante, como el inglés o el español, excluyendo o relegando a un segundo plano las lenguas locales. Este fenómeno se ve con claridad en África, donde la educación secundaria y superior se lleva a cabo en un idioma extranjero, lo que refuerza la idea de que las lenguas autóctonas no son aptas para el avance cultural y económico. La falta de representatividad de estas lenguas en los sistemas educativos crea una presión cultural y social que desincentiva su uso, incluso entre las nuevas generaciones, como ocurrió con una estudiante nigeriana que no veía problema alguno en hablar únicamente inglés, aunque su lengua materna estaba siendo hablada cada vez por menos personas.

El inglés, al igual que el español en América Latina o el francés en África, se ha convertido en un vehículo esencial para el éxito profesional y social. Sin embargo, este dominio de las lenguas globales viene acompañado de un estigma hacia las lenguas locales, que a menudo son vistas como primitivas, incapaces de soportar el conocimiento necesario para avanzar en un mundo globalizado. Esto lleva a que muchos padres prefieran enseñar a sus hijos idiomas dominantes, convencidos de que así les brindan mejores oportunidades, aunque esto también sea una vía hacia la extinción lingüística.

Frente a este panorama, han surgido iniciativas de revitalización lingüística en todo el mundo. Estas iniciativas buscan rescatar lenguas muertas y preservar aquellas que están en peligro de desaparecer. El objetivo de muchos de estos esfuerzos es asegurar que las lenguas indígenas sigan vivas, y para ello, comunidades locales, organismos internacionales y gobiernos están creando políticas que promuevan la enseñanza de estas lenguas, tanto en el hogar como en las instituciones educativas. El uso del lenguaje local en la enseñanza, por ejemplo, puede ayudar a aumentar las posibilidades de supervivencia de una lengua. En Nueva Zelanda, los maoríes crearon "nidos lingüísticos" (kohanga reo) en los que los niños aprendían el maorí directamente de los ancianos de la comunidad. Hoy en día, existen escuelas primarias, secundarias y universidades que enseñan en maorí, asegurando la transmisión de su lengua y cultura a las futuras generaciones.

En América del Norte, los mohawk han adoptado conceptos similares para revitalizar su lengua, mientras que en Hawái, gracias a los esfuerzos de los nativos, el idioma hawaiano está siendo cada vez más enseñado en las escuelas. De hecho, la Universidad de Hawái ofrece programas de grado centrados en el idioma y la cultura hawaiana, contribuyendo a la preservación de la lengua.

La activación comunitaria también juega un papel fundamental en la revitalización de las lenguas. En lugares como Gales, la lucha por el reconocimiento y la enseñanza del galés ha tenido resultados positivos, convirtiéndose en lengua oficial junto al inglés en 1993. Esta iniciativa ha llevado a un aumento del número de hablantes de galés, un fenómeno que no ocurría desde hace más de un siglo.

Además de la preservación de las lenguas, es fundamental entender que la lengua está intrínsecamente conectada con la cultura y la identidad. La pérdida de una lengua es, en muchos casos, un reflejo de la pérdida de una forma de vida. Los pueblos indígenas ven su lengua no solo como un medio de comunicación, sino como el vehículo que preserva su cosmovisión, su relación con la naturaleza y su historia. De ahí la importancia de defender la diversidad lingüística como un pilar de la diversidad cultural y biológica. Si una lengua desaparece, no solo se pierde una forma de comunicación, sino también un vasto conocimiento acumulado a lo largo de generaciones.