Los factores prácticos, fácilmente observables y tangibles, juegan un papel crucial en el proceso de toma de decisiones. La observación ocurre cuando interactuamos con el mundo a través de nuestros cinco sentidos: vista, tacto, oído, gusto y olfato. Al observar, adquirimos conocimiento sobre los productos que nos rodean. Sin embargo, una vez que obtenemos esa información, aplicamos nuestros propios filtros y modelos mentales preexistentes, que influyen en cómo percibimos y pensamos acerca de un producto. Este proceso puede ofrecernos claridad y orientarnos para decidir si una opción es la mejor para nosotros. No obstante, en ocasiones, aferrarse demasiado a un marco rígido o dejarse llevar por un apego emocional hacia ciertas alternativas puede encerrar a los consumidores en una trampa cognitiva, cegándolos ante otras posibles soluciones o enfoques del problema.

A menudo, los tomadores de decisiones se obsesionan con los medios, perdiendo de vista el “por qué” original que motivó la elección. Por ejemplo, si la razón para viajar a Washington D.C. es reunirse con amigos que rara vez se ven, lo prioritario será minimizar el tiempo de viaje. Pero si el objetivo es aprovechar la ocasión para explorar y fortalecer la relación con la pareja, la rapidez puede no ser el factor más importante. Este ejemplo ilustra que comprender las motivaciones subyacentes es tan vital como evaluar las opciones disponibles.

El refrán “el cliente siempre tiene la razón” es parcialmente cierto. Los clientes deciden finalmente lo que valoran, pero a menudo no saben expresar claramente lo que desean o necesitan. Por eso, el reto es ayudarlos a descubrir y clarificar esas necesidades ocultas. Para ello, proponemos un enfoque basado en la combinación de métodos que permitan recolectar observaciones y generar insights profundos. Además, planteamos la co-creación, entendiendo que los clientes no son meros proveedores pasivos de información, sino sujetos activos con quienes se debe interactuar para construir significado y soluciones conjuntamente.

Es fundamental distinguir entre observación e insight. La observación consiste en reconocer y registrar hechos, generalmente a través de la recopilación de datos crudos mediante nuestros sentidos o instrumentos. El insight, en cambio, implica la capacidad de interpretar esos datos y obtener una comprensión intuitiva y profunda. Por ejemplo, observar que los perros son alimentados a las 8 a.m. y 6 p.m. es una observación; deducir que los dueños alimentan a sus mascotas a la par que comen ellos porque consideran a sus mascotas parte de la familia es un insight. Esta interpretación va más allá del dato objetivo e incorpora una dimensión emocional y cultural.

Ambos, observaciones e insights, son indispensables. Sin insights, las observaciones permanecen como datos sin procesar; sin observaciones, los insights se vuelven meras suposiciones infundadas. La capacidad de entender a los clientes se mide por qué tan bien podemos responder a preguntas esenciales: ¿Qué influye en sus decisiones de compra? ¿Cómo nuestro producto satisface sus necesidades? ¿Cómo podemos ayudarles a comprender mejor qué quieren y necesitan? Responder estas preguntas es el camino hacia la empatía con el cliente, una cualidad imprescindible para diseñar productos exitosos.

La empatía centrada en el ser humano implica entender las necesidades y emociones profundas de los clientes, y ver el mundo desde su perspectiva. Este enfoque trasciende la simple identificación de requerimientos tácticos y busca contextualizarlos en el marco de su experiencia y sentimientos. Para lograr esto, herramientas como las entrevistas abiertas con clientes son esenciales. Estas entrevistas permiten descubrir problemas reales y puntos de dolor, siempre con una estrategia clara de investigación. Así, el diseño humano comienza con la inspiración derivada de la empatía y culmina en soluciones adaptadas específicamente a los usuarios.

Además de lo mencionado, es crucial comprender que la empatía efectiva requiere un esfuerzo continuo para superar prejuicios y suposiciones propias. Los diseñadores y emprendedores deben estar abiertos a revisar sus modelos mentales, a validar sus hipótesis mediante la experiencia directa y a incorporar la diversidad de perspectivas que aportan los clientes. También es importante reconocer que las necesidades pueden evolucionar, por lo que la empatía debe ser un proceso dinámico y permanente, no un ejercicio puntual.

¿Cómo equilibrar simplicidad y complejidad en el diseño a través de la iteración y la co-creación?

Norman y Togazzini (2015) advierten que en la búsqueda de belleza y simplicidad, Apple sacrificó la facilidad de aprendizaje, la usabilidad y la productividad. El buen diseño debe ser atractivo, placentero y maravilloso de usar, pero esta maravilla implica que el dispositivo sea comprensible y tolerante con el usuario. Para lograrlo, es fundamental respetar principios psicológicos básicos que generan sensación de control, entendimiento y placer, como la capacidad de descubrir funciones, la retroalimentación clara, un mapeo adecuado, restricciones apropiadas y la posibilidad de deshacer acciones. De esta manera, eliminar menús sensibles al contexto o fuentes legibles para obtener un diseño más limpio y visualmente agradable puede convertir el diseño en inútil desde la perspectiva de la usabilidad. Por el contrario, saturar productos con funcionalidades y componentes innecesarios es un error aún más frecuente, como ocurre en muchas aplicaciones del clima, que brindan datos complejos y poco relevantes para el usuario promedio, quien solo busca información básica para decidir qué ponerse o a dónde ir.

Para encontrar el nivel justo de complejidad en el diseño de un producto o servicio, el emprendedor debe desarrollar y probar alternativas con grados variables de complejidad. Este proceso de iteración, aunque costoso y demandante en tiempo, se puede optimizar mediante una metodología que combina la mentalidad dual de diseño y la adopción de heurísticas específicas para simplificar o complejizar el diseño.

Existen dos tipos fundamentales de incertidumbre que afectan al emprendedor. La primera incluye los “conocidos desconocidos”: preguntas claras cuyo resultado se desconoce, y que pueden ser abordadas mediante pruebas rigurosas de hipótesis de mercado. Por ejemplo, plantear si los clientes prefieren un modelo de suscripción para escuchar música en streaming o descargarla para escuchar offline. Esta fase requiere definiciones precisas y métricas objetivas, replicando el rigor de la investigación científica, para validar o descartar hipótesis con claridad.

La segunda incertidumbre se refiere a los “desconocidos desconocidos”: preguntas relevantes que aún no se han formulado, pero que al ser identificadas permiten generar nuevas hipótesis a probar. Para avanzar, se emplea un ciclo iterativo basado en la mentalidad dual de diseño que inicia con un prototipo de baja fidelidad (LFP), que es “líquido”, flexible y abierto a múltiples reinterpretaciones y modificaciones. Estos prototipos no están completamente definidos ni finalizados, pues su función es facilitar la co-creación con el equipo y los usuarios, permitiendo explorar el problema desde diferentes ángulos sin invertir grandes recursos en detalles que podrían no ser pertinentes.

En esta fase, la ambigüedad y la complejidad emergente no solo son tolerables, sino deseables, ya que potencian el descubrimiento de problemas reales y preguntas valiosas. El prototipo líquido ayuda a generar innovación serendípica y clarificar las necesidades y expectativas de los usuarios, para luego poder formular hipótesis bien fundamentadas que serán sometidas a tests rigurosos.

Por ejemplo, en un hospital de Roma llamado Agostino Gemelli, se creó el departamento Gemelli ART para mejorar el bienestar psicológico de los pacientes mediante la exhibición de obras de arte en espacios clínicos. La hipótesis es que un ambiente más acogedor incrementa el bienestar, la característica prototípica es la presencia del arte, y la métrica para evaluar el éxito son tests psicológicos comparativos entre pacientes en el departamento ART y otros en unidades convencionales. Este tipo de validación requiere “congelar” ciertas características del prototipo para su evaluación objetiva, contrastando con la fluidez inicial del prototipo líquido.

La iteración entre co-creación y prueba es fundamental. Si el test falla, el emprendedor vuelve a abrir el prototipo para transformarlo, ajustar su enfoque y reiniciar el proceso, reduciendo así la incertidumbre y acercándose a un diseño efectivo.

Al iterar entre estos modos, surge la necesidad inevitable de equilibrar simplicidad y complejidad: el diseño debe ser lo suficientemente simple para ser usable y entendible, pero lo suficientemente complejo para resolver el problema real del usuario. El emprendedor deberá crear múltiples versiones del diseño con diferentes niveles de complejidad, descartando las demasiado simples o las excesivamente complicadas.

Este equilibrio no se encuentra por ensayo y error sin guía, sino a través de una combinación sistemática de co-creación abierta con usuarios y pruebas rigurosas, apoyadas en una mentalidad dual que comprende la naturaleza líquida y congelada de los prototipos en diferentes etapas del desarrollo.

Comprender este proceso es vital porque el éxito de un producto depende no solo de su funcionalidad o estética, sino de su capacidad para generar una experiencia comprensible, controlable y placentera para el usuario, adaptada a sus necesidades reales y no a una sobrecarga de información o funcionalidades innecesarias. Además, implica aceptar la incertidumbre como parte del proceso creativo y desarrollar una actitud científica para diseñar y validar hipótesis con objetividad.

El diseño no es estático; debe ser un proceso dinámico de exploración y precisión. La capacidad para iterar eficazmente entre la creación conjunta y la validación empírica, alternando entre prototipos líquidos y congelados, es lo que permite a los emprendedores navegar con éxito en la complejidad del mercado y las expectativas cambiantes de los usuarios.

¿Cómo aplicar la iteración y la experimentación para el éxito en el emprendimiento?

Cuando un test confirma una hipótesis, es necesario regresar y revisar las suposiciones iniciales; si no lo hace, quizá la hipótesis sea correcta. Sin embargo, este método no garantiza la certeza absoluta. Su función principal es descartar fuentes probables de fallas y obligar a la revisión de las suposiciones que podrían causar errores futuros. Es comparable a una prueba de choque automovilística: las múltiples simulaciones controladas brindan conocimientos que pueden prevenir daños y salvar vidas, pero no evitarán todos los accidentes posibles por otras causas.

La experiencia de Lego ejemplifica bien la diferencia entre la innovación aspiracional basada en suposiciones erróneas y la iteración sistemática orientada al usuario. Tras un crecimiento notable en los años 80 gracias a sus juegos clásicos de ladrillos, Lego enfrentó una caída en ventas en los 90. Intentó renovar su oferta con nuevas líneas de productos, todas fracasos que llevaron a la compañía danesa al borde de la bancarrota a principios de los 2000. El error fundamental residía en asumir que las nuevas generaciones de niños eran radicalmente diferentes y preferirían los videojuegos sobre los juegos tradicionales. Este supuesto erróneo condujo a lanzamientos como Galidor o Jack Stone, que no lograron aceptación.

Solo después de estos fracasos, Lego comprendió que sus clientes valoraban precisamente la esencia del producto clásico y no buscaban una innovación radical, sino mejoras que respetaran la experiencia original. Así, la empresa experimentó con líneas renovadas, combinando juegos tradicionales con elementos digitales, como en la serie Bionicles, y adoptando técnicas de co-creación con usuarios para diseñar productos que respondieran realmente a sus gustos, como el éxito de la serie Ninjago.

Este proceso de aprendizaje a través de la experimentación y la iteración caracteriza al emprendimiento ágil. La metodología enfatiza construir prototipos, probarlos con usuarios reales y revisar sistemáticamente las suposiciones. Su mayor ventaja es la agilidad: la capacidad de cambiar rápida y eficientemente planes y supuestos en respuesta a la realidad, evitando la rigidez que puede llevar al fracaso. Este enfoque, conocido como “fallar rápido, pequeño y barato”, permite avanzar con inversiones proporcionales al progreso, limitando riesgos y costos en etapas tempranas.

La historia de Slack es ilustrativa: su origen fue el desarrollo de un videojuego, pero en el proceso se creó una herramienta interna para colaborar que resultó ser la verdadera innovación. Gracias a una iteración flexible y abierta, los desarrolladores detectaron un problema distinto y más relevante para resolver. Este descubrimiento fortuito solo fue posible porque no se aferraron a un producto en una fase demasiado avanzada y mantuvieron una mentalidad experimental.

En el contexto del emprendimiento, la incertidumbre es constante y genera muchas preguntas sin respuestas claras: ¿querrán los clientes este producto? ¿Podremos diferenciarlo de la competencia? ¿Hay un modelo de negocio viable? Afrontar estas incógnitas con prisa o sin método conduce a suposiciones erróneas, afectando tanto el ánimo como los recursos. Por eso, el enfoque de emprendimiento basado en el diseño es crucial: maximiza las posibilidades de descubrimiento y minimiza el impacto negativo de la incertidumbre.

Es vital entender que la iteración no solo es un proceso mecánico sino una filosofía que integra la empatía con el usuario, la creación rápida de prototipos y el aprendizaje continuo a partir del error. Esta dinámica implica que los proyectos evolucionan constantemente, y que el éxito no depende de una idea original perfecta, sino de la capacidad para adaptarla y mejorarla basándose en evidencia real. El compromiso con esta flexibilidad es lo que diferencia a los emprendimientos exitosos y sostenibles.

Además, esta mentalidad exige aceptar la ambigüedad y cultivar un pensamiento positivo frente a la incertidumbre. El emprendedor debe navegar sin certezas absolutas, confiando en un proceso que es tanto creativo como analítico, racional y emocional. Solo así es posible descubrir problemas significativos y soluciones auténticas, evitando trampas comunes como seguir ciegamente supuestos iniciales o aferrarse a productos que no responden a necesidades reales.

¿Cómo influye la inteligencia artificial en el pensamiento de diseño y cuáles son las rutas profesionales derivadas de este enfoque?

La inteligencia artificial ha transformado profundamente el pensamiento orientado al diseño, ampliando los límites creativos y facilitando la toma de decisiones basada en datos. Gracias a su capacidad para analizar grandes volúmenes de información y detectar patrones en el comportamiento del usuario, la IA ofrece perspectivas valiosas que enriquecen el proceso de diseño, haciéndolo más centrado en las necesidades reales del usuario. Además, al automatizar tareas repetitivas, libera a los diseñadores para que puedan dedicarse a actividades de mayor complejidad estratégica, fortaleciendo la innovación y la resolución de problemas. Sin embargo, es crucial encontrar un equilibrio entre la intuición humana y la asistencia tecnológica para preservar la empatía y el toque humano que son esenciales en la creación de experiencias significativas.

Desde esta base, quienes adoptan el pensamiento de diseño tienen ante sí múltiples caminos profesionales que pueden tomar según sus intereses y objetivos. La primera opción es emprender, fundando una empresa o proyecto propio. Aquí, los principios de diseño centrados en el usuario son herramientas indispensables para construir soluciones que realmente resuenen con el mercado. La capacidad de crear prototipos, observar con atención, entender profundamente al cliente y formular problemas de forma precisa son competencias fundamentales. Además, dominar la comunicación efectiva y el arte de presentar ideas es vital para atraer inversionistas, socios o clientes. La gestión de la complejidad y la búsqueda de un equilibrio entre elegancia y funcionalidad marcan la diferencia en productos que logran impactar. También es necesario prepararse para el inevitable ciclo emocional del emprendimiento, aprendiendo a transformar fracasos en aprendizajes y oportunidades de crecimiento. Así, quienes optan por esta ruta cuentan con un arsenal creativo e innovador para enfrentar los desafíos de iniciar un negocio.

Para quienes prefieren la autonomía del trabajo freelance, los marcos conceptuales del pensamiento de diseño ofrecen una estructura sólida para desarrollar proyectos alineados con las necesidades específicas de cada cliente. La empatía, la observación detallada y la resolución creativa de problemas permiten diseñar soluciones únicas y de alto valor. El conocimiento sobre la protección de la propiedad intelectual también cobra relevancia para preservar la originalidad del trabajo creativo. Asimismo, las habilidades de comunicación se vuelven clave para presentar propuestas convincentes y ganar la confianza de los clientes, asegurando así la continuidad de los encargos.

Quienes persiguen una carrera profesional en empresas encuentran en estos principios un camino para construir un portafolio robusto y diferenciado. Mostrar proyectos que reflejen una comprensión profunda de la complejidad, la prototipación y la elegancia contribuye a destacar frente a otros candidatos. La capacidad de comunicar con claridad y demostrar el proceso creativo y las habilidades para resolver problemas en entrevistas resulta decisiva. Así, estos conocimientos permiten a los aspirantes evidenciar no solo talento, sino también un enfoque sistemático y orientado a resultados.

Más allá de los caminos profesionales, el pensamiento de diseño con apoyo de la inteligencia artificial es un enfoque que invita a repensar cómo enfrentamos los problemas dinámicos de nuestro entorno. La combinación de creatividad humana y tecnología debe ser vista como un catalizador para innovar de manera responsable y empática, sin perder la esencia humana que conecta los productos y servicios con sus usuarios. La colaboración, el entendimiento profundo del cliente y la comunicación efectiva son pilares que sostienen este proceso y que deben acompañar cada etapa del desarrollo, desde la concepción hasta la implementación.

Importa comprender que la tecnología, por avanzada que sea, es solo una herramienta dentro de un marco mucho más amplio que incluye aspectos emocionales, culturales y sociales. La verdadera innovación surge cuando se integran estos elementos en un diseño que atienda genuinamente a las personas. La capacidad de adaptación, la apertura al aprendizaje continuo y la resiliencia frente a la incertidumbre son cualidades que deben cultivarse junto con las habilidades técnicas para navegar en un mundo cada vez más complejo y cambiante.