Durante muchos años, los tratamientos convencionales han sido promovidos como la principal solución para prevenir ataques al corazón y accidentes cerebrovasculares, basándose en la idea de que reducir la inflamación y diluir la sangre mediante medicamentos como la aspirina o los antiinflamatorios no esteroides (AINEs) puede prevenir la obstrucción de las arterias. Sin embargo, esta teoría se ha demostrado defectuosa, ya que la verdadera razón de los beneficios de estos medicamentos no radica en la dilución de la sangre, sino en su capacidad para prevenir y combatir la inflamación en el organismo. Aunque el uso continuado de estos medicamentos puede reducir el riesgo de infarto y accidente cerebrovascular, aumentando la tasa de supervivencia, su consumo diario conlleva efectos secundarios graves, como hemorragias internas, daño hepático y renal, y está relacionado con unas 20,000 muertes y más de 125,000 hospitalizaciones anualmente.
Afortunadamente, no es necesario depender de estos medicamentos ni esperar el desarrollo de nuevos fármacos, ya que existen sustancias naturales y seguras que ofrecen los mismos beneficios para la salud sin los efectos secundarios asociados. A lo largo de los últimos años, se ha demostrado que una serie de enfoques alternativos pueden prevenir, tratar e incluso revertir las enfermedades cardíacas de manera efectiva y con menos riesgos.
Angioplastia y Cirugía de Bypass: ¿son realmente efectivas?
Las intervenciones quirúrgicas como la angioplastia y la cirugía de bypass no solo están lejos de ser la solución definitiva para las enfermedades del corazón, sino que en muchos casos agravan la condición que pretenden tratar. Más de 15 años atrás, el doctor Nortin Hadler, profesor de Medicina en la Universidad de Carolina del Norte, indicó que no se podía justificar ni una sola de las 250,000 angioplastias realizadas en 1991. Solo entre el 3% y el 5% de las 300,000 cirugías de bypass realizadas en el mismo año fueron realmente necesarias. Además, investigaciones posteriores demostraron que estos procedimientos no prolongan la vida después de un infarto. Un estudio de 1997 publicado en el New England Journal of Medicine concluyó que la tasa de mortalidad de los pacientes con infarto en EE.UU. y Canadá después de un año era del 34%, siendo los pacientes estadounidenses significativamente más propensos a recibir angioplastias y cirugías de bypass que los canadienses, sin que la tasa de supervivencia mejorara sustancialmente.
El trauma y las cicatrices provocadas por estos procedimientos, además de los riesgos adicionales como el daño cerebral y el aumento de riesgo de accidente cerebrovascular en los meses posteriores, revelan una cruda realidad que los cirujanos rara vez discuten con sus pacientes.
Cateterismo Cardíaco: ¿una prueba segura?
El cateterismo cardíaco, un procedimiento que implica insertar un catéter a través del cuello para medir la presión sanguínea en el corazón, no ha sido sometido a rigurosos ensayos científicos y sigue siendo experimental. Un estudio realizado en 1996 concluyó que este procedimiento puede aumentar significativamente el riesgo de muerte de los pacientes. A pesar de esto, más de 500,000 personas en EE.UU. se someten anualmente a este procedimiento, que con frecuencia desemboca en la necesidad de angioplastia o cirugía de bypass, procedimientos que, como ya hemos señalado, no han demostrado mejorar la esperanza de vida.
Tratamientos Alternativos: Opciones Más Seguras y Efectivas
A pesar de la prevalencia de los tratamientos convencionales, los profesionales de la salud alternativos afirman que las enfermedades cardíacas son prevenibles en la mayoría de los casos, y que su tratamiento no tiene que depender de procedimientos invasivos ni de medicamentos farmacológicos. Los cambios en la dieta, el ejercicio regular, la reducción del estrés y la suplementación nutricional pueden reducir en gran medida el riesgo de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, y en muchos casos, pueden revertir los efectos de las enfermedades cardíacas ya existentes.
Una dieta equilibrada y rica en nutrientes es fundamental para prevenir la oxidación del colesterol LDL, que es uno de los principales causantes de la obstrucción arterial. También es importante reducir el nivel de LDL y aumentar el colesterol HDL, que ayuda a eliminar el LDL de las arterias. Existen varios suplementos y hierbas que contribuyen a este proceso, además de prevenir la oxidación del LDL, como el ajo, el jengibre, y ciertos aceites vegetales. Los antioxidantes, como las vitaminas C y E, y minerales como el magnesio y el selenio, también son cruciales en la protección cardiovascular.
Aparte de los ajustes en la dieta, otros tratamientos alternativos incluyen terapias como la quelación, la terapia de oxígeno, la medicina tradicional china y la ayurvédica, que han mostrado beneficios en la mejora de la salud cardíaca. Además, el ejercicio y la reducción del estrés son componentes esenciales no solo para prevenir la enfermedad cardiovascular, sino también para mejorar la recuperación en aquellos que ya padecen afecciones cardíacas.
Conclusión
Es crucial entender que la prevención y tratamiento de las enfermedades cardíacas no tiene que depender exclusivamente de enfoques invasivos o fármacos con efectos secundarios peligrosos. A través de cambios en el estilo de vida, el uso de suplementos naturales y hierbas, y terapias alternativas, se pueden obtener resultados significativos con menos riesgos para la salud. Sin embargo, la clave es adoptar un enfoque integral que incluya una dieta adecuada, ejercicio y el manejo del estrés, lo cual puede marcar una diferencia considerable en la salud cardiovascular a largo plazo.
¿Cómo los Suplementos de Vitaminas y Minerales Pueden Mejorar la Salud Cardiovascular?
Los nutrientes esenciales como la vitamina C, la vitamina E y la niacina (vitamina B3) desempeñan roles fundamentales en la salud cardiovascular. A través de su acción antioxidante y sus efectos reguladores sobre los lípidos y la función del sistema cardiovascular, estos suplementos pueden contribuir significativamente en la prevención y tratamiento de enfermedades del corazón.
La vitamina C, un potente antioxidante, tiene la capacidad de revertir la oxidación y prevenir la formación de radicales libres en el cuerpo. Según el Dr. W. Lee Cowden, la vitamina C ayuda al cuerpo a repararse, especialmente en una dieta que reduce las grasas. Para las personas que padecen enfermedades cardiovasculares, se recomienda un consumo elevado de vitamina C, aumentando la dosis gradualmente hasta alcanzar la tolerancia intestinal. Esto implica incrementar la dosis hasta el punto en que no se cause diarrea o heces sueltas, lo que indica el límite tolerable del cuerpo. Este enfoque puede ser crucial para mejorar la salud cardiovascular, ya que la vitamina C contribuye a reducir los niveles de colesterol total y triglicéridos, además de aumentar el colesterol HDL, conocido como el "colesterol bueno". Investigaciones han demostrado que por cada aumento de 0,5 mg/dL en los niveles de vitamina C, se produce un aumento significativo en los niveles de HDL, lo que reduce el riesgo de enfermedades del corazón en un 4% por cada aumento del 1% en el HDL.
No obstante, es importante tener en cuenta que las dosis altas de vitamina C, en su forma de ácido ascórbico, pueden provocar la pérdida de minerales como el calcio de los dientes, huesos y otros tejidos. Por ello, es recomendable equilibrar estas dosis con ascorbatos minerales que contengan magnesio, potasio, zinc y manganeso, para evitar posibles deficiencias de estos minerales esenciales.
Por otro lado, la vitamina E, otro antioxidante crucial, desempeña un papel protector frente a la oxidación del colesterol. Según estudios de la Organización Mundial de la Salud y Harvard Medical School, la vitamina E ayuda a prevenir la formación de coágulos sanguíneos y repara las células de la capa interna de los vasos sanguíneos, lo que reduce significativamente el riesgo de enfermedades cardíacas. En un estudio con 87,245 enfermeras y 39,910 profesionales de la salud varones, se descubrió que el consumo de 100 IU diarias de vitamina E durante más de dos años redujo el riesgo de enfermedades cardíacas en un 46% en mujeres y en un 37% en hombres. Además, se recomienda el uso de suplementos naturales de vitamina E, que contengan una mezcla de tocoferoles (alpha-, beta- y gamma-tocoferol), ya que esta es la forma en la que la vitamina E se encuentra en la naturaleza. Es importante destacar que, aunque la vitamina E es beneficiosa para el sistema cardiovascular, no se recomienda en dosis altas para personas con hipertensión, enfermedades reumáticas del corazón o enfermedades isquémicas, a menos que sea bajo supervisión médica.
La niacina (vitamina B3), por su parte, ha demostrado ser tan efectiva como cualquier medicamento para reducir el colesterol. El Dr. Mark Stengler, experto en medicina naturopática, asegura que la niacina reduce los niveles de colesterol LDL y disminuye el riesgo de enfermedades cardíacas, a la vez que prolonga la vida de los pacientes que han sufrido un infarto. En uno de los estudios más relevantes, más de 8,000 hombres que habían tenido infartos fueron tratados con niacina, y los resultados mostraron que esta vitamina era la única que reducía la tasa de mortalidad. Además, en un caso reportado por el Dr. Abram Hoffer, un paciente que no podía volar debido a problemas cardíacos fue tratado con 3 gramos diarios de niacina, y después de 18 meses recuperó su salud y pudo volver a volar. La niacina también es eficaz en la reducción de los niveles de LDL, Lp(a) y triglicéridos, mientras aumenta el colesterol HDL, lo que es fundamental para la salud cardiovascular.
Aunque la niacina tiene un gran potencial terapéutico, es importante tener en cuenta sus posibles efectos secundarios, como los enrojecimientos o "rush" de sangre en la cara y el torso. Para evitar estos efectos, se recomienda la forma de niacina inositol hexanicotinate, que no causa estos efectos secundarios. A pesar de su efectividad comprobada, la niacina es recetada con menos frecuencia que los medicamentos tradicionales para reducir el colesterol, como las estatinas, debido a la falta de incentivos comerciales, ya que la niacina es un suplemento genérico y no puede ser patentada por las compañías farmacéuticas. Sin embargo, la niacina ha demostrado ser más efectiva que las estatinas y es un tratamiento más accesible para los pacientes.
Es crucial que las personas que deseen implementar estos suplementos en su dieta consulten con un médico antes de hacerlo, especialmente si tienen condiciones de salud preexistentes. Aunque las vitaminas y minerales pueden tener un impacto positivo significativo en la salud cardiovascular, su uso debe ser monitoreado y personalizado según las necesidades individuales de cada paciente.
¿Por qué el colesterol y la placa no son las únicas causas de las enfermedades cardíacas?
La insuficiencia cardíaca congestiva, también conocida como miocardiopatía, es una de las afecciones más graves relacionadas con el corazón. En su núcleo, esta condición refleja la debilidad del músculo cardíaco. A través de una serie de eventos como la estenosis coronaria y los infartos, el corazón comienza a acumular sangre en su interior, lo que lo debilita progresivamente hasta que no queda suficiente músculo cardíaco para bombear la sangre de manera efectiva. Esto da lugar a una circulación deficiente y a la acumulación de líquidos en los pulmones, lo que puede desencadenar un ciclo de deterioro en la función del órgano. El síntoma más común de la insuficiencia cardíaca congestiva es la dificultad para respirar, que puede ocurrir incluso con el esfuerzo mínimo o al acostarse por la noche.
Los accidentes cerebrovasculares, por su parte, son una manifestación del daño causado por la interrupción del flujo sanguíneo al cerebro, lo que a menudo se describe como un "infarto cerebral". Aproximadamente el 25% de la sangre bombeada por el corazón va hacia el cerebro. Cuando este flujo se ve interrumpido, las células cerebrales se quedan sin oxígeno, lo que provoca su muerte. Esto puede ser el resultado de un trombo, de una obstrucción causada por la aterosclerosis en las arterias cerebrales o de un vaso sanguíneo que se rompe y comienza a sangrar, lo que ocasiona un daño en el cerebro por falta de oxígeno. Los accidentes cerebrovasculares no solo son una de las principales causas de muerte en muchas regiones, sino que también pueden dejar secuelas severas, como problemas del habla, limitaciones físicas o pérdida de la visión.
Al igual que con las enfermedades cardíacas, la aterosclerosis es un proceso que, aunque generalmente asociado con el envejecimiento, comienza mucho antes de lo que muchos creen. De hecho, estudios revelan que casi el 97% de los recién nacidos ya presentan algún grado de engrosamiento arterial. Este proceso, relacionado con la acumulación de colesterol, proteínas y otras sustancias dentro de las paredes arteriales, genera la famosa "placa". A medida que las paredes de las arterias se endurecen, se dificulta el paso de la sangre, creando una serie de problemas circulatorios que pueden resultar en enfermedades cardiovasculares graves.
Sin embargo, no toda la placa es igual. Un hallazgo crucial, publicado en 1998 por la Asociación Americana del Corazón (AHA), revela que un tipo de placa, conocida como "placa vulnerable", es la principal causa de la mayoría de los infartos y accidentes cerebrovasculares. Esta placa, formada por colesterol "blando" y proteínas de coagulación, es especialmente peligrosa debido a que su estructura es más frágil y susceptible a la ruptura. Si la capa fibrosa que envuelve esta placa se rompe, los componentes internos, que son altamente coagulantes, pueden liberarse al torrente sanguíneo, creando coágulos masivos y potencialmente mortales. Esta es la razón por la que incluso las personas con arterias parcialmente bloqueadas, pero que tienen poca o ninguna placa vulnerable, pueden experimentar eventos cardíacos repentinos. Este descubrimiento contradice la creencia tradicional de que las enfermedades cardíacas son causadas únicamente por placas duras que bloquean las arterias de manera obvia.
El mecanismo detrás de la formación de esta placa vulnerable involucra una serie de respuestas fisiológicas. Cuando una arteria sufre daño —por ejemplo, debido a la presión arterial alta, el tabaquismo u otros factores—, el cuerpo responde con una "curación" en forma de placas. Estas placas, formadas por una combinación de células de grasa y proteínas coagulantes, intentan reparar la arteria dañada. Sin embargo, el proceso inflamatorio que sigue puede debilitar la capa fibrosa de la placa, haciéndola susceptible a la ruptura. Cuando esto ocurre, se liberan sustancias que generan coágulos sanguíneos, los cuales pueden bloquear completamente una arteria, desencadenando un infarto o un accidente cerebrovascular.
Este tipo de placa no es fácil de detectar. Las pruebas tradicionales de diagnóstico cardiovascular, como las realizadas en muchos pacientes que sufren enfermedades del corazón, no siempre detectan la presencia de esta placa vulnerable, ya que se forma dentro de las paredes arteriales y no sobresale lo suficiente como para ser identificada. Esto explica por qué algunos individuos con arterias parcialmente obstruidas pueden no presentar síntomas, mientras que otros con arterias casi completamente bloqueadas sufren graves consecuencias.
Los avances en el entendimiento de la "placa vulnerable" cuestionan la efectividad de los tratamientos tradicionales para las enfermedades cardíacas. El enfoque convencional, que se centra en reducir el colesterol y eliminar la placa más densa a través de medicamentos como las estatinas, la cirugía de bypass o la angioplastia, no aborda la causa subyacente de los infartos o los accidentes cerebrovasculares, que es la ruptura de la placa vulnerable. La medicina convencional, por tanto, sigue luchando una batalla desigual contra las enfermedades del corazón sin los avances significativos que estos nuevos descubrimientos exigen.
Para evitar estos eventos fatales, es crucial que se adopte un enfoque no invasivo y preventivo. Existen protocolos alternativos, basados en suplementos y modificaciones en el estilo de vida, que pueden ofrecer protección inmediata contra los ataques al corazón y los accidentes cerebrovasculares. A medida que comprendemos mejor la naturaleza de la placa vulnerable y su papel central en las enfermedades cardíacas, se hace evidente que la prevención debe centrarse en proteger la integridad de las arterias y la salud de las paredes arteriales, más que simplemente reducir los niveles de colesterol.
Es fundamental comprender que la enfermedad cardíaca no siempre se debe a un envejecimiento inevitable o a un mal estilo de vida. Desde el nacimiento, el proceso de engrosamiento arterial está presente, y es la intervención temprana y la atención preventiva las que pueden marcar la diferencia en la salud cardiovascular a largo plazo.
¿Cómo el colesterol se oxida y afecta nuestra salud cardiovascular?
El proceso inflamatorio puede dañar el revestimiento de las arterias. Esta área lesionada se convierte en un terreno ideal para la acumulación de placa, esa obstrucción maligna que tapa las arterias y desencadena ataques al corazón. El Dr. Miller señala: “El LDL oxidado inicia una reacción inflamatoria que el cuerpo intenta sanar, pero la curación causa más problemas de los que resuelve. La mejor manera de prevenir este proceso que daña el corazón es evitar la oxidación del colesterol LDL”. Según el Dr. Miller, para lograrlo es esencial asegurar que se consuma suficiente cantidad de antioxidantes como la vitamina E, la vitamina C y el glutatión. Estos antioxidantes funcionan calmando las moléculas de oxígeno inestables, conocidas como radicales libres, responsables de oxidar las células. Cuando los antioxidantes neutralizan los radicales libres, realizan una especie de misión suicida. Los antioxidantes mismos se oxidan, o en términos químicos, se reducen. Afortunadamente, el cuerpo tiene un sistema para garantizar que siempre haya suficiente cantidad de antioxidantes disponibles. Cuando la vitamina C se oxida, la vitamina E interviene, donando algunas de sus moléculas para restaurar la vitamina C a su estado de antioxidante completo. Durante este proceso, la vitamina E se reduce, pero el glutatión la repone. Por eso se necesitan estos tres nutrientes esenciales.
El Dr. Garry E. Gordon, M.D. también está de acuerdo con la idea del colesterol oxidado: “El colesterol, a menos que se oxide, es un nutriente valioso que el cuerpo debe fabricar todos los días para ayudar a construir las membranas de las nuevas células que debemos formar continuamente para reemplazar las células muertas o moribundas”. El Dr. Richard Passwater, Ph.D., también respalda esta teoría cuando afirma: “Hemos estado viviendo con la fobia al colesterol durante años, pero nada importa a menos que se prevenga la oxidación del colesterol”. Asimismo, el Dr. Cowden sostiene: “El colesterol LDL se vuelve dañino solo después de que se ha oxidado (el proceso de una sustancia que se combina con oxígeno) debido a la exposición a sustancias como los radicales libres, el homocisteína (un aminoácido) o el cloro (del agua potable clorada)”.
En resumen, el colesterol alto es en realidad un signo de inflamación. Esto se debe a que el cuerpo produce colesterol para combatir el daño en las paredes de las arterias y la inflamación resultante. Cuanto mayor es la inflamación y el daño, más colesterol se necesita para combatirlo. Entonces, el ciclo vicioso comienza cuando parte del colesterol se oxida y es atacado por los glóbulos blancos, lo que genera una placa vulnerable que, eventualmente, lleva a un ataque al corazón. Este es un indicio claro de que el verdadero culpable de la aterosclerosis es el colesterol oxidado, ya que puede causar la formación de placa en las paredes arteriales, lo que lleva a la aterosclerosis y, finalmente, a ataques al corazón y derrames cerebrales. Sin embargo, el problema radica en que la medicina convencional continúa ignorando la distinción entre el colesterol oxidado y el no oxidado. Se empeñan únicamente en reducir el LDL, a pesar de que 36 millones de personas al año en Estados Unidos solo siguen este tratamiento.
En el artículo Mending Broken Hearts de National Geographic (febrero de 2007), el escritor comenta: “Hasta que se complete más investigación, las diferentes estatinas en el mercado seguirán siendo la clase de medicamentos más recetados en el mundo, con 11.6 millones de recetas llenadas cada mes solo en EE. UU. El Lipitor de Pfizer puede ser el medicamento más vendido de todos los tiempos, con 12 mil millones de dólares en ventas anuales a nivel mundial”. Sin embargo, como ocurre con cualquier medicamento, las estatinas conllevan riesgos de efectos secundarios. Dolores musculares son un efecto bien conocido, y se recomienda realizar análisis periódicos de la función hepática. A pesar de la abrumadora evidencia sobre los peligros y la ineficacia de los medicamentos reductores de colesterol, como las estatinas, este fenómeno sigue ocurriendo.
¿Cómo se oxida el colesterol? Es crucial entender cómo y por qué el colesterol se oxida. Existen causas externas e internas que contribuyen a la oxidación del colesterol. Entre las causas externas se encuentran los alimentos procesados, productos animales, contaminantes ambientales como el cloro, el flúor y pesticidas (como el DDT), la leche en polvo deshidratada y los productos de comida rápida. Los oxisteroles, compuestos derivados del colesterol oxidado, también se generan a partir de productos como la gelatina, la manteca, el aceite utilizado repetidamente para cocinar papas fritas y otros alimentos procesados. Además, el metionina, un aminoácido esencial que se encuentra en carnes rojas y productos lácteos, se convierte en homocisteína. Si el cuerpo no tiene suficiente enzima para convertir la homocisteína en cistationina, el exceso de homocisteína produce radicales libres que generan oxisteroles.
Por otro lado, existen causas internas de la oxidación del colesterol, como las infecciones, el trauma y el estrés emocional. El Dr. Kilmer S. McCully, M.D., sugirió en 1969 que los altos niveles de homocisteína podrían deteriorar las arterias y causar enfermedades cardíacas. La teoría de la homocisteína sostiene que las enfermedades cardíacas se deben al “procesamiento anormal de las proteínas en el cuerpo debido a deficiencias de vitaminas B en la dieta”. Según esta teoría, la “intoxicación por proteínas” comienza a dañar las células y tejidos de las arterias, lo que inicia procesos que resultan en la pérdida de elasticidad, endurecimiento, calcificación y la formación de coágulos en las arterias. Las personas con altos niveles de homocisteína son hasta tres veces más propensas a sufrir un ataque al corazón que aquellas con niveles bajos.
El síndrome inflamatorio, como lo describe Jack Challem, escritor y experto en nutrición, resalta la conexión entre la inflamación y diversas enfermedades comunes de nuestros tiempos, incluida la enfermedad cardíaca. En su libro The Inflammation Syndrome, Challem proporciona una explicación detallada sobre el daño que la inflamación puede causar, y cómo tratar y prevenir estas condiciones mediante cambios en la dieta y el estilo de vida.
El colesterol en sí mismo no es el enemigo. El verdadero problema surge cuando el colesterol se oxida, lo que da pie a la formación de placas y bloqueos en las arterias. Por lo tanto, la clave para prevenir las enfermedades cardiovasculares no es reducir indiscriminadamente el colesterol, sino controlar la oxidación de este y tratar de reducir la inflamación en el cuerpo.
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