Al intentar explicar conceptos complejos a una audiencia amplia, es fundamental ser consciente de las herramientas lingüísticas y narrativas que utilizamos para garantizar que nuestro mensaje se comprenda sin esfuerzo. Una de las primeras consideraciones es evitar el uso de un lenguaje innecesariamente técnico o académico cuando nos dirigimos a personas fuera de ese ámbito especializado. Usar palabras complicadas con el fin de impresionar suele ser contraproducente. A veces, incluso una palabra mal pronunciada o utilizada de forma incorrecta puede restar credibilidad a nuestro mensaje y dificultar la comprensión del mismo. La simplicidad debe ser siempre nuestra aliada. Si no podemos simplificar una idea, es recomendable que definamos los términos técnicos cuando los introduzcamos por primera vez, para garantizar que todos los miembros de la audiencia se encuentren en la misma página.

Imaginemos una presentación en la que se discute la tasa de defectos de un producto, y uno de los temas clave es el "escapement", un mecanismo que regula el movimiento de un dispositivo para mantenerlo dentro de los márgenes de tolerancia establecidos. Es probable que aquellos con conocimientos técnicos comprendan de inmediato de qué se trata, pero el resto de la audiencia podría no tener idea. En este caso, es útil definir el término de manera sencilla y, si es posible, usar una comparación que sea más accesible, como decir que el escapement es algo parecido a los bordillos que se colocan en las pistas de bolos para evitar que las bolas caigan en los canales. De esta forma, explicamos que el escapement limita el movimiento de los componentes de manera similar, y sin él, los resultados pueden ser desastrosos, igual que un niño lanzando continuamente bolas al canal y enfureciéndose por ello.

Las historias son otro recurso sumamente efectivo para transmitir mensajes complejos de una manera comprensible y memorable. No se trata simplemente de ilustrar un concepto, sino de crear un relato que capture la atención y que transmita la urgencia o la importancia de un tema. Por ejemplo, al narrar la experiencia de un cliente enfrentando un problema con un producto defectuoso, podemos mostrar de manera tangible cómo ese fallo afecta no solo a la satisfacción del cliente, sino también a la imagen de la empresa. Este enfoque narrativo impacta mucho más que simplemente informar sobre una tasa de defectos del 2% y sus implicaciones. Además, cuando se construye la historia en torno a un "héroe" que no somos nosotros, sino un miembro de la audiencia o incluso un cliente, se logra conectar más profundamente con la audiencia, creando un vínculo emocional que facilita la comprensión del mensaje.

La participación activa del público también puede ser una herramienta valiosa. A veces, la mejor manera de enseñar sobre un producto o proceso es permitir que la audiencia lo experimente de primera mano. En un escenario en el que se desee enfatizar la importancia de la calidad en la producción, se puede entregar a varios miembros del equipo productos defectuosos y pedirles que los usen como lo haría un cliente. Al ver su frustración y cómo luchan por completar una tarea sencilla, se está transmitiendo un mensaje mucho más fuerte que cualquier presentación de datos. Al finalizar el ejercicio, se puede invitar a los participantes a reflexionar sobre sus sentimientos y, a partir de ahí, generar un análisis sobre cómo el control de calidad afecta la satisfacción del cliente y, en última instancia, el éxito de la empresa.

El uso de plataformas virtuales para presentaciones también ha ganado relevancia en los últimos años, especialmente tras la pandemia. Sin embargo, es crucial recordar que no todos los participantes tienen el mismo nivel de experiencia con las herramientas tecnológicas, por lo que proporcionar una orientación previa es esencial. Además, establecer expectativas claras sobre la interacción durante la presentación, como la utilización del chat o la participación en encuestas, puede fomentar una mayor implicación por parte de la audiencia. Al ofrecer instrucciones claras y dar espacio para que los participantes se expresen, se mejora el flujo de la presentación y se crea un ambiente más dinámico y colaborativo.

Es fundamental, entonces, que no solo comuniquemos la información, sino que logremos que nuestro público se sienta involucrado en el proceso. Cuanto más personal y relevante sea el mensaje, mayor será su impacto. Crear conexiones emocionales y permitir que los oyentes experimenten o reflexionen sobre el tema puede ser mucho más efectivo que una exposición puramente teórica. Al adoptar estas prácticas, se logra no solo una mejor comprensión, sino también un mayor compromiso con el mensaje que estamos tratando de transmitir.

¿Cómo transformar una queja en una oportunidad de solución eficaz?

Cuando una queja se presenta de manera constructiva, puede ser una oportunidad para resolver problemas y mejorar la situación. En lugar de simplemente expresar insatisfacción, es más productivo transformar una queja en una actividad de resolución de problemas. De esta manera, no solo se identifica el inconveniente, sino que también se involucra a la persona que plantea la queja en el proceso de encontrar una solución.

El primer paso en este proceso es presentar los hechos relevantes, proporcionando la información esencial que permita a los demás comprender la situación. Es importante que si se están compartiendo opiniones, se haga de manera clara, indicando que son puntos de vista personales. Evitar la sobrecarga de opiniones innecesarias ayuda a centrar la atención en lo que realmente importa: la resolución del problema.

El siguiente paso consiste en describir la situación de manera precisa, explicando las acciones que ya se han tomado para tratar de resolverla. Por ejemplo, si se está buscando el protocolo adecuado para solicitar fondos para el desarrollo profesional, se debe mencionar si ya se ha consultado el manual del empleado sin obtener una respuesta. Este tipo de comunicación demuestra que, a pesar del inconveniente, ya se ha intentado encontrar una solución de manera proactiva.

Una vez presentados los hechos y la descripción del problema, se debe pedir ayuda o proponer una solución. Es importante estar abierto a las recomendaciones y estar dispuesto a actuar según los consejos recibidos. Si ya se tiene una posible solución, es válido presentarla para obtener retroalimentación y ver si es viable. Este enfoque no solo destaca la disposición para solucionar el problema, sino que también muestra un compromiso hacia la mejora continua.

Imaginemos el caso de un supervisor que asigna la responsabilidad de liderar un equipo, pero uno de los miembros del equipo, Mario, comienza a hacerse cargo de las tareas, como los informes, de manera más activa, eclipsando al líder del proyecto. En lugar de simplemente quejarse ante el supervisor diciendo que el equipo no está siguiendo la jerarquía, es más efectivo abordar la situación de manera constructiva. Por ejemplo, en lugar de protestar, se podría presentar la situación diciendo que Mario está tomando un papel protagónico en el proyecto y preguntar si sería adecuado tomar la iniciativa en otro aspecto del proyecto, como el lado creativo. De esta forma, no solo se expone la queja, sino que también se invita a colaborar en la búsqueda de una solución.

Este enfoque no busca quejarse por el simple hecho de quejarse, sino que busca encontrar un equilibrio entre las necesidades de los involucrados, transformar el conflicto en una oportunidad para asumir nuevas responsabilidades y mejorar el desempeño del equipo. El planteamiento de una queja de manera estratégica y constructiva no solo beneficia a quien la presenta, sino que también promueve un ambiente laboral más colaborativo y productivo.

Es importante destacar que, en situaciones donde existen quejas recurrentes, estas deben tratarse de manera que se fomente la responsabilidad personal. Si las quejas no se abordan adecuadamente, el ciclo de insatisfacción podría persistir sin una mejora tangible. Transformar una queja en un ejercicio de resolución de problemas invita a la persona que se queja a reflexionar sobre su papel en la situación y a considerar si realmente desea una solución o si simplemente quiere desahogarse.

Además de transformar una queja en un proceso constructivo, es esencial tener en cuenta que los conflictos interpersonales no se resuelven solo con palabras. Es crucial ser transparente y asumir la responsabilidad de las acciones, evitando caer en la trampa de culpar a otros sin considerar las propias contribuciones al problema. Este enfoque de resolución implica no solo comunicar el problema, sino también ser un actor activo en la creación de un ambiente que favorezca la cooperación y el entendimiento mutuo.

Finalmente, para que una queja sea realmente constructiva, debe haber un equilibrio entre expresar lo que no está funcionando y ofrecer soluciones que puedan llevar a una mejora. Sin un enfoque práctico y orientado a la resolución, incluso las quejas más legítimas pueden convertirse en una simple descarga emocional sin un impacto real sobre la mejora del entorno o del proyecto en cuestión.

¿Cómo restaurar y mejorar la imagen de una organización en tiempos de crisis?

El compromiso con la comunidad, las iniciativas de responsabilidad social corporativa y la transparencia en los informes pueden ser factores cruciales para restaurar e incluso mejorar la imagen de una organización. A través de estos esfuerzos, una empresa puede no solo superar una crisis, sino también salir de ella más fuerte, respetada y confiable.

En el contexto de una crisis, la comunicación efectiva juega un papel central. En enero de 2020, mientras me encontraba en una conferencia con líderes de la industria del turismo, se produjo un evento que marcaría el inicio de una crisis global: se confirmó el primer caso de COVID-19 en los Estados Unidos. En ese momento, el CEO de la organización se acercó y me preguntó si podía desarrollar estrategias de comunicación para ayudar a gestionar las expectativas de los clientes en un escenario de confusión. No se trataba aún de una crisis completa, pero la incertidumbre estaba presente, y con ella, muchas preguntas sin respuesta.

Fue entonces cuando nació el marco RER, compuesto por tres pasos: reconocer, empatizar y responder. Este marco ofrece una estructura sencilla pero poderosa para comunicarse en medio de la incertidumbre y la ansiedad, elementos que suelen prevalecer en las primeras etapas de una crisis. RER es una metodología que, con el tiempo, se consolidó después de más de 20 años de estudios, investigaciones y práctica en el campo de la comunicación empresarial.

El marco RER nos ayuda a tomar un respiro y evita que reaccionemos de manera impulsiva. Nos convierte en oyentes activos y más alineados con las necesidades y preocupaciones de nuestros interlocutores. A través de este proceso, se pasa de reconocer una situación a actuar de manera adecuada y efectiva.

El marco RER tiene sus raíces en la secuencia motivada de Monroe, descrita previamente, que tiene como objetivo conectar emocionalmente con la audiencia, informarla sobre el problema, presentar soluciones viables y fomentar una visión positiva del futuro. Este enfoque se complementa con técnicas de escucha activa, retroalimentación y manejo de quejas, fundamentales para una comunicación eficaz en tiempos de crisis. Al combinar estos elementos, se logra un marco que puede aplicarse en cualquier situación donde la incertidumbre, la frustración o el miedo estén presentes.

El primer paso en el proceso de RER es reconocer. Cuando somos expertos en algo, existe la tentación de dar rápidamente la respuesta a una pregunta, lo cual no está mal, pero en momentos de ansiedad o frustración, el cerebro de la audiencia puede no estar preparado para recibir la información de manera efectiva. La clave es reconocer los sentimientos y percepciones de la audiencia antes de compartir una solución. Por ejemplo, en la industria del turismo, durante los primeros días de la pandemia, recomendé a las aerolíneas comenzar su comunicación con algo similar a: "Entiendo que tomar la decisión de viajar con su familia en este momento, con tanta incertidumbre, es muy difícil". Este simple reconocimiento de la situación emocional de la otra persona puede ser suficiente para calmarla.

En una situación en la que te acusen injustamente de algo, como en el caso de ser señalado por el mal uso de recursos de la empresa, el primer impulso podría ser negar los hechos. Sin embargo, si las personas ya están convencidas de tu culpabilidad, lo más probable es que no te crean. En lugar de negarlo, es más efectivo comenzar reconociendo lo que la otra persona podría estar pensando y sintiendo, como: "Entiendo que parece que usé fondos de la empresa para actividades personales durante el viaje". Este enfoque muestra que no estás ignorando la percepción del otro y, a la vez, te prepara para continuar con la empatía.

El segundo paso en el marco RER es la empatía. Esta etapa implica conectar con la audiencia de una manera significativa, no solo dando una respuesta superficial. La empatía permite que las personas sientan que no solo se comprende el problema, sino que también se valida su preocupación. Continuando con el ejemplo del conflicto sobre el uso de recursos, podrías agregar: "Si yo estuviera en su lugar, también estaría molesto si pensara que uno de ustedes está usando fondos de la empresa para actividades personales". Mostrar empatía no significa necesariamente estar de acuerdo, pero sí implica reconocer la validez de las emociones y preocupaciones del otro.

El último paso es responder, que consiste en presentar los hechos. Este es el momento en el que se ofrecen soluciones claras y directas. En el caso de la pandemia, las aerolíneas podían explicar cómo se manejaban los protocolos de seguridad y qué garantías ofrecían. En el caso del uso de recursos, sería el momento de explicar que se había obtenido la aprobación previa y que el procedimiento seguido fue el adecuado.

El poder del marco RER radica en su simplicidad. No se trata de una estrategia complicada, sino de un enfoque directo que permite a las organizaciones enfrentar crisis de manera más efectiva, evitando respuestas apresuradas y proporcionando un proceso claro para abordar la incertidumbre, el miedo y la frustración. Es un enfoque que facilita la creación de confianza y respeto mutuo, lo cual es fundamental para salir de cualquier crisis más fuerte de lo que se entró.