La contaminación es un problema global que afecta de manera significativa al medio ambiente, los ecosistemas y la salud pública. Este proceso, reconocido por su impacto devastador, convierte al aire, el agua y el suelo en recursos inseguros, inadecuados para su uso, debido a la introducción de contaminantes. Aunque factores como el ruido, el calor y la luz pueden contribuir a la contaminación, los desechos químicos y biológicos son los contaminantes más graves, liberados al entorno por procesos tanto naturales como provocados por actividades humanas. Según estudios recientes, la contaminación es responsable de un número alarmante de muertes prematuras, incluso superior a otras causas globales como el tabaquismo, el SIDA, la malaria o el uso del alcohol. Solo en 2015, se estimó que la contaminación causó alrededor de 9 millones de muertes prematuras, con un costo financiero relacionado con las muertes, enfermedades y pérdidas de bienestar que ascendió a aproximadamente 4.6 billones de dólares, un 6.2% del Producto Interno Bruto mundial (Lesne, 2018).

El agua subterránea, una de las fuentes naturales más importantes, juega un papel fundamental en las sociedades humanas y en los ecosistemas. De buena calidad y fácil acceso, el agua subterránea es una opción popular para el suministro municipal, industrial y agrícola. En Estados Unidos, por ejemplo, el agua subterránea abastece al 51% de la población total y al 99% de las zonas rurales (USGS, 2018). Además, desempeña un rol vital en muchos procesos agrícolas e industriales, además de ser clave para el equilibrio de las aguas superficiales, ya que recarga lagos, ríos, humedales y otros cuerpos de agua. Durante este proceso de recarga, el suelo actúa como un filtro natural, absorbiendo diversos contaminantes (Singer y Brown, 2018). No obstante, si el agua subterránea se contamina, los suministros de agua potable pueden verse gravemente comprometidos, con riesgos importantes para la salud pública y el ecosistema.

La nanotecnología, en este contexto, ha emergido como una herramienta crucial para abordar este desafío. Los avances en el campo de los nanosensores han permitido la detección precisa y ultrasensible de contaminantes en el agua, incluidos metales pesados, productos químicos orgánicos y microorganismos patógenos como Escherichia coli O157:H7. Estos dispositivos, basados en materiales nanoscópicos, pueden detectar incluso pequeñas concentraciones de contaminantes que serían imposibles de identificar con métodos convencionales. De este modo, la nanotecnología no solo facilita el monitoreo en tiempo real de la calidad del agua, sino que también ofrece posibilidades para la remediación eficiente de aguas subterráneas contaminadas.

Uno de los avances más prometedores ha sido el desarrollo de nanosensores electroquímicos, como aquellos basados en nanotubos de carbono y nanopartículas metálicas, que ofrecen una alta sensibilidad y selectividad para detectar una amplia gama de contaminantes. La incorporación de materiales como los puntos cuánticos, los nanotubos de carbono y las nanopartículas de oro permite la creación de sensores capaces de realizar análisis rápidos y precisos, fundamentales para la gestión eficiente de los recursos hídricos.

En cuanto a la remediación de aguas subterráneas, las nanopartículas también han mostrado un gran potencial para adsorber y descomponer contaminantes químicos. Estas partículas, debido a su tamaño y propiedades únicas, pueden interactuar con contaminantes a nivel molecular, eliminándolos de las fuentes de agua sin necesidad de procesos costosos o invasivos. Además, los avances en nanotecnología han permitido desarrollar sistemas que, por ejemplo, utilizan nanopartículas recubiertas con materiales biodegradables para reducir la toxicidad del agua de manera efectiva.

El papel de la nanotecnología en la remediación de aguas subterráneas no se limita únicamente a la detección y eliminación de contaminantes, sino que también contribuye a la recuperación y purificación de los ecosistemas acuáticos. La capacidad de estos dispositivos para identificar pequeñas cantidades de contaminantes permite la intervención temprana, antes de que el daño ambiental sea irreversible.

El monitoreo de la calidad del agua mediante nanotecnología representa un paso significativo hacia una gestión más eficiente de los recursos hídricos, especialmente en zonas rurales y en regiones donde el acceso a tecnologías avanzadas es limitado. Las aplicaciones de la nanotecnología en este campo también abren la puerta a soluciones innovadoras para la descontaminación de cuerpos de agua en tiempo real, sin comprometer la calidad del agua tratada ni los ecosistemas circundantes.

Es esencial comprender que, aunque la nanotecnología ofrece soluciones de vanguardia para el monitoreo y remediación de agua, su implementación a gran escala también plantea desafíos. La producción de materiales nanoscópicos en grandes cantidades, la evaluación de su impacto ambiental a largo plazo y la necesidad de una regulación adecuada son cuestiones que deben abordarse para garantizar que estos avances no generen nuevos riesgos para la salud humana y el medio ambiente.

¿Por qué las nanopartículas atraen tanta atención en la investigación científica?

Las nanopartículas presentan una serie de propiedades físicas, químicas, biológicas y ópticas que las hacen destacar frente a sus contrapartes en forma macroscópica. A diferencia de los materiales en su forma a granel, las nanopartículas pueden exhibir características únicas en cuanto a reactividad, conductividad, resistencia, flexibilidad o reflectividad. Estas propiedades particulares, especialmente cuando se trata de nanopartículas diseñadas, han captado la atención de la investigación científica en diversas áreas, incluida la investigación del agua, que es el enfoque principal de este libro.

La historia de la nanotecnología

La historia de los materiales y estructuras nanométricas creados por el hombre puede rastrearse más de mil años atrás. Aunque en aquellos tiempos no se conocía el concepto de nanotecnología, los artesanos de la antigüedad ya manipulaban y creaban nanomateriales y nanostructuras a través de su experiencia empírica. En el siglo IV, los romanos desarrollaron tecnologías para usar partículas de oro y plata a escala nanométrica y coloidal, con el fin de controlar el color del vidrio. Estas tecnologías se fueron perfeccionando y aplicando en los vitrales de las catedrales europeas entre los siglos VI y XV, y en cerámica luminiscente en el mundo islámico entre los siglos IX y XVII.

No obstante, la nanotecnología moderna tiene una historia relativamente corta. El término "nanotecnología" fue introducido por el científico japonés Norio Taniguchi en 1974 durante una conferencia de la Sociedad Japonesa de Ingeniería de Precisión. Taniguchi, al describir los procesos de semiconductores a escala nanométrica, apuntó: “La nanotecnología consiste principalmente en el procesamiento de separación, consolidación y deformación de materiales por un átomo o una molécula.” Este concepto es la base de lo que hoy conocemos como nanotecnología.

Aunque el término fue acuñado por Taniguchi, muchos otros científicos hicieron aportes fundamentales al desarrollo de la nanotecnología moderna. El físico teórico Richard Feynman es reconocido por haber formalizado el concepto de la nanotecnología en 1959 durante su famosa conferencia "There's Plenty of Room at the Bottom" (Hay mucho espacio en el fondo), en la que sugería que no existían barreras físicas para manipular la materia a nivel atómico. Esta visión teórica dio el soporte necesario para la estrategia "de abajo hacia arriba", que hoy se utiliza ampliamente en la fabricación de nanomateriales.

El desarrollo de la nanotecnología

En términos de su desarrollo práctico, la nanotecnología puede seguir dos enfoques: el enfoque "de arriba hacia abajo", que reduce el tamaño de un material en su forma macroscópica hasta convertirlo en nanopartículas, y el enfoque "de abajo hacia arriba", que construye partículas a nivel atómico o molecular. Ambos enfoques son fundamentales para la creación de nanomateriales, y se complementan entre sí.

La revolución de la nanotecnología fue impulsada en gran medida por el descubrimiento del buckminsterfullereno (C60, también conocido como "buckyball") en 1985, un material con propiedades únicas que llamó la atención de los investigadores. Este descubrimiento, realizado por Harry Kroto, Richard Smalley y Robert Curl, les valió el Premio Nobel de Química en 1996. A partir de ahí, el interés por los nanotubos de carbono (CNT), que se descubrieron poco después, creció exponencialmente. Los nanotubos de carbono, junto con el grafeno, descubierto en 2004 por André Geim y Kostya Novoselov, abrieron nuevas posibilidades en la investigación y el desarrollo de materiales de alto rendimiento, por lo que ambos recibieron el Premio Nobel de Física en 2010.

Importancia de la visualización a nivel atómico

El avance de la nanotecnología no solo ha sido impulsado por la teoría y la experimentación en los laboratorios, sino también por el desarrollo de herramientas de observación que permiten estudiar los materiales a una escala atómica. En la década de 1980, se inventaron el microscopio de túnel de escaneo (STM) y el microscopio de fuerza atómica (AFM), que permitieron a los científicos "ver" y estudiar la materia a nivel nanométrico. Estos avances fueron fundamentales para hacer posible la visualización de los materiales y fenómenos en el mundo nanoscópico. El Nobel de Física en 1986 fue otorgado a Gerd Binnig y Heinrich Rohrer, quienes desarrollaron el STM.

El desarrollo de estas técnicas de visualización ha sido crucial para la síntesis, caracterización y aplicación de los nanomateriales, y es un factor clave en el continuo avance de la nanotecnología. Gracias a estas herramientas, los investigadores ahora pueden observar con precisión los materiales a escala atómica y molecular, lo que ha acelerado su producción y mejora.

Reflexión final sobre la nanotecnología

Es importante destacar que la nanotecnología no solo se limita al ámbito académico o de laboratorio. Sus aplicaciones en la vida cotidiana son vastas y van desde la medicina, la electrónica, la energía, hasta la purificación del agua. Sin embargo, la producción y manipulación de estos materiales conlleva también desafíos éticos y de seguridad que deben ser considerados. A medida que la nanotecnología avanza, es fundamental que se desarrolle junto con marcos regulatorios adecuados para proteger tanto a las personas como al medio ambiente.

¿Cómo se produce la agregación de nanopartículas en agua?

Las nanopartículas de materiales avanzados tienen propiedades interesantes debido a su tamaño y comportamiento en soluciones acuosas. Como se discutió previamente, las nanopartículas poseen una característica destacada: su capacidad para formar suspensiones coloidales en agua gracias al movimiento browniano, también conocido como difusión. La tasa de difusión (es decir, la difusividad) de una nanopartícula en agua es inversamente proporcional a su diámetro, lo que implica que las nanopartículas deberían tener tasas de difusión relativamente altas. Aunque la difusión puede contrarrestar la gravedad o la flotabilidad para mantener las nanopartículas suspendidas en el agua, también provoca colisiones entre las partículas que pueden destruir el sistema coloidal estable. La agregación es un fenómeno común que ocurre cuando las nanopartículas en suspensión empiezan a unirse entre sí, lo que puede llevar al colapso del sistema coloidal estable.

Este proceso de agregación, cuando las partículas en un sistema coloidal no acuoso o en fluidos nanométricos se desestabilizan, se conoce como coalescencia. Durante la coalescencia, las partículas de fluido se fusionan para formar gotas o burbujas más grandes, las cuales pueden separarse mediante flotación o sedimentación. Es importante destacar que la coalescencia es un proceso físico que puede revertirse, al romper las partículas más grandes en partículas de tamaño coloidal o nanométrico.

En el caso de las nanopartículas sólidas en condiciones normales, los procesos de agregación son principalmente observados en partículas sólidas en agua. En este proceso, las partículas de nanopartículas sólidas se agrupan primero (coagulación) y luego crecen con el tiempo en flóculos más grandes (floculación). Dependiendo de la densidad de los flóculos, estos pueden flotar hacia la superficie o asentarse como sedimentos, separando las nanopartículas de la fase líquida. La coagulación y la floculación son procesos físicos que permiten transformar las nanopartículas desde una escala nanométrica hacia flóculos para su separación macroscópica de la fase líquida.

Es fundamental entender que la tasa de agregación de las nanopartículas en agua está influenciada por las condiciones ambientales. Investigaciones previas han demostrado que factores como el tipo de cationes, la concentración de electrolitos y la temperatura afectan significativamente la coagulación y floculación de nanopartículas como el óxido de grafeno (GO) en agua. Este proceso de agregación tiene una importante aplicación en el tratamiento de agua natural, así como en el tratamiento de aguas residuales y agua potable, para eliminar partículas suspendidas y otros contaminantes adsorbidos en las partículas. En el tratamiento del agua, la agregación de partículas se acelera para obtener una remoción rápida mediante técnicas de coagulación y floculación bien desarrolladas.

Durante la operación de tratamiento de agua, la coagulación es un proceso generalmente rápido que está estrechamente relacionado con un proceso más largo de floculación. En este último, se agregan reactivos químicos (coagulantes o floculantes) para acelerar la agregación y sedimentación de las partículas. Los coagulantes/floculantes pueden desestabilizar las nanopartículas cargadas negativamente al neutralizar sus cargas o mediante la creación de enlaces entre las superficies cargadas, lo que lleva a la formación de flóculos más grandes que se sedimentan en el fondo del recipiente.

El proceso de coagulación-floculación es eficaz para separar la mayoría de las partículas coloidales y nanométricas del agua. Sin embargo, después de este proceso, el tratamiento continúa mediante filtración y sedimentación para purificar el agua y eliminar impurezas. Diversos coagulantes y floculantes se han desarrollado para facilitar la agregación y sedimentación de las partículas en agua. Los más comúnmente utilizados en el tratamiento de agua son los basados en aluminio o hierro (inorgánicos), polímeros (orgánicos) o una combinación de ambos. Recientemente, se han aplicado polímeros naturales, como los basados en celulosa y quitosano, en el tratamiento de agua debido a que son mucho más amigables con el medio ambiente que los cationes metálicos tradicionales y los polímeros sintéticos.

La estabilidad de las partículas coloidales en agua ha sido un tema de investigación durante mucho tiempo. A partir de la comprensión de las fuerzas fundamentales de interacción entre las partículas coloidales en solución, se establecieron teorías sobre la estabilidad de los coloides en el siglo XIX. Estas teorías se han extendido para describir la dispersión y agregación de nanopartículas en agua, especialmente a través de la conocida teoría DLVO (Derjaguin–Landau–Verwey–Overbeek), desarrollada por cuatro científicos que aportaron al campo de la química coloidal. Esta teoría sostiene que las interacciones entre partículas suspendidas en agua están controladas por un equilibrio entre las fuerzas atractivas y repulsivas. Si la fuerza repulsiva es mayor que la atractiva, el sistema coloidal será estable y se evitará la agregación. Por el contrario, si la fuerza atractiva predomina, el sistema se vuelve inestable y las nanopartículas tienden a agregarse rápidamente.

La energía total de interacción entre las nanopartículas en agua es la suma de la energía atractiva, que proviene de la fuerza de Van der Waals, y la energía repulsiva, que resulta de la repulsión electrostática. En el caso de partículas cargadas en una solución electrolítica, los iones libres en la solución pueden ser atraídos hacia la superficie de la partícula, lo que genera un efecto de apantallamiento de las cargas. Esta interacción es modelada por el modelo de capa doble eléctrica (EDL), que describe la distribución del potencial electrostático alrededor de la nanopartícula cargada en solución.

Para comprender de manera más profunda el comportamiento de las nanopartículas en agua, es esencial considerar las condiciones que influyen en la formación y estabilización de las suspensiones coloidales. La influencia de los iones presentes, la concentración de electrolitos, el pH y la temperatura son factores determinantes para predecir cómo se comportarán las nanopartículas en diferentes ambientes acuáticos. Además, el entendimiento de estos procesos es crucial no solo en el contexto de la investigación científica, sino también para aplicaciones prácticas en el tratamiento de agua y el control de la contaminación.