Los seguidores de Trump que priorizan la seguridad, llamados "securitarios", se caracterizan por una percepción particular de las amenazas, diferente a la de otros tipos de seguidores de Trump. A pesar de que la percepción de amenazas por inmigrantes, criminales, ataques terroristas y potencias extranjeras podría esperarse que sea especialmente fuerte entre los securitarios, este no parece ser el caso. De hecho, la amenaza percibida de estos factores nunca es significativamente más alta entre los securitarios que entre otros tipos de seguidores de Trump. Esto indica que la amenaza no es, en realidad, el factor central que motiva su enfoque en la seguridad.
Lo que realmente distingue a los securitarios de otros seguidores de Trump es su visión sobre las amenazas más "domésticas", aquellas relacionadas con el bienestar social y económico. En particular, los securitarios parecen ver como menos amenazantes cuestiones como la creciente brecha de ingresos, la falta de acceso a la atención sanitaria, el racismo, los conservadores y los desastres naturales. Por ejemplo, solo el 20% de los securitarios sienten que la falta de acceso a la atención sanitaria es una amenaza, en comparación con el 50% de los seguidores del Tea Party. Este dato sugiere que los securitarios tienden a minimizar estas problemáticas, probablemente para no desviar su atención de lo que perciben como amenazas externas.
Una posible explicación para esta actitud es que los securitarios ven en la preocupación por el cambio climático y otras amenazas medioambientales una distracción que podría debilitar la seguridad de los "insiders" frente a los "outsiders". Es decir, priorizan la lucha contra aquellos que perciben como enemigos externos, y cualquier desvío de este foco les parece secundario o incluso contraproducente.
En cuanto a las actitudes raciales y de género, los securitarios muestran diferencias notables con respecto a otros seguidores de Trump. En términos de cuestiones raciales, los securitarios son los más propensos a pensar que las disparidades raciales son el resultado de la falta de esfuerzo de las personas negras, y que estas "obtienen lo que merecen". Sin embargo, son también los menos propensos a afirmar que las personas negras son inherentemente menos capaces o talentosas que las blancas, lo que los sitúa en una posición menos abiertamente racista que otros seguidores de Trump, pero aún más racista que los liberales y los conservadores no seguidores de Trump.
Por otro lado, en lo que respecta a las actitudes hacia las mujeres, los securitarios no se destacan de manera significativa respecto a otros tipos de seguidores de Trump, aunque los "guerreros sociales", aquellos enfocados en los derechos de las mujeres, tienden a ser más proclives al sexismo benevolente, es decir, a la idea de que las mujeres deben ser "protegidas" por los hombres. Esto podría indicar que, a largo plazo, los securitarios podrían llegar a aceptar más fácilmente a las mujeres como "insiders", aunque probablemente mantengan una visión más estricta y defensiva de lo que representa el concepto de "insider" en términos de raza y etnia.
El comportamiento de los securitarios también es revelador en cuanto a cómo su percepción de las amenazas se traduce en acciones. Aunque sus opiniones sobre amenazas internas como la desigualdad económica son más moderadas, su enfoque en la seguridad nacional y en la defensa frente a los "forasteros" parece ser el principal motor de sus comportamientos. Los securitarios, a diferencia de otros seguidores de Trump, no muestran una gran preocupación por la igualdad de oportunidades, y en cambio, ven los problemas económicos y sociales como temas secundarios que podrían debilitar la posición de los "insiders" frente a una amenaza externa más grave.
Es crucial entender que, aunque la amenaza no sea su principal motivador, la percepción de seguridad de los securitarios está profundamente ligada a su visión del mundo como un espacio de luchas constantes entre los "insiders" y los "outsiders". Esta visión es clave para comprender por qué muchos de ellos sienten que las cuestiones medioambientales o los problemas sociales no son prioritarios en su agenda política. En este contexto, las figuras como Trump, que prometen proteger a los "insiders" de las amenazas externas, se convierten en símbolos de fortaleza y estabilidad.
¿Qué distingue a los seguidores de Trump según su comportamiento personal?
El comportamiento personal de los seguidores de Trump revela mucho sobre sus valores, creencias y actitudes. Aunque muchos podrían suponer que las conductas "rebeldes" como fumar, beber, jugar, o contar chistes inapropiados son comunes entre todos los seguidores de Trump, un análisis detallado muestra que tales comportamientos no son un denominador común entre todos los grupos que lo veneran. En lugar de eso, se encuentran patrones diferenciados según las actitudes políticas de los mismos.
Un grupo que destaca en términos de comportamientos es el de los seguidores del Tea Party. Estos seguidores se caracterizan por tener una inclinación hacia actitudes libertarias, lo que se refleja en su comportamiento personal. Son significativamente más propensos que otros tipos de seguidores de Trump a involucrarse en actividades como fumar, beber alcohol, ver pornografía, jugar a la lotería, apostar grandes cantidades o contar chistes de tono subido. Un ejemplo concreto es que el 42% de los seguidores del Tea Party admite disfrutar viendo pornografía, mientras que solo un 22% de los conservadores no seguidores de Trump o un 12% de los "guerreros sociales" comparten esta misma afición. Estas cifras sugieren que hay un componente libertario en su comportamiento que va más allá de la política y se refleja en su vida cotidiana.
Por otro lado, los seguidores más moderados de Trump, como los "securitarianos", presentan un comportamiento más contenido y conservador. Este grupo es el menos propenso a involucrarse en conductas de riesgo, como fumar, beber, o apostar. Esta tendencia puede ser explicada por la seriedad con la que los securitarianos abordan la protección de sus valores y creencias. Su enfoque se caracteriza por un deseo de preservar el orden y la seguridad, y por lo tanto, no se asocian con el tipo de comportamientos hedonistas que sí se observan entre los seguidores del Tea Party.
Los "guerreros sociales", otro grupo de seguidores de Trump, parecen ser menos consistentes en sus comportamientos. A pesar de que podrían esperarse de ellos comportamientos más moderados o alejados de las actitudes hedonistas, no muestran una gran diferencia respecto a otros grupos en cuanto a hábitos como fumar o beber, salvo por una marcada reticencia a contar chistes inapropiados. Esto sugiere que, aunque su enfoque político pueda estar más centrado en cuestiones sociales, no se distinguen significativamente en términos de comportamientos personales.
Entre los seguidores de Trump, la posesión de armas y la caza o la pesca no son prácticas que se diferencien significativamente entre los grupos. La mayoría de los seguidores de Trump, independientemente de su tipo, tienen familiares que poseen armas, y la participación en actividades como la caza o la pesca es relativamente baja, lo que podría indicar que estos comportamientos no están tan arraigados en su identidad política como podría pensarse.
En cuanto a comportamientos políticos hipotéticos, los seguidores del Tea Party también son los más propensos a participar en acciones extremas si creen que un político está tomando decisiones perjudiciales para el país. Este grupo se destaca por estar dispuesto a realizar actos como negar el servicio a un político en su restaurante, extender rumores potencialmente falsos, o incluso contribuir económicamente más allá de los límites legales para derrotar a un político que consideran peligroso. Por otro lado, los securitarianos son significativamente menos inclinados a participar en estos tipos de comportamientos, manteniendo una postura más moderada y orientada hacia la preservación del orden y la seguridad.
Es interesante notar que la disposición a participar en comportamientos problemáticos no está limitada a un solo grupo, y de hecho, algunos de los comportamientos más extremos, como la alteración de resultados electorales o la violencia durante manifestaciones, son más comunes entre los seguidores del Tea Party que entre otros tipos de seguidores de Trump. Este contraste con los securitarianos destaca aún más la divergencia en las actitudes políticas y personales dentro de los seguidores de Trump.
Para entender plenamente estos comportamientos, es esencial no solo observar las conductas superficiales, sino también reconocer los principios subyacentes que guían a estos grupos. Los seguidores del Tea Party, por ejemplo, parecen estar más dispuestos a desafiar el orden establecido en nombre de la libertad individual, lo que se refleja tanto en sus actitudes políticas como en sus comportamientos personales. Mientras tanto, los securitarianos son más conservadores, no solo en su política, sino también en su vida personal, adoptando un enfoque más disciplinado y menos propenso a conductas riesgosas.
Es fundamental comprender que el apoyo a Trump no es homogéneo. Existen distinciones notables entre los diferentes grupos que lo veneran, y estas distinciones se reflejan en sus comportamientos, valores y actitudes hacia la autoridad y el orden. La complejidad de estos grupos sugiere que el apoyo a Trump no puede reducirse a una sola narrativa, sino que involucra una gama diversa de creencias y conductas que merecen un análisis más profundo.
¿Cómo influyen las actitudes sociales y políticas en las tendencias de comportamiento?
Las actitudes de los individuos hacia diversos temas sociales y políticos reflejan patrones complejos que no solo afectan la toma de decisiones, sino que también estructuran el comportamiento colectivo. Estas tendencias varían de acuerdo a factores como la edad, la religión, la ubicación geográfica, las políticas gubernamentales, entre otros. Sin embargo, la forma en que estos factores se entrelazan y modelan las percepciones y conductas sigue siendo un campo de estudio fascinante y multifacético.
Uno de los aspectos más relevantes que se observan en muchas culturas es la forma en que las personas se posicionan ante temas como la inmigración, la igualdad de ingresos y el derecho a la autodeterminación. Estos aspectos a menudo están vinculados a la forma en que los individuos perciben el bienestar social, la justicia y el futuro económico. Por ejemplo, las políticas sobre el control de armas, la legalización de la marihuana y el derecho al aborto se enfrentan frecuentemente a diferentes actitudes en función del nivel de religiosidad, las actitudes hacia las políticas gubernamentales y los valores personales. Las personas con una mayor religiosidad tienden a apoyar políticas conservadoras sobre estos temas, mientras que quienes son más liberales muestran un mayor apoyo a la liberalización de estas políticas.
Las diferencias entre conservadores y liberales también se ven reflejadas en los niveles de apoyo hacia el sistema democrático, el capital social y la participación política. Los conservadores a menudo buscan mantener un orden tradicional, mientras que los liberales tienden a preferir la apertura al cambio y la diversidad en los sistemas de gobierno. Este contraste también se extiende a la manera en que las personas perciben el mundo: los conservadores tienden a ver el mundo como un lugar peligroso, donde el control y la seguridad son cruciales, mientras que los liberales están más dispuestos a aceptar la incertidumbre y el riesgo asociado con las nuevas experiencias y el cambio.
Otro factor importante es la predisposición a comportamientos de consumo, como la participación en juegos de azar o el consumo de alcohol y tabaco. Estas conductas no solo reflejan decisiones individuales, sino que también están profundamente influenciadas por las actitudes prevalentes en la sociedad. En algunas regiones, la participación en actividades de juego puede verse como una forma de escapatoria o entretenimiento, mientras que en otras puede estar relacionada con una búsqueda de control o fortuna en tiempos de inseguridad económica.
Es importante considerar también cómo las actitudes hacia la familia y la crianza de los hijos pueden ser moldeadas por estas tendencias políticas y sociales. Los valores asociados con la educación, el respeto por las instituciones tradicionales y la centralidad de la familia son muy variables entre distintos grupos ideológicos y sociales. Esto influye directamente en las políticas públicas relacionadas con la educación y los programas de bienestar social, ya que las diferencias de percepción sobre lo que significa el bienestar familiar a menudo dictan las políticas de apoyo a la infancia y la juventud.
Además, las actitudes hacia los derechos humanos, como los derechos GLBTQ, las políticas sobre el cambio climático, y la percepción sobre los derechos de las mujeres, reflejan las tensiones entre la modernidad y la tradición. Mientras que algunas personas consideran que los derechos deben ser universales y sin distinción, otros defienden un enfoque más conservador que prioriza valores tradicionales de la familia y la comunidad. Esto también se extiende a la cuestión de la participación política: aquellas personas que se sienten más alienadas o resentidas con el sistema político tienden a involucrarse menos en las votaciones o en movimientos de protesta, lo cual crea una brecha creciente en el compromiso cívico y electoral.
Los niveles de apoyo hacia políticas de bienestar social y económico también pueden verse reflejados en las percepciones sobre el "otro", es decir, aquellas personas percibidas como ajenas a la cultura dominante. Las actitudes hacia los inmigrantes y las personas de otras etnias o grupos sociales varían notablemente dependiendo del contexto socioeconómico y la exposición a diferentes culturas. Esto se refleja en las políticas gubernamentales, que pueden ser tanto inclusivas como excluyentes, dependiendo de la ideología predominante.
En cuanto a las actitudes hacia la tecnología y la privacidad, la sensibilidad ante la invasión de la intimidad, como el espionaje gubernamental o corporativo, ha generado un debate importante sobre los derechos individuales frente a las necesidades de seguridad y control social. La generación de datos personales, la participación en redes sociales y la vigilancia masiva han transformado las relaciones entre ciudadanos y gobiernos, desafiando las nociones tradicionales de privacidad.
El estudio de estas actitudes y comportamientos no solo proporciona una visión de las dinámicas sociales actuales, sino que también puede ayudar a prever tendencias futuras. ¿Cómo cambiarán nuestras actitudes hacia el trabajo, la familia, la seguridad y la política en las próximas décadas? ¿Qué factores influirán en la toma de decisiones políticas y sociales en un mundo cada vez más interconectado pero profundamente dividido?
Los lectores deben tener en cuenta que las decisiones políticas y sociales no se toman en el vacío, sino que están influidas por una red compleja de factores psicológicos, sociales y económicos. Entender estos factores no solo es clave para interpretar el comportamiento de las personas, sino también para anticipar los cambios en la política global y local, y cómo estos cambios afectarán la vida cotidiana de las personas.

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