La discriminación racial sigue siendo una realidad palpable para muchas personas negras en Estados Unidos, independientemente de las décadas transcurridas desde la abolición de la esclavitud. Aunque algunos avances sociales han tenido lugar, los vestigios de un sistema racista profundamente arraigado siguen existiendo, incluso en áreas que parecen haber evolucionado. En lugares como el sur del país, la brecha entre los vecindarios negros y blancos, así como las diferencias en los valores de propiedad, son evidentes. Estas disparidades no son solo estadísticas; son experiencias vividas por las personas que día a día se enfrentan a la discriminación.

La discriminación no se limita a los espacios públicos ni a las interacciones de bajos recursos. Incluso en un entorno social relativamente privilegiado, las manifestaciones de racismo pueden ser sorprendentes y desconcertantes. Por ejemplo, en una fiesta de vacaciones de diciembre, un hombre blanco, en un acto de completa insensibilidad, se presentó usando maquillaje negro y una peluca rizada, lo que en otras épocas se conocería como "blackface". Ante esta provocación, la reacción fue inmediata, al cuestionar la falta de respeto por la historia dolorosa que tal gesto representa. A pesar de que el hombre intentó justificar su actitud, la ignorancia no tiene justificación, y ese tipo de acto expone las profundas cicatrices del racismo que, aunque menos evidentes, persisten.

Esta experiencia no es única, y al contrario, refleja una verdad más amplia y dolorosa: para muchas personas negras, el racismo sigue siendo una batalla cotidiana. Se perciben dos mundos en paralelo: uno marcado por el privilegio, el acceso y el reconocimiento, y otro, lleno de desigualdad, marginación y pobreza. Crecer en un vecindario de mayoría negra y pasar largas horas viajando a una escuela predominantemente blanca no solo señala la segregación social, sino que también plantea una lucha interna por encontrar identidad en un sistema que te sitúa constantemente en una posición de inferioridad.

En ciudades como Seattle, la gentrificación ha transformado la demografía de vecindarios que anteriormente eran accesibles a las comunidades negras, desplazándolas a áreas más periféricas. En este proceso, las propiedades que antes eran accesibles se han convertido en bienes de lujo, mientras que las personas desplazadas luchan por encontrar un hogar asequible. Esta transformación tiene una cara visible: la pobreza extrema, la adicción y la falta de vivienda, realidades que afectan desproporcionadamente a la población negra.

Sin embargo, la verdadera batalla contra el racismo no está solo en la transformación de las ciudades o en la mejora de las políticas públicas. También está en la educación y en la constante sensibilización sobre las experiencias de los otros. Como ocurrió durante la transmisión del aclamado programa "Raíces", en los años 80, muchas veces es necesario recordar y confrontar la historia dolorosa para que las nuevas generaciones puedan entender el peso de los errores del pasado. Para algunas personas blancas, el racismo sigue siendo una idea abstracta, pero para muchos negros es una realidad diaria. Recordar a figuras como Martin Luther King Jr., no solo como un ícono histórico, sino como un referente vital de lucha, es esencial para que el sistema educativo y social dejen de perpetuar la invisibilidad de la comunidad negra.

La discriminación no se limita a los simples insultos o actos de violencia; se encuentra también en las microagresiones, en los gestos, en las actitudes aparentemente inocentes que siguen perpetuando el ciclo de la opresión. Estas expresiones de racismo son las que más profundamente afectan, ya que se filtran en el comportamiento cotidiano y establecen una norma no dicho, pero presente. Ser el único estudiante negro en una clase donde se hacen chistes sobre esclavitud o tener que lidiar con comentarios despectivos disfrazados de bromas "inofensivas" son ejemplos de cómo la exclusión se mantiene viva incluso en los espacios más insospechados.

El reto para aquellos que no experimentan el racismo es reconocer que no se trata de un mal que afecta solo a unos pocos, sino a toda la sociedad. No basta con ser "no racista", se necesita ser activamente antirracista. No se trata solo de cambiar el lenguaje o los gestos, sino de crear espacios donde todos puedan ser vistos, escuchados y tratados con dignidad. Esto requiere una reflexión constante, una revisión crítica del pasado y una voluntad firme de cambiar el presente para un futuro más inclusivo.

Para una comprensión más profunda de estas dinámicas, es crucial que se considere no solo el impacto del racismo individual, sino también las estructuras sistémicas que perpetúan las disparidades raciales. La educación sobre la historia de la esclavitud, la segregación y el racismo institucionalizado es solo un primer paso. El siguiente paso es cuestionar las políticas actuales que continúan siendo desigualitarias y movilizarse por un cambio que no sea solo superficial.

¿Por qué invertir en bienes raíces es el camino hacia la creación de riqueza generacional?

Mis padres comenzaron sin ningún tipo de apoyo financiero generacional. No tenían formación formal en inversiones, y mi padre tenía antecedentes penales. Sin embargo, lo que poseían era una ética de trabajo incansable y una motivación imparable, cualidades que les permitieron construir un portafolio valioso más allá de cualquier imaginación. Esta riqueza ha respaldado ya tres generaciones, cubriendo desde la educación universitaria hasta viajes de primera clase a destinos exóticos, pasando por acceso exclusivo a experiencias como el Derby de Kentucky y el Super Bowl. Las renovaciones de casas, autos nuevos y ropa de diseñador fueron posibles gracias a una sola decisión clave: invertir en bienes raíces. Este mercado ha demostrado ser una vía sólida y repetida para la creación de riqueza.

Si mi padre hubiera aceptado el trabajo en 1950 en la línea de ensamblaje de Ford en Detroit y mi madre hubiera mantenido su carrera en Pacific Northwest Bell, nuestras vidas y trayectorias serían muy distintas. Pero, a pesar de las adversidades, el racismo y las dificultades, mis padres demostraron que la riqueza generacional es alcanzable. Como administrador de la empresa familiar, mi tarea es demostrar que también es sostenible.

El primer paso es reconocer que la capacidad de cambiar tu vida está en tus manos. Nadie más puede hacerlo por ti. Todos, sin excepción, tenemos alguna disfunción en nuestra vida. La clave está en no dejar que el trauma o las circunstancias del pasado definan nuestro futuro. Mi padre, cuando estuvo encarcelado, y mi madre, cuando fue agredida intentando cobrar el alquiler, decidieron seguir adelante. Fue esa determinación la que cambió el destino de tres generaciones. Cada día debe ser una oportunidad para desatar un nuevo comienzo: ser un "Fire Starter", un iniciador del cambio. La responsabilidad personal es esencial. Evalúa, semanal y mensualmente, lo que puedes hacer para mejorar tus circunstancias. Esto no significa que todo será fácil, pero el éxito no depende de los obstáculos que enfrentas, sino de cómo los enfrentas y superas.

En este sentido, las oportunidades están presentes en todo momento, aunque muchas veces no sean directamente accionables. Lo importante es entrenarse para identificarlas y estar siempre atento a ellas. Es esta capacidad de observar más allá de lo evidente lo que puede cambiar tu situación.

Una de las inversiones más confiables en cualquier momento es el bien inmueble. A diferencia de muchos otros sectores, la inversión inmobiliaria no discrimina: no importa tu etnia, tu nivel educativo o el pronombre con el que prefieras ser llamado. Una vez que posees una propiedad, las formas de maximizar tus retornos son muchas y variadas: alquilarla, vivir en ella, compartirla con compañeros de cuarto, ponerla en plataformas como Airbnb, renovarla, refinanciarla para obtener efectivo libre de impuestos, venderla con ganancia, o incluso dejarla como herencia a tus descendientes. La propiedad, ese bien tangible que todos necesitamos, es una forma probada de acumular riqueza.

Es imposible ignorar el poder del sector inmobiliario en la creación de riqueza generacional. La idea de la propiedad como un bien duradero se ha demostrado una y otra vez en la historia. Recuerdo cuando era niño y miraba con admiración esas casas lujosas de mi vecindario, las mismas que visitaba en Halloween para conseguir los mejores dulces. Atravesaba la puerta de esas casas, llenas de calor y lujo, y pensaba: "¿Cómo llegaron ahí?" Las familias en esas casas no solo tenían bienes materiales, sino que vivían con una seguridad y estabilidad que yo deseaba. Y pronto descubrí que, para alcanzar ese nivel de vida, la clave estaba en la inversión inmobiliaria.

Mi familia ha centrado su negocio principalmente en el sector de la vivienda asequible. A diferencia de la vivienda de bajo ingreso, que a menudo involucra subsidios gubernamentales como el programa de cupones federales (Sección 8), la vivienda asequible está destinada a personas con trabajos estables, como maestros, trabajadores urbanos y jóvenes profesionales que están comenzando. A lo largo de los años, he visto cómo las personas que alquilan propiedades en lugar de comprarlas pierden grandes oportunidades de creación de equidad y crecimiento financiero. Un ejemplo claro fue un inquilino que, durante 12 años, pagó $480,000 en alquiler. Si en lugar de pagar esa suma, hubiera invertido en una propiedad, su situación financiera sería completamente diferente.

Incluso cuando las circunstancias nos obligan a alquilar, como en el caso de los estudiantes universitarios o aquellos que se encuentran en una transición de vida, la inversión en bienes raíces sigue siendo una opción a considerar. Recuerdo que durante los últimos tres años de la universidad de mi hija, ella y sus cuatro compañeros de cuarto alquilaron una casa de cinco habitaciones que pertenecía a los padres de uno de los estudiantes. Año tras año, el alquiler aumentaba, y siempre había una fila de estudiantes esperando para ocupar la propiedad. Este activo resultó ser muy beneficioso para la familia propietaria.

El panorama inmobiliario es diverso y accesible para todos. Para quienes estén dispuestos a aprender y tomar decisiones informadas, el mundo de la inversión en bienes raíces ofrece una de las mejores oportunidades para la creación de riqueza. Sin embargo, es importante recordar que el éxito en este campo requiere paciencia, conocimiento y visión a largo plazo. No se trata de una solución rápida, sino de una estrategia que, bien ejecutada, puede transformar por completo la vida de cualquier persona.