Los materiales nanométricos, especialmente los bidimensionales (2D), han revolucionado el campo de la ciencia y tecnología debido a sus propiedades únicas que se diferencian radicalmente de sus equivalentes tridimensionales. El descubrimiento del grafeno marcó un hito, abriendo paso a una familia creciente de materiales 2D con grosores que van desde la escala atómica hasta la nanoescala. Estos materiales, debido a su estructura en capas y dimensiones ultra delgadas, presentan características físicas, ópticas y eléctricas excepcionales que no solo cautivan el interés académico, sino que prometen revolucionar sectores tan variados como la electrónica, la biología, la energía y la sensórica.
El grafeno, aunque posee una movilidad de portadores extremadamente alta y una absorción de luz en un espectro muy amplio, presenta una limitación fundamental: la ausencia de un bandgap o brecha de energía. Esta característica provoca que en dispositivos como transistores de efecto campo la corriente en estado "off" no se suprima completamente, lo que conlleva bajos índices de modulación y corrientes fotoeléctricas casi imperceptibles en fotodetectores. Para superar estas limitaciones, se han explorado otros materiales 2D con brechas de energía amplias y ajustables, en particular los dicalcogenuros de metales de transición (TMDs), que poseen bandas prohibidas típicamente entre 1.6 y 2.0 eV, haciendo posible su uso en dispositivos optoelectrónicos y de energía de alta performance.
Una de las propiedades más destacadas de los TMDs y otros materiales 2D es la capacidad de ajustar con precisión su brecha de energía electrónica mediante la variación del metal empleado, el elemento calcógeno o el grosor de la capa. Por ejemplo, materiales como MoS₂, MoSe₂, WS₂ y WSe₂ experimentan una transición de brecha indirecta a directa al reducirse a una sola capa, lo cual mejora significativamente la eficiencia en la absorción y emisión de luz. Esta sintonización es fundamental para optimizar dispositivos fotovoltaicos, fotocatalizadores y baterías foto-recargables.
Además, estos materiales exhiben alta movilidad de electrones, un parámetro crucial para la velocidad y eficiencia en dispositivos electrónicos. La interacción luz-materia se ve reforzada en materiales 2D debido a su naturaleza bidimensional, permitiendo aprovechar de manera más eficiente la energía solar y otras fuentes lumínicas para la generación de electricidad y su almacenamiento. Ejemplos recientes incluyen supercondensadores semitransparentes y dispositivos híbridos que integran fotovoltaicos con sistemas de almacenamiento electroquímico, permitiendo la captura y utilización directa de la energía solar en aplicaciones flexibles y compactas.
La versatilidad de los materiales 2D se extiende también a su integración con otros compuestos, formando nanocompuestos y estructuras híbridas que potencian el rendimiento y la durabilidad de sistemas de almacenamiento energético, como baterías de litio-oxígeno con elevada eficiencia de ciclo y estabilidad a largo plazo, o celdas fotoelectroquímicas con oxidación asistida por luz para reducir voltajes de carga y aumentar la eficiencia energética.
Es importante comprender que la evolución de estos materiales no solo radica en sus propiedades intrínsecas, sino en la capacidad de manipular sus características a nivel atómico y molecular, facilitando el diseño de dispositivos personalizados para aplicaciones específicas. Asimismo, la compatibilidad con procesos sostenibles, como la utilización de biochar derivado de residuos alimentarios para la fabricación de electrodos, añade una dimensión ecológica crucial al desarrollo tecnológico.
Este campo interdisciplinario, que combina nanotecnología, ciencia de materiales, química y física, abre un camino promisorio hacia sistemas energéticos integrados, donde la generación, conversión y almacenamiento de energía se optimizan en un solo dispositivo. La comprensión profunda de los mecanismos de transporte electrónico, interacción luz-materia y la ingeniería de interfaces será determinante para superar desafíos técnicos y lograr dispositivos eficientes, económicos y duraderos.
¿Cómo afecta la deslocalización orbital molecular y el apilamiento en los materiales semiconductores 2D?
La deslocalización orbital molecular en materiales bidimensionales (2D) se refiere a la extensión o distribución del electrón a lo largo de toda la estructura, en lugar de permanecer localizado en un sitio atómico específico. Este fenómeno es clave para entender las propiedades electrónicas y ópticas que emergen en los semiconductores 2D, en particular en las estructuras heterogéneas formadas por dicalcogenuros de metales de transición (TMDCs), como MoSSe y WSSe.
Las heteroestructuras verticales y laterales de estos TMDCs muestran una alineación tipo II de bandas, donde el máximo de la banda de valencia (VBM) y el mínimo de la banda de conducción (CBM) se encuentran en materiales distintos, facilitando así la separación eficiente de los pares electrón-hueco. En el caso específico de MoSSe y WSSe, la diferencia en la función de trabajo impulsa una transferencia de carga fotogenerada en la interfaz, con electrones migrando del CBM de WSSe al CBM de MoSSe y huecos desplazándose en dirección contraria. Este proceso, mediado por modos vibracionales fuera del plano, ocurre en escalas temporales ultrarrápidas (del orden de femtosegundos a picosegundos) y contribuye a una recombinación retardada de los pares electrón-hueco, lo que aumenta la vida útil de los portadores de carga y mejora su desempeño en aplicaciones como fotocatálisis.
Otra característica fundamental de los TMDCs es la intensa interacción coulómbica entre electrones y huecos, resultado de la reducción dimensional y el consiguiente menor apantallamiento dieléctrico. Esta interacción genera excitones fuertemente ligados con energías de unión del orden de cientos de meV, y también permite la formación de triones, es decir, excitones cargados. La existencia de estos estados excitónicos compactos, como se observa en heteroestructuras de MoSe₂/WS₂, determina las propiedades ópticas, como la fotoluminiscencia, y domina la dinámica de recombinación. La confinación espacial de los dipolos excitónicos en el plano de las capas y su prolongada vida media explican la robustez de las señales ópticas observadas.
El efecto del apilamiento y la deslocalización orbital en estos materiales se refleja también en su estructura electrónica y conductividad. Por ejemplo, en el grafeno, la formación de enlaces π derivados de la superposición de orbitales p de carbono genera una nube de electrones π deslocalizados, responsables de su alta conductividad eléctrica y estabilidad estructural. Esta deslocalización secundaria no solo permite la movilidad electrónica excepcional, sino que también influye en la formación de estados antienlazantes π*, esenciales para las propiedades electrónicas singulares del grafeno.
La baja dimensionalidad propia de los materiales 2D limita el número de sitios atómicos disponibles para los electrones, reduciendo la dispersión causada por defectos, impurezas y vibraciones de red que son comunes en materiales tridimensionales. Esta restricción espacial facilita un movimiento más libre y con mayor movilidad de los portadores de carga. Además, la ausencia de grupos superficiales o enlaces colgantes disminuye el proceso de dispersión de portadores, lo que, junto con la deslocalización y el apilamiento controlado, influye directamente en la cohesión y la energía de enlace, potenciando la conductividad eléctrica en estos sistemas.
Los avances en métodos teóricos, como el cálculo híbrido HSE06 y la dinámica molecular no adiabática dependiente del tiempo (NAMD), han permitido modelar con precisión estas interacciones complejas y entender la transferencia y recombinación de cargas en heteroestructuras 2D, abriendo nuevas perspectivas para su aplicación en dispositivos electrónicos y fotónicos.
Es fundamental reconocer que, además de la dinámica electrónica, los modos vibracionales fuera del plano juegan un papel crucial en la transferencia y separación de cargas, indicando una íntima relación entre las propiedades electrónicas y las vibracionales en estos materiales. Por tanto, el diseño y la ingeniería de heteroestructuras 2D no solo deben considerar las propiedades electrónicas sino también la interacción con las vibraciones del sistema.
La comprensión profunda de la interacción coulómbica, la deslocalización orbital y el efecto del apilamiento proporciona las bases para manipular las propiedades ópticas y electrónicas en semiconductores 2D, facilitando el desarrollo de tecnologías basadas en excitones y triones con aplicaciones potenciales en optoelectrónica, fotocatálisis y dispositivos de almacenamiento de energía.
¿Cómo los Materiales Semiconductores 2D están Transformando la Electrónica y la Fotónica?
La investigación sobre los materiales semiconductores bidimensionales (SCM 2D) ha experimentado un notable auge desde el descubrimiento del grafeno en 2004, un material que, a pesar de sus excepcionales propiedades electrónicas, presenta la limitación de carecer de un hueco de banda significativo. Esta falta de bandgap restringe su aplicabilidad en muchos campos tecnológicos, lo que ha generado un fuerte impulso hacia la búsqueda de nuevos materiales semiconductores 2D con propiedades ajustables, capaces de satisfacer las necesidades de sistemas electrónicos avanzados.
A diferencia de los materiales tradicionales tridimensionales, los SCM 2D presentan una estructura plana compuesta por una sola capa atómica o un número reducido de capas, lo que les confiere propiedades físicas inusuales y una alta reactividad en el plano bidimensional. Esta singularidad en su estructura ofrece nuevas oportunidades para el diseño de dispositivos electrónicos y fotónicos más eficientes y flexibles. Además, la posibilidad de crear heteroestructuras mediante la apilación de estas capas 2D abre un abanico de combinaciones sin las restricciones de incompatibilidades de red que afectan a los materiales 3D.
El número de materiales 2D semiconductores que han sido aislados experimentalmente está en constante expansión. Entre los más destacados se encuentran el disulfuro de molibdeno (MoS2), el diseleniuro de tungsteno (WSe2), el fosforeno, el germaneno y el borruro hexagonal (h-BN), todos con propiedades ajustables que varían desde semiconductores hasta superconductores, dependiendo de los elementos presentes en su estructura y la cantidad de capas. Estos materiales, debido a su grosor atómico, exhiben fenómenos cuánticos excepcionales que modifican su comportamiento electrónico en comparación con sus contrapartes a granel.
Uno de los avances más prometedores de los SCM 2D son las heteroestructuras formadas por apilamiento de capas de diferentes materiales 2D. Estas estructuras, unidas por fuerzas de van der Waals, pueden ser diseñadas para obtener propiedades electrónicas, ópticas y magnéticas altamente específicas, permitiendo la creación de dispositivos con características personalizadas para diversas aplicaciones. A través de la manipulación precisa de la disposición atómica de las capas, se pueden modificar las propiedades electrónicas y mecánicas, lo que abre la puerta a nuevas funcionalidades que antes eran impensables en los materiales convencionales.
En particular, los materiales 2D como los dicelenuros de metales de transición (TMDCs) están demostrando ser fundamentales en el desarrollo de dispositivos electrónicos, fotónicos y sensores. Los TMDCs son materiales con una estructura en la que un átomo de metal de transición se encuentra unido a dos átomos de un calcógeno, como el azufre (S), el seleniuro (Se) o el telurio (Te). Estos materiales pueden variar desde semiconductores hasta metálicos, dependiendo de su estructura cristalina y la cantidad de capas, mostrando una versatilidad única para aplicaciones electrónicas y optoelectrónicas.
El cambio en las propiedades electrónicas de los TMDCs conforme se reduce el número de capas es uno de los aspectos más fascinantes de estos materiales. A medida que se reduce el grosor del material, las bandas de energía sufren modificaciones significativas, lo que permite un control preciso de su comportamiento eléctrico y óptico. Este fenómeno se debe a la confinación cuántica, que es un efecto que ocurre cuando los electrones quedan atrapados en un espacio reducido, alterando sus propiedades. Este comportamiento también se ve reflejado en la transición de diferentes fases cristalinas, como las fases 1T, 2H y 3R, que afectan directamente a las propiedades electrónicas del material.
En cuanto a sus aplicaciones, los SCM 2D son ideales para su uso en dispositivos de almacenamiento de energía y catalizadores, donde se explotan sus propiedades electrónicas, térmicas y ópticas para mejorar la eficiencia de los dispositivos. Además, en el campo de la fotónica, los materiales 2D abren nuevas posibilidades para el desarrollo de láseres, moduladores y detectores, gracias a su capacidad para interactuar con la luz en escalas extremadamente pequeñas.
Para los investigadores y diseñadores de dispositivos electrónicos, el reto consiste en comprender y manipular estas propiedades a nivel atómico para poder integrar estos materiales de manera efectiva en sistemas reales. Las heteroestructuras de materiales 2D pueden ser especialmente útiles para crear dispositivos altamente eficientes que combinan las mejores propiedades de diferentes materiales, logrando sinergias que mejoran el rendimiento general del sistema.
Es crucial destacar que, aunque los avances en este campo son impresionantes, la investigación en materiales semiconductores 2D aún está en sus primeras etapas. El comportamiento a gran escala de estos materiales, sus interacciones con otros materiales y su integrabilidad en dispositivos prácticos siguen siendo áreas de investigación activa. No obstante, los avances en la síntesis y manipulación de estos materiales abren el camino para una nueva generación de dispositivos electrónicos y fotónicos que podrían transformar diversos sectores industriales, desde la informática y las telecomunicaciones hasta la energía renovable.
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