La figura de William Jennings Bryan, líder de la tradición presbiteriana de Cumberland, un influyente miembro del Partido Demócrata y representante del estado de Tennessee en el juicio contra John Scopes, es clave para entender las motivaciones políticas de los votantes evangélicos en la historia estadounidense. En 1925, Bryan se enfrentó a Clarence Darrow, el abogado defensor de Scopes, quien había sido acusado de enseñar la teoría de la evolución en las escuelas públicas. Durante este juicio, que se convirtió en un evento mediático, Bryan fue interrogado como experto bíblico por Darrow, quien le cuestionó sobre la validez científica de las enseñanzas contenidas en la Biblia. La intervención de Darrow fue provocadora, argumentando que su propósito era "evitar que los fanáticos y los ignorantes controlaran la educación de los Estados Unidos". A pesar de la derrota personal de Bryan en los medios de comunicación, el juicio tuvo un impacto más profundo en la política estadounidense, sobre todo en la actitud de los evangélicos hacia la ciencia y la educación.

Aunque algunos historiadores sugieren que los evangélicos se retiraron de los debates políticos después de la derrota en el juicio Scopes, este análisis pasa por alto una victoria política significativa. Aunque la condena a Scopes fue anulada en apelación, el juicio provocó la promulgación de leyes que prohibieron la enseñanza de la evolución en muchas partes del país. Durante varias décadas, la teoría de la evolución fue sistemáticamente excluida de los libros de biología, lo que refleja un triunfo parcial de los valores evangélicos sobre la educación científica. A pesar de los intentos de ridiculizar a los evangélicos, estos no solo mantuvieron su oposición al evolucionismo, sino que aumentaron su participación política. Los registros de participación electoral y actividad en campañas durante las décadas de 1960 y 1970 muestran que los evangélicos blancos participaron en política a tasas similares a otros grupos religiosos, desafiando la idea de un retiro generalizado tras el juicio de Scopes.

Es cierto que las organizaciones asociadas al "Derecho Cristiano", como Focus on the Family, la Coalición Cristiana y la Moral Majority, se formaron a finales de los años 70 y principios de los 80, coincidiendo con el auge de la oposición al aborto. La década de 1970, con la decisión de Roe v. Wade, marcó un hito en la politización de los evangélicos. Sin embargo, si bien estas organizaciones contribuyeron a la movilización de muchos votantes, no explican toda la participación política de los evangélicos, especialmente la que ocurrió antes de su consolidación. La participación de los evangélicos en la política no fue excepcionalmente baja antes de estos movimientos, y sus incrementos en la participación pueden ser atribuidos en gran medida a mejoras en su estatus socioeconómico, como el aumento de riqueza y educación. Además, la creación de estas organizaciones no alteró significativamente las tasas de participación de los evangélicos más pobres, quienes, a pesar de su presencia en la sociedad, seguían participando menos que sus pares más acomodados.

Es importante destacar que la oposición evangélica al aborto no fue una prioridad política en las décadas previas a la fundación de estas organizaciones. En la década de 1960, la postura evangélica sobre el aborto era ambigua; incluso la revista Christianity Today se mostró reacia a considerarlo un pecado, citando razones como la salud individual, el bienestar familiar y la responsabilidad social como justificaciones para la interrupción del embarazo. En 1971, la Convención Bautista del Sur aprobó una resolución que favorecía el aborto bajo ciertas condiciones, como violación, incesto o peligro para la salud de la madre. Solo con el tiempo, y especialmente después de la decisión de Roe v. Wade, los evangélicos adoptaron una postura más firme en contra del aborto, especialmente a través de las influentes organizaciones del "Derecho Cristiano".

Un aspecto esencial para entender la motivación política de los evangélicos en las décadas de 1960 y 1970 es su enfoque en la segregación racial. En el sur de los Estados Unidos, donde residía la mayoría de los evangélicos blancos, la resistencia a la integración escolar fue un tema central. Tras la finalización de la Reconstrucción en 1877, el sistema de segregación racial se reinstauró en el sur, y aunque la Corte Suprema había dictado el fallo de Brown v. Board of Education en 1954, que ordenaba la integración de las escuelas, los evangélicos del sur se opusieron activamente a esta medida. La resistencia a la integración escolar culminó en la creación de "academias de segregación", escuelas privadas para estudiantes blancos, como la Lynchburg Christian Academy fundada por Jerry Falwell en 1967. Este fenómeno fue parte de una resistencia más amplia al movimiento por los derechos civiles, donde los evangélicos jugaron un papel crucial, eludiendo la integración escolar a través de la creación de nuevas instituciones educativas exclusivas para blancos.

El análisis de la motivación política de los votantes evangélicos revela que su involucramiento en temas sociales y políticos estaba profundamente marcado por su contexto racial y la amenaza percibida a su estructura social tradicional, más que por una movilización espontánea en torno a temas como el aborto. La consolidación de movimientos como el Derecho Cristiano no fue el comienzo de su participación política, sino más bien una fase posterior que intensificó la visibilidad y el alcance de la oposición evangélica a ciertos cambios sociales, especialmente en cuestiones relacionadas con la moralidad y la educación.

¿Cómo influye la religión en el proceso migratorio y la participación política de los latinos?

La religión juega un papel fundamental en la vida de muchos inmigrantes latinos en los Estados Unidos, no solo como una fuente de apoyo espiritual, sino también como un eje clave en su proceso de adaptación y participación política. La migración, con sus desafíos y traumas, puede dejar una huella profunda en los migrantes, quienes encuentran en la religión un medio para lidiar con la incertidumbre y la separación de sus países de origen. Además, la religión se convierte en un vehículo de integración social, proporcionando una red de apoyo y una estructura que facilita el sentido de pertenencia en un nuevo país.

Los estudios muestran que la religión en la vida de los inmigrantes latinos se manifiesta de diferentes maneras, dependiendo de las tradiciones religiosas y de las distintas comunidades a las que pertenecen. Por ejemplo, mientras que muchos inmigrantes centroamericanos se adhieren al catolicismo, otros, como los provenientes de comunidades evangélicas, encuentran en la iglesia un espacio para reafirmar sus creencias y, a la vez, influir en la política estadounidense. La conversión al protestantismo, especialmente al evangelicalismo, ha crecido notablemente entre los latinos en los últimos años, lo que ha tenido un impacto significativo tanto en su identidad religiosa como en su posicionamiento político.

La relación entre la religión y la participación política de los latinos es igualmente compleja. La creciente presencia de evangélicos entre los latinos ha modificado las dinámicas políticas, en especial en relación con el Partido Republicano, que ha intentado ganar el apoyo de esta comunidad. Sin embargo, factores como la postura del Partido Republicano frente a los inmigrantes y los derechos civiles de los latinos han dificultado esa alineación política. La religión, entonces, actúa como un catalizador de participación política, pero también como un punto de fricción cuando las creencias religiosas no se alinean con las políticas partidarias.

Además, el vínculo entre religión y política no es solo una cuestión de afiliación a una iglesia, sino también de las formas en que la religión puede influir en las actitudes políticas de los individuos. Los estudios muestran que los latinos con fuertes convicciones religiosas son más propensos a participar en actividades cívicas, como votar, protestar o involucrarse en movimientos sociales, especialmente cuando los temas involucrados están directamente relacionados con sus valores religiosos. En este sentido, las iglesias actúan no solo como centros espirituales, sino también como plataformas de organización política y social.

La influencia de la religión en el comportamiento político de los latinos también está conectada con las diferencias generacionales y las identidades transnacionales. Los inmigrantes de primera generación, por ejemplo, tienden a mantener vínculos estrechos con las iglesias de sus países de origen, mientras que las generaciones más jóvenes, nacidas en Estados Unidos, pueden experimentar una transformación en su relación con la religión y, por ende, en su manera de participar en la vida política del país. Sin embargo, la religión sigue siendo un punto de referencia importante en la construcción de la identidad de los latinos, ya que a través de ella se definen muchas de sus actitudes sobre temas como el aborto, el matrimonio y los derechos de los inmigrantes.

Por otro lado, las iglesias latinoamericanas, tanto católicas como evangélicas, juegan un papel crucial en la preservación de la cultura religiosa de los inmigrantes, facilitando la transmisión de valores y tradiciones que conectan a las personas con su país de origen, mientras al mismo tiempo las integran a la sociedad estadounidense. En este contexto, la religión se convierte en una herramienta de resistencia cultural, un medio por el cual los latinos pueden afirmar su identidad en un entorno que a menudo los marginaliza.

En cuanto al futuro de la participación política de los latinos en los Estados Unidos, es importante reconocer que la religión continuará siendo un factor crucial. Sin embargo, las dinámicas están cambiando constantemente. Los latinos más jóvenes, especialmente aquellos que se identifican como "no religiosos" o pertenecen a denominaciones no tradicionales, podrían estar redefiniendo la manera en que la religión influye en su participación política. Este cambio podría abrir nuevas posibilidades para la inclusión y el empoderamiento político de los latinos, no solo en el ámbito de la religión, sino también en otras áreas de la vida cívica.

Es esencial entender que la religión no actúa de forma aislada en la vida de los latinos. Está profundamente entrelazada con sus experiencias de inmigración, sus visiones sobre la ciudadanía, y sus aspiraciones políticas. A medida que los latinos continúan evolucionando como una de las comunidades más dinámicas y crecientes en los Estados Unidos, su relación con la religión y la política seguirá desempeñando un papel clave en la configuración de la sociedad estadounidense en el futuro cercano.

¿Cómo influencian los líderes religiosos a sus congregantes en un contexto polarizado?

En la actualidad, los líderes religiosos desempeñan un papel fundamental en las comunidades, tanto en el ámbito político como social, con un impacto que a menudo excede las fronteras de su propia congregación. Los factores contextuales juegan un papel crucial en la forma en que estos líderes ejercen su influencia, particularmente en un entorno donde las estructuras de poder son más fluidas y los seguidores más exigentes. El papel de los líderes religiosos, ya sean locales o nacionales, varía dependiendo de la jerarquía e instituciones de las que forman parte, así como de las señales que emiten hacia sus seguidores.

La estructura jerárquica de algunas iglesias, como la Iglesia Católica, proporciona un modelo clásico en el que los líderes de mayor rango, como los obispos, tienen un poder considerable sobre las decisiones y creencias de los fieles. En contrastre, las denominaciones evangélicas suelen ser menos jerárquicas, lo que lleva a que los líderes locales, como pastores, puedan ser percibidos como más independientes y como intermediarios clave entre la comunidad religiosa y el poder político. En estas comunidades, los lazos de influencia entre los líderes y los miembros pueden ser más flexibles, lo que deja espacio a una mayor interacción personal y percepción de autonomía. La ausencia de una estructura jerárquica clara significa que los líderes locales pueden ser vistos como brokers políticos, capaces de movilizar recursos e influir en la opinión pública de sus congregantes.

Sin embargo, la relación entre los líderes religiosos y sus seguidores no es sencilla. Los estudios sobre las señales políticas ofrecidas por estos líderes indican que los seguidores tienden a ser sensibles tanto a la fuente de la información como a los objetivos que se buscan con esa información. Según Stephen P. Nicholson (2011), la influencia de un líder religioso puede verse mitigada por el hecho de que los seguidores desconfíen de ciertos grupos o entidades, especialmente si estas son consideradas impopulares o contrarias a los intereses del grupo religioso. En tiempos de polarización política, un cambio en las posturas de un líder religioso sobre temas controvertidos puede alienar a una porción significativa de su audiencia. Esta es una dinámica que puede verse en la resistencia de algunas denominaciones evangélicas a apoyar figuras políticas consideradas poco alineadas con sus principios, como fue el caso de la relación de ciertos líderes religiosos con Donald Trump en las elecciones de 2016.

Un aspecto clave que todavía no está completamente comprendido es cómo el público responde a los líderes religiosos que cambian de postura en temas políticos o morales. En un entorno donde las creencias son profundamente divisivas, un cambio de posición puede ser interpretado como una traición por parte de los seguidores, quienes se sienten inseguros si perciben que los valores de su comunidad están siendo comprometidos. Esto es particularmente problemático en un contexto religioso como el de las iglesias evangélicas, donde las expectativas de los fieles hacia sus líderes son altas y muy específicas.

La cuestión de la "coordinación" entre élites religiosas y políticas es otra área de gran relevancia. A pesar de que las regulaciones fiscales federales prohíben la colaboración directa entre líderes religiosos y políticos, existen estudios que sugieren que los seguidores pueden interpretar las señales de los líderes religiosos como endosos políticos, incluso sin una coordinación explícita. En este sentido, la percepción de los seguidores sobre la relación entre líderes religiosos y figuras políticas puede variar dependiendo de su interpretación de la lealtad o la identidad social del líder.

En el caso de los evangélicos, por ejemplo, a pesar de que algunas figuras prominentes apoyaron a Trump en 2016, muchos pastores locales mantuvieron una postura neutral o incluso se abstuvieron de abordar el tema directamente con sus congregaciones. Según estudios de Paul A. Djupe y colaboradores (2016), solo un pequeño porcentaje de los evangélicos escuchó sobre Trump o Hillary Clinton de sus líderes religiosos. Este vacío de información directa desde los pulpitos, sumado a la complejidad de la situación política, creó un ambiente en el que los fieles no recibieron suficientes señales claras de sus líderes locales.

La percepción pública sobre cómo los líderes religiosos interactúan con las figuras políticas puede verse influida por múltiples factores, como el miedo a la pérdida de apoyo de los seguidores o la ruptura de normas dentro de la comunidad. En este contexto, la respuesta del público a los mensajes políticos de los líderes religiosos está fuertemente mediada por las dinámicas internas de la comunidad y la manera en que los fieles proyectan sus propios valores y creencias sobre sus líderes.

Es crucial entender que, más allá de la influencia de los líderes religiosos sobre sus congregantes, lo que importa es cómo los seguidores interpretan esas señales. En muchas ocasiones, la falta de información directa de los líderes puede llevar a los fieles a buscar cues complementarios, proyectando las posturas de figuras prominentes en la esfera pública sobre sus líderes locales. Esta "proyección" se vuelve más probable cuando los líderes locales no brindan suficientes orientaciones claras sobre temas políticos y sociales.