Las lesiones y trastornos que afectan los tejidos blandos orales son comunes y se presentan en una variedad de formas, desde infecciones hasta trastornos inflamatorios y lesiones pigmentadas. El diagnóstico preciso es crucial, ya que algunas de estas afecciones pueden ser benignas, mientras que otras pueden estar asociadas con condiciones malignas o sistémicas. A continuación, se detallan algunas de las manifestaciones más frecuentes y los enfoques para su diagnóstico y tratamiento.

Uno de los trastornos más comunes es el liquen plano. Esta condición inflamatoria crónica afecta principalmente a las mucosas de la boca, donde se presenta típicamente en formas reticulares, papulares o en placas. Aunque generalmente no es dolorosa, puede causar molestias dependiendo de su ubicación y extensión. El liquen plano erosivo puede involucrar la leucoplasia o la mucosa bucal afectada por carcinoma. En estos casos, se observa una clara distinción entre las áreas lesionadas y las zonas circundantes de mucosa normal. Los factores desencadenantes incluyen el estrés, ciertos medicamentos, y en algunos casos, enfermedades autoinmunes.

En cuanto a las infecciones orales, la candidiasis es una de las más prevalentes. Esta infección fúngica puede manifestarse como una muguet (candidiasis pseudomembranosa aguda), donde se forma una capa blanquecina que puede ser retirada, revelando una membrana roja subyacente, o como leucoplasia candidósica. La candidiasis se presenta comúnmente cuando la flora bacteriana normal de la cavidad oral se ve alterada, lo cual puede ser causado por factores como la boca seca, el consumo de antibióticos de amplio espectro, el tabaquismo o el uso de corticosteroides. Para el diagnóstico, se recomienda realizar análisis de glucosa en ayunas, HbA1c, hemograma, niveles de vitamina B12, folato y ferritina. El tratamiento incluye el uso de agentes antifúngicos, junto con la cesación del tabaco y una adecuada hidratación.

Las lesiones pigmentadas pueden variar desde manchas benignas hasta indicios de enfermedades más graves. La tatuaje por amalgama es una causa común de una lesión pigmentada solitaria en la mucosa bucal. Esta no cambia de forma ni tamaño y puede ser radiodensa si es lo suficientemente grande. El maculo melanótico, que es una colección de células de melanina, suele ser asintomático y se observa cerca de los labios o el paladar, particularmente en personas de raza caucásica. En contraste, los nevos son lesiones papulares elevadas que contienen melanina y pueden ser de color negro-azul, aunque su tamaño generalmente no cambia con rapidez.

El sarcoma de Kaposi, una rara manifestación de la infección por el virus de herpes humano tipo 8, puede presentarse como una lesión violácea en la cavidad bucal, especialmente en personas inmunocomprometidas, como las que viven con VIH. El melanoma maligno, aunque raro en la cavidad bucal, debe ser sospechado en cualquier lesión pigmentada que presente un crecimiento rápido, ulceración o sangrado.

En cuanto a las úceras orales, éstas son comunes y pueden surgir por diversas causas. Las úlceras traumáticas, resultantes de un diente afilado, una prótesis mal ajustada o mordeduras de la mejilla, generalmente no presentan riesgo de malignidad. Sin embargo, si una úlcera persiste durante más de tres semanas sin una causa obvia, es recomendable realizar una biopsia para descartar malignidad, especialmente si la úlcera no es dolorosa o está asociada con hábitos como el consumo de tabaco.

Las úlceras recurrentes, conocidas como aftas, pueden clasificarse en menores, mayores y herpetiformes. Las aftas menores, que afectan a sitios no queratinizados como la mucosa bucal, son comunes en personas jóvenes y suelen sanar en menos de dos semanas sin dejar cicatrices. En cambio, las aftas mayores son más grandes (más de 1 cm de diámetro) y pueden tardar más de cuatro semanas en sanar, dejando cicatrices. Las úlceras herpetiformes son pequeñas y numerosas, y tienden a fusionarse en áreas de ulceración irregular, causando un dolor significativo.

Otras causas de úlceras incluyen enfermedades sistémicas como la enfermedad de Behçet, que es una vasculitis sistémica que puede dar lugar a úlceras orales y genitales, y trastornos gastrointestinales como la enfermedad celíaca y las enfermedades inflamatorias intestinales, que pueden manifestarse con úlceras orales. En la enfermedad de Crohn, por ejemplo, las manifestaciones bucales incluyen una mucosa bucal en forma de "piedras" (aspecto cobblestone), úlceras orales y agrandamiento de las encías.

En cuanto a la pigmentación de la lengua, la lengua negra peluda es una condición benigna que resulta de la elongación de las papilas filiformes, las cuales pueden volverse de color más oscuro debido a la presencia de bacterias cromogénicas. Esta condición se puede prevenir y tratar fácilmente con una adecuada higiene bucal, como el uso de un cepillo de dientes. Sin embargo, el oscurecimiento de la lengua también puede ser causado por el consumo de tabaco, la masticación de tabaco, ciertos alimentos como el café, o el uso de productos como los enjuagues bucales que contienen sales de hierro.

Es fundamental tener en cuenta que algunas afecciones orales, aunque inicialmente benignas, pueden convertirse en indicadores de problemas sistémicos o enfermedades más graves. Por lo tanto, cualquier cambio en la apariencia de la cavidad bucal, como la aparición de úlceras persistentes, manchas pigmentadas inusuales o lesiones dolorosas, debe ser evaluado por un profesional de la salud para asegurar un diagnóstico adecuado y oportuno.

¿Cómo las tecnologías de imagen transforman el diagnóstico en otorrinolaringología?

La evolución de la tecnología médica ha permitido un avance significativo en el diagnóstico de enfermedades en la cabeza y cuello, especialmente en el campo de la otorrinolaringología. Diversas modalidades de imagen, como la ecografía, la radiografía convencional, la tomografía computarizada (TC), la resonancia magnética (RM) y la tomografía por emisión de positrones (PET), desempeñan un papel crucial en la evaluación de trastornos en las estructuras de la cabeza, el cuello y los oídos. Cada una de estas técnicas ofrece ventajas y limitaciones que deben ser consideradas por los profesionales médicos al momento de elegir el método de diagnóstico más adecuado según las necesidades del paciente.

La ecografía ha ganado popularidad en la última década debido a su capacidad para proporcionar imágenes de alta resolución sin el riesgo asociado a la radiación ionizante. Utilizando ondas sonoras de alta frecuencia, la ecografía es especialmente eficaz para evaluar estructuras superficiales del cuello, como las glándulas salivales, la tiroides y los ganglios linfáticos cervicales. A pesar de ser relativamente económica y ampliamente disponible, la calidad del examen depende en gran medida de las habilidades del operador. La ecografía también tiene la ventaja de ser dinámica, lo que permite la evaluación en tiempo real de los movimientos y cambios en los tejidos. Además, puede guiar procedimientos como aspiraciones con aguja fina o biopsias, lo que la convierte en una herramienta indispensable en la medicina moderna.

En el caso de la radiografía convencional, aunque sigue siendo una herramienta útil y de bajo costo, su uso en el diagnóstico de trastornos en el oído, la nariz y la garganta ha disminuido considerablemente en las últimas tres décadas debido a la aparición de técnicas más avanzadas, como la ecografía, la TC y la RM. Las radiografías, al ser una fuente de radiación ionizante, presentan ciertos riesgos, especialmente en pacientes que requieren estudios frecuentes. Sin embargo, aún se utilizan para ciertos fines diagnósticos, como la evaluación de cuerpos extraños en el cuello o para la valoración de la posición y la integridad de los implantes cocleares.

Por su parte, la tomografía computarizada (TC) es una herramienta poderosa para obtener imágenes detalladas de las estructuras óseas y de los tejidos blandos. Utiliza un haz de rayos X y un conjunto de detectores que giran alrededor del paciente para generar imágenes en cortes transversales de alta resolución. La TC es especialmente útil en la evaluación de patologías malignas o infecciosas que afectan los tejidos blandos del cuello y los senos paranasales. La capacidad de realizar reconstrucciones en múltiples dimensiones (axial, sagital, coronal) sin pérdida de detalle la convierte en una de las técnicas más precisas para la visualización de estructuras complejas.

La resonancia magnética (RM), en cambio, se destaca por su excelente resolución en tejidos blandos y es especialmente útil para el diagnóstico de malignidades en la cabeza y el cuello. La RM es la modalidad de elección para evaluar las cisternas del ángulo cerebelopontino y los conductos auditivos internos, así como para caracterizar lesiones en las glándulas salivales. No obstante, su uso está contraindicado en pacientes con dispositivos como marcapasos o implantes cocleares, ya que los fuertes campos magnéticos pueden interferir con su funcionamiento.

La tomografía por emisión de positrones (PET), por otro lado, se emplea principalmente en el diagnóstico de cáncer y para evaluar la respuesta a tratamientos como la quimioterapia o la radioterapia. Esta técnica utiliza un radiotrazador, generalmente un compuesto de glucosa modificado llamado 18 fluorodesoxiglucosa (FDG), que se acumula en las áreas de alta actividad metabólica, como los tumores. Las imágenes obtenidas a partir de PET pueden combinarse con las de la TC o la RM, lo que proporciona información tanto anatómica como funcional, mejorando así la localización y el tratamiento de enfermedades.

Además de las tecnologías de imagen más comunes, existen otros métodos diagnósticos útiles en situaciones específicas. La imagenología con radionúclidos es valiosa para obtener información tanto anatómica como funcional del órgano objetivo. Se utiliza la inyección de un radiotrazador que se detecta mediante una cámara gamma. Este tipo de diagnóstico es especialmente útil en el seguimiento de patologías metabólicas o funcionales de las glándulas salivales, el tiroides o las paratiroides.

En cuanto a los traumatismos, la TC es la modalidad más indicada para la evaluación de fracturas del hueso temporal, particularmente en casos de fracturas longitudinales y transversales, que son comunes en accidentes. Las fracturas longitudinales suelen asociarse con pérdida de audición conductiva debido a la lesión de los huesículos y la ruptura de la membrana timpánica, mientras que las fracturas transversales, que afectan la parte del laberinto óseo, pueden causar pérdida auditiva sensorineural. La RM, en estos casos, se emplea para detectar lesiones en los tejidos blandos y para evaluar posibles complicaciones como la presencia de encefaloceles.

Por otro lado, la mastoiditis aguda se observa comúnmente en pacientes con infecciones del oído medio y puede ser diagnosticada eficazmente mediante TC, que revela la presencia de líquido en la cavidad del oído medio y las células mastoideas. La evolución de la mastoiditis a una forma coalescente puede requerir un tratamiento más intensivo y, en ocasiones, intervención quirúrgica.

Es fundamental que los profesionales de la salud comprendan que cada modalidad de imagen tiene su propósito y aplicación específicos. La elección entre una u otra dependerá de factores como la naturaleza de la patología, la disponibilidad de equipos y la condición clínica del paciente. Además, es necesario considerar las limitaciones y los riesgos asociados con cada técnica, especialmente en lo que respecta a la exposición a la radiación o las contraindicaciones de la resonancia magnética. Por tanto, un enfoque multimodal y una interpretación experta de los resultados son cruciales para garantizar un diagnóstico preciso y un tratamiento adecuado.