Cuando un jardín sufre un desastre, como la devastación de su césped por plagas, a veces la única opción viable es empezar desde cero. Esta situación fue la que enfrentaron Vicky Bennett y Martin Horn al mudarse a su propiedad en Letwell, Nottinghamshire. Lo que inicialmente era un césped amplio y sin mayor diversidad, con un pequeño jardín de rosas envejecido al frente, se convirtió en un ejemplo de renovación y diseño que combina estética, funcionalidad y biodiversidad.

La clave del éxito residió en aceptar el desafío como una oportunidad para hacer algo completamente diferente. En 2019, tras la destrucción total del césped trasero por larvas de escarabajo (chafer grubs), la pareja decidió encargar un proyecto profesional que armonizara la belleza del paisaje natural circundante con un espacio de disfrute y sostenibilidad. El resultado fue un jardín que parece integrarse con la campiña que lo rodea, con bordes herbáceos abundantes, áreas de grava con plantas aromáticas, estanques con vida silvestre y caminos informales que invitan al paseo y al descanso.

El diseño no solo buscó la apariencia, sino también la funcionalidad ecológica y la facilidad de mantenimiento. Se eligieron plantas perennes y arbustos que ofrecen interés visual durante todo el año, como rosas, lavanda, salvia, eupatorio, entre otros, asegurando además una prolongada floración que proporciona polen y néctar para los insectos durante todas las estaciones. La diversidad vegetal favorece la fauna local, desde anfibios hasta polinizadores y aves, incrementando notablemente la biodiversidad del área en pocos años.

El jardín incluye múltiples áreas de descanso distribuidas estratégicamente para aprovechar las vistas y la luz solar en diferentes momentos del día. El uso de elementos acuáticos como fuentes y estanques no solo aporta un sonido relajante sino que también crea hábitats ideales para nuevas formas de vida, como el sapo partero, cuyos característicos sonidos nocturnos se han convertido en parte del ambiente.

El enfoque de cuidado es meticuloso pero natural y sostenible. No se utilizan productos químicos, sino controles biológicos como nematodos para manejar las plagas del césped. La hierba se deja crecer más alta de lo habitual para desalentar la oviposición de escarabajos adultos, lo que también mejora la estética y beneficia a la fauna. Además, se compensa la pobre calidad del suelo de arcilla mediante camas elevadas, donde cultivan espárragos y otras plantas que requieren un mejor drenaje.

El jardín, lejos de ser un espacio rígido, es un ecosistema vivo, donde la interacción entre plantas, animales y humanos se realiza con respeto y equilibrio. La incorporación de elementos como pérgolas cubiertas de enredaderas y caminos de corteza molida invita a una conexión más íntima con la naturaleza. Los detalles, como la selección de plantas aromáticas y la disposición de flores que emergen en sucesión constante, demuestran una profunda comprensión del ciclo vital y estacional.

Más allá del diseño y la horticultura, esta experiencia subraya la importancia de la paciencia y la adaptación. Un jardín de este tipo no surge de un día para otro, sino que es el fruto de años de observación, ajustes y colaboración con expertos. La biodiversidad, la sostenibilidad y el disfrute humano son objetivos que pueden coexistir si se entienden las necesidades de cada elemento y se respeta el equilibrio natural.

Es esencial comprender que transformar un espacio deteriorado en un refugio natural requiere un enfoque holístico, donde el suelo, la flora, la fauna y el manejo humano están interrelacionados. Cada planta elegida tiene un propósito funcional, ya sea alimentar insectos, atraer aves o mejorar la calidad del aire y del suelo. Además, los espacios deben ser diseñados para facilitar el mantenimiento sin necesidad de químicos agresivos, favoreciendo procesos naturales de regeneración y control de plagas.

El jardín de Vicky y Martin no es solo un espacio estético, sino un modelo inspirador de cómo la jardinería puede contribuir a la conservación ambiental local, a la salud del ecosistema y al bienestar humano. La conexión con el entorno natural, la protección de la fauna y la elección consciente de cada elemento son lecciones que todo amante de la jardinería debe interiorizar para crear espacios vivos y resilientes.

¿Qué tipo de estructura elegir para tu invernadero: madera o metal, vidrio o plástico?

La elección del material para un invernadero doméstico no es una decisión puramente estética: implica una evaluación detallada de durabilidad, aislamiento térmico, mantenimiento, sostenibilidad y adaptación al entorno. Aunque la madera y el metal son los materiales estructurales más comunes, sus características difieren profundamente y deben entenderse con precisión para tomar una decisión informada.

La madera, especialmente cuando proviene de fuentes sostenibles certificadas por organismos como el FSC o el PEFC, presenta una estética natural que armoniza especialmente bien con jardines ornamentales o espacios cercanos a la vivienda. Su capacidad para retener el calor es superior a la del metal, un detalle no menor en climas templados o fríos donde la pérdida de temperatura puede comprometer el crecimiento de las plantas más sensibles. La posibilidad de pintar o teñir la madera permite adaptarla al estilo del jardín, y su tacto cálido contribuye a una atmósfera acogedora. No obstante, estos beneficios tienen un precio: la necesidad de un mantenimiento regular, como tratamientos contra la humedad o insectos, y una menor resistencia estructural comparada con los metales. Las maderas blandas, aunque más accesibles económicamente, tienden a deteriorarse antes que las maderas duras, aunque esto puede mitigarse mediante el uso de selladores de alta calidad y un diseño estructural que minimice el contacto directo con el suelo.

El metal, por su parte, ofrece una resistencia mecánica superior y requiere escaso o nulo mantenimiento, especialmente si se trata de aluminio anodizado o acero galvanizado con recubrimientos anticorrosivos. Estas estructuras suelen ser más ligeras —en el caso del aluminio— o más robustas y estables en zonas ventosas —cuando se trata de acero—. El principal inconveniente del metal es su pobre aislamiento térmico: pierde calor rápidamente, lo que puede traducirse en temperaturas inestables en el interior. Sin embargo, este problema puede paliarse mediante el uso de paneles dobles o materiales plásticos aislantes.

La elección del acristalamiento también exige discernimiento. El vidrio, especialmente cuando es templado o de seguridad, ofrece una transmisión de luz excelente, un factor crucial para la fotosíntesis. No obstante, es frágil ante impactos y su peso requiere una estructura que lo soporte adecuadamente. Su capacidad aislante es limitada, lo que puede traducirse en una mayor dependencia de fuentes de calor externas.

En contraste, los plásticos modernos —como el policarbonato de doble pared— imitan el rendimiento lumínico del vidrio, pero con una capacidad mucho mayor de retener el calor gracias al efecto de cámara de aire entre las capas. Además, su resistencia a los impactos es considerable, y son mucho más ligeros, lo que permite estructuras móviles o modulares. Sin embargo, su longevidad depende en gran medida de la calidad del material y de si está tratado contra los rayos UV. Plásticos de baja gama pueden volverse quebradizos en menos de un año bajo exposición solar directa, mientras que los de mejor calidad pueden durar hasta cinco años o más.

La configuración del invernadero también influye en el rendimiento. Modelos con puertas corredizas, ventilaciones en el techo y estanterías ajustables permiten un mejor control del microclima interno. La presencia de sistemas de ventilación pasiva o de riego por nebulización añade una capa de sofisticación que puede marcar la diferencia en cultivos delicados.

Es esencial considerar también el uso estacional del invernadero: si está destinado a extender la temporada de cultivo o si se usará todo el año. En climas donde el invierno es severo, la retención de calor cobra mayor importancia y justifica la inversión en materiales más costosos, mientras que en zonas templadas puede priorizarse la ventilación y la ligereza estructural.

Comprender la procedencia de los materiales no es un detalle menor: optar por madera certificada o aluminio reciclado no solo garantiza una mayor responsabilidad ambiental, sino que también asegura estándares mínimos de calidad y durabilidad. El compromiso con la sostenibilidad no debe ser visto como una concesión, sino como un criterio adicional de selección.

El lector debe tener presente que la elección de un invernadero no se limita al presupuesto inicial, sino que debe incluir una evaluación de los costes a largo plazo en mantenimiento, eficiencia energética y durabilidad del material. No todos los invernaderos requieren una inversión elevada, pero todos deben responder a un criterio de funcionalidad en relación con el tipo de plantas que albergarán, el clima del entorno y el estilo de vida del jardinero.

¿Cómo realzar la belleza de las flores y el follaje en un jardín contemporáneo?

El uso consciente del color en la jardinería no solo es una cuestión de estética, sino una declaración de intenciones. Exagerar deliberadamente la intensidad de ciertos tonos puede dar lugar a combinaciones visuales sorprendentes y memorables. La elección de flores en tonos anaranjados, acompañadas por la intensidad profunda del púrpura —como en el caso del resistente geranio ‘Rozanne’, que florece sin cesar durante todo el verano— transforma incluso la maceta más sencilla en una explosión de carácter. Plantar este tipo de combinaciones alrededor de una jardinera no es simplemente una cuestión de contraste, sino de energía: son composiciones imposibles de ignorar.

En paralelo, la relación entre arte y naturaleza encuentra su máxima expresión en espacios como los jardines de Hidcote, donde la primera gran exposición escultórica se convierte en un diálogo material con el paisaje. Más de doscientas piezas creadas por cincuenta artistas se integran en el jardín inspirado en el movimiento Arts & Crafts, utilizando materiales tan diversos como mármol, granito, cerámica, aluminio, oro y vidrio. Estas esculturas, muchas de ellas centradas en temas como la sostenibilidad, el medio ambiente o la complejidad de la condición humana, toman inspiración directa de las formas florales y del mundo vegetal. La fusión entre arte y botánica no es caprichosa; es esencial para comprender cómo la sensibilidad estética se enraíza en el conocimiento profundo de la naturaleza.

Al diseñar arreglos florales con follaje complementario, se expande la expresividad de un ramo más allá de lo floral. El Helichrysum italicum, conocido como la planta del curry, aporta una tonalidad gris plateada que, aunque no se utilice culinariamente, establece un fondo seco, robusto y aromático. El Pittosporum ‘Tom Thumb’, con su follaje púrpura oscuro, introduce un dramatismo contenido que intensifica cualquier arreglo.

Griselinia ‘Variegata’ añade estructura y volumen, ideal para regiones costeras, mientras que el Physocarpus ‘Diabolo’ —con su follaje finamente cortado en tonos púrpuras y sus pequeñas flores blancas— ofrece una dicotomía visual de delicadeza y fuerza. Incorporar ramas de este arbusto en un jarrón no solo embellece; insinúa un relato visual de contraste y armonía.

Stachys byzantina, con sus hojas aterciopeladas como orejas de cordero, suaviza el conjunto floral y lo enmarca con una luz plateada que refleja el sol de verano. En espacios donde la sequedad estacional es habitual, esta planta de bajo porte se convierte en imprescindible tanto en el jardín como en el florero. Por otro lado, la Mentha spicata, omnipresente y vigorosa, ofrece frescura y perfume. Su incorporación a ramos de flores no es meramente estética; llena el ambiente de un aroma vital y auténtico.

En esta búsqueda de belleza, la elección del entorno es tan importante como las especies. Cojines resistentes al agua, cubiertos florales para barbacoas, copas de vino con detalles botánicos: todos estos elementos refuerzan la continuidad entre el interior y el exterior, entre lo humano y lo vegetal. El diseño de un jardín contemporáneo se extiende al mobiliario, a los utensilios, a los objetos decorativos que celebran la naturaleza en su forma más simbólica y funcional.

No se trata simplemente de cultivar plantas, sino de componer atmósferas. En los festivales

¿Cómo cuidar un jardín ornamental durante el verano para asegurar su esplendor continuo?

El verano es una estación crítica para el mantenimiento de un jardín ornamental. Aunque los días son largos y la luz abundante favorece el crecimiento exuberante de muchas especies, también es un período de exigencias extremas: altas temperaturas, vientos secos, tormentas súbitas y la amenaza constante de la deshidratación. La atención constante y ciertas prácticas estratégicas permiten no solo preservar, sino potenciar la belleza del jardín durante estos meses.

Una de las tareas fundamentales es la propagación de arbustos mediante esquejes semileñosos o de madera blanda. Especies populares como hydrangea, deutzia, weigela, philadelphus y buddleja responden bien a esta técnica. Los esquejes deben tomarse por la mañana y colocarse inmediatamente en una bolsa plástica para evitar la deshidratación. El corte se realiza justo por debajo de un nudo foliar, eliminando las hojas inferiores, y luego se insertan en bandejas con una mezcla de compost y un 25% de perlita o vermiculita para mejorar el drenaje. Deben mantenerse en ambientes sombreados, con alta humedad y temperatura moderada, como un invernadero orientado al norte o un alféizar protegido. En condiciones adecuadas, la enraización ocurre en aproximadamente cuatro semanas. Es crucial evitar la exposición directa al sol, ya que los esquejes de madera blanda se marchitan rápidamente.

En cuanto a las cestas colgantes, estas requieren cuidados intensivos, ya que están expuestas al sol abrasador y a vientos que secan rápidamente el sustrato. Es esencial regarlas diariamente, o incluso dos veces al día durante olas de calor. El riego debe ser profundo, hasta que el agua escurra por la base de la cesta. Alternativamente, se puede sumergir la cesta en un balde de agua durante media hora. Además del riego, es vital eliminar flores marchitas y hojas amarillas para estimular nuevas floraciones, y aplicar fertilizantes líquidos semanalmente, como los específicos para tomates o preparados caseros de consuelda.

El césped también necesita un enfoque adaptativo. Durante sequías, conviene elevar la altura de corte a por lo menos 4 cm y evitar segar en absoluto si la hierba está quemada por el sol. Cortar demasiado bajo en estas condiciones provoca manchas secas difíciles de recuperar. Afortunadamente, la mayoría de los céspedes se regeneran con rapidez tras la llegada de lluvias. Para conservar agua, es preferible dejar de regar el césped durante periodos secos. Un borde bien definido mejora notablemente el aspecto general del jardín, por lo que es útil perfilar los límites del césped con herramientas especializadas.

Los rincones sombríos del jardín, que a menudo se perciben como problemáticos, pueden transformarse en espacios vibrantes con una selección cuidadosa de plantas tolerantes a la sombra. Especies como Fatsia japonica, con su follaje arquitectónico y exuberante, pueden aportar estructura, intimidad y dramatismo visual. Helechos diversos prosperan bajo árboles en sombra seca, mientras que plantas perennes como hostas, tiarella o Asarum europaeum ofrecen interés estético todo el año. Plantas de interior resistentes como Begonia rex o Chlorophytum pueden trasladarse al exterior durante el verano, aportando texturas y colores adicionales. Incluso ciertas flores veraniegas, como lirios fragantes, astrantias y violetas cornuta, florecen con éxito en condiciones frescas y sombreadas.

La siembra anticipada de flores del próximo año es otra práctica beneficiosa. Al sembrar perennes y bienales como aquilegia, bellis, delphinium, lupino, scabiosa, echinacea, sweet Williams y digitalis en verano, se da tiempo a las plantas jóvenes para desarrollarse antes del invierno. Estas semillas deben colocarse en sustrato de calidad, regarse ligeramente y ubicarse en un invernadero sombreado o en una ventana orientada al norte. Los plantones se transplantan una vez que son lo suficientemente robustos, garantizando floraciones vigorosas en primavera.

Los preparativos previos a unas vacaciones de verano también forman parte de una estrategia de cuidado eficiente. Reunir las macetas al aire libre en una zona sombreada ayuda a crear un microclima húmedo que ralentiza la evaporación. Regarlas abundantemente