Las enfermedades que afectan los tejidos duros de la cavidad oral, como los dientes, las encías y la mucosa bucal, son más comunes de lo que la mayoría de las personas podría imaginar. Aunque los tumores orales y las glándulas salivales o los dolores faciales se tratan en otros capítulos especializados, es importante reconocer que la cavidad bucal no debe ser desatendida, ya que muchos trastornos orales pueden simular enfermedades más graves. Las visitas al especialista de oídos, nariz y garganta (ENT) por problemas orales no son raras, y el diagnóstico adecuado es fundamental para evitar diagnósticos erróneos y tratamientos innecesarios.
Uno de los trastornos más comunes que afectan a la cavidad bucal es la caries dental, conocida también como "descomposición del diente". Esta enfermedad es el resultado de la desmineralización del esmalte dental provocada por los ácidos que liberan las bacterias de la placa dental al metabolizar los carbohidratos. La caries puede progresar de manera silenciosa y causar daños significativos a los dientes si no se trata adecuadamente. Los factores de riesgo incluyen genética, flujo de saliva, tipo de bacterias presentes en la boca y la dieta. La saliva, por ejemplo, juega un papel crucial en la protección de los dientes, ayudando a la remineralización, y su disminución, provocada por condiciones como el síndrome de Sjögren o el uso de ciertos medicamentos, puede predisponer a la persona a desarrollar caries.
Otro problema común es la pulpitis, que se refiere a la inflamación de la pulpa dental, generalmente provocada por una caries profunda. La pulpitis causa dolor agudo e intenso, conocido como "dolor de muelas", y puede llevar a la necrosis pulpar, lo que genera una infección y, en casos más graves, un absceso dental. Esta condición puede ser difícil de diagnosticar para los profesionales de la salud debido a la referencia de dolor que se puede sentir en otras áreas de la boca. Los exámenes radiológicos y la aplicación de estímulos fríos son fundamentales para determinar la vitalidad del diente afectado.
La gingivitis, la forma más leve de la enfermedad periodontal, es otra patología común que afecta a las encías. Se caracteriza por encías rojas, hinchadas y sangrantes, y está relacionada principalmente con la acumulación de bacterias en la placa dental. Si no se trata, la gingivitis puede progresar hacia una periodontitis más grave, que daña el tejido de soporte del diente y puede causar la pérdida de dientes. Esta enfermedad está vinculada a factores como el uso inadecuado de productos dentales, la falta de higiene oral adecuada y la presencia de ciertos trastornos sistémicos, como la diabetes.
En cuanto a los trastornos más complejos, la periodontitis puede ser un signo de afecciones sistémicas graves. Por ejemplo, la leucemia, una enfermedad hematológica, puede provocar la infiltración leucémica de las encías, lo que resulta en un agrandamiento de estas. Sin embargo, el diagnóstico diferencial debe ser cuidadoso, ya que otras infecciones graves también pueden producir síntomas similares, como fiebre y dolor generalizado. En estos casos, es fundamental realizar análisis de sangre para confirmar o descartar la presencia de leucemia.
El desgaste dental, o erosión del esmalte, es otro problema que afecta los dientes, causado generalmente por el reflujo gástrico o el consumo excesivo de bebidas ácidas. Este desgaste puede causar una disminución significativa en la calidad del esmalte dental, lo que aumenta el riesgo de caries y sensibilidad dental. Además, en algunas situaciones, ciertos fármacos pueden inducir cambios en la coloración de los dientes o contribuir al desgaste del esmalte.
Aunque estos problemas bucales pueden parecer comunes, su impacto en la salud general no debe subestimarse. A menudo, las infecciones orales pueden extenderse a otras partes del cuerpo, generando complicaciones más graves, como abscesos en áreas cercanas, que pueden comprometer la función respiratoria o tragar. Un ejemplo extremo es el "angina de Ludwig", una condición rara pero grave, en la que una infección dental se disemina a través de los tejidos blandos del cuello y la mandíbula, provocando dificultad para respirar y tragar, lo que puede poner en peligro la vida del paciente.
Además, hay una relación cada vez más reconocida entre las enfermedades periodontales y trastornos como enfermedades cardíacas, diabetes y enfermedades respiratorias. La inflamación crónica de las encías puede contribuir al aumento de la inflamación sistémica, afectando negativamente a la salud en general. Por lo tanto, la prevención y el tratamiento temprano de estas enfermedades bucales no solo son cruciales para la salud dental, sino también para la salud general.
En conclusión, es importante tener en cuenta que la salud bucal es un componente esencial de la salud global. La prevención a través de una higiene oral adecuada, visitas periódicas al dentista y un manejo adecuado de las enfermedades bucales pueden evitar complicaciones serias y mejorar la calidad de vida de las personas. Además, la detección temprana y el tratamiento adecuado de afecciones orales graves son clave para evitar que estas enfermedades afecten otras partes del cuerpo, especialmente en aquellos casos que requieren intervención médica inmediata.
¿Cómo entender los trastornos vestibulares en niños y su diagnóstico adecuado?
El vértigo paroxístico benigno posicional (VPPB) es una causa poco frecuente de trastornos vestibulares en niños. Este trastorno, aunque raro en la infancia, suele ocurrir como resultado de un trauma que es suficientemente grave como para desprender las otoconia de las máculas. El mecanismo detrás de esta patología radica en el desplazamiento de las otoconia sueltas hacia un canal semicircular, principalmente el posterior, lo que provoca una estimulación de la cápsula y un vértigo breve, especialmente al cambiar de postura, como al acostarse de un lado. El vértigo desencadenado por el cambio de postura es característico, y el diagnóstico se confirma con la prueba de Dix-Hallpike, que puede provocar síntomas y nistagmo rotatorio hacia la oreja inferior. Este nistagmo es generalmente tardío, se resuelve después de unos 40 segundos y se invierte al incorporarse nuevamente. Con la repetición de la maniobra, la intensidad de los síntomas tiende a disminuir.
Aunque el diagnóstico de VPPB es relativamente sencillo, siempre es crucial excluir otras causas raras de vértigo, como la presencia de tumores unilaterales. En estos casos, los síntomas de vértigo e inestabilidad son poco frecuentes, y la función vestibular suele estar comprometida, pero el inicio es gradual. La resonancia magnética (RM) es útil para descartar condiciones como un schwannoma vestibular, especialmente cuando hay pérdida auditiva unilateral. Sin embargo, en la mayoría de los casos con una historia clínica clara y sin hallazgos anormales en el examen neurotológico, no se requiere de pruebas vestibulares detalladas ni de RM.
El impacto de los fármacos ototóxicos
Varios medicamentos pueden afectar la audición y el equilibrio, y su uso en neonatos o niños requiere una vigilancia constante. Los aminoglucósidos, como la estreptomicina y la gentamicina, son conocidos por su alta toxicidad vestibular. Estos fármacos son comúnmente utilizados en el tratamiento de enfermedades graves en neonatos, pero el efecto sobre el sistema vestibular sigue siendo en gran medida desconocido. Es fundamental monitorear los niveles séricos de los aminoglucósidos durante el tratamiento y evitar concentraciones elevadas para prevenir daños tanto en la audición como en el equilibrio.
El cisplatino, un agente quimioterapéutico utilizado para tratar sarcomas, linfomas y tumores de células germinales, también se ha asociado con pérdida auditiva, particularmente de alta frecuencia, en una forma dependiente de la dosis. Aunque los efectos sobre el sistema vestibular no están completamente esclarecidos, su uso debe ser manejado con precaución, considerando los riesgos de daño a largo plazo.
Torticollis paroxística benigno de la infancia
El torticollis paroxístico benigno de la infancia es un trastorno aceptado dentro de las variantes migranosas y está incluido en la Clasificación Internacional de Trastornos de la Cefalea (ICHD-II). Este trastorno se presenta generalmente en el primer año de vida y se caracteriza por episodios de tortícolis, a menudo acompañados de distensión, palidez e inestabilidad, con ocasionales vómitos. La duración de estos episodios varía, pero por lo general, se resuelven espontáneamente entre los 3 y 5 años de edad. Es importante realizar una investigación exhaustiva para descartar otras causas, como vértigo migranoso, enfermedad de la arteria vertebrobasilar (EVA), enfermedades autoinmunes, sífilis congénita o enfermedad de Lyme.
El vértigo paroxístico benigno de la infancia (BPVC)
El vértigo paroxístico benigno de la infancia es otro trastorno vestibular común que se manifiesta con episodios breves de vértigo de inicio súbito, habitualmente durante los primeros tres años de vida. Este trastorno tiende a resolverse de forma espontánea entre los 5 y 7 años. Durante un episodio, el niño suele mostrarse asustado, con palidez, y se aferra a los barrotes de la cuna o a las piernas de su madre. Los episodios duran solo unos minutos y se resuelven de manera abrupta y completa. En algunos casos, los episodios pueden ser predecibles y ocurrir en grupos, lo que permite el uso de medicación para controlar los síntomas. Los antihistamínicos pueden ser útiles para aliviar los síntomas en algunos casos.
El vértigo migranoso en los niños
El vértigo migranoso es una de las causas más comunes de vértigo episódico en los niños y puede representar un tercio o más de los casos de vértigo que se presentan en las clínicas de equilibrio. Estos episodios vertiginosos ocurren en grupos y pueden ser predecibles en su periodicidad. Pueden durar desde unos minutos hasta varias horas y generalmente se acompañan de otros fenómenos migranosos, como aura visual u olfativa, fotofobia, fonofobia y postración. En los niños, es raro que el vértigo migranoso se asocie con dolor de cabeza, aunque cuando lo hace, esto puede ser un indicio útil para el diagnóstico. Además, los niños con vértigo migranoso a menudo tienen antecedentes de mareos por movimiento.
El vértigo migranoso en niños puede estar acompañado por una pérdida auditiva fluctuante de baja frecuencia y leve, un síntoma que es importante tener en cuenta durante el diagnóstico diferencial.
Trastornos vestibulares centrales y su diagnóstico
Existen también trastornos vestibulares centrales que pueden causar vértigo en los niños. Las causas comunes incluyen epilepsia, enfermedades hereditarias, infecciones cerebrales como meningitis o encefalitis, y tumores en la fosa posterior. La identificación de estos trastornos requiere una evaluación detallada y a menudo la realización de pruebas adicionales como electroencefalogramas (EEG) en casos sospechosos de epilepsia. En el caso de las epilepsias, la manifestación de vértigo puede estar relacionada con la actividad en áreas cerebrales específicas, como la región parietal o fronto-parietal.
Consideraciones adicionales sobre los trastornos vestibulares en niños
Es crucial que los profesionales de la salud reconozcan que muchos de estos trastornos son autolimitados y que la mayoría de los niños se recuperan sin intervención médica significativa. Sin embargo, siempre debe considerarse el diagnóstico diferencial, ya que trastornos más graves pueden presentarse con síntomas similares. El manejo adecuado, que incluye la explicación y el apoyo emocional al niño y sus padres, es esencial. Además, evitar los factores precipitantes, como el estrés o ciertos alimentos en el caso de migrañas, y utilizar tratamientos adecuados, como los diuréticos en el caso del vértigo migranoso, son componentes fundamentales en el tratamiento de estos trastornos.

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