El GCF (fluido crevicular gingival) incluye componentes del suero, células inflamatorias, tejido conectivo, epitelio y flora microbiana presentes en el surco gingival. Actúa como un mecanismo de defensa, eliminando partículas y bacterias del surco y posee propiedades antimicrobianas y anticuerpos que mejoran la resistencia a la inflamación. Esta acción es crucial, ya que la salud oral no se limita únicamente al bienestar de los dientes, sino que influye directamente en el estado general del organismo.

La salud oral es fundamental para el bienestar general, la calidad de vida y la salud a largo plazo. Según la OMS, la salud oral implica estar libre de dolor crónico en la boca y la cara, cáncer oral y de garganta, infecciones bucales, úlceras, enfermedades periodontales, caries, pérdida de dientes y otros trastornos que limitan la capacidad de morder, masticar, sonreír, hablar y mantener una salud mental positiva. Las enfermedades orales son las más comunes dentro de las enfermedades no transmisibles (ENT), y pueden causar dolor, incomodidad, desfiguración e incluso la muerte. La Encuesta Global sobre la Carga de Enfermedades 2016 encontró que las enfermedades orales afectan al menos a 3.58 mil millones de personas en todo el mundo. El Informe Mundial sobre la Salud Oral (2003) afirmó claramente que la relación entre la salud oral y la salud general está respaldada por pruebas sólidas. De hecho, la salud oral y la salud general están vinculadas de cuatro maneras significativas: (1) La mala salud oral se asocia significativamente con enfermedades crónicas importantes, (2) La mala salud oral provoca discapacidad, (3) Los problemas de salud oral y enfermedades graves comparten factores de riesgo comunes, y (4) Los problemas de salud general pueden causar o empeorar las afecciones orales.

La medicina y la tecnología avanzan a un ritmo acelerado, y los profesionales de la salud dental deben adoptar un enfoque holístico al tratar a pacientes con problemas médicos complejos. Esto implica considerar el bienestar físico, mental, emocional y social de la persona. Entre los trastornos sistémicos, las enfermedades que afectan al sistema renal son una de las principales causas de morbilidad y mortalidad a nivel mundial. Los riñones son esenciales para mantener la homeostasis y un entorno interno estable. En países como India, la carga de enfermedades crónicas como la diabetes y la hipertensión está en aumento, lo que puede conducir a enfermedades renales crónicas (ERC) y enfermedad renal en etapa terminal (ERET) en entre el 25% y el 40% de los individuos afectados.

Es imprescindible que los profesionales de la salud estén preparados para manejar estas condiciones de manera efectiva en el futuro. Varias enfermedades pueden provocar insuficiencia renal crónica, pero la diabetes mellitus (DM) es la causa más común y significativa. Por ello, cuando un paciente con DM se presenta en una clínica dental, es crucial descartar la presencia de ERC, que se refiere a cualquier anomalía en la estructura o función de los riñones, con o sin una disminución en la tasa de filtración glomerular (TFG). Esta puede manifestarse mediante alteraciones patológicas o marcadores de daño renal, como cambios en la composición de la sangre o la orina, o los resultados de pruebas de imagen.

Las enfermedades renales pueden clasificarse en agudas o crónicas según su inicio. Los dentistas son más propensos a tratar pacientes con ERC y, ocasionalmente, con síndrome nefrótico y trasplantes renales. La pérdida gradual de la función renal puede resultar en uremia, un síndrome clínico que debe ser bien entendido por los profesionales dentales. La disminución de la TFG por debajo de 15 mL/min ocasiona la acumulación de productos metabólicos como urea y creatinina en el torrente sanguíneo, y un desequilibrio de electrolitos, lo que hace necesaria la terapia de reemplazo renal (TRR) para prevenir complicaciones graves que podrían llevar a la muerte. La diálisis regular es un tratamiento que sustenta la vida, eliminando los desechos del cuerpo por medios mecánicos.

Es importante que los pacientes con ERC reciban atención dental especializada, ya que este trastorno puede ocasionar varios problemas orales. Las complicaciones orales más comunes incluyen inflamación gingival, agrandamiento de las encías, pérdida de inserción, cambios en la composición y reducción del flujo salival, lesiones mucosas, anomalías dentales, lesiones óseas y maloclusiones. Los pacientes con insuficiencia renal crónica (IRC) también pueden experimentar un aumento en la cantidad de cálculo dental y menores tasas de caries dentales, lo cual se debe a alteraciones en el pH y capacidad tampón de la saliva. Sin embargo, otros estudios no han encontrado diferencias significativas en la prevalencia de caries entre los pacientes con ERC y aquellos sin la enfermedad.

Algunos tratamientos utilizados en pacientes con ERC, como los bloqueadores de canales de calcio y los inhibidores de calcineurina, pueden provocar hiperplasia gingival, un agrandamiento severo de las encías que afecta tanto a la papila interdental como a la encía marginal. La resectación quirúrgica es a menudo necesaria para tratar este problema, aunque una buena higiene oral ha demostrado ser eficaz para reducir la incidencia o retrasar su aparición. Además, los pacientes con ERC pueden experimentar disfunción plaquetaria, lo que puede provocar sangrado gingival, petequias y equimosis, así como problemas periodontales, como pérdida de inserción, recesión y bolsas profundas.

La periodontitis, una infección bacteriana que afecta los tejidos de soporte de los dientes, se ha vinculado con un mayor riesgo de desarrollar ERC. La mala salud oral puede retrasar procedimientos médicos importantes debido al riesgo de infección postquirúrgica, lo cual puede ser potencialmente mortal. Además, la saliva, un filtrado sanguíneo que refleja el estado fisiológico del cuerpo, puede mostrar alteraciones significativas en la composición de sustancias como urea, creatinina, calcio, fósforo y potasio en pacientes con insuficiencia renal. Estos cambios son indicativos de la gravedad de la afección renal y deben ser monitoreados cuidadosamente.

Los pacientes con niveles elevados de creatinina en sangre pueden experimentar un aumento en la permeabilidad de las glándulas salivales, lo que permite que sustancias como la urea se filtren desde la sangre hacia la saliva. De hecho, los estudios han demostrado que los pacientes con ERC tienen niveles más altos de creatinina y urea en su saliva en comparación con personas sanas de la misma edad. Estos niveles aumentan a medida que la enfermedad renal progresa, lo que resalta la importancia de la vigilancia constante de la salud oral en estos pacientes.

¿Cómo optimizar el tratamiento de las úlceras del pie diabético (DFU)?

El tratamiento de las úlceras del pie diabético (DFU) es un proceso multifacético que implica una combinación de abordajes quirúrgicos y no quirúrgicos. El objetivo principal es evitar la progresión de la úlcera y prevenir complicaciones mayores como la amputación. Uno de los pilares en la gestión de estas úlceras es la off-loading, que tiene como fin reducir la presión en el área afectada para permitir la cicatrización y prevenir nuevas lesiones.

Existen varios dispositivos utilizados para la off-loading, siendo los más comunes las botas TCC (Total Contact Cast) y los walkers no removibles. Las botas TCC son una especie de yeso que se coloca con un mínimo acolchado, mientras que los walkers son dispositivos prefabricados que se aplican con correas o velcro. La principal ventaja de estos dispositivos es que no pueden ser retirados por el paciente, lo que asegura la adherencia al tratamiento. Aunque las botas TCC pueden tener costos iniciales más altos, su efectividad las convierte en una opción rentable a lo largo del tratamiento, comparado con otras opciones que pueden ser menos eficientes. Sin embargo, el uso de dispositivos no removibles puede estar contraindicado en ciertos casos, y si se detecta la aparición de nuevas lesiones o infecciones, se debe evaluar su uso cuidadosamente.

Cuando los dispositivos no removibles no son tolerados o están contraindicados, se deben considerar alternativas removibles, como los walkers de rodilla. Estos dispositivos tienen una eficacia limitada, principalmente porque los pacientes tienden a no usarlos correctamente. Un estudio reveló que los pacientes solo usaban los dispositivos removibles el 29% de sus pasos diarios, y solo el 60% de los pacientes más adherentes usaban el dispositivo durante el 60% de su actividad diaria. Esto subraya la importancia de la adherencia al tratamiento para que sea efectivo.

Además de la off-loading, el tratamiento de las DFU puede incluir desbridamiento de la herida, que consiste en eliminar los tejidos no viables como el callo o los tejidos necróticos e infectados que dificultan la cicatrización. Existen varios métodos de desbridamiento, siendo el más común el desbridamiento quirúrgico con herramientas como curetas y escalpelos. Esta técnica debe ser realizada por profesionales capacitados, como podólogos o cirujanos. El desbridamiento se realiza de forma superficial en clínicas ambulatorias, mientras que el desbridamiento de tejidos más profundos se lleva a cabo en un quirófano. Es importante destacar que, en algunos casos, si la úlcera presenta una isquemia significativa, es necesario realizar una revascularización antes de proceder con el desbridamiento.

El desbridamiento también puede hacerse mediante métodos mecánicos no quirúrgicos, como la irrigación con solución salina a alta presión o el uso de apósitos que secan la herida. Una técnica más inusual pero efectiva es la Terapia de Desbridamiento con Moscas Medicinales (MDT), que consiste en introducir larvas estériles que se alimentan selectivamente de los tejidos necróticos, sin dañar los tejidos vivos. Aunque esta terapia puede ser efectiva, su disponibilidad está limitada y algunos pacientes pueden tener aversión a la idea de usarla.

Otro enfoque para el manejo de las DFU es la utilización de apósitos que favorezcan un ambiente húmedo en la herida, lo que promueve una mejor cicatrización. Se recomienda usar apósitos que absorban el exudado sin necesidad de emplear apósitos antimicrobianos, ya que no hay evidencia que respalde su efectividad.

En casos donde las úlceras no sanan con tratamientos convencionales, se pueden considerar terapias adjuntas como parches de leucocitos autólogos, membranas placentarias o terapia de oxígeno tópica. Sin embargo, estas opciones son limitadas en cuanto a su disponibilidad y eficacia, lo que hace que se usen con moderación. En casos más graves, como úlceras isquémicas, puede ser necesario recurrir a la terapia con oxígeno hiperbárico para promover la cicatrización.

La neuroartropatía de Charcot es una complicación rara pero grave de la neuropatía diabética, que puede resultar en la deformidad de los huesos y las articulaciones del pie, aumentando el riesgo de úlceras. El tratamiento temprano es esencial para evitar la deformidad crónica. La inmovilización del pie con un yeso no soportante de peso es crucial para prevenir más daños, y la intervención quirúrgica puede ser necesaria en casos de inestabilidad severa o deformidad estructural.

Finalmente, es fundamental la prevención de recurrencias de las DFU, ya que la tasa de reincidencia es alta, con un 40% de pacientes que sufren una nueva úlcera en el plazo de un año tras la cicatrización. Por lo tanto, el manejo preventivo debe centrarse en reducir los factores de riesgo, como el control adecuado de la glucosa, el uso de calzado adecuado, y la educación al paciente sobre el autocuidado.

Es importante que los profesionales de la salud, junto con los pacientes, se centren en un enfoque integral que no solo trate la úlcera activa, sino que también aborde la prevención a largo plazo para evitar complicaciones futuras.