La diabetes impone una carga económica sustancial en todos los niveles del sistema de salud, pero su impacto es especialmente devastador en países de ingresos bajos y medios. Las personas con diabetes, en comparación con aquellas sin la enfermedad, enfrentan costos significativamente más altos para su tratamiento, una situación que se agrava aún más en contextos donde los sistemas de protección social son débiles o inexistentes. En India, por ejemplo, el costo del tratamiento aumenta con la duración de la enfermedad, la aparición de complicaciones, la necesidad de cirugías, hospitalizaciones, el uso de insulina y el entorno urbano. En este contexto, los hogares con ingresos bajos destinan una proporción desproporcionadamente alta de sus recursos a la atención diabética, a pesar de los avances recientes en esquemas estatales y nacionales de seguros de salud que buscan aliviar esta presión.

El costo directo más significativo dentro de los cuidados ambulatorios se atribuye a los medicamentos, que representan aproximadamente un 17% del gasto, mientras que la hospitalización puede ascender hasta un 35%. Esta estructura de costos no solo refleja el acceso desigual a recursos sanitarios, sino también una gestión ineficaz de los casos prevalentes, agravada por la falta de prevención de complicaciones evitables. El sistema sanitario, en consecuencia, no solo debe lidiar con una creciente demanda de atención especializada, sino también con las consecuencias económicas que recaen directamente sobre los pacientes y sus familias.

La pandemia de Covid-19 amplificó la vulnerabilidad de los pacientes con diabetes, quienes presentaron tasas más altas de infecciones graves, síndrome de dificultad respiratoria aguda, internaciones en unidades de cuidados intensivos, intubaciones y mortalidad. En India, la elevada prevalencia de diabetes no controlada contribuyó a peores desenlaces clínicos, una situación agravada durante la segunda ola, donde se observó una triple carga debido a la aparición de mucormicosis en pacientes diabéticos infectados con Covid-19. Este fenómeno fue consecuencia de múltiples factores: el uso indiscriminado de esteroides, el deficiente control glucémico, la falta de acceso continuo a medicamentos, y la interrupción de seguimientos médicos. Todo ello tuvo un efecto catastrófico, tanto en términos sanitarios como económicos.

La solución a esta problemática no puede ser unidimensional. Requiere un enfoque estratégico e integral, enfocado no sólo en la reducción de la incidencia y prevalencia, sino también en la gestión eficiente de los casos ya diagnosticados. El carácter sindrómico de la diabetes mellitus —relacionado con el estilo de vida— implica que la prevención a través de modificaciones conductuales, mejoras en la alimentación y el incremento de la actividad física pueden reducir significativamente el impacto financiero. Esto exige estrategias centradas en la promoción de estilos de vida saludables, la identificación y manejo de factores de riesgo modificables como la obesidad y el sedentarismo, y el fortalecimiento de los sistemas sanitarios para garantizar el acceso equitativo a tratamientos de calidad a precios asequibles.

El diseño de protocolos clínicos debe estar alineado con la realidad económica de los pacientes. En el sector público, esto se traduce en guías claras que indiquen cuándo escalar a tratamientos más costosos. En el ámbito privado, se requiere una atención individualizada que tenga en cue

¿Cómo abordar la disfunción sexual relacionada con la diabetes en hombres y mujeres?

La disfunción sexual es una complicación frecuente en personas con diabetes, pero a menudo pasa desapercibida o es mal diagnosticada, tanto por pacientes como por profesionales de la salud. En el caso de los hombres, los trastornos sexuales pueden incluir problemas con la eyaculación retardada, deseo sexual disminuido y disfunción eréctil, mientras que en las mujeres, los trastornos son diversos, abarcando desde la falta de deseo hasta dificultades con la lubricación vaginal, dolor durante las relaciones sexuales y problemas orgásmicos. Las causas de estas disfunciones son multifactoriales, involucrando aspectos hormonales, neurológicos, psicológicos y vasculares.

En los hombres con diabetes, uno de los problemas más comunes es la disfunción eréctil, que a menudo se confunde con otros trastornos sexuales, como la eyaculación retardada. Existen varios tratamientos farmacológicos, como la cabergolina, bupropión y amantadina, que pueden ayudar a tratar la eyaculación retardada. Sin embargo, la solución más eficaz depende de identificar la causa subyacente del trastorno, que puede estar relacionada con la neuropatía, problemas hormonales o la interacción de medicamentos.

El trastorno del deseo sexual hipoactivo (HSDD, por sus siglas en inglés) también es común en hombres, y se caracteriza por una disminución persistente del deseo sexual. Esto puede deberse a niveles bajos de testosterona o al aumento de prolactina en el cuerpo, condiciones frecuentes en individuos con diabetes. Además, los factores psicológicos, como el estrés y la ansiedad, juegan un papel importante en la disminución del deseo sexual. El tratamiento de HSDD en hombres varía dependiendo de la causa, pero las opciones incluyen terapia cognitivo-conductual y, en algunos casos, tratamientos farmacológicos como la testosterona o medicamentos que afectan la serotonina.

En las mujeres con diabetes, la prevalencia de la disfunción sexual es considerablemente alta, variando entre el 20% y el 80% de las pacientes. Los trastornos incluyen problemas con el deseo sexual, la lubricación vaginal, el orgasmo y el dolor durante las relaciones sexuales. La disminución de la lubricación vaginal, en particular, es un problema frecuente, que puede estar asociado con la deficiencia de estrógenos y la insuficiencia arterial. La diabetes también puede causar insensibilidad táctil en los genitales, lo que dificulta la excitación sexual. La identificación y tratamiento de estos trastornos son esenciales para mejorar la calidad de vida sexual de las mujeres.

Uno de los desafíos más importantes en el tratamiento de la disfunción sexual femenina es la falta de diagnóstico adecuado, ya que muchas mujeres no buscan ayuda médica debido a la vergüenza o la incomodidad al hablar sobre su vida sexual. Por lo tanto, es esencial que los profesionales de la salud aborden estos problemas de manera abierta durante las consultas de seguimiento de la diabetes. Un historial sexual detallado, que incluya el deseo, la lubricación, la satisfacción sexual y los posibles problemas psicológicos, es fundamental para entender la causa subyacente y proporcionar un tratamiento adecuado.

En cuanto a las opciones de tratamiento, la terapia no farmacológica, como la educación sexual, la terapia cognitivo-conductual, los ejercicios de enfoque sensorial y la mejora de la comunicación entre parejas, puede ser efectiva. Además, se recomienda un enfoque holístico que incluya el control de la diabetes, una dieta saludable, ejercicio regular y el manejo de otros factores de riesgo, como la hipertensión y la dislipidemia. Los tratamientos farmacológicos en mujeres incluyen el uso de testosterona, estrógenos, inhibidores de la fosfodiesterasa tipo 5 (PDE-5), bupropión, DHEA y flibanserina, todos con diferentes mecanismos de acción para mejorar el deseo y la excitación sexual.

El uso de medicamentos como el DHEA o la testosterona transdérmica puede ser útil para mejorar el deseo sexual en mujeres con trastorno del deseo sexual hipoactivo. Sin embargo, estos tratamientos deben ser monitorizados cuidadosamente para evitar efectos secundarios, como el acné, el hirsutismo o la virilización. Flibanserina, por ejemplo, es un agonista del receptor de serotonina que se ha demostrado útil en el tratamiento del trastorno del deseo sexual hipoactivo en mujeres premenopáusicas, pero también tiene efectos secundarios como somnolencia y boca seca.

En casos más graves o persistentes, como en mujeres con una respuesta insuficiente a los tratamientos anteriores, otras opciones, como la bremelanotida, un agonista de los receptores melanocortínicos, pueden ser consideradas, aunque su eficacia y seguridad aún están en estudio.

En resumen, la disfunción sexual en personas con diabetes es un problema complejo que requiere una evaluación integral y un tratamiento personalizado. Desde el tratamiento farmacológico hasta la terapia psicológica y las intervenciones de estilo de vida, cada paciente debe recibir una atención centrada en sus necesidades específicas para mejorar su salud sexual y calidad de vida.

¿Cómo abordar la gestión conservadora de la enfermedad renal diabética?

La creación de una fístula arteriovenosa (FAV) es esencial para evitar inyecciones intravenosas y flebotomías en pacientes con enfermedad renal diabética avanzada. En este contexto, las vacunaciones contra la hepatitis B, la influenza y las infecciones neumocócicas se convierten en elementos cruciales en el cuidado de los pacientes, ya que ayudan a prevenir complicaciones adicionales. Además, el examen oftalmológico y las intervenciones necesarias para prevenir la pérdida de visión son imprescindibles, dado que la diabetes es una de las principales causas de ceguera en adultos. La protección de las extremidades inferiores y los pies contra infecciones y úlceras también es una prioridad, ya que la diabetes aumenta significativamente el riesgo de complicaciones en estas áreas.

Todos los pacientes con enfermedades cardiovasculares deben someterse a una evaluación de la función cardíaca mediante un electrocardiograma (ECG) de 12 derivaciones y un ecocardiograma 2D. La homeostasis de cationes y aniones divalentes se ve alterada a medida que progresa la enfermedad renal crónica (ERC). La hipofosfatemia, que se presenta cuando el nivel de fósforo inorgánico sérico supera los 4 mg/dL, debe ser abordada mediante cambios dietéticos y el uso de quelantes de fósforo para reducir el hiperparatiroidismo secundario. La enfermedad ósea mineral (EOM) está aumentando de manera progresiva debido a la indisciplina dietética, por lo que es fundamental evaluar las anomalías paratiroideas, especialmente cuando la ERC avanza más allá de la etapa III.

Además, la neuropatía diabética progresiva, en combinación con la neuropatía asociada a la enfermedad renal crónica, puede causar sensaciones de ardor, dolor y entumecimiento en las partes distales de las extremidades. El uso de fármacos como pregabalina, gabapentina y amitriptilina puede aliviar, hasta cierto punto, estos síntomas. No obstante, la deficiencia de vitamina B12 debe ser gestionada como una causa reversible. En cuanto a la acidosis metabólica, el tratamiento con bicarbonato de sodio oral (una cucharadita de bicarbonato disuelta en un vaso de agua) puede aliviar los efectos de la acidosis metabólica sobre la homeostasis corporal al mantener el nivel de bicarbonato sérico por encima de 22 mmol/L.

En cuanto a la nutrición, la restricción de proteínas en la dieta es esencial, limitando su ingesta a entre 1 g/kg de peso corporal y 0.7 g/kg. Además, es necesario restringir el consumo de potasio a ≤1 mmol/kg de peso corporal, reducir el colesterol a 200 mg/día, el consumo de sal a menos de 5 g/día, y aumentar la ingesta de fibra a 20 g/día. En cuanto a las calorías, la cantidad recomendada es de 30 kcal/kg de peso corporal, aunque esto dependerá de los niveles de glucosa en sangre del paciente. El fósforo debe mantenerse en un mínimo de 800 mg/día, evitando alimentos con una relación alta entre proteínas y fósforo. La ingesta de líquidos debe ajustarse según el peso diario, la cantidad de orina y otras pérdidas de líquidos, ya que el 50% de la comida sólida se convierte en agua.

El uso de dispositivos portátiles de monitoreo de composición corporal (BCM, por sus siglas en inglés), como los que ofrece Inbioz, resulta ser una herramienta útil, ya que permite estimar el estado de hidratación y nutrición del paciente en solo un minuto. Es importante resaltar que la desnutrición es frecuente en los pacientes con enfermedad renal diabética, a medida que la enfermedad progresa, por lo que el consejo nutricional se vuelve indispensable.

A medida que la enfermedad renal crónica avanza, especialmente en sus etapas más avanzadas, los pacientes deben ser monitoreados de cerca en relación con su función renal, la gestión de los niveles de electrolitos y la prevención de complicaciones adicionales, tales como infecciones y trastornos metabólicos. Esto incluye la evaluación regular del PTH (hormona paratiroidea) en ayunas, junto con el calcio, el fosfato y la fosfatasa alcalina, como indicadores de la salud ósea y mineral. Es vital comprender que una intervención temprana puede mitigar significativamente las consecuencias de esta enfermedad devastadora.