En un panorama mediático cada vez más dominado por los agregadores de noticias, la manera en que se obtiene, verifica y presenta la información es crucial para entender la evolución de las prácticas periodísticas. Los agregadores, en su búsqueda por mantener la veracidad de las noticias que distribuyen, adoptan métodos que combinan técnicas tradicionales con innovaciones tecnológicas. La práctica de contactar a fuentes, por ejemplo, aunque se haya vuelto un procedimiento rutinario y casi formal, continúa siendo un pilar en la legitimación del trabajo periodístico, incluso cuando no se obtiene nueva información sustancial de estas comunicaciones.

La llamada telefónica o el correo electrónico para confirmar datos, aunque se consideren a veces como un ejercicio mecánico, siguen siendo herramientas fundamentales para validar la credibilidad de la información antes de su publicación. Estos métodos permiten a los agregadores de noticias afirmar que hicieron el esfuerzo de contactar a una fuente, un aspecto que, aunque poco productivo, mejora su imagen de seriedad como periodistas. No obstante, este proceso de verificación, que en ocasiones parece más una formalidad que una búsqueda activa de hechos nuevos, revela la paradoja de la práctica periodística moderna: las herramientas tecnológicas pueden hacer que la recolección de datos sea más rápida y accesible, pero también tienden a fomentar una forma de periodismo más superficial y distante, que no siempre se enfrenta a la complejidad de una investigación profunda.

La tecnología, por otro lado, ha abierto nuevas posibilidades para que los agregadores recopilen información de manera más directa y eficiente. Uno de los avances más significativos es la posibilidad de acceder a transmisiones en vivo de conferencias de prensa y otros eventos importantes. Los agregadores pueden ahora, gracias a las plataformas de video en tiempo real y las redes sociales, obtener la misma información que los reporteros tradicionales, casi simultáneamente. Esto ha sido especialmente relevante en eventos ampliamente televisados, como las campañas políticas o los grandes acontecimientos deportivos. En muchos casos, los agregadores se han beneficiado de este acceso sin necesidad de estar físicamente presentes en el lugar de los hechos. Como afirma el editor senior de Circa, Daniel Bentley, “estamos viendo las mismas fuentes de información que los periodistas de sala: cables, comunicados de prensa, declaraciones, tuits”.

El concepto de presencia física, que ha sido esencial para la credibilidad de los periodistas a lo largo de la historia, también ha cambiado. Según la académica Barbie Zelizer, la cercanía a los eventos, una vez vista como el núcleo del periodismo serio y auténtico, ha perdido relevancia a medida que la tecnología ha permitido nuevas formas de "presencia". Hoy en día, no es necesario estar en la misma sala de prensa para acceder a las mismas fuentes. A pesar de que esta proximidad mediada por la tecnología puede carecer de la inmediatez de la experiencia directa del reportero, otorga a los agregadores una ventaja considerable al reducir costos y tiempo en la obtención de información.

Sin embargo, a pesar de los beneficios logísticos, el uso de transmisiones en vivo y otros medios digitales tiene sus limitaciones. Los agregadores no pueden realizar preguntas ni obtener detalles sobre el contexto del evento de la misma manera que lo haría un reportero presente. Además, en ocasiones, deben recurrir a plataformas como Twitter para obtener citas textuales de periodistas que estaban en el evento, lo que pone de manifiesto una vez más las limitaciones de este enfoque. A pesar de ello, estos avances tecnológicos permiten una forma de presencia virtual que, aunque incompleta, sigue siendo valiosa para los agregadores que buscan ofrecer noticias rápidas y oportunas.

Además, los agregadores deben equilibrar la rapidez de la recopilación de datos con la necesidad de generar contenido relevante y atractivo. La tentación de reaccionar rápidamente ante una noticia, sin la carga de la investigación tradicional, puede ser un atractivo para muchos periodistas, ya que permite producir un volumen considerable de contenido sin salir del escritorio. Sin embargo, este enfoque, aunque eficiente, introduce una tensión dentro de la profesión: la diferencia entre ser un creador de contenido que se adapta a la velocidad de los medios digitales y ser un reportero comprometido con la veracidad y la profundidad del trabajo de campo. El escritor de SportsPop, por ejemplo, expresa la ansiedad que siente al saber que podría haber generado una gran cantidad de visitas a su sitio web si simplemente se hubiera quedado trabajando en su escritorio en lugar de ir a cubrir un evento personalmente.

Este dilema pone de manifiesto cómo la tecnología cambia no solo la forma en que se recopila la información, sino también las presiones inherentes al trabajo periodístico. Los agregadores, al igual que los periodistas tradicionales, se enfrentan a la constante demanda de ser los primeros en publicar, a menudo a costa de la calidad y el rigor del proceso informativo. Las presiones sobre la productividad y la necesidad de mantenerse competitivos en un entorno donde la información fluye sin cesar, crean un ciclo donde la rapidez se prioriza sobre la profundidad. Sin embargo, el desafío radica en cómo los agregadores pueden, dentro de este modelo, seguir desempeñando un papel útil y legítimo en la producción de noticias.

Es esencial que los agregadores, aunque operen a una velocidad vertiginosa, reconozcan que el periodismo auténtico requiere un equilibrio entre el acceso a fuentes inmediatas y la necesidad de un análisis profundo y contextual. La dependencia de la tecnología no debe reemplazar la importancia de los principios fundamentales del periodismo: la investigación, la verificación y el compromiso con la verdad. De lo contrario, corren el riesgo de ser percibidos solo como amplificadores de información sin ofrecer valor añadido a la audiencia.

¿Cómo transforman los agregadores de noticias la narrativa tradicional para adaptarse a un mundo informativo más fragmentado?

En Circa, la narrativa era vista no solo como una secuencia temporal de eventos, sino como un proceso integrado que conectaba los relatos a diferentes escalas. Para los periodistas de Circa, lo más importante no era solo reconocer un evento como noticia, sino entender cómo ese evento encajaba dentro de un panorama más amplio, en constante evolución. La cobertura no se definía exclusivamente por la cronología, sino por su capacidad de relacionarse con otras historias en desarrollo. Esta visión proporcionaba una estructura de cobertura que no solo cubría los eventos de manera aislada, sino que los situaba dentro de una red interconectada de narrativas.

El sistema de ramas que utilizaba Circa en Trello ayudaba a los editores a gestionar esta compleja red de historias, aunque no estaba exento de dificultades. A menudo, los editores se enfrentaban a la compleja tarea de insertar nueva información en un contexto ya existente. Esto contrastaba con la práctica tradicional, donde los periodistas tienden a generar una historia a partir de un solo evento. Para Circa, el reto era siempre ver un nuevo hecho como parte de un relato más grande, de una narrativa colectiva que se expandía y se adaptaba conforme nuevos datos se incorporaban.

La "atomización" de las noticias, es decir, la fragmentación de los relatos en unidades muy pequeñas de información, fue otro rasgo característico de Circa. Cada fragmento, reducido a 300 caracteres, se presentaba al lector de manera aislada, permitiéndole acceder solo a la nueva información sin tener que pasar por contenido redundante. A pesar de que esta estrategia estaba dirigida a ahorrar tiempo al usuario, para los periodistas de Circa, la atomización representaba una nueva forma de concebir la noticia. Ya no se trataba solo de un artículo completo, sino de piezas conectadas que formaban una estructura dinámica, integrada y en constante expansión.

Este enfoque holístico a la narración de noticias permitió que Circa ofreciera una visión más profunda de los eventos, al poner siempre en primer plano su conexión con el pasado y el futuro. Sin embargo, este sistema también presentó sus propios desafíos. La dependencia de un esquema estructurado podía hacer que ciertos eventos sin una conexión clara con otras historias quedaran fuera de foco. Además, las limitaciones de la cobertura de ciertas áreas, como las redes sociales o el periodismo de entretenimiento, hicieron que Circa fuera percibido como un servicio muy centrado en las noticias duras, dejando de lado otras formas de contenido más consumido por el público.

A pesar de su cierre en 2015, Circa dejó una lección sobre cómo transformar la estructura de las noticias para adaptarse a un entorno mediático cada vez más fragmentado. El intento de generar una forma más estructurada de narrar noticias no fue suficiente para atraer a una audiencia que ya estaba acostumbrada a otros formatos, pero el enfoque innovador en la organización de la información sigue siendo relevante para los medios que buscan reconstruir la manera en que las noticias son consumidas.

El fracaso de Circa, sin embargo, no debe ser visto como una condena de la atomización de las noticias, sino como un recordatorio de que cualquier cambio en la narrativa debe ir acompañado de una cuidadosa evaluación de las necesidades del público. Las estructuras informativas más complejas requieren también una mayor familiaridad con el formato, lo que podría haber sido un obstáculo para los usuarios que aún no estaban preparados para consumir información de esta manera.

El concepto de "expansión narrativa" que emplearon otros agregadores de noticias es otro aspecto clave en este proceso. Al ampliar el enfoque de una historia, los agregadores podían ir más allá de la versión original presentada por otros medios, integrando distintos puntos de vista y aportando su propio conocimiento sobre el tema. Este enfoque permitía a los agregadores ganar autoridad, ya que, al conectar múltiples perspectivas y hechos, ofrecían una versión más rica y detallada de la historia. Así, no solo informaban, sino que también proporcionaban una interpretación más completa, aumentando su valor dentro del ecosistema informativo.

En este sentido, el reto para los agregadores de noticias no es solo recoger información de diversas fuentes, sino también ser capaces de dar contexto a esa información, construyendo relatos que vayan más allá de las noticias individuales. La expansión de la narrativa, por tanto, no es solo una cuestión de incluir más datos, sino de construir una historia coherente que permita al lector comprender no solo el evento en sí, sino también cómo se relaciona con otros acontecimientos pasados y futuros.

La narrativa meso, esa visión intermedia que une los eventos en un relato más amplio, sigue siendo esencial para entender cómo los nuevos modelos de periodismo pueden ofrecer algo más que información fragmentada. La clave radica en cómo se maneja esta interconexión entre eventos, en cómo se organiza el flujo de la información para que cada trozo tenga sentido dentro de un panorama más amplio.

¿Cómo la desinformación afecta la confianza en los medios de comunicación y la verdad?

Las redes sociales han configurado nuevas estructuras de comunicación que permiten la diseminación de información falsa y la siembra de discordia y confusión. Las noticias falsas han explotado la credulidad con la que muchas personas absorben nueva información, dejando tras de sí un rastro de desilusión y escepticismo. Mientras tanto, los gritos cínicos y políticamente motivados de "¡Noticias falsas!", liderados por figuras como el expresidente Donald Trump y adoptados por líderes autoritarios y movimientos extremistas a nivel mundial, han empoderado a los opositores de las fuentes tradicionales de noticias, quienes desestiman las informaciones que no refuerzan sus creencias sin siquiera examinarlas. Ambos fenómenos han contribuido al descenso de la confianza en la capacidad de los periodistas profesionales para proporcionar información precisa y creíble. La confianza en los medios de comunicación se encuentra cerca de un mínimo histórico en muchas partes del mundo, lo cual va paralelo a una caída general en la confianza en las instituciones en su conjunto. Aunque es posible que el leve repunte de confianza en los medios observado a finales de la década de 2010 refleje alguna resistencia contra estas fuerzas, el daño ya ha sido significativo.

En paralelo, la aparición de políticos, tanto en Estados Unidos como en Europa Occidental, ha mostrado una desvergonzada mendacidad sin precedentes en la política moderna. El consenso científico sobre temas como el cambio climático, las vacunas y los alimentos genéticamente modificados ha sido socavado por un escepticismo engañoso e incluso deshonesto, convirtiendo lo que debería ser un consenso científico en temas de debate público abierto. Hoy en día, estamos inundados de más información que nunca, pero nuestra certeza sobre la fiabilidad de cualquier pieza de esa información ha caído en picado. En este contexto, la agregación de noticias digitalmente basada se define por su propia incertidumbre. La agregación es una respuesta a este aluvión de información, un intento de extraer coherencia de él y dirigir la atención dentro de su desorden. Pero lo hace a una distancia de las fuentes de evidencia que sustentan gran parte de esa información. Es una forma de absorber tanto de esa información como sea posible, de darle sentido (con diversos grados de éxito), pero sin profundizar lo suficiente en cada una de esas piezas de información como para estar seguros de su validez. En su peor versión, simplemente contribuye al desbordamiento de información, aumentando la confusión. En el mejor de los casos, impone cierto orden y sentido, pero rara vez agrega certeza.

Este contraste entre la agregación de noticias y el periodismo tradicional subraya una de las crisis fundamentales que atraviesa la comunicación moderna. El artículo de noticias, tal como se concebía históricamente, era un proceso generador de conocimiento cuyo propósito era producir relatos indudables y autoritativos sobre los eventos actuales. El artículo de noticias mismo era su propia garantía de la validez de los métodos usados para obtener la información contenida en él, como los periodistas indicaban indirectamente en la forma en que presentaban los hechos. Durante décadas, la forma misma de los artículos de noticias, concisa e impersonal, cargada de hechos y organizada en torno a la inmediatez más que a la narrativa, representaba una especie de sello de certeza en el contenido del artículo. Sin embargo, esa certeza ha sido erosionada durante más de medio siglo. Desde los años 60 y 70, la desinformación reportada como hecho durante la Guerra de Vietnam comenzó a socavar tanto la certidumbre de los periodistas como la del público sobre la información presentada en los medios. La crítica constante de los líderes conservadores a los “medios tradicionales”, que comenzó en esa misma época, ha tenido el mismo efecto.

En la actualidad, el ambiente político y cultural ha expuesto de manera aún más evidente esas limitaciones, exagerando y amplificando los fallos inherentes al periodismo tradicional. La declaración de "noticias falsas" ha llevado la antigua crítica de “sesgo mediático” a un extremo absurdo. Mientras que las quejas por sesgo suelen considerar las noticias como parcialmente verdaderas pero distorsionadas en su presentación, el grito de "noticias falsas" proclama que las noticias son completamente falsas, sin ningún proceso de reportaje que pueda certificar siquiera un pequeño fragmento de información verdadera. Las luchas recientes dentro del periodismo han puesto de relieve la continua crisis de la autoridad y la fiabilidad en la transmisión de la información. En respuesta a los ataques directos contra la veracidad de su trabajo, algunos periodistas han intentado reafirmar la certeza de sus reportajes de manera más fuerte y precisa. Por ejemplo, la campaña publicitaria de CNN de finales de 2017 ilustró un intento de defender la certeza absoluta en el proceso de reportaje, mostrando una imagen de una manzana con la voz en off diciendo: "Esto es una manzana. Algunas personas podrían decirte que es un plátano. Podrían gritar ‘Plátano, plátano, plátano’ una y otra vez. Podrían poner ‘PLÁTANO’ en letras mayúsculas. Quizás empieces a creer que esto es un plátano. Pero no lo es. Esto es una manzana". Esta campaña fue una afirmación de una visión de la noticia como algo irrefutable, sin complejidades ni ambigüedades.

Por otro lado, el periodismo de verificación de hechos y el periodismo de datos han surgido como respuestas a estos desafíos. Ambos campos intentan restablecer una visión más robusta de la certeza dentro del periodismo, tomando como modelo los principios de la ciencia social, como la transparencia y la reproducibilidad. Lucas Graves, en su estudio sobre la verificación de hechos en el periodismo, explica cómo esta práctica ha surgido como una respuesta a los retos que ha enfrentado la norma de objetividad periodística en las últimas décadas. De manera similar, C.W. Anderson traza la genealogía del periodismo de datos, mostrando cómo el periodismo ha ido tomando prestadas técnicas y paradigmas epistemológicos de las ciencias sociales, hasta llegar a un tipo de periodismo que maneja la incertidumbre a través de la precisión y los procesos casi científicos.

Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, el periodismo contemporáneo se enfrenta a un dilema crucial: cómo recuperar la confianza en un mundo saturado de información contradictoria, sin caer en una sobreconfianza peligrosa en la "certeza científica". Las herramientas del periodismo deben poder gestionar la incertidumbre inherente al conocimiento humano, al tiempo que ofrecen a la audiencia una forma de discernir la verdad en un contexto global cada vez más fragmentado y polarizado.