En el contexto de las inversiones, la manipulación de mercados no es un fenómeno reciente ni exclusivo de los mercados tradicionales. Desde el famoso caso de Jay Gould, quien en 1869 manipulara el mercado del oro con la "esquina" (cornering), hasta los criptoactivos contemporáneos, los actores malintencionados han explotado las debilidades del sistema para maximizar sus ganancias a costa de los inversores desprevenidos. Gould, tras crear un caos en el mercado de valores y lograr una caída del 20% en las acciones, obtuvo una ganancia neta de 11 millones de dólares, sin sufrir consecuencias legales. Este tipo de situaciones, en las que los responsables de las crisis se marchan ilesos, continúa siendo una constante.
En los mercados de criptoactivos, la situación puede ser aún más opaca. Los actores que manipulan los precios de los activos digitales pueden esconder su identidad detrás del anonimato de Internet, lo que facilita su escape de las consecuencias de sus acciones. Este fenómeno se acentúa cuando las criptomonedas en cuestión tienen un valor de mercado pequeño o no son muy conocidas. Un ejemplo típico es la manipulación de criptoactivos de bajo valor, donde un inversor con suficiente capital puede comprar grandes cantidades de la moneda, creando una presión de compra que eleva artificialmente su precio. A medida que otros inversores se sienten atraídos por el aparente "interés del mercado", los manipuladores aprovechan para vender sus activos a precios inflados, generando un ciclo que culmina en un desplome del valor, lo que deja a los inversores desprevenidos con pérdidas sustanciales. Este tipo de estrategias, conocidas como "pump and dump" (inflar y luego vender), están siendo cada vez más comunes en las monedas digitales menos líquidas.
Los ejemplos históricos de "cornering" de mercados también se repiten en tiempos más recientes. En 1980, los hermanos Hunt intentaron controlar el mercado de la plata, acumulando una cantidad colosal de este metal precioso, lo que disparó su precio. Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos intervino para evitar la manipulación, y los hermanos terminaron perdiendo gran parte de su fortuna cuando el precio de la plata se desplomó. Casos como estos no son excepcionales. En 1929, durante la Gran Depresión, más de un centenar de compañías en la Bolsa de Nueva York fueron manipuladas, y desde 1987 hasta 1989, una de cada diez empresas en la Bolsa de Valores de Tokio estuvo sujeta a prácticas similares.
Los criptoactivos también son vulnerables a estas manipulaciones. En particular, las monedas con baja capitalización de mercado son especialmente susceptibles a ser manipuladas por unos pocos actores que controlan una proporción significativa de su suministro. Por ejemplo, en abril de 2017, los 200 criptoactivos más pequeños tenían mercados de menos de 20,000 dólares, lo que permitía que un actor con 10,000 dólares comprara gran parte de los activos disponibles, generando una presión alcista artificial. Los manipula- dores pueden trabajar en conjunto, a menudo utilizando las redes sociales para difundir rumores y aumentar el entusiasmo entre los especuladores.
Otro aspecto crítico es la concentración del control de los activos en las manos de pocos actores, como sucede en algunas ICOs (Initial Coin Offerings) o en el caso de criptomonedas como Dash, donde una porción significativa de la oferta de monedas es controlada por un pequeño número de masternodes. Estos masternodes, que juegan un papel clave en la validación de transacciones, son incentivados a mantener un gran número de monedas de la criptomoneda, lo que les otorga una influencia considerable sobre el precio del activo. Cuando una proporción significativa de las monedas está "bloqueada" por estos actores, puede crearse un mercado distorsionado en el que los precios son manipulados por unos pocos.
Por lo tanto, al invertir en criptoactivos, es fundamental que los inversores realicen un análisis exhaustivo del suministro y de la distribución de las monedas. La transparencia que ofrecen las blockchains, con su libro mayor distribuido y accesible públicamente, permite a los inversores consultar la cantidad de monedas que están en manos de las principales direcciones, lo que ayuda a identificar posibles manipulaciones. Sin embargo, este análisis debe ser meticuloso, ya que, como en el caso de Bitcoin, una pequeña cantidad de direcciones concentra una gran parte del suministro, lo que otorga a estos poseedores un poder considerable, aunque no siempre con el mismo impacto que los masternodes en otras criptomonedas.
En resumen, la manipulación de mercados no es un fenómeno exclusivo de los mercados tradicionales y ha encontrado en los criptoactivos un terreno fértil para la especulación desmedida. Las criptomonedas más pequeñas y menos líquidas son especialmente vulnerables a las estrategias de manipulación como el "pump and dump" o el "cornering". El papel de los actores clave en la oferta de criptoactivos, como los mineros o los masternodes, también debe ser evaluado con cautela, ya que su poder sobre el mercado puede alterar sustancialmente el valor de la moneda. Por lo tanto, los inversores deben tener especial cuidado al realizar sus inversiones, investigando a fondo la distribución de las monedas y no dejándose llevar por el entusiasmo momentáneo que puede resultar de manipulaciones externas.
¿Cómo medir la adopción y el crecimiento de los criptoactivos?
La evolución de los criptoactivos ha sido un fenómeno notable que ha captado la atención tanto de inversores como de reguladores. Para entender el estado de su adopción y el ritmo con el cual se integran a los sistemas financieros tradicionales, es crucial examinar ciertas métricas clave. Estas métricas nos ofrecen una visión integral sobre la expansión y la aceptación de activos como el Bitcoin, Ethereum, y otros criptoactivos emergentes.
Uno de los primeros indicadores a considerar es el volumen de transacciones realizadas en las principales cadenas de bloques. En sus inicios, muchos criptoactivos, incluido el Bitcoin, se negociaban principalmente a través de pares con Bitcoin. Sin embargo, con el tiempo y a medida que la aceptación de los criptoactivos ha crecido, también lo ha hecho la diversidad de pares de negociación con monedas fiduciarias. Por ejemplo, en el período de marzo de 2016 a marzo de 2017, el Ether, el criptoactivo de Ethereum, pasó de ser intercambiado solo en un 12% de las veces contra monedas fiduciarias a un 50%. Este cambio no solo refleja una maduración en la criptomoneda misma, sino también una mayor confianza de los inversores y la diversificación de los mercados.
A lo largo del tiempo, un criptoactivo madura a medida que aumenta la cantidad de intercambios realizados utilizando su moneda en lugar de otros criptoactivos como Bitcoin. Esto es un indicio claro de que el criptoactivo se está haciendo más accesible y comprensible para una gama más amplia de personas. Las plataformas de intercambio de criptomonedas reguladas también juegan un papel crucial en este proceso, ya que su participación activa en la compra y venta de criptoactivos con monedas tradicionales facilita su adopción generalizada.
En cuanto a la adopción, existen diversas métricas que permiten evaluar el progreso. Una de las más evidentes es el número de usuarios activos. Cuantos más usuarios posean carteras digitales, más probable es que la criptomoneda se convierta en una herramienta de uso cotidiano. Sin embargo, este número debe tomarse con precaución, ya que una persona puede tener múltiples carteras, lo que puede inflar las estadísticas. Además, algunas carteras, como las de Coinbase, poseen millones de usuarios, pero centralizan las direcciones en unos pocos puntos de acceso.
La adopción también puede medirse a través de la cantidad de direcciones únicas en una blockchain. Por ejemplo, en el caso de Ethereum, el aumento en el número de direcciones refleja tanto el crecimiento de los usuarios como el uso de contratos inteligentes. En cuanto a Bitcoin, el aumento de direcciones únicas en su blockchain indica que más personas están utilizando el activo para almacenar y transferir valor, lo que refuerza su rol en el ecosistema financiero.
Un aspecto adicional que también se debe tomar en cuenta es el número de transacciones diarias. Para Bitcoin, por ejemplo, las transacciones diarias han mostrado una tendencia al alza, lo que indica una utilización constante y creciente de su red. En el caso de Ethereum, la situación es similar, con un aumento en la cantidad de transacciones relacionadas con el uso de contratos inteligentes y la implementación de aplicaciones descentralizadas (dApps). Estas métricas son esenciales para evaluar la "salud" operativa de las redes blockchain y de los criptoactivos en general.
Es interesante observar cómo el comportamiento de los usuarios también está influenciado por los ciclos de precios, conocidos popularmente como burbujas de criptomonedas. En momentos de gran volatilidad, como los picos de precios, es cuando se suele observar un aumento en las búsquedas relacionadas con el valor de activos como el Bitcoin. Esto, a su vez, puede indicar un incremento en la cantidad de nuevos usuarios interesados en adquirir y utilizar criptoactivos. Algunos analistas, como Willy Woo, han identificado que la tasa de crecimiento de usuarios de Bitcoin sigue una ley no oficial que predice que el número de usuarios se duplicará cada 12 meses. Esta proyección ofrece una perspectiva optimista sobre el futuro de la adopción de criptomonedas.
Cabe destacar que la transparencia de la información sobre los criptoactivos, aunque mejorada, aún enfrenta desafíos. Si bien existen plataformas como Blockchain.info para Bitcoin y Etherscan para Ethereum, muchas de las métricas relacionadas con otras criptomonedas no son fácilmente accesibles debido a la falta de herramientas de análisis robustas o la etapa temprana en la que se encuentran algunas de estas redes. A medida que el mercado se estabiliza y más criptomonedas logren un mayor nivel de adopción, es probable que se desarrollen servicios similares para todas ellas, proporcionando un marco analítico más claro.
El crecimiento de un criptoactivo no solo depende de la cantidad de usuarios o transacciones, sino también de su capacidad para ofrecer una utilidad real y diferenciada. Por ejemplo, el crecimiento de Ethereum se ha visto impulsado no solo por la adopción del ether como medio de intercambio, sino también por el uso extendido de contratos inteligentes. Estos contratos permiten la creación de aplicaciones descentralizadas, lo que ha aumentado significativamente la demanda y el uso de Ethereum como plataforma. En este sentido, la versatilidad de la red y su capacidad para adaptarse a nuevas necesidades es lo que garantiza su relevancia a largo plazo.
Finalmente, la clave para evaluar la verdadera adopción de un criptoactivo reside en comprender su utilidad más allá de la mera especulación. Aunque el mercado de criptomonedas está marcado por su volatilidad y la atracción de inversores en busca de rendimientos rápidos, el verdadero progreso se medirá en términos de cuán integrados están los criptoactivos en el sistema financiero tradicional y en cómo las personas y empresas los utilizan para resolver problemas reales y mejorar sus actividades cotidianas.
¿Qué son más rentables: los ETFs o los ETNs?
En el mundo de las inversiones, los Exchange-Traded Notes (ETNs) y los Exchange-Traded Funds (ETFs) son instrumentos financieros populares que ofrecen a los inversionistas una forma de ganar exposición a diversos activos, como acciones, índices o incluso criptomonedas. Aunque ambos productos se comercializan de manera similar y cotizan en bolsas como si fueran acciones, presentan diferencias clave que los inversionistas deben entender antes de decidir en cuál invertir.
Uno de los aspectos más destacados de los ETNs es que, aunque teóricamente deberían seguir de cerca el valor de su índice subyacente, el emisor de un ETN tiene una flexibilidad considerable para emitir o redimir notas con el fin de corregir el precio de mercado del ETN. Esta flexibilidad es tanto una ventaja como una desventaja, ya que puede permitir que el precio del ETN se desvíe del índice en momentos de alta volatilidad o cuando el mercado no es lo suficientemente líquido. La emisión o redención de notas en respuesta a las fluctuaciones del mercado ayuda a ajustar el precio, pero al mismo tiempo introduce un riesgo adicional: el riesgo de crédito del emisor. Si el emisor del ETN no cumple con sus obligaciones, los inversionistas podrían perder parte de su inversión.
A diferencia de los ETNs, los ETFs están estructurados de manera diferente. Un ETF no depende de un emisor para generar o redimir unidades, sino que posee una cartera de activos subyacentes. La rentabilidad de un ETF está directamente relacionada con el rendimiento de esos activos, lo que generalmente lo hace menos riesgoso en términos de crédito, dado que no existe la exposición directa al riesgo de crédito de un emisor como en el caso de los ETNs.
En cuanto a la transparencia, los ETFs suelen ser más transparentes, ya que los inversionistas pueden ver con regularidad los activos que posee el fondo y cómo se ajusta a su índice. Los ETNs, por otro lado, no siempre ofrecen el mismo nivel de visibilidad en términos de la composición de su cartera, lo que puede dificultar la evaluación de su rendimiento real frente a su índice subyacente.
Un ejemplo de la complejidad de los ETNs se encuentra en la reciente reactivación de los fondos de inversión de Bitcoin, como el Bitcoin Tracker One (con el ticker COINXBT). A pesar de que el valor de Bitcoin es relativamente fácil de rastrear, la fluctuación de su precio puede ser aún más volátil cuando se invierte a través de un ETN. En este caso, la flexibilidad del emisor para ajustar el valor de las notas puede ofrecer ciertas ventajas, pero también plantea riesgos adicionales debido a la naturaleza fluctuante del mercado de criptomonedas.
Aunque los ETFs son más conocidos y utilizados por su estructura más simple y su menor riesgo de crédito, los ETNs pueden ser atractivos para aquellos inversionistas que buscan exposición a mercados más complejos o activos de difícil acceso. Por ejemplo, los inversionistas interesados en obtener exposición a criptomonedas o mercados emergentes pueden encontrar que los ETNs ofrecen una forma más sencilla de hacerlo, sin tener que preocuparse por la logística de manejar directamente esos activos.
Es crucial que los inversionistas comprendan que los ETNs y los ETFs no son intercambiables en términos de riesgo y rentabilidad. La elección entre uno y otro depende de factores como el perfil de riesgo, la naturaleza del activo subyacente y la estructura del mercado. En particular, los inversionistas deben considerar la solvencia del emisor de un ETN, ya que esto puede tener un impacto significativo en la rentabilidad del producto.
Además, el rendimiento de un ETN puede estar influenciado por otros factores, como los costos asociados con su emisión y la liquidez del mercado. Los ETFs, por otro lado, suelen ser más fáciles de negociar debido a su estructura de propiedad de activos y la competencia entre emisores, lo que facilita la entrada y salida de los mercados.
Al igual que con cualquier inversión, es fundamental hacer una investigación exhaustiva antes de tomar decisiones. Es recomendable estudiar el historial del emisor, entender cómo se gestionan los productos y evaluar los riesgos involucrados en la exposición a ciertos activos, especialmente aquellos que son altamente volátiles, como las criptomonedas.
Además de lo expuesto, es importante tener en cuenta que la regulación de estos productos también juega un papel fundamental en su seguridad y transparencia. Los ETFs suelen estar sujetos a regulaciones más estrictas en la mayoría de los mercados, lo que contribuye a una mayor protección para los inversionistas. En cambio, los ETNs, al ser productos de deuda emitidos por bancos o instituciones financieras, pueden tener menos regulaciones directas, lo que aumenta la importancia de evaluar el riesgo de crédito asociado a ellos.
¿Cómo la crisis financiera de 2008 impulsó la creación de Bitcoin?
En el verano de 2008, mientras los mercados financieros se desplomaban y las principales instituciones de Wall Street enfrentaban el colapso, Satoshi Nakamoto ya estaba dando los últimos toques a lo que sería una de las invenciones más disruptivas del siglo XXI: Bitcoin. En ese momento, la economía mundial se encontraba atrapada en una red compleja de hipotecas subprime, productos financieros derivados y activos tóxicos que afectaban a miles de millones de dólares en todo el planeta. La falta de transparencia en los mercados y la debilidad de las estructuras financieras tradicionales ya eran claras, pero lo que nadie esperaba era que un sistema alternativo, descentralizado y digital pudiera ofrecer una solución.
Richard Fuld Jr., CEO de Lehman Brothers, se encontraba en una situación desesperada en septiembre de 2008. A pesar de la creciente presión, Fuld, con una confianza casi arrogante, había afirmado meses antes: "No podemos fallar ahora". Pero su empresa ya estaba al borde del colapso. El 10 de septiembre, Lehman Brothers anunció pérdidas millonarias por activos tóxicos, lo que fue un golpe fatal para la confianza en la firma. A medida que la crisis se agudizaba, los gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido dudaban en intervenir para salvar a Lehman. El 15 de septiembre, Lehman Brothers se declaró en bancarrota, marcando el inicio de una serie de colapsos financieros en los que incluso las más grandes instituciones financieras, como Merrill Lynch, cayeron bajo la presión del sistema.
En medio de esta tormenta económica, mientras el mundo financiero se tambaleaba, Satoshi Nakamoto estaba desarrollando un concepto que pondría en tela de juicio las bases mismas del sistema económico global. El 18 de agosto de 2008, Nakamoto registró el dominio Bitcoin.org, un sitio web donde se recogería toda la información relacionada con esta nueva tecnología. A pesar de la incertidumbre económica y la falta de transparencia en los mercados financieros, el concepto de Bitcoin representaba un cambio radical: la posibilidad de realizar transacciones electrónicas sin necesidad de confiar en un intermediario centralizado, como un banco o una institución financiera.
El 31 de octubre de 2008, Satoshi Nakamoto publicó el famoso "white paper" de Bitcoin, el cual sentó las bases de la tecnología blockchain y del sistema de criptomonedas. En el último párrafo de este documento, Nakamoto escribió: "Hemos propuesto un sistema para transacciones electrónicas sin depender de la confianza". Esta declaración era el corazón de la innovación que Bitcoin traía consigo: un sistema basado en la transparencia, la descentralización y la inmunidad a la manipulación por parte de gobiernos o bancos. Si Bitcoin hubiera existido en 2008, su tecnología blockchain podría haber evitado la falta de transparencia que facilitó la crisis de las hipotecas subprime. Los activos tóxicos como los CMO (Collateralized Mortgage Obligations) podrían haber sido rastreados a través de una cadena de bloques, permitiendo a los inversores ver de manera clara el estado de los préstamos y la propiedad de cada activo.
El sistema financiero tradicional en 2008 estaba compuesto por múltiples plataformas digitales y sistemas de registro que, aunque esenciales, eran caros y mal integrados. Esta falta de interoperabilidad, combinada con la opacidad en la gestión de los activos, facilitó el desastre que afectó tanto a bancos como a aseguradoras. La crisis llevó al colapso de gigantes financieros y a un gasto sin precedentes por parte de los gobiernos para salvar a la economía. Sin embargo, mientras Wall Street se derrumbaba, Bitcoin empezaba a ganar notoriedad en círculos más pequeños, especialmente en listas de correo sobre criptografía. Nakamoto, consciente de las deficiencias del sistema, veía a Bitcoin no como una solución parcial, sino como una alternativa radical al modelo financiero existente.
Una de las premisas más claras en las primeras discusiones sobre Bitcoin era la creación de un sistema financiero autónomo, sin necesidad de intermediarios. Nakamoto dejó claro en sus correos electrónicos a los participantes del "Cryptography Mailing List" que no veía a Bitcoin como una solución a problemas políticos, sino como una manera de ganar un "nuevo territorio de libertad". La idea era que, al igual que las redes peer-to-peer (P2P) como Gnutella y Tor, Bitcoin operara de manera descentralizada, evitando el control de los gobiernos y las grandes corporaciones. Esta visión de un sistema financiero autónomo y resistente al control centralizado se convirtió en uno de los pilares fundamentales del proyecto.
En los meses que siguieron a la publicación del "white paper", la comunidad cripto comenzó a crecer. A pesar del colapso de los mercados financieros tradicionales y la intervención masiva de los gobiernos, Bitcoin seguía su curso. El 3 de octubre de 2008, el gobierno de los Estados Unidos aprobó el Emergency Economic Stabilization Act, que creó el programa TARP (Troubled Asset Relief Program) para rescatar bancos en quiebra. En paralelo, Nakamoto trabajaba en el código de Bitcoin, que sería finalmente liberado como software de código abierto.
La quiebra de Lehman Brothers, el rescate de AIG y la compra de Merrill Lynch por parte de Bank of America fueron solo los primeros capítulos de una historia más grande. La crisis económica global mostró al mundo las fallas fundamentales de un sistema financiero centralizado. Fue en este contexto que Bitcoin apareció como una propuesta alternativa, capaz de ofrecer un sistema financiero más transparente, seguro y resistente a la manipulación. El blockchain, al ser un registro público e inmutable, aseguraba la transparencia y la trazabilidad de todas las transacciones realizadas en la red.
Es crucial entender que la creación de Bitcoin no fue solo una reacción a la crisis de 2008, sino también una respuesta a las crecientes preocupaciones sobre el control gubernamental y la intervención en los mercados. La descentralización de Bitcoin ofrecía la promesa de un sistema financiero en el que los individuos pudieran tener control total sobre sus fondos, sin depender de bancos centrales o gobiernos. Aunque muchos no lo veían en ese momento, el impacto de Bitcoin en la economía global sería profundo y duradero.
¿Cómo impactan las esquemas Ponzi en los mercados financieros y qué efectos tienen sobre la psicología del inversor?
Los esquemas Ponzi son un fenómeno recurrente en la historia financiera que revela las vulnerabilidades de los sistemas económicos. Estos esquemas, que prometen altos rendimientos a través de una estructura piramidal, dependen de la constante llegada de nuevos inversionistas para alimentar las ganancias de los antiguos. En su esencia, funcionan sobre la ilusión de que los rendimientos provienen de una actividad económica legítima, cuando en realidad solo se alimentan de las inversiones de los participantes más recientes. Este tipo de fraude no es exclusivo de tiempos de crisis; su aparición suele estar vinculada a períodos de especulación exacerbada y a la psicología de las masas que busca obtener rendimientos rápidos.
La psicología del inversor juega un papel crucial en la propagación de estos esquemas. En muchas ocasiones, los individuos caen en la trampa no porque no entiendan cómo funcionan los sistemas financieros, sino debido a la avaricia y la ansiedad por obtener ganancias sin un análisis profundo de los riesgos. Los estudios han demostrado que los inversionistas son especialmente vulnerables cuando están emocionalmente comprometidos con la idea de obtener rendimientos elevados en corto plazo. La búsqueda de beneficios inmediatos socava su capacidad para evaluar correctamente las señales de alerta, lo que les lleva a ignorar los riesgos inherentes.
Los efectos psicológicos de participar en un esquema Ponzi no solo se limitan a las personas que pierden su dinero. También afectan a los que siguen en el esquema, ya que la presión para que el fraude continúe aumenta conforme más inversores se suman, y con ello, el temor de que el esquema se desplome antes de que ellos puedan salir. A medida que un esquema Ponzi se expande, la ansiedad colectiva se intensifica, lo que aumenta las probabilidades de un colapso repentino. Este pánico colectivo es uno de los aspectos más devastadores de estos fraudes, pues los inversores, al darse cuenta de que el esquema es insostenible, intentan liquidar sus inversiones en un corto período de tiempo, acelerando la caída.
En términos de impacto económico, los esquemas Ponzi pueden desestabilizar mercados enteros, especialmente si se presentan en un contexto donde hay una falta de regulación o de supervisión. El colapso de un esquema Ponzi genera una crisis de confianza que puede afectar a la percepción pública sobre la estabilidad de las inversiones y el funcionamiento del mercado financiero en general. Además, los efectos de estos fraudes se pueden extender a los sectores económicos más amplios si son lo suficientemente grandes. En ocasiones, los esquemas Ponzi pueden implicar cantidades significativas de capital, lo que lleva a pérdidas sistemáticas en todo el sistema financiero.
Es fundamental que los inversores comprendan que no existen atajos en la inversión financiera. Los altos rendimientos suelen ser un indicio de un alto riesgo, y la evaluación constante de la seguridad de las inversiones es clave para evitar caer en este tipo de fraudes. La disciplina, la educación financiera y el análisis de los riesgos son esenciales para mantener la estabilidad personal y colectiva en el ámbito económico. En una era donde las nuevas tecnologías, como las criptomonedas y los contratos inteligentes, están reconfigurando los mercados financieros, la vigilancia y la educación continua sobre las señales de fraude se vuelven aún más cruciales.
El uso de nuevas tecnologías, como el blockchain, ha abierto un debate sobre cómo se pueden prevenir estos fraudes. Si bien el blockchain puede ofrecer un nivel de transparencia que dificultaría la creación de esquemas Ponzi tradicionales, también existe el riesgo de que estos mismos sistemas sean utilizados para perpetrar fraudes más sofisticados, especialmente en mercados sin una regulación adecuada. Los contratos inteligentes y las criptomonedas, si bien innovadores, requieren de una comprensión profunda por parte de los inversionistas para evitar que sean explotados en esquemas fraudulentos.
Es importante que los inversionistas se mantengan alerta a las señales de alerta de estos fraudes, como promesas de rendimientos garantizados sin riesgos o la falta de claridad en los mecanismos de generación de ganancias. Además, deben ser conscientes de la tendencia humana a sobrestimar su capacidad para predecir el futuro y, por ende, evitar caer en la trampa de la especulación excesiva.
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