El jardín de Broughton Grange ha experimentado una notable evolución desde que fue adquirido en 1992. Originalmente una propiedad con más de 400 acres de terreno, ha crecido y se ha diversificado enormemente. La granja ahora alberga un arboreto de 80 acres que se fusiona armoniosamente con una llanura inundable natural de 30 acres, un entorno perfecto para una vasta colección de características paisajísticas. A lo largo de los años, el jardín ha pasado por varias transformaciones, y no solo se ha cultivado la tierra, sino también una filosofía de trabajo que busca combinar naturaleza y diseño. Los jardines, con su variedad de elementos como el jardín de invierno, el parterre de rosas y las amplias fronteras, cuentan una historia de adaptación y paciencia.

Al hablar sobre su jardín, Vicky, quien ha jugado un papel crucial en el diseño y mantenimiento, describe la filosofía que sigue: “La naturaleza no es inmaculada, y nosotros tampoco buscamos la perfección absoluta. Dejamos que las plantas sigan su curso natural, pero cuidamos que el espacio esté ordenado.” Esta filosofía se refleja en la disposición libre de las plantaciones, creando un ambiente relajado que recuerda al estilo de un jardín cottage o de pradera. Con el tiempo, el suelo arcilloso de Broughton Grange ha sido enriquecido con un acondicionador de suelo, tierra nueva y mulching, lo que ha mejorado enormemente su calidad.

Este tipo de jardín, lejos de ser un espacio rígido y controlado, se presenta como un lugar lleno de vida, donde aves, abejas, mariposas y otros animales encuentran su espacio para prosperar. La diversidad y la abundancia de colores y aromas en el jardín lo convierten en un paraíso para los sentidos, con rosas perennes que proporcionan fragancia y belleza a lo largo de todo el año. Según Vicky, las rosas son una de sus grandes pasiones: “Me encantan las fragancias, que las rosas aportan de manera continua y, si eliges las adecuadas, también son fáciles de cuidar.”

A lo largo de todo el año, el jardín cambia de cara. En primavera, cuando la luz ilumina los colores frescos de las flores, y en septiembre, cuando la luz suave marca el final del verano. En cada estación, el jardín revela su rostro distinto, siempre ofreciendo algo nuevo. La combinación de diferentes especies de plantas asegura que cada rincón del jardín ofrezca algo especial en su momento adecuado. Vicky ha sido muy cuidadosa en la elección de las especies, combinando lavanda y catmint con rosas, y mezclando salvias con agapantos y otras plantas de floración prolongada. En los bordes sombreados, las hortensias como la ‘Annabelle’ y la ‘Pearl Drift’ añaden color y fragancia al espacio.

La tarea de un jardinero, sin embargo, no es simplemente plantar y observar. Los desafíos que se presentan son diversos y requieren adaptación constante. El clima, los costos de mantenimiento, la gestión del personal y el manejo de plagas y enfermedades son solo algunos de los aspectos que complican el día a día. En el caso de Broughton Grange, el brote de la enfermedad de la caja, conocida como box blight, fue una de las pruebas más difíciles de superar. La respuesta a esta crisis fue la sustitución de las plantas afectadas por euonimus ‘Jean Hugues’, lo que permitió recuperar el equilibrio estético y funcional del jardín.

Sin embargo, quizás el mayor reto no sea el clima ni las enfermedades, sino la propia naturaleza de la jardinería. Este trabajo exige paciencia, visión y un enfoque integrador que busque siempre la armonía con el entorno. Los jardineros como Vicky, que tienen una comprensión profunda de su espacio, saben que más allá del trabajo físico, se trata de una forma de vida. La jardinería no es solo una tarea, sino una oportunidad para conectarse con la naturaleza de manera profunda y significativa. Al reflexionar sobre su trabajo, Vicky destaca: “La jardinería es una forma de vida, y a través de ella, podemos aprender a escuchar a la naturaleza, comprender sus ritmos y adaptarnos a ellos.”

Lo que se debe entender al trabajar en un jardín de esta envergadura es que se trata de un proceso continuo de aprendizaje y adaptación. Las estaciones del año no solo marcan el paso del tiempo, sino que guían los cuidados y el diseño del espacio. Los jardines más exitosos son aquellos que se adaptan a su entorno, no los que se fuerzan a cumplir una visión rígida. Además, es esencial entender que la jardinería, como cualquier otro arte, requiere tiempo y compromiso. La belleza de un jardín no siempre se revela de inmediato; es el resultado de años de trabajo, observación y paciencia. A medida que el jardín madura, también lo hace el conocimiento y la sabiduría del jardinero. Lo que empieza como un desafío puede convertirse en una obra maestra de naturaleza y diseño.

¿Cómo elegir y cultivar rosales trepadores en espacios pequeños?

Incluso los jardines más pequeños, patios o terrazas tienen el potencial de transformarse con estructuras verticales que aportan una dimensión completamente nueva. Los rosales trepadores, especialmente los de tipo compacto, son una solución ideal para aportar belleza, fragancia y color en altura, sin sacrificar espacio en el suelo.

Estos rosales pueden encontrarse bajo distintos nombres según el vivero o proveedor: “miniatura”, “de patio”, “para obelisco”, “pilar” o “trepadores bajos”. La clave está en saber elegir: una vez determinada la altura deseada, el siguiente factor debe ser el color. El contraste entre el color de la flor y el fondo es esencial. Contra muros oscuros o cercas de madera, destacan los tonos claros como los dorados y amarillos de ‘Laura Ford’, ‘Good as Gold’ o ‘Susie’. En cambio, paredes claras o encaladas se convierten en un telón de fondo perfecto para colores intensos como el naranja de ‘Warm Welcome’, el rosado profundo de ‘Lady Penelope’ o el púrpura doble de ‘Gloriana’.

Las formas de las flores varían: desde simples con estambres expuestos ideales para insectos polinizadores, hasta dobles o de tipo roseta, ricas en pétalos y aroma. Y es precisamente ese perfume, junto con la posibilidad de tener las flores al nivel de los ojos y la nariz, lo que convierte a los trepadores en una experiencia sensorial única. En este sentido, cultivar rosales no solo es una decisión estética, sino también emocional.

David Austin Roses, uno de los viveros más reconocidos en el Reino Unido desde 1961, ha sabido combinar la estética tradicional de las rosas antiguas con el rendimiento moderno del jardín. Sus rosales ingleses son célebres por unir forma clásica, fragancia intensa y floración repetida. Andrew Rollings, gerente de cuentas clave de la firma, comparte su enfoque sobre cómo maximizar el potencial de los espacios reducidos: cultivar con intención, seleccionar cultivares adecuados y podar con precisión.

Andrew menciona cultivares particularmente efectivos en espacios limitados como ‘Emily Bronte’, con su tono albaricoque intenso; ‘Mary Delaney’, con sus flores rosadas sobre tallos casi sin espinas; ‘Gertrude Jekyll’, un clásico de flores rosa intenso; o ‘Bring Me Sunshine’, alegre y luminosa. En todos estos casos, la selección de la variedad correcta permite que el rosal no solo se adapte, sino que realce su entorno.

Los rosales trepadores requieren ciertos cuidados esenciales: exposición solar plena, protección contra vientos fuertes, suelo fértil y profundo. Para cultivarlos en macetas, estas deben ser amplias (mínimo 60 x 60 cm) y contener un sustrato a base de tierra enriquecido con compost de corteza o mantillo de hojas. Un riego constante en los periodos de crecimiento y una alimentación adecuada con fertilizantes líquidos o granulados asegurarán una floración abundante.

La poda es tanto técnica como arte. Para fomentar una floración completa a lo largo de los tallos y no solo en las puntas, los expertos recomiendan entrenar las ramas en forma de abanico o arcos. Esto ralentiza el flujo de savia y estimula la producción de flores de manera uniforme. En invierno, se eliminan ramas muertas o dañadas, se acortan brotes laterales a unos pocos centímetros y se controla el tamaño sólo cuando es estrictamente necesario.

El éxito de los rosales trepadores en pequeños jardines no depende únicamente del espacio, sino de una combinación de planificación, conocimiento de variedades y atención constante. No se trata de forzar una planta grande en un sitio reducido, sino de crear un equilibrio entre belleza, estructura y sostenibilidad. Cuando se logra, el resultado puede ser espectacular: una pared transformada, una entrada perfumada, un rincón lleno de vida vertical.

Además de los factores mencionados, es crucial que el lector entienda que el verdadero valor de un rosal trepador no está solo en su apariencia o fragancia, sino en su integración consciente dentro del entorno. La elección de una variedad debe considerar no sólo el color y la forma, sino también el ritmo de crecimiento, la resistencia a enfermedades, la compatibilidad con el clima local y el mantenimiento disponible. Un jardín, por pequeño que sea, puede convertirse en una obra viva si cada decisión de plantación responde a un diálogo entre espacio, función y estética.