En los últimos años, la evolución de las células solares de perovskita ha estado marcada por una tensión constante entre la búsqueda de una eficiencia fotovoltaica extrema y la necesidad de garantizar estabilidad química y sostenibilidad ambiental. Uno de los retos más críticos es el control de la fuga de plomo, un problema que amenaza tanto la seguridad ambiental como la aceptación comercial de esta tecnología. Sin embargo, múltiples estrategias han emergido, combinando ingeniería de materiales, química de interfaces y diseño estructural para minimizar este riesgo sin reducir el rendimiento energético.
La introducción de complejos moleculares híbridos, como las diadas fulereno-porfirina, ha demostrado una notable capacidad para prevenir la liberación de plomo, al mismo tiempo que mejoran la estabilidad de las perovskitas bajo condiciones operativas. Estas arquitecturas actúan como barreras electrónicas que encapsulan los iones metálicos dentro de la red cristalina, evitando su migración durante los ciclos de iluminación. Paralelamente, el uso de polímeros funcionalizados con grupos alcalinos o tiourea ha permitido estabilizar la fase FAPbI₃, conocida por su alta eficiencia, reduciendo la vulnerabilidad frente a la humedad y las fluctuaciones térmicas.
Otra línea de desarrollo esencial es la creación de recubrimientos superhidrofóbicos y de marcos porosos autoensamblados mediante enlaces de hidrógeno, que refuerzan los límites de grano en las películas de perovskita. Estas estructuras, además de sellar físicamente los caminos de fuga del plomo, incrementan la integridad mecánica y química del material. La idea central consiste en convertir la superficie en una interfaz autorregenerativa, capaz de resistir tanto la penetración de vapor de agua como la degradación por radiación ultravioleta.
Los avances en la ingeniería del SnO₂ también han sido determinantes. Mediante enlaces cruzados químicos y la incorporación de moléculas multifuncionales, se ha logrado un acoplamiento más coherente entre las capas electrónicas y la perovskita, reduciendo las pérdidas por recombinación y la disolución de iones de plomo. Algunos trabajos recientes describen sistemas bioinspirados en los que interfaces flexibles y autoescudadas actúan como barreras dinámicas, adaptándose a las deformaciones mecánicas sin comprometer el sellado químico.
Además, la integración de estructuras metal-orgánicas (MOF) y compuestos basados en polidopamina ha abierto un camino hacia la captura selectiva de iones pesados. Estas matrices funcionan como esponjas químicas, secuestrando el plomo liberado incluso en dispositivos dañados. Los MOF modificados con porfirinas de cobre o grupos tiol se han convertido en actores clave para la fijación del plomo y del yodo, asegurando tanto la estabilidad del dispositivo como su inocuidad ambiental.
La ingeniería superficial de la perovskita mediante tratamientos con ditioles, moléculas carboxílicas o compuestos amínicos permite un control preciso de la transferencia de carga y la pasivación de defectos. Este refinamiento químico no solo incrementa la eficiencia cuántica del material, sino que, simultáneamente, crea una red de coordinación que inmoviliza los iones metálicos en estados energéticamente estables. El resultado son dispositivos que mantienen una eficiencia superior al 23 % mientras presentan una reducción drástica en la fuga de plomo.
A nivel estructural, se ha avanzado hacia la encapsulación integral basada en ionogeles absorbentes de plomo, capaces de mantener la integridad del módulo incluso frente a impactos o deformaciones. Este tipo de encapsulación, junto con los aerogeles de grafeno sulfonado, marca un paso decisivo hacia los módulos flexibles y seguros, aptos para aplicaciones urbanas y portátiles.
En esta evolución, la sostenibilidad ya no se concibe como un objetivo secundario, sino como un principio de diseño intrínseco. La incorporación de resinas con capacidad de retención, materiales orgánicos verdes y métodos de procesado con disolventes no aromáticos demuestra que la fotovoltaica perovskita puede transformarse en una tecnología limpia y estable. Las estrategias recientes de “terapia bidireccional” —donde los materiales actúan simultáneamente sobre la eficiencia y la seguridad ambiental— consolidan una nueva visión de las energías renovables, donde el rendimiento y la responsabilidad ecológica convergen.
Es importante comprender que la solución al probl
¿Cómo mejora la eficiencia de los dispositivos solares perovskitas mediante el uso de materiales de conversión ascendente?
El uso de nanopartículas de materiales semiconductores, como los plasmones Cu2−xS, ha demostrado un impacto significativo en la mejora de la luminiscencia de conversión ascendente (UC), destacándose en aplicaciones fotovoltaicas. Este tipo de mejora en la luminiscencia UC se logra principalmente a través de la dispersión de las nanopartículas plasmonicas Cu2−xS bajo condiciones de baja densidad de potencia de excitación. A medida que la potencia de excitación aumenta, el fenómeno de difusión electrónica se produce a través de una transición interbanda de dos fotones de Cu2−xS. Esto incrementa la eficiencia global de la conversión ascendente en composites de Cu2−xS@SiO2@Er2O3, que pueden mejorar la eficiencia cuántica interna a un máximo de 14,3% bajo condiciones de excitación específicas. Esta mejora en la luminiscencia UC permite una expansión en la respuesta en el infrarrojo cercano y mejora la eficiencia de conversión fotovoltaica (P
¿Cómo las nanopartículas metálicas mejoran el rendimiento de las celdas solares de perovskita?
El rendimiento de las celdas solares de perovskita (PSCs) ha sido notablemente mejorado gracias al uso de nanopartículas metálicas plasmonicas, como las de plata (Ag) y oro (Au). Estas partículas, cuando se incorporan en diferentes capas de las celdas solares, pueden intensificar la absorción de luz incidente a través de los efectos de resonancia plasmonica superficial (LSPR, por sus siglas en inglés), lo que incrementa la eficiencia de corriente de corto circuito (Jsc) y la eficiencia de conversión de potencia (PCE). Por ejemplo, los trabajos de Kim et al. demostraron que, al utilizar nanocubos de Ag que interactúan electromagnéticamente con un electrodo posterior de Ag, se logró aumentar tanto la Jsc como la PCE de una celda solar de perovskita. La Jsc se incrementó de 19.5 ± 0.46 mA cm-2 a 21.4 ± 0.45 mA cm-2 y la PCE pasó del 11.86% al 13.3%. Este efecto es particularmente notable en celdas con una capa de perovskita más delgada, lo que permite una mayor mejora en la absorción de luz debido a la amplificación de la interacción entre las nanopartículas metálicas y la capa de perovskita.
El uso de nanopartículas metálicas, particularmente las de Ag, ha sido intensamente investigado por su capacidad para promover el transporte de electrones, reducir la recombinación de portadores de carga y mejorar la separación de electrones y huecos. Sin embargo, también se debe tener en cuenta el efecto negativo de estas nanopartículas como sitios de trampa para los portadores libres, lo que puede reducir la eficiencia si no se controlan adecuadamente. Yang et al. investigaron la influencia de las nanopartículas de Ag en la capa fotoánodo de TiO2 en PSCs, observando que, aunque las nanopartículas de Ag aumentan la absorción de luz visible a través de LSPR, también inducen la formación de trampas para los portadores, lo que puede contrarrestar los beneficios obtenidos en términos de absorción.
La solución a este dilema puede encontrarse en el encapsulamiento de las nanopartículas metálicas dentro de una capa dieléctrica, como SiO2 o TiO2. Este enfoque permite evitar la recombinación de los portadores fotogenerados en la interfaz metal/perovskita y la reacción química entre el metal y la perovskita. Un ejemplo de ello es la incorporación de nanopartículas de Au@SiO2 en celdas solares de perovskita, lo que mejora el decaimiento radiativo de los excitones y aumenta la reabsorción de la radiación emitida, introduciendo un esquema novedoso de reciclaje fotónico. Este enfoque ha demostrado mejoras en la Jsc y la PCE de las celdas solares, gracias a la modificación del índice de refracción local y a la optimización de la resonancia plasmonica superficial.
A medida que se avanza en la investigación, también se ha descubierto que las aleaciones metálicas, como las de Au-Ag, presentan resonancias plasmonicas más amplias y ajustables que las estructuras metálicas individuales. Estas aleaciones pueden coincidir de manera más precisa con las bandas de absorción de la perovskita, especialmente en su región de absorción débil. Investigaciones recientes, como las de Fu et al., han demostrado que las nanopartículas de Au@Ag pueden mejorar significativamente la eficiencia de las celdas solares, al mismo tiempo que permiten una mayor utilización de los fotones de baja energía. Además, las aleaciones de metales como AuAg@AuAg han mostrado un gran potencial al mejorar tanto la captación de luz como el transporte de carga en la capa de PEDOT:PSS, alcanzando un PCE de hasta 16.76%.
El enfoque de las aleaciones metálicas es aún más prometedor cuando se incorporan nanopartículas como las de Cu-Ag, que no solo mejoran la eficiencia fotovoltaica, sino que también incrementan la estabilidad a largo plazo y la fotostabilidad de las celdas solares. El trabajo de Cheng et al. demostró cómo la incorporación de nanoaleaciones de Au, Ag y Au-Ag mejora la absorción de luz y facilita la separación de cargas, lo que contribuye a un rendimiento superior en las celdas solares de perovskita.
Es crucial, sin embargo, que el diseño de las nanopartículas y las aleaciones metálicas se ajuste cuidadosamente a las características específicas de la capa de perovskita para maximizar los beneficios. La integración de estos materiales debe ser controlada para evitar efectos adversos como la recombinación excesiva de portadores o la formación de trampas para los mismos, lo que podría limitar el rendimiento de las celdas solares.
El uso de nanopartículas metálicas y aleaciones, junto con su integración cuidadosa en las celdas solares de perovskita, representa una de las estrategias más prometedoras para mejorar el rendimiento y la estabilidad de estas tecnologías fotovoltaicas emergentes. La investigación continúa avanzando en este campo, con el objetivo de optimizar aún más la eficiencia de conversión de
¿Por qué es tan importante la encapsulación en las celdas solares de perovskita?
La encapsulación de las celdas solares de perovskita (PSC) desempeña un papel fundamental en la prolongación de su vida útil y en la mejora de su eficiencia operativa. Uno de los mayores desafíos en el desarrollo de esta tecnología es la protección de las capas funcionales frente a factores externos como la humedad y el oxígeno, que pueden comprometer la estabilidad química y física de las celdas solares. Este problema, aunque es común en diversas tecnologías electrónicas, cobra una importancia aún mayor en el caso de las PSC, dado su alta sensibilidad a las condiciones ambientales.
Los materiales encapsulantes deben cumplir con estrictos requisitos, tales como una baja tasa de transmisión de vapor de agua (WVTR) y de oxígeno (OTR), además de una excelente transparencia óptica que permita la máxima captación de luz. También se exige una alta estabilidad térmica, de modo que los materiales sean capaces de resistir las temperaturas operacionales extremas (−40–85℃) sin sufrir degradación. La resistencia al impacto, especialmente en condiciones de granizo, es otro factor crucial para asegurar la durabilidad de los dispositivos solares. En este contexto, se hace evidente que los materiales de encapsulación deben tener propiedades excepcionales, capaces de soportar impactos mecánicos sin comprometer la funcionalidad interna de las celdas.
Además de estas características básicas, el encapsulante debe ser químicamente inerte, sin reacciones con otros materiales que puedan generar productos que afecten negativamente al rendimiento del dispositivo. Esto es particularmente relevante en el caso de las PSC, donde las capas funcionales suelen fabricarse a través de procesos químicos húmedos que pueden dejar residuos solventes. Estos solventes no deben interactuar con el material encapsulante, ya que una reacción indeseada podría reducir la eficiencia o incluso destruir la estructura de la celda solar.
Uno de los problemas más complejos es la selección de materiales encapsulantes que sean compatibles con los protocolos de sellado existentes. A diferencia de las celdas solares de silicio, que ya tienen una tecnología de encapsulación ampliamente establecida, las PSC aún están en una fase de desarrollo, lo que dificulta la estandarización de las técnicas de protección. Sin embargo, existe una valiosa fuente de conocimiento en otras tecnologías electrónicas que enfrentan desafíos similares, como los diodos orgánicos emisores de luz (OLED). Estos dispositivos, a pesar de ser de naturaleza distinta, requieren una protección frente a la humedad y el oxígeno, así como una estructura que resista el daño mecánico.
Las tecnologías de encapsulación utilizadas en los OLED, que son principalmente basadas en materiales delgados y orgánicos, pueden ofrecer valiosas lecciones. Por ejemplo, los OLEDs utilizan encapsulación en capas finas alternando materiales orgánicos e inorgánicos, como el nitruro de silicio (SiNx) y el óxido de aluminio (Al2O3), que se depositan mediante técnicas avanzadas como la deposición química de vapor asistida por plasma (PECVD) y la deposición de capa atómica (ALD). Estos métodos, aunque en principio diseñados para proteger las capas orgánicas en los OLED, podrían ser adaptados para las PSC, mejorando así su fiabilidad y durabilidad.
Otro aspecto crucial de la encapsulación es la protección frente a la radiación ultravioleta (UV). La luz UV puede degradar rápidamente los materiales orgánicos en dispositivos como las PSC y los OPV (celdas solares orgánicas), lo que subraya la importancia de materiales encapsulantes que ofrezcan una fuerte absorción de UV. Si bien la transmisión de luz es esencial para la eficiencia de las celdas solares, también es fundamental que esta transmisión no se vea afectada por la degradación del encapsulante, lo cual podría reducir la cantidad de energía solar que las celdas pueden convertir.
La encapsulación efectiva no solo debe ser capaz de proteger de factores ambientales externos, sino también ser resistente a las variaciones térmicas que puedan producirse durante la operación del dispositivo. Los cambios bruscos de temperatura pueden afectar tanto la estructura física de las celdas como su eficiencia en la conversión de energía. En este sentido, los encapsulantes deben ser capaces de adaptarse a las temperaturas extremas sin perder su funcionalidad o provocar la degradación de las capas internas.
Un aspecto adicional que debe considerarse es la posibilidad de que el material encapsulante sea flexible. A medida que las celdas solares de perovskita se desarrollan para aplicaciones más allá de las tradicionales, como en dispositivos portátiles o integrados en estructuras flexibles, los encapsulantes deberán cumplir con los requisitos de flexibilidad sin comprometer sus propiedades protectoras. En este sentido, los avances en tecnologías como los OPV, que también emplean estructuras flexibles, pueden proporcionar claves importantes para el desarrollo de encapsulantes adecuados para las PSC de próxima generación.
Finalmente, aunque el campo de la encapsulación en las celdas solares de perovskita está en constante evolución, se pueden extraer valiosas enseñanzas de otras tecnologías electrónicas avanzadas que enfrentan desafíos similares. La continua investigación en el área de la encapsulación no solo será clave para mejorar la vida útil de las PSC, sino también para hacer que esta tecnología sea más competitiva y viable en el mercado a gran escala.
¿Cómo afecta la encapsulación a la eficiencia de las celdas solares de perovskita?
La encapsulación de las celdas solares de perovskita (PSCs) es un aspecto crítico para mejorar la durabilidad y la estabilidad de estos dispositivos. Sin embargo, varios estudios han señalado que este proceso puede afectar negativamente la eficiencia de las celdas, lo que plantea desafíos adicionales en su desarrollo. Uno de los problemas más comunes que se observa es la pérdida de eficiencia tras la encapsulación, un fenómeno que ha sido documentado en investigaciones sobre el uso de adhesivos curables por UV.
En primer lugar, el uso de materiales epóxicos como encapsulantes ha demostrado ser problemático. Aunque estos materiales son comúnmente empleados por su disponibilidad y costos relativamente bajos, tienen varias limitaciones. Uno de los inconvenientes más notables es que la resina epóxica tiende a amarillear con el tiempo debido a la exposición al ambiente, lo que no solo afecta la estética, sino que también reduce la transmisión de luz, un factor crucial para el rendimiento de las PSCs. Además, su resistencia al calor es insuficiente, lo que se traduce en una degradación térmica visible a temperaturas superiores a los 100°C. Esto puede inducir una descomposición adicional, lo que resulta en grietas y una mayor pérdida de eficiencia.
Los estudios realizados por Dong et al. han mostrado que, aunque los sistemas de resina epóxica curados por UV ofrecen un rendimiento superior a los epóxicos térmicamente curables, no están exentos de problemas. Su eficiencia inicial después de la encapsulación puede mantenerse relativamente estable, pero tras someter las celdas a temperaturas de 85°C y humedad relativa del 65% durante 48 horas, la eficiencia comienza a decaer. Es decir, aunque algunos epóxicos curados por UV presentan una menor pérdida de eficiencia en comparación con otros métodos de encapsulación, aún es necesario mejorar la resistencia a la degradación en condiciones extremas.
Por otro lado, el uso de sellantes de silicona, aunque prometedor debido a su buena transmisión de luz y cierta resistencia al agua, también presenta limitaciones. Las celdas solares de perovskita son particularmente sensibles a la humedad, lo que hace que las soluciones basadas en silicona no sean completamente eficaces para prevenir la penetración de agua. Además, algunos aditivos orgánicos presentes en las siliconas pueden generar problemas de compatibilidad química con las capas funcionales orgánicas de la celda, lo que podría resultar en una disminución del rendimiento.
Existen enfoques más innovadores en el campo de la encapsulación, como el uso de materiales como el PDMS (polidimetilsiloxano), que ha mostrado una mejora en la interfaz entre el MAPbI3 y los electrodos de carbono, sin disminuir la eficiencia del dispositivo. Liu et al. han demostrado que el PDMS puede mantener la estabilidad de las celdas solares durante más de 3,000 horas a temperatura ambiente, sin ningún tipo de decaimiento en su eficiencia.
Algunos estudios recientes han propuesto materiales de encapsulación alternativos como estructuras bilaminadas de PMMA (polimetilmetacrilato) y silicona que no requieren curado térmico o por UV, lo que simplifica el proceso de fabricación. Estos materiales también han mostrado una notable capacidad para mantener una alta eficiencia incluso bajo condiciones ambientales extremas, como 50% de humedad relativa, durante períodos prolongados.
Además de los avances en los materiales de encapsulación, el proceso de laminación al vacío, comúnmente utilizado en la industria fotovoltaica de silicio, está empezando a aplicarse a las celdas solares de perovskita. Esta técnica permite que los dispositivos encapsulados tengan una vida útil superior a 20 años, al asegurar que las celdas se adhieran firmemente al vidrio y se mantengan selladas frente a las condiciones ambientales externas. Los materiales más comunes en esta técnica incluyen el EVA (acetato de etileno y vinilo), el PIB (poliisobutileno) y el TPU (poliuretano termoplástico), que al ser sometidos a altas temperaturas durante el proceso de laminación, se ablandan y se adhieren a las superficies de manera efectiva, mejorando la protección y la estabilidad de las celdas solares.
El proceso de curado de los materiales termoplásticos durante la laminación implica una serie de transformaciones químicas en los polímeros, como la activación de los enlaces C=C en el EVA, que permite la rotación de los segmentos moleculares y su mejor intercalación con las superficies de los sustratos. Esto no solo mejora la adherencia física de los materiales, sino que también facilita una conexión química entre las cadenas de polímeros y las superficies metálicas de los electrodos, contribuyendo a la estabilidad de la estructura general.
Por tanto, la encapsulación es un factor fundamental para la viabilidad comercial de las celdas solares de perovskita, pero sigue siendo un área en constante investigación. Aunque los avances en materiales como los sellantes de silicona, PDMS y las técnicas de laminación al vacío prometen mejoras significativas, el desafío es encontrar una solución que ofrezca un equilibrio entre la protección contra la humedad, la resistencia térmica y la preservación de la eficiencia energética de las celdas a lo largo del tiempo.
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