Los contratos transaccionales y los contratos relacionales siguen lógicas diferentes. Un contrato transaccional considera a las partes como "Econs", es decir, como actores racionales que toman decisiones exclusivamente basadas en el interés propio y en la maximización de beneficios. En cambio, un contrato relacional ve a las partes como "Humanos", reconociendo que las relaciones contractuales son más complejas y no se limitan a simples transacciones económicas, sino que involucran confianza, compromisos a largo plazo y un enfoque en la cooperación. La elección del modelo de contrato a aplicar depende de una serie de factores, y el practicante de la contratación debe seleccionar uno y ceñirse a él, pues ambas lógicas requieren enfoques distintos para la negociación y ejecución.

En este capítulo, se exploran las características más importantes de los contratos transaccionales y relacionales, comparándolos a través de diversas dimensiones. Sin embargo, surge la pregunta: ¿cómo determinar qué modelo de contrato usar en cada situación? Esta es una cuestión que se abordará en el próximo capítulo, pero antes de profundizar en las particularidades de cada modelo, es importante resaltar dos puntos clave.

Primero, no se debe considerar que un contrato relacional sea "mejor" que un contrato transaccional, ni viceversa. La elección entre uno u otro modelo debe hacerse en función de las circunstancias específicas de la situación en cuestión. A veces, un contrato relacional es más adecuado, mientras que en otras ocasiones un contrato transaccional es la opción más efectiva. En algunos casos, puede ser más apropiado organizar el negocio de manera interna, mediante contratos de empleo, por ejemplo.

Segundo, aunque la pregunta de cuándo utilizar un contrato relacional pueda parecer sencilla, la respuesta no siempre es clara. Determinar la opción más adecuada es a menudo una cuestión de elaborar un caso de negocios sólido, evaluar los pros y los contras, y tomar una decisión razonada en función de todos los hechos disponibles. La elección de usar un contrato relacional o transaccional es, en última instancia, una elección económica.

La decisión de utilizar un contrato transaccional o relacional, o incluso de integrar verticalmente (por ejemplo, a través de contratos de empleo), debe basarse en las características del acuerdo y la relación a establecer. En general, dos factores clave son determinantes: el nivel de dependencia que existirá entre las partes y los riesgos implicados en el acuerdo y la relación. La lógica básica es la siguiente: cuanto mayor sea la dependencia y los riesgos, más crítico es aplicar un contrato relacional que busque alinear continuamente los intereses y las expectativas de las partes. Cuando los niveles de dependencia son bajos y los riesgos moderados, un contrato transaccional suele ser una mejor opción. En algunos casos, los riesgos y la dependencia pueden ser tan altos que la mejor elección es la integración vertical, como ocurre cuando el trabajo es considerado "central" para el negocio.

Para ilustrar esta lógica, consideremos dos escenarios hipotéticos, ambos de empresas globales de bienes de consumo empaquetados (CPG, por sus siglas en inglés) que se encuentran negociando con proveedores de logística externa (3PL, por sus siglas en inglés) para soporte en almacenamiento y distribución.

Escenario Alto:

La empresa CPG One trabaja con siete proveedores de logística externa que brindan soporte global de almacenamiento. Tres de estos proveedores han sido socios de CPG One durante más de diez años, y uno de ellos, Global3PL Inc., ha demostrado su competencia en varios mercados clave (Estados Unidos, Europa y Asia). CPG One ha estado considerando consolidar a los proveedores y trabajar con un número menor, aumentando su compromiso con Global3PL Inc. Este cambio implicaría un contrato de más de $100 millones al año, lo que representa no solo un valor económico significativo para ambas partes, sino también una relación estratégica de alto impacto. Aparte de los aspectos económicos, el contrato incluiría inversiones críticas por parte de Global3PL Inc. en soluciones tecnológicas para mejorar el servicio al cliente de CPG One. Sin embargo, al entrar en una relación tan significativa, CPG One se enfrenta al riesgo de que Global3PL Inc. no cumpla con sus promesas o que surjan disputas costosas. Si la relación se ve afectada, el costo de cambiar de proveedor podría ser demasiado alto, dejándolos atrapados en un acuerdo desfavorable. En este caso, un contrato relacional parece ser la mejor opción para proteger los intereses de ambas partes y reducir el riesgo de oportunismo.

Escenario Bajo:
Por otro lado, CPG Two, una competidora de CPG One, está evaluando la externalización de una operación logística más sencilla, como prueba de concepto. En este escenario, el riesgo es menor, ya que el acuerdo no involucra grandes inversiones estratégicas ni tecnologías críticas. CPG Two ha investigado varias empresas de logística externa en su ciudad y planea realizar una prueba piloto. Dado que la relación es menos crítica y los riesgos son más bajos, un contrato transaccional sería más adecuado en este caso. La naturaleza del acuerdo no exige el tipo de colaboración estrecha que un contrato relacional promueve, y las partes pueden negociar de manera más simple y clara las condiciones específicas del servicio.

El análisis de la dependencia y el riesgo, como se demuestra en estos dos escenarios, ayuda a determinar qué tipo de contrato es el más adecuado para cada situación. Las relaciones de alta dependencia y riesgo requieren contratos relacionales para alinear los intereses de las partes y gestionar la incertidumbre, mientras que en relaciones de bajo riesgo y dependencia, los contratos transaccionales son más apropiados por su simplicidad y claridad.

Es fundamental que las empresas comprendan estos matices antes de tomar decisiones contractuales. Además, la flexibilidad de adaptación a las condiciones cambiantes de mercado y la capacidad de negociación juegan un papel crucial. En algunos casos, puede ser necesario recurrir a contratos híbridos o soluciones innovadoras que combinen lo mejor de ambos modelos. Sin embargo, el concepto central sigue siendo que la elección entre un contrato relacional o transaccional debe estar siempre alineada con los intereses estratégicos y operativos de las partes involucradas.

¿Cómo establecer los cimientos de una asociación exitosa?

Establecer una base sólida para una posible relación de asociación varía según la situación. Por ejemplo, ¿las partes ya tienen una relación existente, o se están conociendo por primera vez? Muchas organizaciones que buscan contratos relacionales lo hacen con clientes o proveedores existentes, ya que sienten que pueden elevar su relación al siguiente nivel. Aunque casi siempre es más fácil "convertir" un contrato transaccional en uno relacional, también es posible desarrollar un contrato relacional entre partes que no han trabajado juntas previamente. Según el punto de partida, establecer la base para una asociación puede tener matices diferentes en estas dos situaciones. Ambos casos se abordarán más adelante, pero la clave es entender que independientemente de si se construye una relación nueva o se transforma una existente, siempre debe iniciarse con una alineación interna y externa sobre confianza, transparencia y compatibilidad.

La confianza, en este contexto, es un fenómeno complejo que no tiene una definición clara, pero es un componente esencial. Implica la sensación de que la otra parte es coherente en sus palabras y acciones, es decir, que las personas y las organizaciones hacen lo que dicen que harán, y no hacen lo que dicen que no harán. La confianza está íntimamente relacionada con la idea de que la otra parte no buscará aprovecharse ni obtener beneficios unilaterales de su socio comercial. En lugar de eso, las partes deben concentrarse en intereses mutuos. Sin un grado mínimo de confianza, no puede construirse ninguna relación, ya sea comercial o social. En una asociación basada en un contrato relacional, la confianza es absolutamente esencial.

La transparencia está estrechamente vinculada a la confianza. En una relación con alta transparencia, las partes comparten información sobre sus intenciones, intereses, situación financiera y otros factores cruciales. Esta transparencia crea un ambiente de comunicación abierta donde los problemas pueden plantearse sin generar tensiones excesivas, y donde las preocupaciones se pueden abordar y planificar de manera conjunta. Es importante recordar que el propósito fundamental de un contrato, como se discutió en la Parte II, es alinear intereses y expectativas. Un contrato relacional es eficaz en acuerdos complejos donde el futuro es difícil de predecir y donde será necesario mantener una comunicación continua para preservar esta alineación. Sin una transparencia elevada, esta comunicación fluida no será posible.

La compatibilidad se manifiesta cuando las partes tienen un buen "ajuste cultural". Es crucial señalar que la compatibilidad no significa "somos iguales, por lo tanto nos llevamos bien". Este razonamiento ignora el valor de la diversidad en los equipos, que es un motor probado del éxito. En lugar de buscar la igualdad, la compatibilidad implica una alineación de preferencias en cuanto a la toma de decisiones (jerárquica frente a plana), la innovación (valores que cambian frente a valores que permanecen constantes) o el trabajo en equipo (colaborativo frente a un enfoque aislado). Estos y otros factores constituyen el ADN organizacional, con el cual debe existir un umbral de alineación cultural con el ADN de un socio comercial para que las partes puedan mantener una relación laboral saludable con el mínimo de fricción.

La confianza, la transparencia y la compatibilidad son los pilares fundamentales sobre los cuales se construye una relación sólida, y son esenciales para crear un "reloj funcional", en lugar de simplemente marcar la hora. Un aspecto clave del Paso 1 es que las partes mantengan un diálogo abierto y sincero no solo sobre sus niveles actuales de confianza, transparencia y compatibilidad, sino también sobre sus puntos de vista preferidos sobre estos aspectos para la relación a medida que avanza. El objetivo es alinearse sobre las oportunidades potenciales, las barreras, los problemas y las áreas de mejora. Basado en este análisis y discusión, las partes estarán listas para pasar al Paso 2.

Es importante tener en cuenta que es poco probable que las relaciones tengan una confianza, transparencia y compatibilidad completas desde el principio. Además, si las partes son demasiado diferentes entre sí, existe una alta posibilidad de malentendidos, desconfianza, riesgos ignorados y valor perdido. El objetivo del Paso 1 del proceso de contratación relacional no es alcanzar esta perfección, sino garantizar que haya suficiente alineación en confianza, transparencia y compatibilidad para construir una asociación exitosa.

Algunos se preguntan por qué es necesario establecer primero estos cimientos, argumentando que ya tienen altos niveles de confianza, transparencia y compatibilidad. Para comprender por qué este primer paso debe tomarse, es esencial revisar los aprendizajes de la Parte II, donde se discutió la Ciencia del Contrato desde una perspectiva social, económica y psicológica. Como se mencionó en el Capítulo 4, el profesor Ian Macneil subrayó que los contratos son un instrumento para la cooperación social, enfatizando que un contrato está, ante todo, formado y basado en una relación social, no en una relación económica. En su crítica a la teoría convencional del contrato (jurídica), Macneil señaló que este lado social del contrato suele ser ignorado, tanto en teoría como en la práctica. Esta ignorancia se extiende también a un hecho clave: entrar en un contrato de cierta complejidad nunca se limita a construir una relación económica simple, donde un servicio o producto se intercambia por dinero. Siempre se crea algún tipo de relación social, ya sea entre dos individuos o, en ocasiones, entre cientos o incluso miles de personas que trabajan bajo la asociación. Cada individuo tiene sus perspectivas, experiencias, educación, cultura, lenguaje, ambiciones y aspiraciones. Es dentro de esa relación social entre los individuos que las transacciones económicas se llevarán a cabo y se generará valor económico. Esto es cierto para todos los contratos, pero especialmente para los contratos relacionales, que suelen involucrar a muchas personas de las organizaciones asociadas.

El primer paso en el proceso de contratación relacional reconoce explícitamente que las partes están construyendo una relación social basada en normas sociales, no solo redactando un documento contractual.

Además, consideremos las lecciones de Oliver Williamson y Oliver Hart, mencionadas en la Parte II, quienes han realizado investigaciones fundamentales sobre los contratos incompletos. Los contratos incompletos son especialmente problemáticos cuando las relaciones a largo plazo y de alta complejidad son esenciales, ya que es imposible predecir todas las situaciones posibles y los cambios de mercado que ocurrirán durante la vida de la relación. Por lo tanto, muchos aspectos y eventos simplemente no se abordarán en el contrato; y, cuando el contrato sí cubre alguna situación particular, la redacción generalmente está abierta a diferentes interpretaciones. Los contratos incompletos no serían un problema si las personas fueran siempre altruistas, buscando el interés del otro, actuando con equidad y ayudándose en situaciones difíciles. Pero esto no es así en la mayoría de los casos. Según la investigación en economía conductual, sabemos que las personas pueden ser simultáneamente altruistas y egoístas. Entonces, ¿qué comportamiento dominará cuando las partes en un contrato se enfrenten a intereses contrapuestos y descubran que el contrato está incompleto? ¿El lado altruista o el egoísta? En relaciones altamente dependientes, es probable que el lado egoísta de las personas comience a dominar con el tiempo, lo que genera problemas como la explotación de la dependencia mutua para beneficio propio, o incluso el comportamiento de "oscurecimiento", en el cual las partes se abstienen de cooperar o se vengarán de acciones percibidas como injustas.

La forma de evitar estos riesgos, como el abuso de dependencia o la evasión de cooperación, es garantizar que haya suficientes cimientos de confianza, transparencia y compatibilidad desde el inicio.