La fascinación por Donald Trump ha dado lugar a una serie de estudios sobre los diferentes tipos de seguidores que lo veneran. A través de diversas encuestas y análisis, se ha identificado una serie de patrones demográficos, emocionales y psicológicos que marcan la diferencia entre los distintos grupos de votantes y simpatizantes de Trump. Estos grupos se pueden clasificar, entre otros, en securitarios, guerreros sociales, preocupados por la economía y los partidarios del Tea Party, cada uno con sus características propias que los hacen únicos.

Los securitarios, por ejemplo, son aquellos que más se destacan entre los seguidores de Trump por su enfoque en la seguridad, la defensa nacional y los derechos relacionados con las armas. Este grupo está compuesto principalmente por individuos de mayor edad, generalmente de 57 años en promedio, y con una situación económica relativamente estable: el 60% de ellos reportan ingresos superiores a los $50,000 anuales. A pesar de su éxito económico, son menos religiosos que otros veneradores de Trump, ya que solo el 37% de ellos afirman asistir a la iglesia regularmente. En términos de conocimiento político, los securitarios se destacan por ser los más informados sobre la política estadounidense, obteniendo, en promedio, tres de las cuatro preguntas de un test cívico correctamente.

Por otro lado, los guerreros sociales son más propensos a vivir en áreas rurales y a asistir a la iglesia con regularidad, con un 78% de ellos considerándose "nacidos de nuevo". Este grupo tiende a ser más conservador en sus valores y a ver a Trump como un defensor de su identidad cultural y religiosa. Los preocupados por la economía, a pesar de ser un grupo más joven y con menores ingresos (solo el 39% tiene un salario superior a $50,000 al año), se sienten atraídos por las promesas de Trump sobre empleo y crecimiento económico, aunque este grupo tiende a estar menos involucrado en la política que los securitarios. Finalmente, los partidarios del Tea Party son más jóvenes, menos religiosos y menos informados políticamente que los otros grupos de veneradores de Trump.

El análisis de las características personales también revela diferencias notables. Los securitarios son menos neuróticos y más dependientes, mientras que aquellos preocupados por la economía son más propensos a ser ansiosos, frustrados y pesimistas. Esto sugiere que, mientras que los securitarios parecen estar emocionalmente más estables y satisfechos con su vida, los económicamente preocupados experimentan una presión emocional considerable que podría contribuir a su apoyo a figuras como Trump. A pesar de estas diferencias, los securitarios se mantienen como el grupo más satisfecho y emocionalmente positivo, lo que indica que su enfoque en la seguridad y la preparación les da una sensación de control y bienestar.

El resentimiento hacia otros sectores de la sociedad, especialmente hacia los ricos y los educados, es una característica común en muchos de los seguidores económicamente preocupados de Trump. Este grupo se siente excluido y frustrado por las diferencias sociales y económicas, lo que los impulsa a abrazar una ideología más conservadora y a defender las políticas que, según ellos, protegerían sus intereses. Este tipo de emociones también se observa en los seguidores del Tea Party, aunque en menor medida.

Finalmente, es importante considerar cómo la sensación de amenaza y miedo juega un papel central en la vida de los veneradores de Trump. Muchos de estos individuos sienten que están siendo amenazados por factores externos como el terrorismo, la inmigración, los criminales y la creciente influencia de otros países como China. Entre los diferentes grupos de veneradores de Trump, los securitarios son los que más se enfocan en la necesidad de defensa ante estas amenazas, mientras que los otros grupos, aunque también preocupados, no tienen el mismo nivel de activación emocional y sentido de urgencia.

Es fundamental entender que, aunque existen diferencias en las razones que cada grupo tiene para apoyar a Trump, la combinación de factores demográficos, emocionales y psicológicos crea una base de seguidores profundamente leal. Sin embargo, no todos los veneradores de Trump son iguales, y su apoyo a él se basa en una serie de necesidades y deseos específicos, desde la búsqueda de seguridad y estabilidad hasta el deseo de resistir lo que perciben como amenazas a su identidad y valores tradicionales.

¿Cómo influye la personalidad en las actitudes políticas y sociales?

Los estudios sobre la relación entre la personalidad y las actitudes políticas han mostrado una amplia variedad de correlaciones, algunas de las cuales pueden ser sorprendentes. En investigaciones previas, como las de McCrae y Costa (1987; 2003), se ha establecido que las diferencias en los rasgos de personalidad pueden influir en la forma en que las personas se alinean políticamente, especialmente dentro del marco de los cinco grandes rasgos de personalidad: apertura, conciencia, extraversión, amabilidad y neuroticismo. Este enfoque permite entender cómo los matices de la personalidad se entrelazan con las preferencias ideológicas, haciendo que algunos individuos sean más propensos a adoptar ciertas posiciones políticas debido a su perfil psicológico.

Un estudio importante en este campo se realizó en el contexto de las elecciones primarias de 2016 en Estados Unidos, específicamente sobre los republicanos que apoyaban a Donald Trump. Se observó que aquellos que lo respaldaban tendían a ser significativamente menos neuróticos que aquellos que no lo hacían, lo que sugería que algo más allá de su apoyo a Trump podría estar influyendo en sus características psicológicas. Esta observación es relevante, ya que incluso antes de que Trump ganara la presidencia, sus seguidores ya mostraban tendencias menos marcadas hacia la ansiedad y la inestabilidad emocional.

Al analizar los datos, también se notó que las correlaciones más grandes a veces no alcanzaban niveles de significancia estadística tan altos como las correlaciones más pequeñas. Esto se debe a que la muestra para algunos grupos específicos, como los conservadores, era considerablemente menor, lo que afectaba la probabilidad de que los resultados fueran verdaderamente representativos. Por lo tanto, aunque los coeficientes de correlación sean grandes, su relevancia estadística puede disminuir si el número de casos en la muestra es pequeño.

Los instrumentos utilizados en estas investigaciones se basan en los ítems formulados para evaluar diferentes aspectos de la personalidad. Por ejemplo, en el caso del rasgo de la extraversión, se plantearon preguntas como “Me considero una persona extrovertida y entusiasta” y su opuesto “Me considero una persona reservada y callada”. Estos ítems se diseñaron para captar la amplitud de cada rasgo y, en conjunto con otros cuestionarios, proporcionan una imagen clara de cómo los rasgos de personalidad influyen en las actitudes políticas.

En cuanto a la percepción de los partidarios de Trump, se encontró que, a pesar de no compartir las preocupaciones comunes de muchos con respecto a la educación formal, un notable porcentaje (aproximadamente el 49%) de estos seguidores no resentían la educación universitaria ni deseaban pertenecer a ese grupo. Esto sugiere que el apoyo a Trump podría estar basado más en un rechazo a ciertos aspectos del establecimiento político y social que en un deseo explícito de cambiar su nivel educativo o social.

La falta de una actitud resentida hacia los educados y la sorprendente mayor satisfacción social de los seguidores de Trump también son características notables. A pesar de ser un grupo que podría haber sido considerado socialmente menos "completo" o integrado en los círculos tradicionales de la élite, los seguidores de Trump mostraron una mayor sensación de satisfacción social que otros grupos de conservadores. Este dato subraya que las preocupaciones de las personas sobre su bienestar social pueden estar más vinculadas a su percepción del sistema político que a sus características personales.

Es importante entender que los patrones psicológicos no siempre predicen las actitudes políticas de manera directa y lineal. Existen variables complejas que juegan un papel crucial en la formación de creencias y conductas políticas. Un elemento importante a considerar es cómo la sensibilidad emocional ante ciertos estímulos, como el asco o el miedo, puede influir en las opiniones sobre temas clave como el matrimonio entre personas del mismo sexo o la inmigración. Estas emociones pueden predisponer a las personas a tomar posiciones políticas más conservadoras en ciertos temas, sin que necesariamente sean conscientes de ello.

Además, la manera en que los individuos responden a las amenazas percibidas, ya sean económicas, sociales o culturales, también juega un papel decisivo en la conformación de sus actitudes políticas. Los estudios han mostrado que aquellos que perciben el mundo como un lugar peligroso o amenazante son más propensos a adoptar posturas políticas más autoritarias y menos abiertas a la diversidad.

Un aspecto fundamental que debe considerar el lector es cómo las interacciones entre la personalidad y los valores sociales pueden modificar las dinámicas políticas en contextos específicos. Por ejemplo, en países donde la percepción de inseguridad o de pérdida de control sobre el futuro es alta, los individuos pueden adoptar actitudes políticas más radicales o de mayor resistencia al cambio. Este fenómeno no es exclusivo de Estados Unidos; es un patrón que puede observarse en diversas democracias occidentales.