A lo largo de las últimas décadas, la influencia de los activistas evangélicos dentro del Partido Republicano ha sido un tema de debate. Es importante destacar que, aunque los evangélicos más jóvenes no son significativamente menos republicanos que sus mayores, las dinámicas internas de este grupo han experimentado cambios sustanciales. A pesar de que los más devotos siguen siendo culturalmente conservadores, parece que su motivación para el activismo político ha disminuido, al menos en comparación con sus mayores. Sin embargo, este fenómeno no implica necesariamente una disminución de su poder político dentro del partido.
A medida que los evangélicos se han involucrado más profundamente en la política republicana, su perspectiva pragmática ha comenzado a tomar forma. Geoffrey Layman (2010) sostiene que, cuanto más tiempo permanece un evangélico devoto dentro del Partido Republicano, más probable es que adopte normas políticas pragmáticas, como la disposición a comprometerse para lograr victorias electorales. Este pragmatismo político se reflejó en el apoyo que los activistas evangélicos brindaron a candidatos presidenciales republicanos que previamente habían sido críticos del movimiento cristiano de derecha o que sostenían posiciones liberales en cuestiones culturales clave, como John McCain en 2008, Rudy Giuliani en 2008 y Donald Trump en 2016. Tal apoyo ha sido motivo de críticas por parte de algunos líderes del movimiento cristiano de derecha, quienes consideran que los evangélicos han traicionado sus valores por poder político.
A pesar de las críticas internas y del debate sobre el impacto de este apoyo, la realidad es que los candidatos republicanos han seguido cortejando el apoyo de los evangélicos, y esto refleja el importante rol que estos siguen jugando en la política del partido. No se puede negar que la influencia de los activistas evangélicos ha crecido, tanto en número como en impacto, y a pesar de que no constituyen la mayoría de los activistas republicanos, han llegado a ser el grupo religioso predominante en las delegaciones del Partido Republicano en las convenciones nacionales desde 1980.
El análisis de los datos más recientes, como los de la Encuesta de Delegados de la Convención del Partido Republicano, muestra que, si bien los evangélicos menos devotos siguen siendo una minoría en el Partido Republicano, los evangélicos más comprometidos se han convertido en el grupo religioso más grande entre los delegados del partido. Este cambio refleja una clara tendencia hacia el crecimiento de la presencia de los evangélicos devotos en la base activista republicana, especialmente desde la década de 1990.
En cuanto a las preferencias políticas, se observa que los evangélicos devotos se distinguen de otros activistas republicanos por sus posturas más conservadoras en una serie de cuestiones. En temas culturales, económicos, raciales e incluso sobre la inmigración ilegal, los evangélicos comprometidos tienden a posicionarse en el extremo conservador del espectro. Esto es especialmente evidente en su apoyo a los valores tradicionales y su enfoque en cuestiones morales y culturales que siguen siendo una prioridad para ellos.
Además, en lo que respecta a la ideología y las posiciones políticas, los evangélicos comprometidos son, en su mayoría, los más conservadores dentro del espectro republicano. Sin embargo, también hay que considerar la evolución de las normas políticas dentro del Partido Republicano. Los evangélicos, a pesar de ser más conservadores en muchos aspectos, han comenzado a adoptar una postura más pragmática, que favorece la estabilidad intrapartidaria y el éxito electoral sobre la pureza ideológica. Esto se refleja en la creciente importancia que otorgan a la cooperación y el compromiso con otros actores políticos, incluso si esto implica una cierta flexibilidad en sus principios más conservadores.
Es relevante señalar que, aunque los evangélicos devotos siguen siendo una parte clave del electorado republicano, su influencia ha comenzado a diluirse en comparación con la de otros grupos conservadores más generales. La adopción de posturas más pragmáticas y la disposición a apoyar a candidatos republicanos que no comparten todas sus convicciones tradicionales son indicadores de un cambio en la dinámica del activismo evangélico dentro del partido.
Los evangélicos no han perdido su poder político, pero sí han comenzado a compartir espacio con otros grupos conservadores dentro del Partido Republicano. Es probable que esta tendencia continúe, a medida que el pragmatismo electoral se convierta en una característica más predominante de los activistas republicanos, incluidos los evangélicos.
¿Cómo la evolución cultural y el pluralismo afectan a los líderes evangélicos y su relación con el Partido Republicano?
El relato común sobre la religión en las elecciones presidenciales de 2016 en los Estados Unidos se construyó casi por sí mismo. La encuesta de salida reveló que ocho de cada diez votantes evangélicos blancos apoyaron al candidato republicano Donald Trump. Sin embargo, este dato superficial fue matizado por los científicos sociales, quienes señalaron que diferentes medidas de identificación evangélica produjeron cifras algo más bajas. A pesar de este ajuste, la realidad permanece intacta: los evangélicos blancos mantuvieron su rol como un bloque fiable dentro de la coalición republicana. Aunque inicialmente desconfiados de Trump durante las primarias, al final los votantes evangélicos regresaron al camino habitual de la polarización americana. Pero ¿qué ocurría con las voces más prominentes dentro del movimiento evangélico? ¿Los líderes denominacionales, ejecutivos de iglesias, teólogos de renombre, pastores de megachurches, celebridades mediáticas, activistas políticos o comentaristas populares reflejaban el casi consenso de sus respectivas bases? Aquí la narrativa no se escribía tan fácilmente. El panorama era uno de fractura y conflicto, más que de unidad, mientras los líderes evangélicos se enfrentaban entre sí sobre sus visiones del candidato republicano.
Los desacuerdos entre los élites evangélicos no son simples. ¿Estaban estos líderes simplemente eligiendo al mal menor? ¿O tenían cálculos divergentes sobre si su agenda relacionada con el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo o la libertad religiosa tendría mayores posibilidades de éxito con un candidato republicano, aunque moralmente cuestionado como Trump? También podría ser que la explicación más acertada radique en aguas más profundas, relacionadas con perspectivas competidoras sobre la identidad, el pluralismo y la justicia. Estas tensiones no son nuevas, sino que se inscriben dentro de una historia más larga de alianzas difíciles entre el Partido Republicano y el establecimiento evangélico. Algunas de estas tensiones surgen de la experiencia y los compromisos de ciertos líderes evangélicos que contrastan con los de sus correligionarios conservadores. Por ejemplo, los evangélicos progresistas y la mayoría de los afroamericanos han encontrado un hogar más cómodo en el Partido Demócrata.
Dentro del movimiento conservador de la llamada “derecha cristiana”, los evangélicos influyentes no son un bloque monolítico. Los periodistas y científicos sociales suelen pasar por alto estas diferencias de élite al centrarse en el ámbito de la “política moral”, pues aquí la mayoría de los evangélicos conservadores están de acuerdo sobre cuestiones polémicas como el aborto, el matrimonio y la crianza de los hijos. Sin embargo, al ampliar la visión más allá de estos temas, y al enfocarse en convicciones más fundamentales, la imagen se vuelve más difusa. El análisis de las discrepancias entre los líderes evangélicos y la respuesta del Partido Republicano requiere un cambio de enfoque, trasladándonos de las preferencias políticas a un terreno más fundamental: la cultura. ¿Cómo ha dividido el cambio cultural dinámico, y particularmente los desafíos del pluralismo, al establecimiento evangélico?
Es esencial no confundir pluralismo con diversidad. La diversidad hace referencia a la coexistencia de diferentes tipos de diferencias sociales y culturales, como las raciales, religiosas o ideológicas. Por otro lado, el pluralismo es una respuesta activa ante la diversidad. Es un conjunto de ideas y normas centradas en cómo navegar las reclamaciones que desafían las creencias propias. El pluralismo no es simplemente una actitud sobre cuestiones políticas, ni siquiera se limita a la política, aunque sí tiene una dimensión política. El pluralismo es una cuestión que involucra a las ideas fundamentales sobre la justicia, la identidad y el sentido de lo verdadero. En este contexto, el pluralismo ha actuado como una fuerza centrífuga entre los líderes evangélicos, separándolos cada vez más a medida que se enfrentan a la diversidad cultural.
Las diferentes orientaciones frente al pluralismo no surgen exclusivamente de distinciones teológicas o sociales dentro del subgrupo evangélico. También son moldeadas por fuerzas externas, incluidas las acciones partidistas que buscan articular una agenda atractiva para los fieles. La relación entre el Partido Republicano y los líderes evangélicos se ha desarrollado a través de un proceso de adaptación mutua. En los años 80, el Partido Republicano abrazó a los evangélicos como parte de un conservadurismo inclusivo, pero a menudo ha tenido dificultades para mantener la lealtad de las voces religiosas prominentes. Los “grandes toldos” son difíciles de sostener; los partidos políticos, en su búsqueda de agregar y combinar perspectivas diversas, suelen nivelar las diferencias, pero lo hacen a costa de perder matices importantes dentro de sus bases.
Durante las últimas dos décadas, el Partido Republicano podría haber adoptado una estrategia inclusiva para ampliar aún más su tienda y albergar las perspectivas emergentes de los evangélicos que son más conciliatorios respecto a cuestiones de raza, relaciones interreligiosas y otros conflictos culturales. Sin embargo, el Partido Republicano eligió otro camino, al menos en su mensaje dirigido a las élites evangélicas, optando por una estrategia exclusivista que resalta las amenazas que los nuevos movimientos sociales representan para una visión de América judeocristiana.
Al analizar el periodo comprendido entre 1996 y 2016, vemos cómo se produjo una evolución mutua entre el Partido Republicano y las élites evangélicas, culminando en una alianza notable que contribuyó a la elección de Donald Trump a la Casa Blanca. Este capítulo explora cómo las tensiones internas entre los líderes evangélicos, sumadas a los esfuerzos del GOP por adaptarse a sus perspectivas cambiantes sobre el pluralismo, condujeron a una fractura dentro de este grupo, un fenómeno crucial para entender las dinámicas políticas contemporáneas en los Estados Unidos.
¿Cómo la Iglesia Evangélica Influencia las Plataformas Políticas de Estados Unidos?
En el contexto de las plataformas políticas, el Partido Republicano ha mostrado un enfoque inconfundible hacia la religión, especialmente hacia las instituciones religiosas que forman parte del tejido de la sociedad civil. Aunque se afirma que "la religión y la moralidad son apoyos indispensables para una sociedad libre", el gobierno ha excluido a las instituciones basadas en la fe de obtener contratos y ha amenazado a las universidades religiosas respecto a decisiones sobre el personal que contravienen las doctrinas liberales predominantes. Por primera vez en la historia, "los lugares de culto" se ven amenazados con la pérdida de su estatus de exención fiscal. Esta afirmación va acompañada de un llamado a derogar lo que se conoce como la Enmienda Johnson de 1954, que prohíbe a los clérigos y otros líderes de organizaciones sin fines de lucro respaldar o oponerse a candidatos políticos bajo el riesgo de perder su exención fiscal.
En su análisis sobre la política exterior, de carácter escueto, la plataforma dedica una atención destacada a la libertad religiosa, en un claro contraste con la plataforma de 2004, especialmente en lo que respecta al Islam. Cada mención de "Musulmán", "Islam" o "islámico" está vinculada de manera directa al "terrorismo islámico radical", lo que, según la plataforma, "representa una amenaza existencial". Como respuesta a esa amenaza, se demanda una reconsideración radical de la diplomacia de derechos humanos, en la que la defensa de los grupos religiosos oprimidos debe ser colocada junto a los intereses económicos y de seguridad.
Este breve análisis de las plataformas sugiere, aunque no de manera concluyente, una estrategia republicana que refuerza el apoyo a una élite evangélica más conservadora. Aunque la relación entre los compromisos del Partido Republicano y las élites evangélicas es más bien circunstancial, se hace evidente que la cultura evangélica, representada por figuras como David Barton, tuvo una influencia decisiva en la redacción de la plataforma de 2016. A lo largo del tiempo, las plataformas han reflejado una estrategia republicana que hace un llamado enérgico a la herencia judeocristiana, destacando las amenazas a la visión tradicionalista de la familia y la comunidad.
Este enfoque responde a una visión del pluralismo que, si bien aún cuenta con una fuerte base dentro del electorado evangélico, no necesariamente es compartido por toda la élite evangélica. Las diferencias, especialmente en cuestiones de raza, etnia y relaciones interreligiosas, son ahora más pronunciadas. No obstante, la plataforma del GOP sigue un camino menos inclusivo, adoptado plenamente por una fracción de las élites más conservadoras, pero no por todas.
¿Por qué el Partido Republicano ha seguido este camino? La respuesta radica en un cálculo electoral pragmático que responde al persistente "vacío de Dios" (God gap), la persistente lealtad de los votantes evangélicos blancos al Partido Republicano a lo largo de muchos ciclos electorales. Las preferencias de este electorado, sobre la familia, la sexualidad humana, las relaciones interreligiosas y la cultura, apenas han experimentado cambios, y el Partido Republicano ha logrado movilizarlas en su favor para lograr el éxito electoral. Para los líderes republicanos, la estrategia ganadora consiste en reforzar el apoyo de aquellas élites evangélicas menos propensas a desafiar las preferencias de las bases.
Este vínculo entre el GOP y las élites evangélicas podría, a corto plazo, no tener grandes repercusiones en términos electorales. A largo plazo, sin embargo, el Partido Republicano enfrenta desafíos que podrían fracturar la relación con las élites evangélicas. Dos grupos podrían alterar esta dinámica: los líderes evangélicos que promuevan una visión pluralista diferente y encuentren una forma de movilizar políticamente a su base, o el Partido Demócrata mediante un esfuerzo dirigido a atraer a los evangélicos.
Es importante tener en cuenta que este fenómeno no es estático. Si bien la relación entre el GOP y las élites evangélicas sigue siendo fuerte, el cambio generacional y la falta de interés de las generaciones más jóvenes en los combates culturales del pasado podrían generar una grieta dentro del electorado evangélico, afectando el futuro de esta alianza.
¿Cómo influye el Evangelismo en la identidad y la política de los inmigrantes latinos en EE. UU.?
Las iglesias juegan un papel fundamental en el proceso de socialización política de los inmigrantes latinos en los Estados Unidos. No solo facilitan su integración social y cultural, sino que también son actores claves en la preservación de los lazos transnacionales con sus países de origen. Este aspecto es especialmente relevante en el contexto de las iglesias evangélicas, que han comenzado a convertirse en un espacio significativo para los inmigrantes latinos en términos tanto espirituales como políticos. Las organizaciones evangélicas, al igual que las católicas, tienen redes de apoyo que ofrecen servicios prácticos como alojamiento, trabajo, y asistencia en cuestiones sociales y lingüísticas (Menjívar, 1999, 2003). Sin embargo, existe una diferencia crucial entre las dos: las iglesias evangélicas se enfocan no solo en la ayuda material y espiritual, sino también en cómo su identidad religiosa se vincula con el concepto de ser "americano". Esta dimensión política de la iglesia evangélica resalta la importancia de la participación en la política estadounidense desde una perspectiva conservadora.
Una de las principales características que distingue a las iglesias evangélicas de las católicas es la forma en que integran la religión con la política. Mientras que las organizaciones católicas mantienen una agenda más neutral que busca la integración social de los inmigrantes sin un énfasis particular en la política estadounidense, las iglesias evangélicas emplean un enfoque distinto, centrado en la construcción de una identidad americana que resalta valores conservadores. Este vínculo entre la religión y los valores políticos crea una predisposición hacia actitudes y posiciones políticas conservadoras a medida que los inmigrantes se acolitan y participan activamente en la vida religiosa de su comunidad.
Además, el proceso de inmigración en los Estados Unidos es uno de los puntos de contacto donde las organizaciones evangélicas pueden tener un impacto directo. Para muchos inmigrantes, unirse a una iglesia evangélica no solo ofrece apoyo social, sino también una visión específica de lo que significa ser "americano". La identidad religiosa de los evangélicos se entrelaza con un sentido de pertenencia a la cultura estadounidense, especialmente en lo que respecta a cuestiones de valores morales, como el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo y otros temas sociales. En este sentido, las iglesias evangélicas proporcionan no solo un refugio espiritual, sino también un marco ideológico que puede fortalecer una ideología conservadora, la cual a su vez influye en la postura política de los latinos inmigrantes.
Es interesante notar que este vínculo entre la religión evangélica y las actitudes conservadoras no es único de los inmigrantes latinos. Sin embargo, los datos muestran que los latinos que se identifican con el evangelismo tienden a adoptar una visión conservadora de la política y a priorizar los valores cristianos tradicionales en su identidad. Por ejemplo, los latinos evangélicos son más propensos a afirmar que ser cristiano es un componente esencial de lo que significa ser estadounidense, y muchos consideran que esta identificación religiosa es fundamental para integrarse a la sociedad estadounidense (Taylor, Gershon y Pantoja, 2014).
Este fenómeno se refleja en las políticas públicas y en la evolución de las actitudes políticas dentro de la comunidad latina en los Estados Unidos. A pesar de la diversidad ideológica en la comunidad latina, existe una tendencia clara: los latinos evangélicos tienden a posicionarse más a la derecha en cuestiones sociales, mientras que aquellos que se identifican como católicos o no religiosos muestran actitudes más progresistas en temas como el matrimonio entre personas del mismo sexo y los derechos reproductivos (Ellison, 2011). Estos cambios en las actitudes políticas y sociales de los latinos, particularmente en lo relacionado con el matrimonio entre personas del mismo sexo, ilustran cómo la influencia religiosa, especialmente la evangélica, moldea las posturas políticas de los inmigrantes latinos.
Es fundamental comprender que, más allá de la influencia religiosa, el proceso de socialización política dentro de las iglesias evangélicas está profundamente vinculado con la construcción de una identidad cultural americana. Esto puede tener implicaciones tanto en la vida política de los inmigrantes como en la forma en que los valores conservadores se manifiestan en las políticas públicas. Las iglesias evangélicas no solo buscan una integración religiosa, sino que también presentan una versión específica de la identidad nacional que, a través de la fe, se conecta con el contexto político y social estadounidense.
Es crucial señalar que el cambio de actitudes políticas dentro de las comunidades latinas, impulsado en parte por la religión, también refleja una mayor polarización política que ha marcado a los Estados Unidos en los últimos años. En este sentido, los latinos evangélicos no solo están influidos por su fe, sino también por el clima político que permea su entorno.
¿Cómo los evangélicos redefinen su relación con la política y los candidatos republicanos?
La relación entre los evangélicos y la política estadounidense ha evolucionado profundamente en los últimos años. Originalmente, su visión política estaba muy influenciada por principios religiosos rígidos y una percepción de moralidad inflexible, pero con el tiempo han adoptado una postura más pragmática. Este cambio se refleja en su actitud hacia los candidatos políticos, especialmente dentro del Partido Republicano. Los evangélicos, al reconocer que su comunidad es una minoría dentro de la sociedad estadounidense, han comenzado a priorizar la viabilidad política de los candidatos sobre la pureza ideológica, lo que les ha llevado a tomar decisiones menos dogmáticas a la hora de votar. En este sentido, no es raro que apoyen al candidato republicano más viable, incluso si este no refleja completamente sus valores tradicionales. Este enfoque ha sido particularmente visible en elecciones recientes, donde, en muchos casos, los evangélicos han respaldado al Partido Republicano con la esperanza de proteger sus intereses a través de un enfoque práctico, no idealista.
El cambio de perspectiva dentro del movimiento evangélico es notablemente evidente en las elecciones de 2016, cuando muchos evangélicos se vieron obligados a tomar una decisión difícil sobre Donald Trump. Aunque Trump no era el candidato preferido de muchos dentro de la comunidad evangélica, logró ganar su apoyo gracias a un enfoque pragmático. A pesar de sus defectos evidentes —como su historial personal de divorcios, adulterio y su actitud hacia las cuestiones religiosas y morales— muchos evangélicos lo vieron como un protector potencial. Argumentaron que, al igual que en el pasado se perdonaron a otros líderes por sus transgresiones, era posible perdonar a Trump por sus fallos personales si con ello se conseguía una mayor seguridad y la protección de la libertad religiosa.
Este razonamiento subraya una paradoja fundamental de los evangélicos en la política contemporánea: la tensión entre los principios morales elevados y las realidades pragmáticas de un sistema político donde, en muchas ocasiones, el candidato ideal no es una opción viable. Los evangélicos han aprendido a reconocer que el gobierno, aunque imperfecto, es el principal instrumento para proteger los intereses de la comunidad. Esta protección incluye la lucha contra la violencia, el crimen, la pobreza, la discriminación, así como las amenazas externas, como el terrorismo y las grandes corporaciones multinacionales. No obstante, muchos también creen que la mejora integral de la sociedad no puede depender exclusivamente del gobierno; más bien, esta mejora debe ser obra de la fe, una renovación espiritual que ocurre individuo por individuo.
El enfoque pragmático que adoptaron los evangélicos hacia Trump fue reflejo de la creciente desilusión con los políticos tradicionales. Trump, como un outsider en la política estadounidense, fue visto como alguien que podía ofrecer un cambio real en un sistema que muchos consideraban corrupto o ineficaz. Este cambio fue particularmente atractivo para aquellos evangélicos que se sentían frustrados por la falta de resultados tangibles de gobiernos republicanos previos, incluso bajo presidencias conservadoras como la de George W. Bush.
En términos de política, Trump se alineó con los evangélicos en puntos clave, como la oposición al aborto, la protección de la libertad religiosa y el compromiso con un tribunal supremo conservador. Estos elementos, más allá de su propia moralidad o sus valores personales, fueron los que realmente consolidaron su apoyo. Aunque su retórica a menudo fue agresiva y divisiva, muchos evangélicos la interpretaron como un rechazo de la corrección política, algo que había erosionado la confianza de muchos votantes.
Además, es importante entender que el respaldo a Trump no se limitaba a su figura como candidato, sino que también tenía que ver con las políticas del Partido Republicano y con la percepción de que el liderazgo conservador podía ofrecer una mejor protección frente a amenazas percibidas, tanto internas como externas. En este sentido, la prioridad de la comunidad evangélica no solo era la preservación de sus valores, sino también la creación de un entorno seguro para su práctica religiosa y su vida cotidiana.
Este pragmatismo político también refleja la complejidad ideológica dentro del Partido Republicano, que ha tenido que adaptarse a las demandas de los evangélicos. No es solo el Partido Conservador el que se ha visto modificado por la creciente influencia evangélica, sino que también los evangélicos han tenido que adaptarse a un entorno político más diverso. Con ello, se ha producido una reinterpretación de lo que significa ser conservador en el contexto político actual, con una visión más flexible y menos rígida de los principios que tradicionalmente definían a la derecha estadounidense.
Es relevante señalar que esta evolución del voto evangélico también ha tenido implicaciones más allá de la figura de Trump y su presidencia. El hecho de que los evangélicos se inclinaran por un candidato tan polarizador indica una transformación en la forma en que conciben la política. Ya no se trata solo de una cuestión de principios morales o teológicos, sino de una evaluación más estratégica y calculada sobre qué candidato o partido ofrece la mejor oportunidad para proteger sus intereses. Esto marca una transición importante en el comportamiento electoral evangélico, que se ha alejado de una lealtad ciega hacia un partido o figura política, y se ha movido hacia una postura más pragmática, donde la viabilidad política y los resultados tangibles tienen un peso mayor.
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