La economía, como disciplina, necesita una reforma profunda. Sin embargo, en lugar de sumergirse en las teorías ortodoxas predominantes o usar sus modelos y conceptos de manera apologética para demostrar que son incorrectos, es necesario desarrollar un programa alternativo y una agenda paradigmática nueva. Las críticas revisadas proponen una transformación de los sistemas económicos, alejándose del consumismo y los estilos de vida intensivos en materiales y energía. La ortodoxia económica es un obstáculo para el progreso y no una ayuda para la transformación social y ecológica. Más aún, es irrelevante en otro sentido, porque resulta innecesaria para desarrollar una agenda progresista.
Las escuelas heterodoxas de pensamiento económico ofrecen alternativas positivas a la ortodoxia, en lugar de limitarse a ser una oposición negativa al mainstream, como se suele definir de manera despectiva, sin considerar su contenido. Si la economía ortodoxa desapareciera, las economías heterodoxas seguirían sin verse afectadas. Así que, desde una perspectiva heterodoxa, la economía ortodoxa no es un enemigo a vencer, sino un cuerpo de ideas y argumentos que carecen de un significado sustantivo o de poder explicativo en relación con el proceso de provisión social.
Dentro de las escuelas heterodoxas, existen ideas comunes y un potencial de unidad, a pesar de las diferencias. Cómo se podría lograr esta unidad y la filosofía de la ciencia necesaria para ello son temas tratados en partes posteriores. En este contexto, es importante señalar que la economía ortodoxa ha perdido su capacidad de explicar de manera adecuada los procesos sociales y ecológicos que marcan el ritmo de las sociedades actuales. Al centrarse exclusivamente en el crecimiento económico como un fin en sí mismo, la economía tradicional ha ignorado las dinámicas ecológicas y las realidades sociales subyacentes.
En esta transformación del pensamiento económico, resulta fundamental entender que las alternativas no deben verse solo como una negación de la corriente dominante. Las propuestas heterodoxas, en su mayoría, buscan aportar modelos más inclusivos que integren los aspectos sociales y ambientales de la economía, reconociendo la importancia de los recursos naturales y el bienestar social. Además, la importancia de un enfoque filosófico adecuado en la economía es clave. La historia y filosofía de la ciencia han sido en gran medida excluidas de los programas educativos en economía, lo que limita la capacidad de los economistas para reflexionar críticamente sobre las bases ontológicas y epistemológicas de su disciplina.
Una cuestión crucial es el rol de la ontología en la economía. Mientras que la epistemología se refiere al estudio de cómo adquirimos el conocimiento, la ontología se ocupa de lo que realmente existe en el mundo. Desafortunadamente, en muchas ocasiones, la ontología ha sido olvidada o tratada de forma implícita, lo que ha llevado a la construcción de modelos económicos que se centran solo en variables medibles, dejando de lado los aspectos fundamentales del ser humano y el entorno en el que se desarrollan los procesos económicos.
Además de replantear los conceptos fundamentales de la economía, es vital entender que las críticas a la economía ortodoxa no deben limitarse a refutar teorías existentes, sino a construir nuevos marcos de análisis que permitan dar respuestas a los desafíos ecológicos y sociales contemporáneos. Estos marcos deben estar informados por una filosofía de la ciencia que, en lugar de enfocarse solo en métodos cuantitativos y análisis estadísticos, valore los aspectos cualitativos de los fenómenos económicos.
La economía heterodoxa, lejos de ser una simple respuesta a la ortodoxia, propone un cambio paradigmático, que implica tanto una crítica como una reconstrucción del pensamiento económico. Este enfoque busca promover una visión integral y más compleja de la economía, que no solo valore los aspectos materiales del crecimiento, sino también el bienestar humano y la sostenibilidad ecológica.
Un aspecto esencial en la crítica heterodoxa es la noción de "crecimiento económico". Las propuestas heterodoxas, como el concepto de decrecimiento, cuestionan la idea de que el crecimiento perpetuo sea una meta deseable o incluso posible. En lugar de centrarse exclusivamente en aumentar la producción y el consumo, las economías heterodoxas promueven un enfoque que valora la reducción de los impactos ambientales y la mejora de la calidad de vida, priorizando la equidad social y el respeto por los límites ecológicos.
Finalmente, la economía heterodoxa no solo busca reemplazar los modelos económicos existentes, sino también transformar la relación entre la economía y la sociedad. Los modelos económicos deben incorporar principios éticos y ecológicos que reconozcan la interdependencia de los seres humanos con la naturaleza. Este enfoque tiene el potencial de promover un cambio estructural en las economías, orientándolas hacia un futuro más justo, sostenible y respetuoso con los recursos limitados del planeta.
¿Es posible un pluralismo sin contradicciones en la economía ecológica?
El enfoque dominante en la economía, especialmente en la economía ecológica, ha sido objeto de críticas profundas debido a sus fundamentos metodológicos y epistemológicos. En el tercer capítulo de su obra, se cuestiona la validez de los enfoques tradicionales, señalando que la adopción de una metodología supuestamente científica y objetiva no solo es fallida, sino también dogmática. Sin embargo, cuando se examinan las propuestas alternativas, se observa que las contradicciones y los límites de estas propuestas no son menos problemáticas.
Uno de los aspectos más problemáticos de los enfoques que rechazan el positivismo lógico es que muchos de sus defensores no se cuestionan si su propio planteamiento no cae en las mismas limitaciones que critican. Un claro ejemplo es el caso de Norgaard, quien a pesar de criticar el positivismo lógico y el dogmatismo científico que lo acompaña, no duda en promover una visión epistemológica alternativa que, irónicamente, cae en el mismo tipo de prescripción dogmática. Según Norgaard, se debería adoptar una metodología histórica descriptiva, inspirada en la escuela histórica alemana, para evitar los enfoques rígidos y mecanicistas de la economía convencional. Sin embargo, la recomendación de adoptar un enfoque metodológico "pragmático" para los economistas ecológicos, a pesar de los defectos que él mismo reconoce en estas metodologías, plantea una contradicción central en su propuesta.
Por un lado, Norgaard defiende la pluralidad de enfoques epistemológicos, argumentando que la ciencia no debe verse como un proceso que busque verdades universales y objetivas, sino como un esfuerzo más flexible que debe adaptarse a las necesidades del contexto. No obstante, esta postura pluralista se ve debilitada cuando se plantea que algunas metodologías deben ser adoptadas por cuestiones de popularidad y aceptación social, aun cuando esas metodologías no sean las más adecuadas desde el punto de vista epistemológico. La crítica de Norgaard al positivismo lógico, aunque válida, no logra escapar del mismo marco prescriptivo que él mismo cuestiona. En lugar de promover una apertura genuina a diversas epistemologías, parece que la pluralidad propuesta termina siendo una aceptación tácita de las prácticas científicas dominantes.
Este dilema no es exclusivo de Norgaard. Otros pensadores como Söderbaum también han defendido un enfoque pluralista dentro de la economía ecológica, promoviendo un "pluralismo paradigmático" que incluye tanto las ideas heterodoxas como las ortodoxas. Sin embargo, esta postura entra en conflicto con la crítica feroz que Söderbaum hace al neoclasicismo y su visión restrictiva de la economía. Por ejemplo, al mismo tiempo que aboga por un pluralismo inclusivo, Söderbaum critica duramente el "imperialismo económico" de la economía neoclásica, acusándola de ser excluyente y de construir carteles que protegen los intereses de los economistas ortodoxos. Este tipo de contradicciones en el discurso pluralista pone de manifiesto las tensiones inherentes al intentar combinar enfoques que, en principio, son antagónicos.
Lo que se evidencia a lo largo de estas discusiones es una lucha constante entre la necesidad de ser inclusivos y la inevitabilidad de tener que establecer límites. Al adoptar un enfoque pluralista, los economistas ecológicos se enfrentan a un dilema: ¿deberían aceptar todas las metodologías, independientemente de su validez científica o moral, o deberían establecer criterios claros para rechazar aquellas que no cumplen con ciertos estándares éticos o científicos? Las respuestas a esta cuestión no son fáciles. La idea de un pluralismo sin criterios claros o sin límites definitivos puede resultar en un "todo vale", lo que despoja de significado la noción misma de conocimiento. Si todo es válido, nada es realmente significativo.
En cuanto a los críticos del pluralismo irrestricto, como Goddard et al. (2019), la defensa de una economía ecológica que rechace el "economismo" parece estar en contradicción con su disposición a incluir modelos neoclásicos en su análisis. Argumentan, por un lado, en contra del "imperialismo económico", pero al mismo tiempo proponen un pluralismo metodológico que podría, en última instancia, socavar sus propios ideales. La pluralidad puede ser una fortaleza, pero solo si se reconocen y gestionan las tensiones y contradicciones que surgen al integrar distintas visiones epistemológicas.
Es importante subrayar que, aunque los defensores del pluralismo en la economía ecológica suelen promover la flexibilidad y la apertura al diálogo, la clave para evitar caer en la trampa de la incoherencia epistemológica está en la capacidad de discernir qué enfoques son realmente útiles y cuáles no. La pluralidad no debe ser vista como un principio absoluto e indiscutible, sino como un espacio donde las ideas compiten y se contrastan, buscando en última instancia mejorar nuestra comprensión de los problemas ecológicos y económicos. En otras palabras, la pluralidad epistemológica solo tiene valor si está acompañada de un enfoque crítico que permita identificar lo que es útil y lo que no lo es.
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