El manejo adecuado del envejecimiento y las condiciones asociadas a la población geriátrica requiere una supervisión especializada que debe estar a cargo de personal capacitado en el ejercicio físico y en el manejo del equipo utilizado para estos fines. Los ejercicios en cadena cinética cerrada, que involucran múltiples articulaciones, son ideales para los adultos mayores que inician un programa de entrenamiento de resistencia. Estos ejercicios, además de ser seguros, son efectivos para mejorar la función física de este grupo etario.

Es fundamental que las personas con enfermedades crónicas estén médicamente optimizadas, tomando en cuenta las condiciones que limitan su movilidad o funcionalidad. Por ejemplo, para los pacientes con enfermedades cardiovasculares, los ejercicios aeróbicos son los más beneficiosos, mientras que para quienes padecen osteoporosis, los ejercicios de resistencia y los que implican el peso corporal son esenciales para fortalecer los huesos. Para evaluar el progreso físico y funcional de estos pacientes, se pueden emplear herramientas de medición comunes, como el Índice de Barthel Modificado, el Test de Tiempo de Levantarse y Caminar, la Prueba de Resistencia de Pie de 30 segundos y el Test de Velocidad de Marcha de 10 metros, entre otras. Estos métodos permiten un seguimiento detallado y permiten adaptar el tratamiento según las necesidades específicas del paciente.

En cuanto a la intervención nutricional, el envejecimiento está relacionado con varios cambios en la composición corporal, entre ellos la pérdida de masa muscular y ósea y el aumento de la masa grasa. La disminución del gasto energético total, la mayor resistencia a la insulina y la resistencia anabólica a los efectos de los aminoácidos dietéticos observados en los adultos mayores son factores clave que deben ser atendidos. La ingesta adecuada de proteínas es crucial, y se recomienda una ingesta diaria de al menos 1.0-1.2 g/kg de peso corporal en adultos mayores sanos de 65 años en adelante. Para los adultos mayores activos, esta cifra debería superar los 1.2 g/kg de peso corporal al día. Además, las intervenciones nutricionales deben complementarse con ejercicios, especialmente entrenamiento de resistencia, ya que este es un estímulo efectivo para la síntesis de proteínas musculares. La vitamina D también juega un papel vital en la función muscular y la salud ósea, y se recomienda una ingesta diaria de 800 IU. En cuanto al calcio, se recomienda que los hombres mayores de 65 años y las mujeres mayores de 50 años consuman entre 1000 y 1500 mg diarios para mantener la salud ósea.

Más allá de los ejercicios y la nutrición, las intervenciones multicomponentes también se han explorado en el cuidado geriátrico, especialmente aquellas que incluyen entrenamiento cognitivo. Este tipo de entrenamiento, que se centra en mejorar la atención, la memoria a corto plazo, el procesamiento de la información, la resolución de problemas y el razonamiento, se ha probado con resultados variables. Además, muchos programas de atención geriátrica incluyen componentes para abordar otros aspectos relacionados con la fragilidad, como la polifarmacia, el aislamiento social, el abuso de alcohol y tabaco, la salud bucal, las enfermedades crónicas y la gestión del estado de ánimo. Es impo

¿Cómo afecta la quimioterapia al sistema nervioso y cómo se puede manejar?

La quimioterapia es una herramienta fundamental en el tratamiento del cáncer, pero también puede desencadenar efectos secundarios en diversos sistemas del cuerpo, entre los cuales destaca el sistema nervioso. Muchos de los efectos adversos neurotóxicos relacionados con la quimioterapia afectan tanto a los nervios periféricos como al sistema nervioso central, lo que puede deteriorar significativamente la calidad de vida del paciente.

Entre los efectos más comunes se encuentran la neuropatía periférica inducida por quimioterapia (CIPN, por sus siglas en inglés) y disfunciones cognitivas asociadas al cáncer. Los medicamentos utilizados en la quimioterapia, como los taxanos, oxaliplatino y los alcaloides de la vinca, pueden ocasionar síndromes agudos de neuropatía que afectan principalmente los nervios periféricos, aunque también se pueden presentar alteraciones motoras. En particular, los taxanos, como el paclitaxel y el docetaxel, tienen un efecto neurotóxico directo que causa tanto neuropatía sensorial como motora. Por otro lado, los alcaloides de la vinca, como la vincristina y la vinblastina, suelen presentar un impacto significativo en el sistema motor, además de la neuropatía sensorial.

El manejo de estos efectos adversos comienza con una evaluación clínica exhaustiva. Es necesario obtener una historia médica detallada del paciente, que incluya factores de riesgo como comorbilidades relevantes, consumo de alcohol, exposiciones a toxinas y antecedentes de neuropatías. La cronología de los síntomas, así como la distribución y las características de la quimioterapia, deben ser cuidadosamente evaluadas. Además, una serie de pruebas neurofisiológicas objetivas pueden ser útiles para medir de manera cuantitativa la afectación del sistema nervioso.

En términos de tratamiento, las opciones farmacológicas incluyen inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina, como la duloxetina, antidepresivos tricíclicos como la nortriptilina y antiepilépticos como la gabapentina. Aunque la duloxetina es considerada una de las opciones más prometedoras, especialmente para la CIPN, es relativamente contraindicada en pacientes que reciben tamoxifeno, ya que puede inhibir la conversión de este fármaco a sus metabolitos activos a través de la inhibición de la isoenzima CYP2D6. Los estudios sobre terapias alternativas, como la neuroestimulación y la acupuntura, han sido explorados, aunque los resultados son inciertos.

El manejo de las disfunciones cognitivas asociadas al cáncer también es crucial. Aunque la quimioterapia es el principal factor asociado con la disfunción cognitiva, otros tratamientos como la radioterapia y la cirugía también pueden contribuir a este deterioro. La afectación cognitiva en los pacientes con cáncer puede manifestarse en dificultades con la memoria a corto plazo, la memoria de trabajo y las habilidades verbales. Además, se observan alteraciones en la atención, la velocidad de procesamiento y las funciones ejecutivas.

Los factores de riesgo para la disfunción cognitiva incluyen tratamientos previos, dosis más altas o más prolongadas de terapia, quimiorradioterapia concurrente, y antecedentes de enfermedades psiquiátricas o abuso de sustancias. Sin embargo, es importante destacar que muchos pacientes experimentan una mejora significativa en su función cognitiva en los dos primeros años tras la finalización del tratamiento. La intervención temprana mediante estrategias compensatorias, como el uso de recordatorios, calendarios o dispositivos inteligentes, puede ser útil. También se recomienda la terapia ocupacional y del habla, así como la terapia cognitivo-conductual, para abordar los déficits funcionales y mejorar la calidad de vida.

En el caso del linfedema, otro efecto secundario importante en los pacientes con cáncer, es esencial reconocerlo temprano. El linfedema ocurre cuando el líquido linfático se acumula en los tejidos blandos debido a una obstrucción en el sistema linfático, una complicación común después de la cirugía de ganglios linfáticos o de la invasión tumoral. El riesgo de linfedema se asocia con factores como un índice de masa corporal elevado, cirugía extensa de ganglios linfáticos, tratamientos adyuvantes como la radioterapia, y un estilo de vida sedentario. A largo plazo, el linfedema puede generar tejido fibroso y causar hinchazón irreversible, además de ser susceptible a infecciones como la celulitis.

La rehabilitación y manejo del linfedema deben ser parte integral del tratamiento, dado que la condición afecta la función y la calidad de vida del paciente. Desde una perspectiva rehabilitadora, el enfoque incluye la gestión de los factores de riesgo, como el control del peso y la mejora del nivel de actividad física. El tratamiento puede incluir drenaje linfático manual, uso de medias de compresión y la adaptación de estrategias preventivas para reducir la progresión del linfedema.

Es importante entender que los efectos neurotóxicos de la quimioterapia y otras terapias contra el cáncer no desaparecen con el tiempo, sino que los riesgos persisten de forma crónica. Esto subraya la necesidad de un enfoque de manejo integral y temprano para minimizar las complicaciones y mejorar la calidad de vida de los pacientes. La evaluación continua de las funciones motoras y cognitivas, así como el seguimiento adecuado de los efectos secundarios, es esencial para adaptar los tratamientos y mejorar los resultados a largo plazo.

¿Cómo elegir el apoyo adecuado al caminar: Bastones, muletas y ortesis?

El uso adecuado de dispositivos de apoyo al caminar es fundamental para las personas con dificultades de movilidad debido a lesiones o condiciones neurológicas. Estos dispositivos no solo proporcionan estabilidad y seguridad, sino que también ayudan a mantener una correcta alineación postural y previenen caídas. A continuación, se detallan los tipos más comunes de ayudas para la marcha y sus indicaciones específicas.

El bastón regular ajustable en altura es una herramienta ligera y fácil de transportar. Su propósito principal es estabilizar el control postural del paciente y ofrecer un ligero soporte del peso corporal. Se recomienda en casos de lesiones musculoesqueléticas leves en las extremidades inferiores, como esguinces de tobillo o rodilla, o en pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular leve que causa debilidad unilateral. También es útil para incrementar la confianza y seguridad del paciente al caminar en entornos exteriores y desafiantes. Aunque el bastón proporciona una estabilidad básica, su mayor ventaja radica en ser un dispositivo discreto y funcional.

El bastón tipo sombrilla, que tiene una punta de goma y una altura fija, cumple una función similar al bastón regular pero con una apariencia menos estigmatizante. Este tipo de bastón es útil para aquellos que requieren un apoyo similar pero desean mantener un perfil más discreto en público.

En el caso de pacientes que necesiten una mayor estabilidad y alineación postural, el bastón de senderismo ajustable en altura es una opción adecuada. A diferencia del bastón regular, el diseño vertical del mango fomenta una postura más simétrica y reduce el esfuerzo necesario para mantener el equilibrio al caminar.

Para aquellos con condiciones neurológicas más graves, como hemiplejia, o con amputaciones de extremidades inferiores, el bastón cuadrado ajustable en altura es ideal. Su base de apoyo más amplia y su capacidad para proporcionar un apoyo tanto para el peso corporal como para la estabilidad postural lo convierten en una herramienta valiosa para aquellos que requieren un mayor nivel de soporte.

Los marcos de caminata con soporte de plataforma o de antebrazo son dispositivos de apoyo robustos, diseñados específicamente para pacientes con debilidad pronunciada o un equilibrio deficiente. Estos marcos permiten un apoyo considerable del peso corporal mediante los antebrazos, lo que facilita la práctica prolongada de la marcha. Son ideales en las primeras fases de rehabilitación o para pacientes que requieren un apoyo continuo durante la marcha.

Los andadores, o rollators, son ayudas de marcha multipropósito que proporcionan una base de apoyo ampliada, mejorando la estabilidad y reduciendo el riesgo de caídas. Están especialmente diseñados para personas mayores que tienen un riesgo elevado de caídas debido a la reducción de su rapidez de reacción en situaciones de desequilibrio. El diseño de ruedas de los andadores facilita el desplazamiento y minimiza el esfuerzo necesario para empujarlos, lo que permite realizar trayectos más largos y seguros. Muchos modelos incorporan un asiento para descanso, lo que aumenta aún más su practicidad para personas que pueden fatigarse rápidamente.

Es importante tener en cuenta que la altura del dispositivo de apoyo debe ajustarse de manera que el mango quede aproximadamente a la altura de la muñeca del paciente cuando está de pie. Esto asegura que la postura se mantenga correcta y se evite cualquier tensión innecesaria en las articulaciones superiores.

En el caso de los dispositivos de doble uso, como las muletas o los bastones dobles, es esencial seguir patrones de marcha coordinados y consistentes, como los patrones de marcha en dos, tres o cuatro tiempos, para garantizar que se respete la cantidad adecuada de peso que debe soportar la pierna afectada. De lo contrario, el riesgo de caídas o tropiezos aumenta considerablemente.

A la hora de subir y bajar escaleras, una regla básica es subir con la pierna más fuerte primero y bajar con la pierna más débil. El dispositivo de apoyo debe permanecer con la pierna más débil durante el movimiento, ya que esto proporciona mayor estabilidad.

Por otro lado, las ortesis son dispositivos aplicados externamente para modificar las características estructurales y funcionales del sistema neuromuscular y esquelético. Pueden ser temporales o permanentes y se dividen en estáticas, progresivas estáticas o dinámicas. Las ortesis estáticas no permiten movimiento en las articulaciones, mientras que las dinámicas incorporan componentes como resortes o poleas para promover la función. Las ortesis progresivas estáticas permiten un aumento gradual del rango de movimiento en las articulaciones rígidas mediante una tensión no elástica.

Las ortesis tienen diversos fines, como prevenir contracturas, mejorar la movilidad o el movimiento articular, descargar una articulación o parte del cuerpo, proporcionar estabilidad para la curación, corregir el alineamiento biomecánico y reducir el dolor. La elección y fabricación de una ortesis debe considerar factores como la facilidad de colocación y retiro, la comodidad, la durabilidad de los materiales y el costo.

En el caso de las extremidades superiores, existen diversas ortesis, como los descansapiernas de antebrazo, que se utilizan comúnmente para prevenir deformidades en las manos debido a cambios estructurales causados por enfermedades neurológicas, quemaduras, artritis o lesiones. La ortesis antiespástica para la mano es útil para inhibir el tono muscular excesivo, al reducir el reflejo de estiramiento. Por otro lado, las férulas para la muñeca, como las férulas de muñeca o los estabilizadores, son comunes para condiciones que requieren inmovilización temporal de la muñeca, como en la tendinitis o el síndrome del túnel carpiano.

Las ortesis para las extremidades inferiores, como las ortesis de tobillo y pie (AFO), son útiles en pacientes con debilidad en la dorsiflexión del tobillo, que provoca caída del pie (foot drop). Estas ortesis ayudan a mejorar la marcha y a mantener una posición más natural del pie. Existen varios tipos, como las férulas posteriores de hoja (AFO de resorte), que se pueden fabricar a medida o comprar en el mercado, y las AFO sólidas, que son personalizadas y proporcionan un mayor nivel de control.

El proceso de elección de la ayuda correcta para la marcha o la ortesis adecuada es crucial para optimizar la movilidad del paciente, mejorar su calidad de vida y reducir el riesgo de lesiones. Es fundamental contar con el asesoramiento de profesionales médicos especializados para asegurar que se seleccione el dispositivo que mejor se ajuste a las necesidades de cada persona.