La desinformación, entendida como la difusión intencional de información falsa con el propósito de engañar o causar daño, ha sido una constante en la historia humana, tal como lo señalaba Sun Tzu en el siglo V a.C., cuando afirmaba que "toda guerra se basa en el engaño". Sin embargo, la llegada y facilidad de uso de las redes sociales ha transformado radicalmente la forma en que esta desinformación se propaga, ampliando su alcance y efectividad. Hoy en día, las plataformas sociales no solo permiten que las noticias falsas lleguen a miles de personas, sino que también cuentan con la capacidad de dirigir estos mensajes hacia audiencias específicas, creando narrativas que favorecen ciertos intereses políticos o económicos.
Este fenómeno se ve reforzado por la presencia de cuentas automatizadas o "bots", programas diseñados para imitar el comportamiento humano en línea. Estos bots, que pueden operar total o parcialmente bajo algoritmos, se han convertido en una herramienta esencial para amplificar la desinformación y silenciar la disidencia política. Investigaciones recientes han demostrado que los bots juegan un papel crucial en la propagación de noticias falsas. Un ejemplo claro de ello es el caso de la noticia fabricada sobre "Spirit cooking" durante las elecciones presidenciales de 2016 en EE.UU., que fue viralizada en más de 30,000 tuits solo cuatro días antes de la elección. Los bots tienen la capacidad de aumentar la visibilidad de ciertas narrativas, dirigiendo su difusión a un público amplificado que a menudo no cuestiona la veracidad de los contenidos que consume.
El análisis de cómo la desinformación se difunde a través de las redes sociales revela tres elementos clave de este ecosistema: el medio, el mensaje y la audiencia. En primer lugar, el medio refiere a las plataformas a través de las cuales se distribuye la información falsa, como Twitter o Facebook. Estas redes, al estar diseñadas para maximizar la interacción y el compromiso, se convierten en terreno fértil para la propagación de contenidos engañosos. En segundo lugar, el mensaje se refiere a la naturaleza de la información que se difunde, la cual puede ser deliberadamente alterada o manipulada para generar impacto emocional en los receptores. Por último, la audiencia es crucial, ya que los individuos que consumen y comparten estos mensajes son quienes, de forma involuntaria o no, contribuyen a la expansión de la desinformación.
Los resultados de estudios que se centran en el análisis de redes sociales como Twitter muestran que las cuentas más efectivas en propagar mensajes suelen ser aquellas que tienen una gran cantidad de bots entre sus seguidores. Estos bots, al seguir y retuitear de manera automática, amplifican la visibilidad de los contenidos, generando una falsa sensación de consenso y legitimidad. En el contexto de eventos como la migración en el mar Mediterráneo o la pandemia de COVID-19, los bots desempeñan un papel significativo en la polarización de la opinión pública, ya que contribuyen a crear narrativas muy específicas que, a menudo, son utilizadas por actores políticos para influir en la percepción pública.
El uso de bots en las campañas de desinformación ha alcanzado una escala global. Según el informe Global Inventory of Organised Social Media Manipulation, los bots son utilizados en 50 de los 70 países investigados, lo que subraya la magnitud del problema. En el caso de Italia, por ejemplo, el debate sobre la inmigración y las políticas gubernamentales relacionadas con las ONG ha sido un terreno fértil para la manipulación a través de las redes sociales. Durante la crisis del Diciotti en 2018, un buque de rescate con migrantes a bordo fue objeto de un bloqueo gubernamental, lo que generó una intensa discusión en las plataformas sociales. Los bots jugaron un papel clave en amplificar las posiciones políticas, contribuyendo a crear una narrativa polarizada y, en muchos casos, manipulada.
Además de los bots, el uso de cuentas verificadas en las redes sociales ha sido un factor determinante en la polarización. Las cuentas verificadas, que cuentan con un sello de autenticidad otorgado por las propias plataformas, tienen un peso significativo en la difusión de mensajes. Cuando un usuario verificado retuitea a otro, la interacción genera una red de propagación que refuerza las opiniones y posturas de ciertos grupos. Este mecanismo no solo facilita la difusión de información verídica, sino que también permite la rápida expansión de la desinformación.
Es crucial entender que el análisis de las redes sociales no solo se limita a identificar la información falsa, sino también a estudiar cómo los sistemas de interacción en línea, como los algoritmos de recomendación y las dinámicas de retuiteo, crean un entorno en el que la desinformación puede prosperar. La polarización que resulta de estos procesos no solo afecta las elecciones políticas, sino que también tiene un impacto profundo en la cohesión social, ya que los individuos tienden a vivir en burbujas informativas, donde solo reciben y difunden información que refuerza sus creencias preexistentes.
Para abordar esta problemática, es fundamental que los usuarios sean conscientes de las técnicas que se utilizan para manipular la opinión pública. El desarrollo de herramientas más efectivas para detectar y desmentir la desinformación, junto con una mayor educación mediática, son pasos clave para mitigar los efectos negativos de estas prácticas. Asimismo, es necesario que las plataformas sociales asuman una mayor responsabilidad en la regulación de contenido, garantizando que la propagación de desinformación no siga siendo tan fácil ni tan efectiva como lo es en la actualidad.
¿Cómo influyen los bots en la propagación de mensajes políticos sobre migración en redes sociales?
En la actualidad, las redes sociales se han convertido en uno de los principales escenarios para el intercambio de información y la creación de discursos públicos. Entre los fenómenos más interesantes que se han observado en este ámbito se encuentra el uso de bots, cuentas automatizadas diseñadas para difundir mensajes con el fin de amplificar o manipular ciertas narrativas. El caso de las discusiones sobre migración en el Mediterráneo, en Italia, sirve como un ejemplo claro de cómo estos bots interactúan con las comunidades en línea, principalmente con las redes de cuentas verificadas y no verificadas de diversas ideologías políticas.
En particular, la dinámica de propagación de contenido en Twitter se ve profundamente influenciada por los nodos de alto rango, conocidos como hubs, que son las cuentas más influyentes en la difusión de información. Entre los principales actores en este escenario, se encuentran figuras como Matteo Salvini y Giorgia Meloni, ambos del partido de extrema derecha italiano, cuyas opiniones sobre la migración en el Mediterráneo resuenan fuertemente en las redes sociales. De hecho, estos líderes políticos tienen un papel predominante en la conversación en línea, y sus mensajes, frecuentemente amplificados por bots, alcanzan grandes audiencias.
En este contexto, los bots cumplen una función estratégica: amplifican los mensajes de los hubs mediante retweets automáticos, lo que les permite incrementar la visibilidad de sus publicaciones sin necesidad de interacción directa de los usuarios humanos. En ciertos casos, estas interacciones no son aleatorias, sino que están organizadas, con grupos de bots retuiteando casi exclusivamente cuentas humanas con posturas políticas alineadas. Esta cooperación entre bots y usuarios genuinos no es casual, ya que fortalece la visibilidad de ciertos discursos políticos, sobre todo aquellos relacionados con temas sensibles como la migración.
Los análisis realizados en este campo revelan una sorprendente coincidencia entre los seguidores automatizados de varias cuentas prominentes de la política de derecha. Un hallazgo notable es que un número significativo de cuentas que comparten bots en sus listas de seguidores se agrupan dentro de lo que se ha denominado la "comunidad azul", la cual se asocia con posturas políticas pro-gubernamentales y de derecha. Además, la estrategia de los bots no se limita a amplificar, sino que también incluye menciones directas a figuras políticas de diferentes partidos, incluso a aquellas de la oposición, como el Partido Democrático Italiano, lo que parece tener el objetivo de generar un debate continuo sobre la gestión de los flujos migratorios.
Sin embargo, el fenómeno de los bots no se reduce solo a la amplificación de los mensajes. A través de la recopilación y análisis de los URLs compartidos por estos bots, se ha descubierto que un porcentaje significativo de los enlaces provienen de fuentes de información que han sido catalogadas como desinformación. Por ejemplo, un portal como www.voxnews.info, señalado por varios sitios de verificación de hechos como una fuente de noticias falsas, es citado en un 97% de los mensajes originales de los bots en las redes de la "comunidad azul". Este aspecto resalta la influencia de los bots no solo en la cantidad, sino también en la calidad de la información que se difunde, lo cual puede tener graves consecuencias en la formación de la opinión pública.
La dinámica de los bots y su interacción con cuentas humanas genera una estructura de comunicación que no siempre refleja un debate genuino, sino que en muchos casos responde a una manipulación sistemática de la información. La retórica en torno a la migración, por ejemplo, se convierte en un campo de batalla donde los bots, al amplificar ciertas posturas políticas, contribuyen a polarizar aún más el debate, creando cámaras de eco que refuerzan las creencias preexistentes en lugar de fomentar un diálogo constructivo.
En el caso del COVID-19, aunque el fenómeno de los bots es más limitado en comparación con el tema migratorio, es posible observar tendencias similares. Al principio, la discusión sobre la pandemia se centró principalmente en aspectos médicos y científicos. Sin embargo, con el tiempo, cuando el tema comenzó a adquirir un tinte más político, también surgieron nuevas dinámicas en las que los bots empezaron a intervenir, amplificando mensajes de determinados grupos políticos, especialmente de la derecha.
Es importante señalar que los bots no solo retuitean contenido, sino que también participan activamente en la creación de narrativas. Su rol en la política digital va más allá de la simple repetición de mensajes; ellos son una herramienta clave para dar visibilidad a ciertos discursos, controlar el flujo de información y, en ocasiones, alterar la percepción pública sobre temas complejos. En este sentido, su presencia en las redes sociales debe ser vista con un grado de preocupación, ya que los bots tienen el poder de influir en las decisiones de los votantes y contribuir a la creación de climas de desinformación.
Además, hay que tener en cuenta que, aunque los bots son predominantemente utilizados por actores políticos de derecha, su impacto no se limita a una sola ideología. Las herramientas de manipulación de información a través de cuentas automatizadas son fácilmente accesibles y pueden ser empleadas por cualquier grupo con la capacidad y los recursos necesarios para hacerlo. La pregunta de si los bots realmente son un fenómeno exclusivo de un espectro político específico o si, en última instancia, todos los actores pueden recurrir a esta estrategia sigue siendo relevante.

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