El camino hacia la creación de un legado y la generación de riqueza no se trata solo de acumular dinero, sino de establecer una base sólida que impacte de manera duradera tanto a nivel individual como familiar. En este sentido, el emprendimiento negro, con su carga histórica y cultural, se presenta como un terreno fértil para quienes buscan no solo el éxito económico, sino también el bienestar colectivo y la resiliencia de sus comunidades.

A lo largo de la historia, las familias negras han tenido que luchar contra las barreras estructurales impuestas por un sistema que ha favorecido a otras clases sociales y raciales. Sin embargo, esta adversidad también ha cultivado una resistencia única que ha llevado a una generación de empresarios a destacar no solo por su capacidad para crear riqueza, sino por su visión para dejar un legado. Esta perspectiva se encuentra en el corazón de los consejos y experiencias compartidas por los emprendedores negros que han conseguido no solo prosperar, sino transformar su entorno.

Un concepto fundamental que debe ser entendido por cualquier emprendedor es que la creación de riqueza no es solo una cuestión de acumular activos. Es esencial construir un legado, algo que perdure más allá de las ganancias inmediatas. Este enfoque, que va más allá de la mera acumulación de recursos materiales, es clave para el verdadero éxito. La riqueza no debe ser vista solo como un fin, sino como un medio para asegurar una base sólida para las generaciones futuras.

En el caso de Dana Frank, autora de Get Up and Get On It, la narrativa de su vida y la de su familia es un reflejo de esta filosofía. Proveniente de una familia de emprendedores, Dana no solo aprendió el valor del trabajo duro, sino que también comprendió cómo utilizar sus recursos para cambiar el destino de su familia. La lección central que ofrece Frank es que, al igual que otros empresarios negros que han tenido éxito, el camino hacia la prosperidad está marcado por una combinación de visión, trabajo duro y la capacidad de superar las dificultades raciales y sociales.

Otro aspecto importante a tener en cuenta es la importancia de la educación financiera, un tema que se aborda con frecuencia en este tipo de literatura. Aunque la educación formal es fundamental, el conocimiento sobre cómo gestionar, invertir y multiplicar el dinero es crucial para garantizar el éxito financiero a largo plazo. En la obra de Frank, la orientación sobre cómo entrar en el mundo inmobiliario y cómo tomar decisiones de negocio inteligentes se presenta como una herramienta indispensable para quienes buscan construir un patrimonio.

Sin embargo, el éxito no está exento de retos. A lo largo de su carrera, Frank destaca las dificultades que enfrentó como mujer negra en un mundo empresarial predominantemente blanco. Estas barreras, aunque intimidantes, pueden ser superadas mediante el empoderamiento personal y el establecimiento de redes de apoyo. La comunidad juega un papel clave en este proceso, ya que la creación de una red sólida de contactos, mentores y aliados puede marcar la diferencia entre el fracaso y el éxito.

El libro Get Up and Get On It también enfatiza la importancia de tener un plan claro y la disposición para enfrentar los miedos y desafíos que surgen en el camino hacia el éxito. Dana Frank, como otros emprendedores, comparte su experiencia al respecto, haciendo hincapié en la necesidad de perseverancia y en la importancia de no dejarse intimidar por los obstáculos que puedan surgir.

Es crucial comprender que los desafíos no solo son financieros, sino también emocionales y sociales. Las barreras raciales, las injusticias históricas y la falta de acceso a recursos son realidades con las que los emprendedores negros deben lidiar constantemente. No obstante, estas dificultades no deben ser vistas como obstáculos insuperables, sino como oportunidades para innovar y superar expectativas. La resiliencia y la capacidad de adaptarse a nuevas circunstancias son esenciales para prosperar en un entorno lleno de desafíos.

Es necesario también que los emprendedores se enfrenten al concepto de "bancarización" y de cómo las instituciones financieras, a menudo inaccesibles o discriminatorias, pueden ser un reto adicional para aquellos que provienen de comunidades marginadas. La historia de los empresarios negros está marcada por una constante lucha por acceder a servicios financieros de calidad, y este tema debe ser parte fundamental de cualquier discusión sobre cómo lograr una verdadera independencia económica.

Por último, para los emprendedores que se embarcan en el viaje hacia la creación de un legado, el consejo más valioso es nunca dejar de aprender. El mercado, las tecnologías y las oportunidades están en constante cambio. Estar dispuesto a adaptarse, a aprender de los fracasos y a aprovechar las nuevas oportunidades es lo que permite que el legado que se cree no solo perdure, sino que evolucione con el tiempo.

Es indispensable que el lector comprenda que el emprendimiento negro no es solo un acto de crear riqueza personal, sino un acto de resiliencia cultural y social. La creación de un legado implica asumir una responsabilidad no solo hacia uno mismo y su familia, sino también hacia la comunidad y las futuras generaciones. La riqueza es solo una parte del rompecabezas; el verdadero reto está en cómo utilizar esa riqueza para transformar realidades y contribuir al bienestar colectivo.

¿Cómo construir tu riqueza a través de bienes raíces?

Uno de los caminos más efectivos para aumentar significativamente tu patrimonio neto es ser propietario de tu residencia principal. Esta forma de propiedad no solo te ofrece un lugar para vivir, sino que también constituye una inversión sólida que puede crecer con el tiempo. Sin embargo, la forma en que gestionas esta inversión puede marcar la diferencia entre la acumulación de riqueza y la simple estabilidad. En lugar de optar por una hipoteca tradicional de 30 años, es recomendable considerar plazos más cortos, como 15 o 20 años. Esto no solo te permite liquidar la deuda más rápidamente, sino que también reduces drásticamente los intereses a largo plazo. Si tienes ingresos adicionales, la mejor estrategia sería destinar una mayor cantidad al pago del principal, acelerando así la eliminación de la deuda.

Por otro lado, la compra de una segunda vivienda ofrece una oportunidad aún más atractiva para construir patrimonio de manera pasiva. Las propiedades adquiridas para alquilar, ya sea a largo plazo o mediante plataformas de alquiler a corto plazo como Airbnb, no solo generan ingresos pasivos, sino que también contribuyen a la amortización de la hipoteca de la propiedad. Una vez que la hipoteca se paga, la propiedad se convierte en un activo que sigue generando ingresos, además de la apreciación de su valor a lo largo del tiempo.

La inversión en bienes raíces de alquiler es otro pilar clave para la construcción de riqueza. Al utilizar el dinero del banco para adquirir propiedades de alquiler, estás creando una base sólida para tu patrimonio. A medida que alquilas las propiedades, los ingresos obtenidos pueden destinarse a pagar la hipoteca, sin que tengas que recurrir a tu cuenta bancaria personal. Con el tiempo, estos activos van ganando equidad, y su valor de mercado tiende a incrementarse. En caso de no estar listo para adquirir propiedades por ti mismo, puedes asociarte con otros inversores para reunir el pago inicial y compartir los beneficios y la propiedad, asegurándote así una participación en el activo. Además, si decides encargarte de la gestión, puedes negociar una tarifa por la administración de la propiedad, creando una fuente adicional de ingresos.

Mi padre creía firmemente en el poder de la lectura. Los libros que estudiaba eran simples, pero llenos de lecciones valiosas. Le enseñaron que los bienes raíces son una inversión confiable. El consejo era claro: comprar a buen precio y negociar términos favorables. Si no podías acceder a financiamiento bancario, una opción era hacer que el vendedor ofreciera condiciones a través de un contrato de bienes raíces. En su mente, no existían los "edificios feos". Bastaba con hacer mejoras cosméticas menores para aumentar el valor de la propiedad, refinanciarla y utilizar los fondos para adquirir otro inmueble. Siempre decía: "Lecciones de economía 101, las personas siempre van a necesitar un lugar para vivir, y yo estoy creando un ingreso vitalicio".

Este enfoque no solo se basa en la compra y venta de propiedades, sino también en cómo gestionarlas. Los hogares, especialmente los ubicados en áreas de alta demanda o en mercados en crisis, pueden ser una mina de oro si se adquieren en el momento adecuado. Mi padre, por ejemplo, aprovechó una crisis económica en Seattle cuando las casas con vistas al Lago Washington se vendían por menos de 10,000 dólares. Compró todas las propiedades que pudo, y décadas después, la familia sigue obteniendo ingresos de estas inversiones. La lección es clara: el dinero pierde valor con el tiempo, pero la equidad crece. Además de la apreciación del valor de la propiedad, los propietarios de bienes raíces se benefician del flujo de caja que proviene de los ingresos mensuales por alquiler, las ventajas fiscales derivadas de la depreciación deducible y el pago de la hipoteca a través de los inquilinos.

Es fundamental comprender que la construcción de riqueza a través de bienes raíces no es simplemente una cuestión de comprar propiedades y esperar que su valor aumente. Se trata de estar dispuesto a asumir riesgos calculados, ser persistente y tener la visión de aprovechar las oportunidades cuando se presentan. La habilidad para negociar y encontrar financiamiento creativo es clave para entrar en el mercado. La tasa de interés no siempre es el factor determinante; a veces, el precio más bajo de la propiedad puede equilibrar el impacto de un interés más alto. No te detengas ante una propiedad que necesite mejoras. Muchos de los inversores más exitosos buscan propiedades en dificultades, porque al hacer renovaciones por cuenta propia, pueden crear su propia equidad.

Antes de adquirir una propiedad, también es esencial investigar a fondo la situación económica de la zona en la que deseas invertir. La ubicación es un factor crítico, y un análisis minucioso puede hacer la diferencia entre un buen negocio y una mala inversión. Sin embargo, no hay que esperar a que las condiciones del mercado sean perfectas para comenzar. La historia ha demostrado que los bienes raíces, a largo plazo, siempre tienden a aumentar su valor. Si tienes la disposición para aprender y la paciencia para esperar, el sector inmobiliario es un camino seguro hacia la construcción de riqueza.

¿Cómo influye el legado familiar en los negocios y en la vida personal?

El negocio familiar, en su forma más cruda, revela tanto las luchas diarias como las lecciones imborrables que se transmiten de generación en generación. Mi padre, en particular, era un hombre que sabía cómo "ponerse manos a la obra", como solía decir, y su enfoque de la vida y el trabajo era práctico, directo y, en ocasiones, despiadado. A lo largo de los años, se dedicó a la compra, reparación y alquiler de propiedades, enseñándonos a sus hijos, desde pequeños, no solo cómo gestionar un negocio, sino también cómo enfrentar las dificultades con tenacidad y una mentalidad de supervivencia.

Las lecciones fueron tan variadas como las tareas que realizábamos juntos. Desde limpiar y reparar electrodomésticos usados hasta restaurar muebles antiguos, todo en nuestra vida giraba en torno al esfuerzo físico y la perseverancia. Nos enseñó, por ejemplo, a usar vinagre y agua para quitar el papel tapiz, a restaurar muebles con lana de acero para convertirlos en lavamanos funcionales, y a diferenciar entre pintura mate y semibrillante, que, como él explicaba, era más resistente para las propiedades que administrábamos. El trabajo nunca cesaba; siempre había algo que limpiar, restaurar o reparar, y cada tarea nos acercaba más a la mentalidad de que nada debía ser dejado atrás, ni siquiera cuando se trataba de los detalles más pequeños, como un pestillo viejo que necesitaba ser reemplazado.

Uno de los aspectos que más me marcó, sin embargo, fue el enfoque de mi padre hacia las personas con las que trabajaba. A menudo contrataba a trabajadores de día, no solo a aquellos con experiencia, sino también a aquellos que, en su mayoría, eran personas de la calle o de barrios marginales. Uno de esos encuentros, aunque tenso, nos enseñó lecciones dolorosas sobre la vulnerabilidad y el valor de la autodefensa. Mi hermana mayor, Tracie, tuvo una experiencia aterradora con un trabajador que, aprovechando su soledad en una propiedad vacía, intentó agredirla. La reacción de Tracie, defendiendo su integridad con la única herramienta que tenía, una escoba, fue un momento que definió nuestra percepción de la vida y de las relaciones con los demás. A pesar de lo que había sucedido, el trabajo continuó, y la propiedad estuvo lista para alquilar, pero el costo personal fue alto.

A lo largo de nuestra vida laboral en el negocio familiar, el reto de equilibrar el amor con los intereses comerciales fue constante. La situación más difícil llegó cuando mi madre y mi padre se vieron envueltos en una batalla legal que amenazaba con destruir todo lo que habían construido juntos. El divorcio, como el enfrentamiento en un tribunal, fue devastador. Estar en el mismo espacio que ambos padres, enfrentándose no solo entre ellos, sino también a un sistema legal que ponía en peligro nuestra herencia, fue una experiencia amarga. Durante ese tiempo, mi respeto por mi padre se vio profundamente alterado, especialmente por su estilo de liderazgo autoritario y su actitud a menudo misógina, pero, al mismo tiempo, aprendí a comprender las motivaciones que lo impulsaban.

Mi padre, un hombre cuya relación con sus empleados y arrendatarios era de fuego y hierro, se vio reflejado en la prensa en varias ocasiones, a menudo como el villano en las historias que contaban los inquilinos insatisfechos. En una de esas ocasiones, el periódico Seattle Sun publicó un artículo con el título "Gerald Frank: Retrato de un propietario". A través de las palabras del periódico, muchos vieron a mi padre como un hombre implacable y despiadado, pero para nosotros, como familia, había más en su persona que solo esa fachada. A pesar de las críticas, él había sido un pionero en un mercado difícil, y su visión de la vida y los negocios se fue transmitiendo con el tiempo.

Nuestros viajes anuales como familia a través del país, en los cuales mi padre insistía en que debían ser educativos, también eran un reflejo de su enfoque práctico hacia la vida. Desde el Monumento Nacional de Mount Rushmore hasta la prisión de Alcatraz, él nos mostró que el aprendizaje y la experiencia no solo provienen de los libros, sino también de las lecciones vividas. Sin embargo, incluso en medio de los momentos familiares, como aquel incidente en Montana, donde nuestra Cadillac quedó destruida tras atropellar un ciervo, mi padre nunca perdía el foco: la vida seguía, y las lecciones se aprendían de cualquier manera.

Es importante que el lector entienda que en un negocio familiar, las lecciones van más allá de los aspectos financieros y operativos. Hay un componente emocional y psicológico crucial: el conflicto de los valores, la lucha entre el amor y el negocio, las fricciones generacionales, y cómo todo eso puede influir en la forma en que se administra un legado. No se trata solo de aprender a manejar propiedades o activos, sino también de entender cómo las relaciones familiares pueden moldear, o incluso poner en riesgo, el futuro de una empresa que comenzó con buenas intenciones. Sin importar las dificultades, la capacidad de enfrentar la adversidad y la resiliencia se convierten en las claves para sobrevivir y prosperar en el mundo del negocio familiar.

¿Cómo la perseverancia y la resiliencia pueden transformar la adversidad en éxito?

La vida de una persona está marcada por momentos de crisis, decisiones difíciles y circunstancias que parecen sacadas de un guion de película. Sin embargo, la verdadera esencia de la superación radica en cómo cada obstáculo se enfrenta, no solo con fuerza, sino también con una visión optimista del futuro. A través de los años, he sido testigo de cómo una actitud resiliente puede cambiar no solo el destino de un individuo, sino también el de toda una familia.

Durante los años más difíciles de nuestra vida financiera, bajo una capa de esperanza y optimismo, nunca perdimos de vista lo que estábamos construyendo. Recuerdo momentos difíciles, como cuando nuestro Cadillac de 1976, con cientos de miles de kilómetros recorridos, se incendió mientras estábamos estacionados en una de nuestras propiedades. Aunque el vehículo ya no tenía valor, el hecho de que estuviera asegurado nos dio un respiro. Aunque el fuego pudo haber destruido la situación, decidimos ver la parte positiva: ¡la póliza de seguro nos compensaría! Por supuesto, el destino no siempre juega a favor, y un vecino, quien estaba trabajando en su jardín, vino a apagar el fuego, salvando el automóvil. Al final, lo vendimos como chatarra y compramos un Jeep Cherokee que resultó ser más confiable. Pero más allá de esta anécdota, lo que realmente resalta es la capacidad de mirar más allá de las dificultades inmediatas y entender que cada experiencia, por difícil que sea, tiene un propósito a largo plazo.

Otro episodio significativo ocurrió cuando contratamos a un albañil para un proyecto. A pesar de su gran habilidad, la situación no salió como esperábamos. Nos fuimos de viaje a Alemania a visitar a mi hermana, quien había tenido un hijo con serios problemas de salud. Al regresar, descubrimos que el contratista había malgastado el dinero destinado al proyecto y no había hecho ningún avance. No solo nos había engañado, sino que además, era adicto a las drogas. Sin embargo, en lugar de caer en la desesperación, tomamos el control de la situación, aprendiendo que la clave para avanzar es estar siempre presentes, atentos a los detalles y no delegar sin supervisión.

Tras este contratiempo, logramos reunir el dinero necesario para restaurar la casa, la cual terminó siendo destacada como la "Casa del Semanal" en el periódico local. Aunque nos habíamos preparado para venderla rápidamente, terminamos alquilándola. Sin embargo, el tiempo demostró que, al mantener la propiedad, obtuvimos una ganancia considerable 25 años después, cuando el mercado inmobiliario se disparó. Este episodio es un claro recordatorio de que, a veces, el verdadero éxito llega no cuando obtenemos lo que queremos de inmediato, sino cuando confiamos en que las cosas se desarrollarán de la mejor manera posible con el tiempo.

A lo largo de estos años, mi madre ha sido la columna vertebral de nuestra familia. Con ella aprendí que no hay adversidad que no se pueda superar con determinación. Enfrentó desafíos monumentales, desde problemas financieros hasta demandas legales, pasando por la lucha constante contra el sistema y las personas que querían vernos fracasar. Recuerdo claramente cómo, durante una acusación de sobrecobro a inquilinos de viviendas subsidiadas, ella enfrentó una gran presión, pero mantuvo su compostura y su determinación. En medio de su divorcio después de 32 años de matrimonio, cuando nuestra familia estaba al borde de la quiebra, mi madre nunca perdió la esperanza. En lugar de sumirse en la desesperación, decidió tomar acción. Sabía que la clave para sobrevivir no era solo la resiliencia, sino también la capacidad de aprender de los errores y seguir adelante, sin importar cuán difícil fuera.

Mi madre, al igual que muchos otros en situaciones similares, no se dejó arrastrar por las dificultades. Aprendió a tomar cada desafío como una lección y a mirar hacia el futuro con una fe inquebrantable. Sus decisiones, su capacidad para mantenerse firme ante las adversidades y su mentalidad práctica han sido una fuente de inspiración constante para toda nuestra familia. Cuando alguien nos enfrentamos a los retos de la vida, ya sea en el trabajo, en los estudios o en la vida personal, la lección que mi madre me ha dejado es clara: cuando te enfrentas al miedo, es importante actuar a pesar de él.

Es importante entender que la verdadera resiliencia no es solo una cuestión de resistencia. No se trata solo de “aguantar” las dificultades. Ser resiliente implica también tener la capacidad de aprender y adaptarse, de ajustar las expectativas y encontrar formas de crecer a partir de las adversidades. En cada desafío, por más grande que sea, existe una oportunidad para evolucionar, para descubrir nuevas habilidades, fortalecer la capacidad de tomar decisiones y, lo más importante, para construir una vida que refleje nuestra verdadera esencia y capacidad.