El movimiento cristiano de derecha en los Estados Unidos ha evolucionado de manera significativa a lo largo de las décadas. Aunque gran parte de su actividad en las décadas de 1980 y 1990 fue visible a nivel nacional, especialmente a través de la campaña presidencial de Pat Robertson y la toma del control de la Cámara de Representantes de los EE. UU. por parte del Partido Republicano, la verdadera transformación del movimiento ocurrió principalmente a nivel estatal. Estos logros a nivel nacional tuvieron un efecto inmediato en la política estatal, movilizando activistas y atrayendo a evangélicos recién involucrados al sistema político. Esta dinámica fue facilitada por organizaciones como la Coalición Cristiana, que no solo coordinó esfuerzos a nivel estatal, sino que también promovió la creación de nuevas filiales enfocadas en la política local y estatal. Aunque la Coalición Cristiana ha perdido fuerza con los años, otras organizaciones como el Consejo de Investigación Familiar y la Asociación Familiar Estadounidense han intentado continuar con este enfoque, consolidando su influencia en los estados.

La mayoría de los estados cuenta al menos con una organización afiliada a alguna de estas entidades que actúa como centro de poder para influir en la política estatal. En muchos casos, la política conservadora contemporánea se construye sobre una red de interacciones entre los grupos cristianos de derecha y los activistas conservadores religiosos dentro del Partido Republicano. Esta división de roles permite a ambos actores compartir un núcleo de activistas y una base de apoyo popular, mientras alcanzan a nuevos seguidores tanto en los márgenes religiosos como políticos. A pesar de que muchos activistas de la derecha cristiana informan que sus seguidores están principalmente motivados por cuestiones nacionales, su objetivo es redirigir ese interés hacia problemas más inmediatos de política estatal.

Además de las organizaciones nacionales de la derecha cristiana, existen muchas otras que son propias de cada estado. Un claro ejemplo es el Maine Christian Civic League, creado por activistas de la templanza a principios del siglo XX, o la Traditional Values Coalition, fundada en 1984 en el sur de California. Estas organizaciones locales continúan desempeñando un papel crucial dentro del movimiento y son responsables de movilizar y formar nuevos activistas.

El foco de la derecha cristiana en la política estatal tiene una razón de peso: muchas de las cuestiones que les resultan más relevantes son, por naturaleza, de índole estatal. Las leyes que regulan los procedimientos de aborto, los estándares educativos sobre la enseñanza de la ciencia y la reproducción humana, así como las leyes relacionadas con la restauración de la libertad religiosa, son en su mayoría cuestiones gobernadas a nivel estatal. Incluso debates como la provisión de anticonceptivos bajo la Ley de Cuidado de Salud Asequible tienen una dimensión estatal, dado que las compañías de seguros están reguladas por los estados. El matrimonio entre personas del mismo sexo es, sin embargo, un claro ejemplo de la discrepancia entre los niveles estatal y federal. Durante casi dos décadas, este tema se debatió intensamente a nivel estatal, con numerosas leyes que prohibían el matrimonio entre personas del mismo sexo, y muchas iniciativas que pasaron por referendos directos.

La victoria de la Corte Suprema con el fallo Obergefell, que legalizó el matrimonio homosexual en todo el país, privó a las organizaciones a nivel estatal de un punto de movilización crucial. Para muchos activistas de la derecha cristiana, la resolución de este tema representó un reto importante para la continuidad del movimiento a nivel estatal, ya que la falta de un tema controvertido de tal magnitud les quitó una plataforma desde la cual movilizar a la ciudadanía. En este sentido, los activistas se enfrentan a un dilema: mientras que las cuestiones nacionales tienden a generar un mayor interés y movilización, las políticas estatales tienen un impacto mucho más directo en la vida diaria de los ciudadanos. Esta desconexión es uno de los obstáculos más persistentes a la hora de mantener un activismo de base fuerte a nivel estatal.

Al mismo tiempo, han surgido nuevos temas, especialmente de la mano de las generaciones más jóvenes de evangélicos, que podrían formar parte del futuro del movimiento. Ejemplos de ello incluyen la trata de personas y la adopción. Un caso paradigmático es el proyecto de adopción de Colorado, Project 1.27, que en 2007 se propuso garantizar que ningún niño en el sistema de acogida del estado fuera elegible para ser adoptado sin encontrar una familia. Este tipo de proyectos locales demuestra cómo el movimiento cristiano de derecha puede abordar cuestiones profundamente locales mientras mantiene un enfoque global en los valores familiares tradicionales.

A pesar de algunos avances, como las restricciones al aborto en muchos estados, el movimiento cristiano conservador se ha enfrentado a ciertos desafíos. Durante la administración de George W. Bush, muchos líderes estatales del movimiento comenzaron a sentir que sus expectativas respecto a la política doméstica no se cumplían, pues el enfoque principal de la administración fue la guerra contra el terrorismo y la seguridad nacional. Esta desviación de las prioridades políticas afectó a la agenda estatal, sobre todo cuando comenzaron a surgir inquietudes sobre el tamaño del gobierno y el gasto público, que se vieron exacerbadas por la recesión económica. Este contexto abrió la puerta a nuevos movimientos dentro del Partido Republicano, como el Tea Party, cuya relación con la corriente cristiana conservadora ha sido generalmente subestimada, pero que posee raíces en este entorno religioso.

El desafío más grande para las organizaciones a nivel estatal es precisamente el mismo que enfrenta el movimiento a nivel nacional: cómo convertir un activismo profundamente motivado por valores y creencias religiosas en un poder político efectivo en un panorama que cambia rápidamente. A pesar de los avances logrados en ciertas áreas, el futuro del movimiento cristiano conservador a nivel estatal dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades políticas y sociales sin perder de vista los ideales que lo han sustentado durante décadas.

¿Cómo afecta la administración Trump a los derechos civiles y económicos en los Estados Unidos?

El impacto de la administración Obama en los derechos civiles y económicos de los estadounidenses fue significativo, especialmente en lo que respecta a las políticas progresistas que favorecieron la ampliación de derechos como el matrimonio entre personas del mismo sexo y el acceso al aborto. Sin embargo, con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, muchas de estas promesas han sido detenidas o revertidas, particularmente a nivel estatal. Aunque el presidente Trump ha señalado su intención de no intervenir en la legalidad del matrimonio entre personas del mismo sexo, la lucha contra el aborto sigue siendo un tema central en la agenda política, con una notable diferencia: mientras que las restricciones al aborto han demostrado ser mucho más efectivas a nivel estatal que a nivel nacional, la despenalización del matrimonio homosexual sigue siendo una cuestión aún relativamente reciente, vinculada a decisiones judiciales de la Corte Suprema.

El escenario que enfrentan los activistas de la derecha cristiana y los votantes evangélicos parece haber cambiado poco en términos de los temas sociales que los motivan a ellos y a los republicanos a mantener el control de la mayoría de los gobiernos estatales. A pesar de los esfuerzos del movimiento para promover un cambio más radical en la política social, es poco probable que se produzca una transformación significativa que altere sustancialmente su relevancia. El cambio que sí parece más probable se encuentra en áreas como el gasto en bienestar social y la legislación sobre derechos civiles, aunque estas no son necesariamente las cuestiones principales para los votantes evangélicos, aunque sí lo sean para otros grupos de la población.

El reto principal para el movimiento de la derecha cristiana en este contexto es la construcción de una agenda política que resuene con sus bases. Si los evangélicos mantienen su atención centrada en la política nacional, donde los temas sociales tienen un peso menor, y si además se sienten satisfechos con otros aspectos de la presidencia de Trump, es posible que el movimiento se vea obligado a recordar a sus seguidores su relevancia dentro de un panorama político que cambia lentamente. En este sentido, el apoyo evangélico a Trump, particularmente a través del Tea Party durante la administración Obama, ha mostrado cómo se produjo una fractura entre los votantes que apoyaban con entusiasmo a Trump y los líderes evangélicos que eran más cautelosos. Esta división señala la importancia de entender que, aunque algunos sectores del movimiento evangélico se han alineado firmemente con el presidente, hay otros que mantienen una postura más moderada.

La política estatal jugará un papel crucial en los próximos años. A pesar de que los cambios a nivel federal serán limitados, el control de los gobiernos estatales por parte de los republicanos, muchos de los cuales están fuertemente influenciados por la derecha cristiana, garantizará que las luchas sobre temas como el aborto, los derechos LGBT y la libertad religiosa continúen siendo una parte esencial de la política estadounidense. El movimiento cristiano de derecha sigue teniendo poder e influencia en algunos estados, pero también se enfrenta a una batalla defensiva contra las fuerzas sociales que promueven un cambio progresivo.

En cuanto a la política en los estados, la lucha por temas como el derecho al aborto y la libertad religiosa sigue siendo fundamental para los movimientos conservadores y evangélicos. Sin embargo, es importante comprender que la dinámica en los estados puede ser muy diferente a la que se observa a nivel nacional. A menudo, las políticas estatales no reflejan completamente las decisiones federales, lo que permite que los estados adopten enfoques más extremos o más moderados respecto a cuestiones como la protección de los derechos civiles, la protección del medio ambiente y la promoción de la equidad social. Esto hace que, aunque haya un estancamiento general a nivel nacional, las políticas estatales continúen siendo un terreno clave en el que los grupos de derecha intentan expandir o restringir los derechos sociales según sus intereses.