En la década de 1980, cuando comencé mi carrera como agente inmobiliario, intenté mediar en la venta de un complejo de apartamentos de 16 unidades a una estrella de la NFL. En ese momento, su salario era superior a $1 millón anuales, lo que hacía que la financiación no fuera un problema. El precio de venta del complejo era de $750,000, sin embargo, su agente rechazó la oferta. Hoy en día, ese mismo edificio vale más de $9 millones y el exjugador de fútbol americano se encuentra en la ruina. Este tipo de historias, aunque dolorosas, nos enseñan la importancia de entender la relación entre el acceso a las oportunidades financieras y la capacidad de inversión.
Mi experiencia personal me llevó a reflexionar sobre las injusticias que he vivido dentro del sistema bancario, especialmente como mujer afroamericana. Recuerdo cuando me negaron mi primer préstamo de refinanciación antes de casarme con mi esposo, quien dirige una empresa pública. Para él, la financiación nunca ha sido un problema. Recibe ofertas diarias de préstamos, tarjetas de crédito y hipotecas, mientras que yo, con activos mucho mayores, no tengo las mismas opciones ni oportunidades. La situación me llevó a recordar las enseñanzas de mis padres: "La boca cerrada no recibe nada". Al igual que mi padre, que protestaba frente a las casas de los banquero y sucursales locales, supe que debía hacer escuchar mi voz.
Escribí cartas al presidente de nuestra sucursal local de Chase, donde mis quejas fueron enviadas a investigación especial. Después de tres meses de espera, la única respuesta que recibí fue de una persona que, aunque estaba de acuerdo con mi evaluación, no podía hacer nada. Mi frustración me llevó a contactar a Mellody Hobson, la mujer afroamericana casada con George Lucas, quien se unió a la junta de JPMorgan Chase en 2018. Mi correo expresaba cómo mi historia reflejaba la discriminación sistemática a la que nos enfrentamos las personas de color, pero, lamentablemente, nunca recibí respuesta. Finalmente, decidí enviar una carta directamente a Jamie Dimon, presidente de JPMorgan Chase, explicando la difícil situación financiera de mi familia, el rechazo a un préstamo para una propiedad con valor de $1.3 millones, y cómo este trato injusto nos perjudicaba. A pesar de que mi queja fue respondida por el mismo departamento de investigación, el problema nunca se resolvió, y finalmente retiré mi dinero de Chase, buscando una refinanciación en otro banco.
Este tipo de situaciones no son aisladas, y lamentablemente son comunes para muchos afroamericanos que intentan acceder a financiamiento en el sector inmobiliario. La discriminación bancaria ha tenido un impacto significativo en las comunidades afroamericanas, dificultando la creación y el mantenimiento de riqueza generacional. Sin embargo, también he sido testigo de cómo la persistencia puede abrir puertas. En 2016, el Seattle Times publicó un artículo sobre mi madre y yo, titulado "La persistencia paga para la familia negra que compra alquileres en el Distrito Central de Seattle desde los años 50". Este artículo compartió nuestra historia sobre cómo, a pesar de los desafíos de la gentrificación y la falta de acceso a financiamiento, hemos logrado prosperar. Fue así como, gracias a la visibilidad de nuestra historia, logramos contactar a un banquero de Chase que nos ofreció nuevas oportunidades de financiamiento.
El acceso a capital sigue siendo uno de los mayores obstáculos para las comunidades afroamericanas. Es crucial reconocer que, aunque los problemas son sistémicos y persistentes, la resistencia y la perseverancia son fundamentales para cambiar esta realidad. Es necesario seguir luchando por la equidad y asegurarse de que las promesas de los bancos y las instituciones financieras no queden solo en palabras. La inversión es una de las formas más efectivas de crear y mantener riqueza generacional, y debemos educarnos y educar a las futuras generaciones sobre cómo navegar en este sistema, entendiendo que la paciencia y la persistencia son clave para superar los obstáculos.
Es también fundamental tener en cuenta que, aunque las discriminaciones siguen existiendo, hay individuos dentro de las instituciones bancarias dispuestos a hacer una diferencia. No todos los banquero son responsables de la injusticia; algunos están comprometidos con cambiar el sistema desde dentro. Encontrar a las personas adecuadas que crean en tu potencial y te apoyen puede marcar la diferencia, como fue el caso con la banquera Jennifer Cherney de Chase, quien nos ayudó a conseguir financiamiento favorable cuando parecía imposible. La historia de nuestra familia es un testimonio de que, incluso en circunstancias adversas, el trabajo arduo y la perseverancia, apoyados por alianzas clave, pueden cambiar el curso de la vida financiera de una comunidad.
¿Cómo superar los miedos y las adversidades al invertir en bienes raíces?
El camino hacia el éxito en bienes raíces no está exento de dificultades, pero aquellos que se atreven a enfrentarlas, armados con determinación y resiliencia, pueden transformar sus vidas y su futuro. Mi historia comienza en un momento de incertidumbre. Tras el divorcio de mis padres y con una familia al borde de la quiebra, no contaba con los recursos financieros, pero sí con el deseo ardiente de cambiar mi destino. Tenía intuiciones, y una de ellas me decía que el mundo de los bienes raíces era lo mío. Aunque mi vida podría haber tomado otro rumbo, como el de muchas jóvenes que se ven atraídas por el lujo y el confort de la vida de una estrella deportiva, decidí caminar otro sendero.
A pesar de no tener un respaldo económico, lo que poseía era determinación. No fue fácil. Hubo momentos en que la desesperación parecía apoderarse de mí. En un mundo donde todo parecía en contra, y mientras veía cómo otros seguían una vida cómoda, llena de lujos, me preguntaba si realmente estaba tomando las decisiones correctas. La tentación de abandonar la lucha era grande, pero algo en mi interior me decía que tenía los recursos para crear mi propio futuro, aunque aún no sabía cómo.
Las primeras etapas de la inversión en bienes raíces fueron extremadamente difíciles. Mi madre y yo invertimos cada centavo que teníamos en propiedades que no generaban ingresos suficientes. Tras pagar hipotecas y gastos básicos, a menudo solo teníamos para sobrevivir con sopas enlatadas. Pero teníamos un plan. A pesar de la escasez, nos mantuvimos firmes, estudiamos las mejores estrategias y nos acercamos a aquellos que podían ayudarnos. Recordamos que algunos bancos ofrecían moratorias en pagos de hipotecas y, tras mucho esfuerzo, conseguimos que un prestamista local nos ofreciera tiempo y condiciones favorables. Ese acto de fe nos permitió mantenernos a flote durante un año entero sin hacer un solo pago de hipoteca, tiempo que utilizamos para mejorar nuestras propiedades y encontrar la forma de salir adelante.
La lucha con inquilinos problemáticos fue otra constante. Desde personas que destrozaban las propiedades hasta aquellos que intentaban aprovecharse de nuestras dificultades con demandas falsas. A lo largo de los años, tuvimos que lidiar con incidentes violentos, amenazas, robos, y hasta con situaciones extremas como personas sin hogar buscando refugio en nuestras propiedades. Sin embargo, la recompensa por soportar todas estas adversidades siempre fue mayor. La sensación de que, al final, valía la pena cada sacrificio, es algo que me ha acompañado hasta hoy.
Es cierto que la inversión en bienes raíces tiene un largo período de maduración, pero el tiempo pasa rápido. A pesar de las dificultades, los bienes raíces siempre han sido una inversión segura, un refugio tangible que nunca pierde su valor. Aunque puede que no veas el retorno inmediato, con el tiempo los beneficios se acumulan. Las propiedades se revalorizan, y cada año que pasa te acerca más a la creación de una riqueza real, una riqueza que no depende de factores externos como la salud o las fluctuaciones del mercado laboral.
Mi familia lleva más de 70 años en el negocio de los alquileres, y aunque hemos pasado por recesiones, crisis económicas, cambios en las leyes y otras dificultades, los bienes raíces nunca nos han fallado. La demanda de viviendas de alquiler sigue creciendo, y el valor de las propiedades sigue subiendo. Sin importar la economía, la necesidad de un hogar siempre estará presente, lo que hace de este negocio una inversión que, aunque no exenta de retos, ofrece una estabilidad a largo plazo.
La clave, entonces, no es solo la inversión en propiedades, sino la mentalidad con la que se afronta el desafío. La perseverancia, la capacidad de aprender de los errores y la habilidad para mantener la calma en los momentos de crisis son tan importantes como la propia inversión. El camino hacia el éxito en bienes raíces no está definido por las circunstancias, sino por la decisión constante de seguir adelante, incluso cuando el miedo y la incertidumbre amenazan con paralizarnos.
Las lecciones aprendidas no solo se limitan a la gestión de propiedades. La verdadera lección es que se puede cambiar el curso de la vida, no importa cuán difíciles sean las circunstancias iniciales. Cada propiedad que hemos adquirido tiene una historia, y cada una de esas historias está marcada por sacrificios, logros y momentos de reflexión. Mi familia comenzó en este negocio cuando pocos pensaban que alguien de nuestra situación podía hacerlo, y hoy, más de siete décadas después, las lecciones que hemos aprendido se reflejan en un legado que no solo ha transformado nuestras vidas, sino también la de muchos que se han inspirado en nuestra historia.
El miedo al fracaso y la incertidumbre del futuro son emociones naturales cuando se empieza en el mundo de los bienes raíces. Sin embargo, la verdadera riqueza no solo proviene de la acumulación de propiedades, sino de la perseverancia, la visión y el coraje de seguir adelante, sin importar los obstáculos.
¿Cómo el poder de dar forma nuestra vida y legado?
El verdadero impacto de una persona no se mide por la admiración o la atención que recibe, sino por la huella que deja a través de sus acciones. Esta visión de vida, alejada del ego y del deseo de reconocimiento, es un principio fundamental que guía a muchos emprendedores y filántropos comprometidos con causas sociales. El verdadero valor de su trabajo no radica en lo que puedan recibir a cambio, sino en el bien que producen a través de sus esfuerzos desinteresados. Un ejemplo de esto es el compromiso de Gary, quien, sin buscar atención, ha logrado transformar vidas y crear oportunidades a través de sus iniciativas empresariales y su apoyo a causas filantrópicas.
En el caso de Gary, además de sus logros empresariales, ha canalizado su energía hacia la creación de un programa para emprendedores en su alma mater, la Universidad Americana. Este programa, que se lanzará en el otoño de 2023, tiene como objetivo proporcionar a los estudiantes las habilidades necesarias para prosperar en el mundo de los negocios. Incluirá competiciones empresariales y enseñará aspectos fundamentales como la creación de presentaciones de negocio y la gestión. Pero, además, Gary también se ha involucrado profundamente en organizaciones benéficas, siendo su apoyo a MusiCares uno de los más cercanos a su corazón. Esta organización ayuda a músicos que enfrentan problemas financieros o de salud mental, algo que Gary ha experimentado de cerca, lo que lo motiva a seguir contribuyendo.
Es común que las personas que más impactan en su comunidad no busquen el foco de atención, sino que prefieren que sus logros hablen por sí mismos. Gary, como muchos otros emprendedores y líderes, es un testimonio de que el verdadero éxito no siempre es visible. Es posible que sus logros no siempre sean captados por los medios de comunicación, pero su legado se refleja en las vidas que ha tocado, los negocios que ha transformado y las causas que apoya. Este tipo de legado es el que aspiran a dejar aquellos que, a lo largo de su vida, deciden invertir en el bienestar de los demás.
Una historia paralela es la de Donald Thompson, quien, en su búsqueda de un legado, se dedica a ayudar a otros a ser lo mejor de sí mismos. Junto a su esposa, dona todos sus salarios a causas benéficas, incluidas becas universitarias y programas que apoyan a mujeres africanas que enfrentan enfermedades mortales como el SIDA. El compromiso de ambos de devolver algo a la sociedad es un reflejo claro de cómo las personas pueden ser agentes de cambio mediante la dedicación a los demás.
Es importante comprender que este tipo de generosidad y trabajo comunitario no tiene que ver necesariamente con la magnitud de los recursos que uno puede donar. A menudo, lo más valioso que podemos ofrecer no es dinero, sino nuestro tiempo, habilidades o incluso nuestra presencia. El acto de "dar" no está limitado a lo económico. Cada acción de bondad puede tener un impacto profundo en la vida de otra persona, incluso si no se ve reflejada inmediatamente en estadísticas o logros. A veces, una sonrisa o una palabra de aliento son suficiente para transformar el día de alguien, y ese pequeño gesto puede ser más importante que cualquier ayuda material.
En este sentido, es esencial entender que las oportunidades para contribuir a la comunidad y cambiar la vida de alguien están presentes a diario. Desde la oportunidad de ser mentor de un joven en situación de vulnerabilidad hasta la de apoyar causas locales o internacionales, cada acción, por pequeña que sea, tiene el potencial de generar un impacto positivo en el futuro de los demás. Las personas que más influyen en sus comunidades a menudo no son aquellas que buscan el protagonismo, sino aquellas que, con humildad, se dedican a apoyar a los demás sin esperar nada a cambio.
El impacto de estas acciones no solo mejora la vida de quienes reciben la ayuda, sino también de quienes la ofrecen. La satisfacción personal que se experimenta al ayudar a otro ser humano es indescriptible. Es en el acto de dar que se encuentra la verdadera riqueza, una riqueza que no depende de bienes materiales, sino de la capacidad de conectar, inspirar y transformar vidas.
Por otro lado, es fundamental que entendamos que las dificultades que enfrentan muchas personas no son producto de su falta de esfuerzo o de sus decisiones, sino de un sistema social que no siempre les ofrece las mismas oportunidades. Por ejemplo, en comunidades marginadas, la falta de recursos o el acceso limitado a una educación de calidad crea un ciclo de pobreza difícil de romper. Es ahí donde el compromiso de líderes como Gary y Donald es crucial, pues invierten su tiempo y recursos para ofrecer alternativas que ayuden a romper este ciclo y ofrecer a los demás una nueva oportunidad.
La vida, entonces, no se trata solo de alcanzar metas personales o de acumular logros, sino de ser conscientes del impacto que nuestras acciones tienen sobre los demás. Cuando ayudamos a otros a alcanzar sus sueños y superar sus dificultades, también estamos construyendo un futuro más justo y equitativo para todos. Es importante, por tanto, reflexionar sobre la manera en que estamos contribuyendo a nuestras comunidades y si realmente estamos haciendo todo lo que podemos para mejorar la vida de quienes nos rodean.
Cada uno de nosotros tiene la capacidad de ser un cambio en la vida de otro. No es necesario esperar a una ocasión especial o a tener grandes recursos. Los momentos cotidianos están llenos de oportunidades para ser generosos, para ayudar, para inspirar y para transformar. Al final, el verdadero legado que dejamos no se mide por lo que acumulamos, sino por las vidas que tocamos y las oportunidades que ofrecemos a quienes más lo necesitan.

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