La frugalidad, entendida como la capacidad de lograr lo máximo con lo mínimo, ha cobrado importancia en el ámbito de la gestión de la innovación, especialmente al considerar su implementación en mercados emergentes y en países industrializados. Desde sus primeros estudios en la década de 2000, la frugalidad ha dejado de ser un concepto limitado a la economía doméstica o la filosofía, para convertirse en una perspectiva relevante en la creación de productos y soluciones innovadoras en diversas industrias. La frugalidad, a diferencia de la búsqueda incesante de alta tecnología o características sofisticadas, pone énfasis en ofrecer soluciones sencillas, accesibles y eficientes.
En países como India, la frugalidad en innovación ha sido un componente esencial debido a su contexto cultural y económico. En culturas colectivistas, con una mayor tolerancia a la ambigüedad y un menor grado de aversión a la incertidumbre, los productos frugales son mejor recibidos, ya que están diseñados para satisfacer necesidades fundamentales sin añadir complejidad innecesaria. El enfoque frugal se basa en un entendimiento pragmático de las necesidades locales, aprovechando los recursos disponibles de manera eficiente y sin sobrecargar a los consumidores con características que no aportan valor real.
Un aspecto crucial es la relación entre la frugalidad y el contexto nacional. Las sociedades que valoran la moderación, la sostenibilidad y una orientación a largo plazo son más propensas a aceptar la frugalidad como una forma legítima de innovación. Contrariamente, en países con una fuerte inclinación por el progreso tecnológico constante y el desarrollo de soluciones complejas, como Alemania, la frugalidad en la innovación puede encontrarse con resistencia. Esto se debe a que los ingenieros y diseñadores están socializados en un sistema que premia la creación de soluciones de alto rendimiento, lo que puede llevar a una sobreingeniería de los productos, con características que exceden lo necesario para los mercados de bajo costo o los consumidores con menos poder adquisitivo.
La escasez de recursos en muchos países en desarrollo también ha sido un impulsor clave de la innovación frugal. En estos contextos, las empresas se ven obligadas a adoptar un enfoque de pensamiento basado en restricciones, evaluando cuidadosamente los insumos disponibles para desarrollar soluciones accesibles y adecuadas. A diferencia de los países industrializados, donde los recursos son abundantes, las organizaciones en los mercados emergentes tienden a buscar formas de ofrecer productos que resuelvan problemas reales sin añadir complejidad innecesaria.
El concepto de la "excelencia asequible", que aboga por una innovación que no se enfoque en la sofisticación tecnológica sino en ofrecer lo que el mercado realmente necesita, está ganando terreno. Empresas globales, como las multinacionales occidentales, se han visto impulsadas a reconsiderar sus modelos de negocio al entrar en mercados emergentes. En lugar de simplemente adaptar productos existentes a estas regiones, se ha planteado la necesidad de desarrollar soluciones económicas que puedan satisfacer las demandas de un consumidor con menor capacidad adquisitiva. Esto no solo aboga por una reducción de costos, sino por una mejora en la accesibilidad y la adecuación del producto a las realidades locales.
Asimismo, la frugalidad también ha sido propuesta como un enfoque que favorece la sostenibilidad y el compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Los productos frugales no solo buscan reducir costos, sino también minimizar el impacto ambiental y social de la producción. De esta forma, la innovación frugal no solo se asocia con la reducción de gastos, sino con la creación de productos más sostenibles y socialmente responsables.
Por lo tanto, la frugalidad no es solo una estrategia de reducción de costos, sino un paradigma emergente que redefine lo que significa innovar en el contexto global. La necesidad de soluciones que respondan a las exigencias del mercado, sin caer en la trampa de la sobreingeniería, se está consolidando como un principio fundamental de la innovación moderna. Empresas que adoptan este enfoque están bien posicionadas para abordar los desafíos globales de sostenibilidad, accesibilidad y eficiencia.
A medida que la frugalidad continúa evolucionando como un paradigma de innovación, es esencial que las organizaciones reconozcan la importancia de alinear sus esfuerzos de desarrollo de productos con las necesidades reales de los consumidores, en lugar de seguir ciegamente las trayectorias de innovación que privilegian el rendimiento técnico sobre la simplicidad y la adecuación.
¿Cómo las capacidades nucleares pueden convertirse en rigideces centrales que obstaculizan la innovación en empresas?
En el ámbito de la gestión estratégica, la discusión académica sobre las capacidades se enmarca dentro de la visión basada en recursos (resource-based view), en contraste con la visión tradicional orientada al mercado, influenciada principalmente por las teorías de fuerzas competitivas de Michael Porter (1980). Según la visión basada en recursos, las empresas pueden obtener ventajas competitivas no solo mediante el análisis y la influencia sobre su entorno, sino también mediante el uso y la mejora continua de sus recursos internos, procesos, valores y conocimientos (Prahalad y Mashelkar, 1990; Teece et al., 1997; Winter, 2003; Christensen, 2016).
El concepto de "capacidades nucleares" hace referencia a aquellas competencias específicas dentro de una empresa que permiten ofrecer beneficios únicos en el mercado, los cuales no pueden ser fácilmente replicados por los competidores con capacidades diferentes (Prahalad y Mashelkar, 1990; Pavitt, 1991; Leonard-Barton, 1992). Sin embargo, existe una paradoja inherente a este concepto, ya que lo que una empresa es capaz de hacer para obtener una ventaja competitiva también puede limitar su capacidad de adaptación y crecimiento en nuevas direcciones. De esta forma, las capacidades nucleares pueden transformarse en rigideces centrales, es decir, capacidades que antes impulsaban el éxito de la empresa, pero que ahora pueden restringir su capacidad de adaptación al entorno cambiante.
Este fenómeno resalta la importancia de gestionar adecuadamente las capacidades para mantener la competitividad. Las capacidades no son un constructo fijo, sino que requieren reflexión crítica y una continua adaptación. En este sentido, la teoría de las capacidades dinámicas, propuesta por Teece et al. (1997), ha emergido como un enfoque clave para abordar esta necesidad de flexibilidad. Las capacidades dinámicas permiten a las organizaciones transformar y adaptar sus capacidades operativas mediante una reconfiguración sistemática y continua, lo que posibilita su competitividad a largo plazo. A diferencia de las capacidades operativas, que se centran en el funcionamiento actual de la empresa (como la venta de un producto estándar o la ejecución de un paso específico en la manufactura), las capacidades dinámicas implican un patrón aprendido y estable de actividades colectivas a través del cual la organización genera y modifica sus rutinas operativas para mejorar su eficacia (Zollo y Winter, 2002).
Sin embargo, la implementación de estas capacidades dinámicas no está exenta de desafíos. En el contexto de la innovación frugal, la capacidad para adaptarse a nuevos paradigmas de desarrollo de productos es fundamental. En muchas empresas, especialmente aquellas con un enfoque tecnológico avanzado, las capacidades bien establecidas pueden haber conducido a productos excesivamente especializados y de alto costo, que no siempre se alinean con las necesidades reales del mercado. En la industria automotriz alemana, por ejemplo, las estrictas especificaciones de material, que alguna vez representaron un signo de calidad, a menudo resultan en productos sobredimensionados que no responden a las necesidades del cliente. Las empresas que buscan alcanzar la perfección tecnológica pueden encontrarse atrapadas en un ciclo de optimización continua, donde las especificaciones de los materiales, lejos de ser una ventaja, pueden hacer que los productos sean innecesariamente caros y complejos, limitando la accesibilidad de estos a mercados de menor costo.
Este fenómeno no es exclusivo de la industria automotriz. En sectores como el de materiales reciclados, los proveedores han señalado que las especificaciones exageradas dificultan la entrada de nuevos productos al mercado y encarecen innecesariamente los costos de desarrollo. En un mercado donde los consumidores buscan cada vez más productos accesibles y sostenibles, esta búsqueda por la perfección técnica puede resultar contraproducente. Tal como indica la teoría de la innovación disruptiva, las empresas consolidadas, con sus capacidades orientadas a la mejora continua del rendimiento, pueden ver cómo sus productos, aunque de alta calidad, quedan fuera del alcance de ciertos segmentos de consumidores.
La clave para superar esta rigidez es redirigir las capacidades de la empresa hacia objetivos más acordes con las demandas del mercado. La innovación frugal, un concepto que prioriza la simplicidad y el costo por encima de la sofisticación tecnológica, es una respuesta directa a este desafío. Empresas que aplican un enfoque basado en la frugalidad tienen la capacidad de generar productos con los recursos disponibles, adaptando sus capacidades a las realidades del mercado, sin perder de vista la funcionalidad esencial.
Además de las capacidades operativas y dinámicas, la orientación al sistema es otro factor crucial. Las empresas que desarrollan una visión integral, capaz de conectar distintas capacidades a lo largo de su cadena de valor, son las que mejor pueden hacer frente a la presión de los cambios del mercado y las exigencias de innovación. Tal enfoque permite no solo la mejora continua, sino también la creación de nuevas oportunidades en segmentos de mercado donde la competencia aún no ha logrado penetrar. La gestión de capacidades no debe ser vista como un ejercicio aislado, sino como parte de una estrategia global que considere tanto los desafíos internos como las demandas externas.

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