Las propiedades adquiridas por mis padres estaban ubicadas directamente en la zona de "línea roja". Los bancos no les prestaban dinero, por lo que mi padre tuvo que ingeniárselas de manera creativa: ya fuera con un pago inicial de cero, asociándose con una persona blanca que tuviera solvencia, trabajando con el pago inicial o solicitando al propietario que asumiera el financiamiento. Para 1969, mis padres ya poseían propiedades multifamiliares en casi todas las calles del Distrito Central, desde la Avenida Treinta y Tres hasta la Décima, sin haber recibido nunca asistencia financiera. Un éxito monumental. Su primer préstamo, asegurado a través del banco Liberty, de propiedad negra, no llegó hasta 1969, diecinueve años después de la compra de su primera propiedad mediante un arreglo financiero creativo. Mi padre remodelaba estas propiedades, como él mismo decía, para que las personas negras pudieran vivir con dignidad. También lo hacía para crear riqueza para él mismo y para nuestra familia.

La disparidad en la propiedad de viviendas sigue siendo una realidad palpable, aún cuando algunos avances han sido logrados. La brecha en la propiedad de viviendas entre las familias negras y blancas es cada vez más pronunciada, a pesar de las leyes que deberían haber igualado el acceso. En 2022, la tasa de propiedad de viviendas en los hogares blancos era del 74,6 %, mientras que en los hogares negros era del 45,3 %, una diferencia superior a los 29 puntos. En 1960, la tasa de propiedad de viviendas en los hogares blancos era del 65 %, y la de los hogares negros era del 38 %, con una brecha de 27 puntos. En 2019, la propiedad de viviendas entre los negros cayó al 40,6 %, una disminución respecto al pico de 49,7 % alcanzado en 2004. A pesar de la promulgación de la Ley de Vivienda Justa en 1968, las familias negras siguen luchando por convertirse en propietarios a la misma velocidad que sus pares blancos. Las persistentes prácticas de redlining, la Gran Recesión, la gentrificación y el aumento de la compra de propiedades por parte de inversores han exacerbado la disparidad en la propiedad de viviendas entre las razas, que ahora es más grande que en los primeros años de la década de 1960.

A pesar de todo esto, algunos líderes políticos, como la alcaldesa de Washington D.C., Muriel Bowser, están trabajando para cerrar esta brecha. Su plan, que busca añadir 20,000 hogares negros a la lista de propietarios de viviendas para 2030, es un ejemplo de cómo las políticas pueden ayudar a incrementar la riqueza generacional en las comunidades negras. Como dijo Bowser, "Sabemos que si podemos cerrar esa brecha, podemos aumentar la riqueza negra en nuestra ciudad, y sabemos que esa es la manera de transmitir la riqueza generacional". Esta declaración subraya una de las causas más profundas de la desigualdad actual: las familias negras tienen menos probabilidades de recibir transferencias intergeneracionales de riqueza, lo que hace que su camino hacia la propiedad sea más difícil.

Una de las dificultades adicionales que enfrentan las familias negras es el acceso a los términos favorables en el financiamiento inmobiliario. Mi padre vivió esta realidad en carne propia en 1984, cuando las finanzas de nuestro negocio familiar estaban al borde de la quiebra. Había estado utilizando los ingresos por alquiler para renovar unidades que, en realidad, deberían haberse destinado a cubrir el pago de hipotecas y otros gastos recurrentes. En ese tiempo, antes de la gentrificación del Distrito Central, él había estado mejorando las propiedades sin tener en cuenta que los vecindarios no justificaban los aumentos de renta. Creía que sus vecinos negros merecían viviendas de calidad, y pensaba que si mejoraba las propiedades y aumentaba su valor, podría recuperar la inversión.

Sin embargo, la falta de acceso a préstamos adecuados y los altos intereses cobrados a los solicitantes negros significaban que su sueño de ofrecer viviendas de calidad a su comunidad se encontraba constantemente amenazado. Al buscar un refinanciamiento, los términos desfavorables de los bancos y su tratamiento discriminatorio seguían siendo una barrera. Mi padre, decidido a no ser tratado de manera diferente a los millonarios blancos, luchó para cambiar la narrativa en torno a las familias negras en los negocios. Era una cuestión de dignidad, de no aceptar que su empresa fuera tratada de manera inferior por los mismos bancos que, históricamente, habían excluido a las personas negras del acceso a financiamiento justo.

Es crucial que, como sociedad, entendamos las complejidades históricas y estructurales que han mantenido esta disparidad en la propiedad de viviendas. Las familias negras no solo enfrentan obstáculos financieros inmediatos, sino también un legado de prácticas discriminatorias que limitan sus oportunidades de acceder a viviendas propias. Si bien la lucha por la equidad en la propiedad continúa, es esencial que se reconozca que los cambios deben ir más allá de la simple implementación de leyes. Las políticas deben garantizar una redistribución equitativa de recursos y oportunidades que rompan con los ciclos de pobreza y exclusión económica.

El futuro de la propiedad inmobiliaria en las comunidades negras depende no solo de reformas en las prácticas bancarias, sino también de un compromiso genuino para reducir la brecha de riqueza racial. Esto implica que tanto las políticas públicas como las instituciones financieras deben actuar de manera proactiva para derribar las barreras históricas que han limitado el acceso a la propiedad para las familias negras. Solo cuando esto suceda, podremos visualizar una verdadera equidad en el acceso a la vivienda, algo que muchos en la comunidad negra han estado esperando por generaciones.

La Empresa Familiar: Lecciones, Retos y Legado

Las empresas familiares representan la columna vertebral de la economía estadounidense. Según datos de familybusinesscenter.com, estas empresas constituyen el 64% del Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos, generan el 62% del empleo en el país y representan el 78% de la creación de nuevos puestos de trabajo. Este impacto económico es aún mayor cuando se considera la creciente influencia de las empresas familiares propiedad de minorías, un sector que sigue ganando protagonismo.

La historia de las empresas familiares, en especial las que atraviesan generaciones, está marcada por sacrificios, luchas y, sobre todo, un profundo amor por el legado. Muchos emprendedores que heredaron el negocio familiar lo hicieron en tiempos turbulentos, donde las dificultades sociales y económicas no solo formaban parte del paisaje, sino que se enfrentaban con resiliencia y visión. Esas historias de sacrificio deben celebrarse y reconocerlas, pues no solo son pilares económicos, sino también ejemplos de determinación y unidad familiar.

Sin embargo, los desafíos inherentes al negocio familiar no son fáciles de ignorar. La transición generacional es uno de los aspectos más delicados. A medida que los negocios crecen, también lo hacen las expectativas, los egos y las tensiones familiares. Los problemas de salud, las nuevas parejas, el sentido de derecho, la distribución equitativa de recursos, la codicia y las expectativas no cumplidas son solo algunos de los obstáculos que inevitablemente surgirán en algún momento. La gestión de estos desafíos puede determinar si la empresa prospera o se disuelve.

A pesar de estos riesgos, la integración de la familia en el negocio ofrece una ventaja significativa: la posibilidad de cambiar el rumbo de varias generaciones. A menudo, los miembros de la familia aprenden a través del trabajo y las dificultades que enfrenta el negocio, forjando un sentido de comunidad que no se encuentra en empresas ajenas. Los lazos familiares, aunque complicados, crean una fuerza única que puede sostener a la empresa a lo largo de los años, a pesar de los altibajos.

Sin embargo, es esencial entender que, aunque la intención de muchos padres es que sus hijos continúen con el negocio familiar, no todos tienen el deseo o las cualidades necesarias para hacerlo. A veces, como padres, asumimos que nuestros hijos seguirán nuestros pasos sin preguntarnos si realmente quieren o pueden hacerlo. Los hijos pueden tener su propio camino y sus propias pasiones, lo que puede ser difícil de aceptar. Esta realidad fue dolorosamente evidente cuando, tras graduarse, mi hijo decidió mudarse a Chicago para trabajar en una compañía de juegos. Aquella mañana de Navidad, tras una serie de obstáculos y desafíos emocionales, me vi forzado a aceptar su decisión, entendiendo que su camino no necesariamente era el mismo que el mío.

Este proceso de aceptación, de entender que cada miembro de la familia tiene su propio recorrido y destino, es crucial para la salud del negocio. Cuando los hijos o los miembros de la familia deciden tomar rumbos diferentes, no es un fracaso, sino una oportunidad para reflexionar sobre lo que se ha logrado y lo que aún queda por hacer. En mi caso, mi hija, que inicialmente mostraba poco interés, terminó encontrando su camino dentro del negocio familiar, aplicando lo aprendido en su experiencia laboral fuera de la empresa. Esta diversidad de trayectorias no solo benefició a la empresa, sino que también reforzó la idea de que el trabajo en familia puede ser tan flexible como los miembros que lo componen.

El aprendizaje desde temprana edad en el negocio familiar también es clave. En mi caso, mi familia entendió que no solo se trataba de ganar dinero, sino de aprender el valor del trabajo y la importancia de comprender lo que está en juego. Desde que éramos niños, mi padre nos enseñó la importancia de ganar nuestro propio sustento, de involucrarnos en el negocio, aunque fuera en tareas sencillas como acompañar a las empresas de exterminación o limpiar unidades vacías. A medida que crecimos, nuestras responsabilidades fueron aumentando. A través de estas experiencias, entendimos el verdadero valor de lo que estábamos construyendo.

Es importante destacar que la educación y la experiencia fuera del negocio familiar también son esenciales para el crecimiento personal y profesional. Mis hijos, aunque al principio reticentes a involucrarse en el negocio familiar, encontraron sus propias pasiones y habilidades, que más tarde aplicaron dentro de nuestra empresa. Esta combinación de experiencias externas e internas enriquece a la empresa y la prepara para los retos del futuro.

El negocio familiar, aunque repleto de desafíos, ofrece un sentido de pertenencia y continuidad que pocos otros modelos de negocio pueden igualar. Sin embargo, para que esta estructura sea exitosa, es fundamental que todos los miembros de la familia estén comprometidos, no solo con el negocio, sino también con el proceso de crecimiento y adaptación que siempre está en marcha. Las lecciones aprendidas a lo largo del tiempo, tanto en los éxitos como en los fracasos, crean una base sólida sobre la que se puede construir un futuro, no solo para la empresa, sino también para las generaciones venideras.

¿Cómo los obstáculos estructurales afectan a las emprendedoras negras y su acceso a recursos?

El panorama empresarial para las mujeres negras en Estados Unidos está marcado por una serie de desafíos sistémicos que limitan sus oportunidades de crecimiento y consolidación. A pesar de los avances en términos de inclusión y visibilidad, las emprendedoras negras siguen enfrentando barreras significativas. Desde la discriminación racial hasta las dificultades de acceso a financiamiento, estas barreras son persistentes y complejas, y su influencia se extiende más allá del ámbito económico, afectando el bienestar y las perspectivas de desarrollo personal y colectivo.

Uno de los obstáculos más destacados es la falta de acceso equitativo al crédito. Las mujeres negras, en particular, enfrentan tasas de rechazo de solicitudes de préstamos significativamente más altas que sus contrapartes blancas. Este fenómeno está relacionado con la histórica exclusión financiera que ha marcado la trayectoria económica de las comunidades negras. A lo largo del tiempo, los sistemas bancarios y las políticas de crédito han operado en función de prejuicios raciales que dificultan la obtención de capital necesario para iniciar o expandir negocios. Las estadísticas muestran que las emprendedoras negras tienen menos probabilidades de recibir inversión o préstamos bancarios convencionales, lo que las obliga a depender de fuentes de financiamiento alternativo, que suelen ser más costosas y arriesgadas.

Además de las dificultades económicas, la invisibilidad en los espacios de liderazgo empresarial es otra barrera importante. Las mujeres negras enfrentan una representación insuficiente en las altas esferas de la gestión empresarial y en las juntas directivas, lo que limita el acceso a redes de apoyo profesional y a oportunidades de mentoría. Esta falta de modelos a seguir y la escasa presencia de liderazgo negro en el mundo corporativo refuerzan los estereotipos y perpetúan la falta de confianza en las habilidades empresariales de las mujeres negras.

Las empresas de propiedad negra, especialmente las lideradas por mujeres, también tienen que lidiar con un entorno competitivo que a menudo no reconoce ni valora el esfuerzo y el talento que conlleva dirigir un negocio en un contexto de adversidad. En muchas ocasiones, las políticas de crecimiento económico y de apoyo empresarial no están diseñadas para atender las necesidades específicas de las emprendedoras negras, dejando en desventaja a este grupo. El racismo estructural dentro de las instituciones financieras y empresariales también contribuye a que las mujeres negras no reciban el mismo nivel de respaldo que otros empresarios.

Otro factor importante es el estigma social y las expectativas culturales que afectan el bienestar emocional de las emprendedoras negras. A menudo se les pide que demuestren una capacidad excepcional para sobrevivir y prosperar en un entorno empresarial que no está diseñado para su éxito. La presión para superar las expectativas de la sociedad y la constante lucha contra los estereotipos raciales y de género puede tener efectos perjudiciales sobre su salud mental y emocional, afectando su capacidad para tomar decisiones empresariales claras y eficaces.

Es esencial que el entorno empresarial y las políticas públicas tomen en cuenta las realidades particulares de las mujeres negras emprendedoras. Además de abordar la discriminación racial en los sistemas financieros, se deben crear espacios de mentoría y redes de apoyo que fomenten la colaboración y el crecimiento mutuo entre emprendedoras negras. Los programas de financiamiento deben ser más inclusivos, diseñados de manera que no solo tomen en cuenta las características demográficas, sino también las barreras estructurales a las que se enfrentan estas empresarias.

También es necesario aumentar la visibilidad de las mujeres negras en los medios de comunicación y en los sectores empresariales, promoviendo sus historias de éxito como ejemplos a seguir. Esto no solo ayuda a desmantelar los estereotipos, sino que también crea un entorno más inclusivo y abierto a la diversidad en el mundo corporativo.

Por otro lado, la creación de políticas gubernamentales y corporativas que promuevan la equidad de género y raza puede ser una herramienta poderosa para contrarrestar las desigualdades históricas. Sin embargo, estas políticas deben ir más allá de las medidas superficiales y enfocarse en cambios estructurales reales que permitan a las mujeres negras acceder a los mismos recursos y oportunidades que los demás empresarios.

El desafío de las emprendedoras negras no se limita a sus habilidades empresariales, sino que también está profundamente influenciado por factores externos que están fuera de su control, como las estructuras financieras discriminatorias, la falta de redes de apoyo y los prejuicios raciales generalizados. Es fundamental que la sociedad reconozca y actúe sobre estos temas, para que las futuras generaciones de emprendedoras negras puedan prosperar en igualdad de condiciones.