La polarización del discurso público y las mentiras alimentadas por la incapacidad de muchos ciudadanos para discernir la verdad de la manipulación se han convertido en características definitorias de la era post-verdad. En un contexto donde términos como “noticias falsas” o “actores de crisis” son arrojados al público casi a diario por los políticos, es comprensible que muchos no sepan en qué creer. Esta desconexión con la verdad objetiva ha alimentado una crisis de credibilidad a nivel global. Aunque el concepto de “política post-verdad” no es nuevo, la necesidad de redefinirlo y contextualizarlo en las circunstancias actuales sigue siendo imperativa. Es necesario analizar, tanto de manera individual como comparativa, las nuevas estrategias, herramientas y discursos políticos que siguen desafiando, impactando y moldeando nuestro sistema democrático.
El referéndum sobre la pertenencia del Reino Unido a la Unión Europea, conocido como Brexit, tuvo lugar el 23 de junio de 2016. El objetivo de la votación era medir el apoyo del pueblo británico a continuar como miembro de la UE o, por el contrario, salir de ella. Sin embargo, lo que se presentó como una simple consulta, rápidamente se convirtió en una cuestión de identidad, pertenencia y, sobre todo, de desinformación.
Un factor crucial en el desarrollo de este referéndum fue la campaña previa. El primer ministro David Cameron, en 2013, declaró que si los conservadores ganaban las siguientes elecciones, buscarían renegociar la relación del Reino Unido con la UE. Este anuncio sembró las semillas de la división, pero no fue hasta 2015 cuando se comenzó a gestar el grupo "Britain Stronger in Europe", que apoyaba la permanencia, y dos grupos principales pro-salida, "Leave.EU" y "Vote Leave". Este último fue reconocido oficialmente como la campaña de salida por la Comisión Electoral.
Una de las características que definió a la campaña del Brexit fue su polarización extrema. A medida que se acercaba la fecha de la votación, los dos bandos se acusaban mutuamente de engañar al público con tácticas de miedo, mentiras y distorsiones. En este contexto, las afirmaciones de los defensores del Brexit, como que el Reino Unido enviaba 350 millones de libras semanales a la UE o que la inmigración neta había alcanzado cifras alarmantes, ganaron mucha tracción. Estos mensajes no solo dominaron la campaña, sino que se arraigaron profundamente en la psique colectiva del país.
En términos de credibilidad, es fundamental subrayar que estas afirmaciones no solo fueron inexactas, sino que también fueron estratégicamente manipuladas para influir en las emociones de los votantes. Por ejemplo, el famoso cartel en el costado de un autobús de la campaña Vote Leave afirmaba que el Reino Unido enviaba 350 millones de libras semanales a la UE, lo que, en realidad, no era cierto. Esta cifra no contemplaba el reembolso del Reino Unido por parte de la UE, lo que disminuía considerablemente la cantidad real. A pesar de que la afirmación fue desacreditada por expertos, una encuesta de opinión de 2016 mostró que el 47% de los encuestados todavía creían que la cifra era correcta.
En paralelo, otro de los puntos clave de la campaña fue la constante referencia a la crisis migratoria. Los mensajes de la campaña Leave, incluidos los carteles de “Britain at Breaking Point” (Reino Unido al borde del colapso), presentaban a los inmigrantes como una amenaza para la sociedad británica. Estos mensajes jugaron un papel crucial en la construcción de una narrativa de miedo que caló hondo en aquellos sectores de la población más vulnerables a la desinformación.
El impacto de estos elementos en el resultado del referéndum fue significativo. A pesar de las predicciones mayoritarias de que prevalecería el voto por la permanencia, el aumento de la participación de votantes que no suelen acudir a las urnas fue un factor decisivo. Este fenómeno, con un 72.2% de participación, superó el promedio histórico de las elecciones generales, lo que permitió a la campaña Leave obtener una victoria sorpresiva por un margen de 51.9% frente a 48.1%. En gran medida, esta participación inusitada se debió a que millones de votantes previamente desinteresados encontraron en el mensaje del Brexit un atractivo convincente. La pregunta que se plantea, entonces, es por qué estos votantes se sintieron movilizados y qué hizo que la campaña Leave fuera más persuasiva.
En un mundo gobernado por la información instantánea y la tecnología, el Brexit se convirtió en un claro ejemplo de cómo los métodos post-verdad pueden redefinir las dinámicas políticas. La desinformación y la manipulación de los hechos no solo afectan el proceso electoral, sino que también transforman las relaciones sociales y políticas, alimentando la polarización y la desconfianza generalizada. La campaña del Brexit no fue simplemente una lucha entre dos opciones; fue una batalla por la interpretación de la realidad misma. A través de tácticas de manipulación discursiva, se moldearon las creencias y actitudes de los votantes de maneras que parecían casi imposibles en el contexto de una democracia moderna.
Además, es fundamental comprender que el legado del Brexit no se limita a su impacto inmediato en la política británica. La forma en que las noticias, los debates y los argumentos se presentaron durante la campaña sigue siendo relevante hoy en día, ya que sigue siendo una lección crucial sobre el poder de la narrativa en la política. La distorsión de los hechos, la manipulación emocional y el enfoque en las identidades colectivas continúan siendo tácticas poderosas en la arena política, tanto en el Reino Unido como a nivel global.
¿Cómo se difunde la propaganda radical de derecha en internet?
El análisis de la propaganda visual y textual en sitios web de organizaciones de extrema derecha revela patrones fascinantes que nos permiten entender cómo operan estos grupos en el espacio digital. Un aspecto destacado es la amplia presencia de símbolos de odio, tales como esvásticas, trisquiles y otros símbolos fascistas históricos, como la cruz flechada (utilizada por el Movimiento Nacionalista Húngaro) o la espada corta gladio. Además, se encuentran imágenes de líderes nacionalistas como Hitler, Ferenc Szálasi o Andrej Hlinka, así como símbolos relacionados con el Tercer Reich y banderas de pasados fascistas locales.
De acuerdo con los datos, un 20.7% de los sitios web analizados contienen tales símbolos de odio, con la mayor concentración en las páginas de grupos radicales de Polonia y Hungría (42.9% y 25.5%, respectivamente), mientras que los sitios de Eslovaquia y la República Checa tienen una menor incidencia de estos elementos (7.5% y 7.8%). Esta variabilidad puede explicarse por las leyes más estrictas contra la difusión de la ideología nazi-fascista en algunos países. A pesar de esta legislación, es evidente que los símbolos visuales continúan siendo una herramienta poderosa para la propaganda de la extrema derecha.
Los banners que muestran figuras representativas y símbolos gráficos diseñados para incitar odio hacia adversarios políticos y sociales también son comunes. La mitad de los sitios web analizados contienen este tipo de material. Además, los banners son especialmente frecuentes en los sitios de los grupos de Eslovaquia y Chequia. Este tipo de propaganda se utiliza, entre otras cosas, para reclutar nuevos miembros, y la web se ha convertido en una plataforma crucial para este objetivo. Los grupos neonazis, por ejemplo, recurren al internet y a la música principalmente para llegar a los jóvenes, quienes, en la era digital, consideran la comunicación en línea como su principal fuente de información.
La presencia de materiales multimedia en estos sitios web es notable. En la mitad de los sitios de extrema derecha (50%), se pueden encontrar materiales como videos, música y otros contenidos visuales, que no solo sirven para transmitir un mensaje ideológico, sino también para mostrar la existencia de una organización numerosa detrás del sitio. Este tipo de materiales, como los videos que documentan confrontaciones entre grupos de la extrema derecha y la policía, o los enfrentamientos con refugiados, inmigrantes o personas de otras etnias, refuerzan la narrativa del grupo y son utilizados para crear un sentido de comunidad y solidaridad entre los miembros.
En cuanto a la propaganda textual, los artículos son la forma más común de difusión ideológica. Estos se encuentran en el 66% de los sitios web, con una mayor presencia en los sitios de Eslovaquia y Chequia (86.3% y 77.5%, respectivamente). Estos artículos pueden ser documentos, investigaciones o folletos diseñados para ofrecer una visión de los problemas sociales y políticos desde la perspectiva de la extrema derecha. Menos frecuentes son las secciones de citas de conferencias o las referencias bibliográficas, aunque algunos movimientos políticos y nostálgicos recurren a estos elementos.
Además, la presencia de símbolos de odio no siempre está asociada a la tradición nazi-fascista. En los sitios web de grupos de subculturas juveniles, los símbolos de izquierda son frecuentemente apropiados, y se utilizan elementos visuales como los que pertenecen a la Schwarze Front de los hermanos Strasser. Este fenómeno refleja un intento de subvertir los símbolos establecidos y crear nuevas formas de identidad dentro de la extrema derecha, especialmente en espacios más informales como los foros en línea y las redes sociales.
Otro aspecto importante es la diferencia en la vigilancia de los sitios web. En comparación con las plataformas tradicionales de medios, internet y especialmente las redes sociales como Facebook permiten una circulación más libre de contenidos radicales, debido a su menor nivel de monitoreo. Aunque existen activistas antifascistas que realizan un seguimiento de estos grupos y reportan los perfiles a los administradores, muchos sitios de grupos radicales de derecha siguen operando con relativa impunidad. Las plataformas digitales, por lo tanto, se convierten en un terreno fértil para la propagación de la ideología radical, ya que la legalidad de algunos contenidos es, a menudo, ambigua.
Es también significativo observar que las organizaciones de extrema derecha en Europa Central y del Este (CEE) parecen estar alcanzando en términos de presencia en línea a sus homólogos de Europa Occidental. Los resultados del análisis sugieren que no existen patrones regionales claros en cuanto a la forma de comunicación en línea de estas organizaciones, aunque sí se observan diferencias en la intensidad y la frecuencia de ciertos elementos propagandísticos. Las organizaciones en la región CEE tienden a usar más banners, mientras que en Europa Occidental se destacan más los símbolos de odio y las citas bibliográficas.
Lo que subyace a estos patrones es la convergencia de los grupos radicales de derecha a través de las fronteras europeas, utilizando las mismas formas de propaganda digital. La diferencia clave radica en el contexto legal y social de cada país, lo que afecta la forma y la intensidad con la que los símbolos de odio y los discursos radicales se difunden en línea.
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