En la industria automotriz, la ingeniería de materiales desempeña un papel crucial en la creación de componentes como consolas centrales, tableros de instrumentos o defensas. La investigación y pruebas se realizan en laboratorios propios de materiales, que incluyen pruebas mecánicas como tracción y flexión, simulaciones de envejecimiento, pruebas de superficie (como la resistencia a la abrasión o la resistencia química), pruebas de emisión (como niebla o pruebas de olor), así como métodos analíticos (como la cromatografía de gases). Durante la fase final de innovación, la ingeniería de materiales se involucra en actividades de aseguramiento de la calidad, como la aprobación final de materiales y las validaciones. A lo largo de la serie de producción, el laboratorio de materiales también participa en el análisis de daños imprevistos y en la investigación de sus causas raíz.

Además, la ingeniería de materiales tiene responsabilidades generales no relacionadas con proyectos de vehículos específicos o fases de desarrollo, como el desarrollo y la gestión de los requisitos materiales. Los requisitos de especificación y la gestión asociada de estos requisitos juegan un papel decisivo en los desafíos organizacionales, lo que justifica su análisis detallado.

Un requisito material es una especificación que define las propiedades de los materiales que deben cumplirse para un componente del vehículo correspondiente. Un componente solo se considera "aceptado" por el aseguramiento de la calidad una vez que se cumplen los requisitos del material o se han documentado permisos de desviación. De esta manera, el propósito de un requisito material es doble: primero, representa una orientación para los ingenieros sobre cómo deben especificarse y diseñarse los componentes y módulos; segundo, se utiliza como instrumento para el aseguramiento de la calidad, por ejemplo, en las inspecciones de primer artículo, el desarrollo en serie y el soporte postventa. Dentro del Grupo Volkswagen, estos requisitos materiales se separan en especificaciones de materiales, especificaciones de materiales de componentes y especificaciones de materiales del vehículo en general.

Las especificaciones de materiales delinean las propiedades básicas de polímeros específicos, como el polipropileno (PP). En este contexto, las propiedades deseadas permanecen constantes independientemente del componente al que se aplique el material. En cambio, las especificaciones de materiales de componentes, como el tablero de instrumentos, detallan las propiedades del material específicas para componentes individuales. Con frecuencia, estos criterios superan los requisitos materiales iniciales, ya que demandan propiedades esenciales solo para componentes específicos. Finalmente, las especificaciones de materiales del vehículo establecen umbrales aplicables universalmente que deben cumplirse, independientemente del tipo de material o componente. Estas especificaciones suelen abarcar requisitos legales, como emisiones de materiales y normas de inflamabilidad.

La totalidad de las especificaciones de materiales de un vehículo es relativamente compleja y difícil de gestionar. Para un diseño multimaterial, como el tablero de instrumentos, existen especificaciones para casi todos los materiales utilizados, que se complementan con la especificación de material del componente específico y las especificaciones generales del vehículo. Según los empleados de la organización, a lo largo de varias décadas de investigación, pruebas y perfeccionamiento, ha evolucionado una enorme variedad de especificaciones de materiales. Se asume que esta alta cantidad de requisitos materiales y su complejidad son una de las razones por las que la marca se percibe como de calidad superior en el mercado.

Con el creciente enfoque en la sostenibilidad dentro de la ingeniería automotriz y de materiales, ha surgido un reconocimiento de varios desafíos organizacionales. Algunos gerentes dentro de la organización ya habían reconocido las presiones competitivas y regulatorias crecientes para un enfoque más profundo en la sostenibilidad varios años antes de que comenzara el proyecto de investigación acción. Sin embargo, pocos reconocieron la necesidad imperiosa de que la organización se alineara para evitar quedarse atrás respecto a la competencia. Con el tiempo, los empleados comenzaron a reconocer que la compañía estaba, sin quererlo, obstaculizando su propio progreso. Comprendieron que los obstáculos que impedían una transformación exitosa hacia la sostenibilidad eran principalmente internos.

Uno de los obstáculos principales es el sistema interno de gestión de requisitos, ya que los estándares de desempeño material delineados se perciben a menudo como excesivamente ingenierizados. Estos requisitos se han vuelto cada vez más intrincados a lo largo de las últimas décadas de avances tecnológicos, con nuevas especificaciones continuamente introducidas para diversos materiales y componentes. Los paradigmas establecidos impulsan la búsqueda de los niveles máximos de rendimiento tecnológico para los materiales, independientemente de si estas propiedades de rendimiento son necesarias para las aplicaciones para las que están destinados. Muchos materiales se evalúan únicamente de manera cuantitativa, adhiriéndose al principio de "cuanto más alto, mejor", sin considerar el componente específico en el que finalmente se utilizarán. En consecuencia, los costos y esfuerzos de prueba y verificación de materiales crecieron a lo largo de los años.

Este sistema de especificaciones también ha llevado a que nuevos materiales innovadores y sostenibles sean cada vez más rechazados. Incluso si los materiales (sostenibles) cumplen con los requisitos necesarios, con frecuencia son rechazados porque no cumplen con las exigencias formales. Los polímeros reciclados más sostenibles suelen ser tecnológicamente "inferiores" a los polímeros vírgenes, por lo que los requisitos técnicos alineados con productos vírgenes de máximo rendimiento deben considerarse una barrera significativa para su implementación.

A lo largo del tiempo, la importancia de la gestión de especificaciones ha disminuido, impulsada por las medidas de eficiencia en las fases finales de la evolución tecnológica de los materiales automotrices. La precisión y relevancia de las especificaciones establecidas, que históricamente han funcionado bien en el mercado, rara vez se someten a revisión o revaluación. En busca de mejorar su rendimiento en innovación y sostenibilidad, la organización mostró un interés particular en colaborar con la Universidad Tecnológica de Hamburgo, dada su posición de liderazgo en el campo de los enfoques innovadores orientados a la suficiencia y frugalidad, que desafiarían los paradigmas predominantes de mejora del rendimiento.

La principal línea de investigación de los estudios empíricos se centra en explorar los malentendidos en torno a lo que constituye un material inferior, adecuado o de máximo rendimiento. Esta línea de investigación busca desafiar las concepciones de la organización sobre lo que es necesario para desarrollar materiales más adecuados, especialmente desde la perspectiva de la sostenibilidad.

¿Cómo se define y aplica la Investigación-Acción en el ámbito organizacional?

La Investigación-Acción (IA) ha sido un enfoque metodológico clave en las ciencias sociales, especialmente en la gestión organizacional, al ofrecer una forma de investigación que no solo se limita a la recolección de datos, sino que busca transformar la realidad a través de la acción. Según Lewin (1946), la investigación que solo produce libros no es suficiente; el propósito es crear conocimiento que, al mismo tiempo, impulse cambios efectivos en la práctica. Por lo tanto, la Investigación-Acción se posiciona como un enfoque que contrasta con el paradigma positivista dominante en muchas disciplinas, abrazando estrategias interpretativas y pragmáticas, que buscan la integración de la teoría con la práctica.

Una característica fundamental de la Investigación-Acción es su naturaleza iterativa, a menudo descrita como ciclos de investigación-acción. Lewin, en su trabajo, identificó una serie de pasos clave dentro de este proceso: planificación, acción y búsqueda de hechos (Dickens y Watkins, 2006; Coghlan, 2019). Este ciclo, que se repite a lo largo del proyecto, tiene como objetivo la implementación de cambios organizacionales que se reflexionan y ajustan en función de los resultados obtenidos en cada fase. Kemmis et al. (2014) describen este proceso como un ciclo continuo de planificación, acción, observación, reflexión y replanificación, mientras que Gill y Johnson (2010) lo conceptualizan en las fases de diagnóstico, planificación de la acción, implementación y evaluación.

Este enfoque no es lineal; por el contrario, se caracteriza por su flexibilidad y adaptación a los contextos cambiantes. Cada fase del ciclo de Investigación-Acción es una oportunidad para evaluar el impacto de las intervenciones, reflexionar sobre los resultados y ajustar las estrategias según sea necesario. En el caso de que los objetivos no se logren al final de un ciclo, se inicia uno nuevo, lo que permite una constante reevaluación de los objetivos y la metodología. Según Coghlan y Brannick (2005), es esencial que se defina con claridad el estado futuro deseado al inicio del proyecto, ya que esto establece los límites y objetivos del mismo. El éxito del proyecto no se mide solo por la implementación de cambios, sino por la reflexión crítica sobre el proceso y los resultados alcanzados.

La fase inicial, conocida como la fase de contexto y propósito, responde a la pregunta fundamental: ¿por qué es necesario o deseable este proyecto? (Coghlan, 2019). En esta etapa, se establece un entendimiento preliminar de los desafíos organizacionales y el marco teórico que sustentará el estudio. La fase de construcción sigue, donde se analizan a fondo los desafíos organizacionales en colaboración con la entidad investigada. A continuación, se diseña la intervención en la fase de planificación, se implementa en la fase de acción y, finalmente, se evalúa el impacto en la fase de evaluación.

Es importante destacar que la Investigación-Acción no sigue un camino estructurado de manera rígida. Los estudios empíricos a menudo muestran que los ciclos pueden variar en duración y deben entenderse como procesos iterativos y superpuestos. En muchos casos, surgen eventos impredecibles que hacen necesario un enfoque flexible y adaptativo. Como señalan Kemmis et al. (2014), la Investigación-Acción crítica muchas veces pone en evidencia aspectos no deseados de la forma en que se realizan las cosas dentro de una organización, lo que puede generar resistencias o desafíos adicionales en el proceso.

A pesar de su carácter participativo y práctico, la Investigación-Acción debe cumplir con rigurosidad teórica y empírica. La contribución teórica es crucial, pues no se limita a probar teorías existentes, sino que genera nuevas teorías, marcos conceptuales y modelos basados en los datos empíricos obtenidos durante el proyecto. Eden y Huxham (1996) subrayan que la fuerza de la Investigación-Acción radica en la generación de teorías que puedan aplicarse más allá del contexto inmediato de la organización, proporcionando así una base para el desarrollo de nuevos conocimientos.

Sin embargo, debido a su naturaleza iterativa, es necesario que el investigador continúe integrando literatura nueva en el discurso teórico, ya que los ciclos sucesivos pueden generar nuevos conocimientos que deben ser contextualizados y discutidos dentro del marco teórico más amplio. Además, la Investigación-Acción se diferencia de otros enfoques de investigación, como la consultoría o la investigación básica, en que se desarrolla en colaboración con la organización, no solo sobre ella. Esto implica una ambigüedad de roles, donde el investigador actúa tanto como miembro de la organización como observador, lo cual puede generar tensiones entre la implicación práctica y la distancia teórica necesarias para garantizar la objetividad del estudio (Coghlan, 2019).

El éxito de la Investigación-Acción no solo se mide por la implementación de cambios concretos, sino también por la capacidad del investigador para integrar los resultados prácticos en una comprensión teórica más amplia. El investigador debe ser consciente de las implicaciones teóricas de las intervenciones y asegurarse de que los resultados obtenidos no se queden solo en el contexto local, sino que puedan contribuir al conocimiento general.

¿Cómo se aplica la Teoría Fundamentada en la Investigación Cualitativa?

La Teoría Fundamentada, propuesta inicialmente por Glaser y Strauss en 1967, se fundamenta en la generación inductiva de teorías a partir de datos empíricos cualitativos, como transcripciones de entrevistas o protocolos de observación. El propósito de esta metodología es desarrollar marcos teóricos y explicaciones que emergen directamente de los datos recogidos, lo que distingue a la Teoría Fundamentada de otras teorías deductivas que se basan en modelos preexistentes. Según los mismos creadores del enfoque, la utilidad de una teoría no puede separarse del proceso mediante el cual ha sido generada, lo que implica que las teorías basadas en datos sociales actuales deben ser evaluadas no solo por su capacidad para explicar o predecir, sino por la forma en que se construyen. Este enfoque, a través del cual los datos guían el desarrollo de la teoría, refuerza su relevancia y adecuación al contexto estudiado.

Uno de los elementos clave en la aplicación de la Teoría Fundamentada es el proceso de codificación. Al igual que en el análisis de contenido cualitativo, la codificación de los materiales cualitativos forma la base de la teoría generada. Sin embargo, a diferencia del análisis de contenido, que puede no necesariamente generar una nueva teoría, la Teoría Fundamentada busca precisamente construir nuevos marcos conceptuales a partir de los datos. Charmaz (2006) explica la codificación como un proceso en el cual se asignan etiquetas a fragmentos de datos que no solo los categoriza, sino que también los resume y explica. A través de este proceso, los investigadores pueden transitar desde una comprensión concreta de los datos hacia interpretaciones analíticas más abstractas. De este modo, las etiquetas o códigos son una herramienta fundamental para desarrollar ideas analíticas que faciliten la interpretación de los datos.

Un aspecto importante en la codificación de la Teoría Fundamentada es la saturación teórica. Este concepto se refiere al punto en el que la recolección de nuevos datos deja de generar nuevas ideas teóricas o propiedades adicionales para las categorías teóricas fundamentales. Cuando se alcanza este estado, los investigadores pueden detener el proceso de codificación, pues los datos ya no ofrecen elementos novedosos para el desarrollo de la teoría. Es relevante destacar que no todos los datos disponibles deben ser necesariamente codificados; la clave radica en seleccionar aquellos fragmentos que realmente aporten al desarrollo teórico.

El proceso de codificación no es estático ni unidireccional. En la Teoría Fundamentada, se da una continua recolección y evaluación de los datos, lo que permite identificar vacíos y puntos débiles en la información desde etapas tempranas. Esto se conoce como comparación constante, un proceso mediante el cual los investigadores contrastan los nuevos datos con los marcos de codificación previamente establecidos. Esta interacción continua facilita la identificación de la saturación teórica y permite ajustar y expandir las categorías y códigos conforme el análisis avanza.

La codificación en la Teoría Fundamentada no sigue un único modelo rígido; existen diferentes enfoques dependiendo de la orientación filosófica subyacente de la investigación. Por ejemplo, el enfoque de Charmaz es flexible y abierto, basado en la construcción inductiva de categorías que surgen directamente de los datos, sin la influencia de marcos teóricos previos. Charmaz propone un proceso de codificación en dos etapas: la codificación inicial, donde se asignan códigos sencillos y activos a los datos, y la codificación focalizada, donde se seleccionan los códigos más significativos o frecuentes para desarrollar nuevas ideas más abstractas. En su enfoque, es fundamental evitar imponer categorías preexistentes sobre los datos, buscando siempre una conexión directa con el material empírico.

Por otro lado, Gioia et al. (2013) proponen un enfoque constructivista que también da prioridad a la flexibilidad y apertura, pero con un énfasis en la integración de conocimientos previos en el proceso de codificación. En su modelo, el proceso comienza con conceptos de primer orden (primeras categorías) que emergen directamente de los datos y luego se agrupan en temas de segundo orden, para finalmente desarrollar dimensiones agregadas que se transforman en un modelo inductivo y vibrante, siempre centrado en los datos.

En contraste, Corbin y Strauss (1990, 2015) proponen un enfoque más estructurado, dividido en tres fases: la codificación abierta, la codificación axial y la codificación selectiva. En la codificación abierta, se asignan códigos iniciales que se van refinando en subcategorías y categorías principales. La codificación axial relaciona estas categorías con sus subcategorías y las pruebas se realizan en función de los datos. Finalmente, la codificación selectiva permite seleccionar las categorías más relevantes para el desarrollo de la teoría final.

Además de las fases de codificación, un elemento esencial en la metodología de la Teoría Fundamentada es el uso de los memorandos, que son escritos donde los investigadores documentan sus ideas, reflexiones y abstracciones teóricas que emergen durante el proceso de codificación. Estos memorandos no forman parte del trabajo final, pero son fundamentales en la construcción del sentido teórico a lo largo del proceso de análisis.

Es importante comprender que la Teoría Fundamentada no se limita a una simple organización o clasificación de datos. Más allá de la codificación, su objetivo es construir una teoría que sea verdaderamente "fundamentada" en los datos. Esta teoría debe ser capaz de explicar, predecir y reflejar adecuadamente los fenómenos observados en el contexto de estudio, y se distingue por su flexibilidad, adaptabilidad y cercanía con la realidad empírica.

En resumen, la Teoría Fundamentada es un enfoque metodológico robusto que permite desarrollar marcos teóricos innovadores a partir de datos cualitativos, siempre priorizando la relación directa con la realidad investigada. La clave de su éxito radica en la capacidad de adaptarse a los datos a medida que estos emergen, asegurando que la teoría desarrollada sea lo más relevante y ajustada posible al contexto y los fenómenos observados.

¿Cómo mejorar la integración y evitar la sobreingeniería en el desarrollo de productos?

En las organizaciones, la especialización funcional juega un papel crucial en el diseño y la implementación de productos innovadores. Sin embargo, un exceso de especialización, sin mecanismos efectivos de integración, puede llevar al fenómeno conocido como "sobreingeniería". Este problema, donde los departamentos y funciones trabajan de manera aislada, puede resultar en productos innecesariamente complejos que no responden adecuadamente a las necesidades del mercado.

La falta de roles de integración impide el intercambio fluido de ideas entre departamentos, lo que perpetúa la sobreingeniería. En lugar de una estructura organizacional que fomente la evaluación colaborativa de las suposiciones innovadoras y las demandas establecidas, en algunas organizaciones se observa la actitud de "ellos saben lo que hacen" y "lo que sucede en otro lugar no es asunto mío". Este enfoque reduce la capacidad de la organización para desarrollar productos frugales, que, por definición, buscan la máxima eficiencia y simplicidad sin comprometer la funcionalidad esencial.

Para contrarrestar este problema, la investigación ha sugerido que la especialización funcional debe ser complementada con un enfoque de integración. La estructuración de equipos multifuncionales, con roles de enlace entre departamentos, es fundamental para garantizar que los productos desarrollados no se queden atrapados en la complejidad innecesaria. La integración no solo debe ser interna, sino también externa, incorporando el conocimiento del mercado y las necesidades del cliente desde las primeras fases del desarrollo. Esto implica que los ingenieros deben estar involucrados en la recopilación de requisitos del cliente desde el principio, en lugar de depender únicamente de las funciones de ventas para esta tarea.

Este enfoque no significa necesariamente reducir la especialización organizativa, sino gestionar la especialización de manera que permita una colaboración más eficiente. Un ejemplo clave de esto es el caso del Tata Nano, un producto frugal que, aunque simplificado, requirió una gran experiencia técnica y un profundo entendimiento del mercado y las necesidades del cliente. La lección aquí es clara: la ingeniería frugal depende de la especialización, pero la especialización no puede alcanzar su máximo potencial en una estructura organizativa funcional rígida.

En cuanto a la implementación práctica de esta integración, los equipos de desarrollo deben tener suficiente autonomía para funcionar eficazmente. Sin embargo, también deben estar integrados de manera que los miembros del equipo puedan compartir sus conocimientos y experiencias, no solo dentro de sus áreas funcionales, sino también entre funciones. Para facilitar esto, se han propuesto tres tipos de equipos: equipos de desarrollo livianos, equipos de desarrollo pesados y equipos autónomos.

Los equipos de desarrollo livianos están liderados por un gerente de proyecto de nivel medio o junior, quien coordina el equipo con representantes de varias funciones. Este tipo de equipo tiene un enfoque más moderado en la integración, ya que los roles de enlace siguen estando conectados a sus funciones originales. Los equipos de desarrollo pesados, por otro lado, están dirigidos por un gerente senior que tiene la autoridad para supervisar directamente a los miembros del equipo y disolver las fronteras funcionales. Finalmente, los equipos autónomos tienen el mayor grado de autonomía, permitiendo que los miembros del equipo trabajen independientemente de sus funciones originales. Esta estructura ofrece el mayor nivel de integración, pero también incrementa el potencial de conflictos internos debido a la falta de vínculos con las funciones tradicionales.

Es importante entender que estos modelos no son mutuamente excluyentes. Las organizaciones pueden adaptarlos según las necesidades específicas de cada proyecto. Lo esencial es reconocer que la integración de funciones y el vínculo entre equipos multidisciplinarios son fundamentales para evitar la sobreingeniería y fomentar el desarrollo de productos frugales y orientados al mercado.

Además, la creación de vínculos entre diferentes unidades organizativas y la integración de conocimientos externos puede ser un factor decisivo en el éxito de las innovaciones disruptivas y de bajo costo. Las empresas deben ser capaces de superar los límites impuestos por las estructuras funcionales rígidas y adoptar enfoques que favorezcan la colaboración abierta entre diversas disciplinas y puntos de vista. Solo de esta forma se podrán desarrollar productos verdaderamente innovadores y eficientes, capaces de satisfacer las demandas cambiantes de un mercado global cada vez más competitivo.

¿Cómo influye la ingeniería frugal en la innovación sostenible y la optimización de productos?

En el contexto actual de la ingeniería y el desarrollo de productos, la ingeniería frugal emerge como un enfoque crucial para la optimización de materiales y procesos. La sobreingeniería, un fenómeno donde los productos se diseñan con especificaciones innecesariamente altas, representa una de las principales barreras para alcanzar la eficiencia en costos y la sostenibilidad. Sin embargo, la aplicación sistemática de la ingeniería frugal permite reducir los costos, mejorar la accesibilidad de productos y, a su vez, fomentar la innovación dentro de límites técnicos razonables.

La ingeniería frugal se basa en la premisa de realizar más con menos, priorizando soluciones que sean funcionales pero simples, sin recurrir a tecnologías o materiales excesivos. A través de intervenciones que analizan críticamente los requisitos materiales, las organizaciones pueden identificar especificaciones innecesarias y rediseñar productos que mantengan un desempeño adecuado sin el exceso de recursos que caracteriza a los enfoques convencionales. El proceso comienza con la evaluación detallada de las necesidades del cliente y los requisitos funcionales, sin conformarse con la mentalidad de "más es mejor".

En este sentido, un enfoque top-down y bottom-up de la ingeniería frugal, que implica la colaboración entre diversos equipos dentro de la organización, facilita la identificación precisa de las áreas de sobreingeniería. La participación activa de todos los stakeholders dentro de la empresa, desde los líderes hasta los operativos, permite que se cuestionen las suposiciones establecidas y que se busquen soluciones innovadoras que favorezcan la simplicidad sin sacrificar el rendimiento. Esta colaboración promueve un espacio de seguridad psicológica, donde los miembros del equipo pueden desafiar ideas preconcebidas y contribuir con propuestas que reduzcan el desperdicio innecesario.

Es importante destacar que la reducción de la sobreingeniería no es solo un esfuerzo técnico, sino también cultural. El liderazgo juega un papel esencial al apoyar estos cambios, no solo iniciando el proceso de investigación, sino también cultivando una mentalidad proactiva que desafíe las soluciones convencionales y fomente la experimentación. La actitud de los equipos hacia la incertidumbre y la exploración de nuevas posibilidades es clave para el éxito de la ingeniería frugal. Los resultados de este enfoque se reflejan en una mejora significativa en la eficiencia de los procesos y la optimización de los materiales utilizados en la fabricación de productos, sin perder calidad ni funcionalidad.

La implementación de una ingeniería frugal efectiva requiere un cambio en la forma en que las empresas gestionan sus especificaciones. Muchas veces, las empresas no cuestionan los requisitos una vez que han alcanzado un nivel de madurez o éxito en el mercado. Sin embargo, es esencial que se realicen evaluaciones continuas para asegurarse de que las especificaciones siguen siendo pertinentes, efectivas y necesarias. En este sentido, la introducción de un enfoque sistemático que diferencie entre requisitos excluidos, enfocados e informativos puede ser fundamental para optimizar el proceso de evaluación y asegurar que los productos sean más adecuados para las necesidades del mercado.

El cambio hacia una innovación basada en la reducción no es sencillo ni inmediato. En muchas industrias, especialmente en grandes corporaciones multinacionales, los recursos abundantes y una tendencia hacia la búsqueda constante de mejoras tecnológicas pueden generar una resistencia a la reducción de costos y a la aceptación de la incertidumbre. No obstante, adoptar una perspectiva de reducción radical, como la promovida por la ingeniería frugal, puede ser el camino hacia la creación de productos más sostenibles y asequibles, además de incentivar una forma de innovación más inclusiva y colaborativa.

Además, la ingeniería frugal no debe verse únicamente como un esfuerzo correctivo o reactivo. Es fundamental que se incorpore de manera preventiva en las fases iniciales del proceso de desarrollo de productos. Esta incorporación temprana asegura que los productos se diseñen desde el principio con un enfoque en la eficiencia y la reducción de recursos, evitando la sobreingeniería desde las primeras etapas del proyecto. Así, se minimizan los cambios costosos y las alteraciones en fases posteriores del desarrollo.

El proceso de definir especificaciones correctas desde el inicio de un proyecto es fundamental para lograr una innovación exitosa. Las empresas deben evitar adoptar de manera mecánica y sin reflexión las especificaciones de productos previos que ya han demostrado ser exitosos. De hecho, la evaluación de estos requisitos debe ser continua y flexible, asegurando que los materiales y componentes utilizados estén alineados con las verdaderas necesidades del mercado y las expectativas del consumidor.

La integración de la ingeniería frugal en las operaciones cotidianas de una empresa implica transformar no solo los procesos de diseño, sino también la cultura organizacional. Esta mentalidad de frugalidad debe permear cada fase del desarrollo, desde la concepción hasta la entrega del producto final, garantizando que los productos no solo sean más económicos y sostenibles, sino también más relevantes y adaptados a las necesidades reales de los consumidores. Para lograrlo, es esencial que las empresas incorporen un enfoque orientado hacia el cliente en sus intervenciones y optimizaciones, basándose en estudios de mercado sólidos que permitan ajustar los productos sin perder calidad ni funcionalidad.

La aplicación sistemática de estas estrategias no solo tiene el potencial de transformar la forma en que las empresas diseñan y producen productos, sino que también puede conducir a una mejora significativa en su desempeño en términos de sostenibilidad y eficiencia. A medida que las empresas sigan explorando nuevas formas de integrar la ingeniería frugal en su ADN, se abrirán nuevas oportunidades para la creación de productos más sostenibles y accesibles, sin sacrificar el valor percibido por los clientes.