La cocina vietnamita es un reflejo de la historia, las tradiciones y los ingredientes únicos de Vietnam. Las recetas clásicas, como el pato asado vietnamita, la sopa de cangrejo y espárragos, y los rollos de huevo vietnamitas, no solo muestran la rica diversidad de sabores y texturas, sino también una forma de vida centrada en el uso de productos frescos y locales, que son esenciales para crear platos auténticos. Estos platos se preparan con un enfoque en la simplicidad de los ingredientes, la armonía entre el dulce, ácido, amargo y salado, y el uso de hierbas frescas como la albahaca y la menta, que ofrecen frescura y profundidad a las preparaciones.

El pato asado vietnamita, que podría considerarse el equivalente vietnamita del pato a la pekinesa, es un plato principal que destaca por su complejidad y equilibrio. El proceso de marinado con nuoc mam (salsa de pescado), salsa de soya, miel, y cinco especias crea una capa de sabores profundos que se infunden en la carne del pato. La piel crujiente, que se obtiene con un proceso de asado lento, es clave para una experiencia gastronómica completa. Los ingredientes como el jengibre, la cebollita de verdeo y el ajo, que se utilizan para sazonar y rellenar el pato, no solo aportan sabor, sino también propiedades medicinales que enriquecen la salud y el bienestar.

Por otro lado, la sopa de cangrejo y espárragos es un ejemplo de la elegancia en la simplicidad de la cocina vietnamita. El uso de carne de cangrejo fresco, combinado con los espárragos, crea una textura rica y jugosa. Este tipo de sopa resalta la importancia del caldo, que debe cocerse lentamente para obtener una base sabrosa y llena de nutrientes. Las hierbas frescas como la albahaca y el cilantro no son solo un adorno, sino una parte integral del perfil de sabor, elevando cada cucharada con notas herbales frescas.

Los rollos de huevo, conocidos en Vietnam como "Nem", son un plato extremadamente popular y versátil. Son una muestra del arte de envolver ingredientes frescos y cocidos en una capa crujiente que es, al mismo tiempo, suave por dentro. El cerdo molido, los camarones y el cangrejo, junto con vegetales como la zanahoria y el brote de frijoles, se combinan en una mezcla que luego se envuelve en obleas de arroz antes de ser fritos hasta dorarse. Este plato refleja el amor vietnamita por el contraste de texturas y sabores: lo crujiente de la envoltura y lo tierno del relleno. La salsa nuoc mam, acompañada de menta fresca y ensalada, agrega un toque de frescura y acidez que equilibra la riqueza del plato.

Un plato que refleja la profundidad y la paciencia en la cocina vietnamita es la sopa de pato con nueces y jujubes. Aunque su preparación requiere de varias horas de cocción, el resultado es un caldo denso y lleno de umami, con un sabor que evoluciona a medida que se cocinan los ingredientes. Las nueces, como el castaño, el anacardo y el maní, junto con las frutas como los jujubes, dan al plato una combinación única de dulzura y textura, mientras que el pato aporta su sabor robusto. Este tipo de sopa no solo es nutritiva, sino también reconfortante, perfecta para las comidas familiares.

Lo que debe entender el lector al profundizar en la cocina vietnamita es que la comida no es solo un acto de nutrición, sino una forma de conectar con la cultura, la familia y la tradición. Los platos vietnamitas están diseñados para ser compartidos, y muchos de ellos requieren tiempo, paciencia y un toque personal. La incorporación de hierbas frescas y salsas como el nuoc mam no es solo una cuestión de sabor, sino de expresar la identidad vietnamita, en la que la frescura, la ligereza y el respeto por los ingredientes naturales son esenciales.

El entendimiento de la cocina vietnamita implica también conocer su filosofía de "equilibrio". Los platos no deben ser excesivos ni sobrecargar el paladar. La combinación de ingredientes debe ser armónica, sin que uno de ellos sobresalga demasiado. Esto refleja una visión holística del mundo, en la que todo tiene un lugar y una función, y el plato final es un reflejo de esa armonía.

¿Cómo el sabor de la cocina vietnamita transforma las comidas sencillas?

En la gastronomía vietnamita, cada ingrediente y cada paso en la preparación se orientan a equilibrar los sabores de una forma que no solo satisface el apetito, sino que también ofrece una experiencia sensorial compleja. A lo largo de este recorrido culinario, el uso de salsas fermentadas, hierbas frescas, y técnicas de cocción cuidadosas permite que los platos, aunque sencillos en su base, se conviertan en algo mucho más sofisticado. Esta influencia no es solo de la tradición vietnamita, sino también de un mestizaje cultural que ha dado lugar a una cocina profundamente diversa, cargada de matices. Tomemos, por ejemplo, la preparación de un sándwich Bánh Mì, donde los ingredientes más simples, como el pollo marinado con aceite de sésamo y jengibre, se combinan con una mayonesa especiada y verduras frescas para crear una explosión de texturas y sabores.

El primer paso es marinar el pollo con aceite de sésamo y jengibre, lo que no solo suaviza la carne, sino que infunde una fragancia profunda y un sabor ligeramente picante. Este marinado se deja reposar en el refrigerador para que los sabores se absorban lentamente. Mientras tanto, se prepara una mezcla de zanahorias ralladas, azúcar, sal y vinagre de arroz, que aporta una acidez que contrasta perfectamente con la suavidad del pollo. Además, la mayonesa se mezcla con salsa sriracha y jugo de lima, creando una capa cremosa, ligeramente picante y refrescante para untar en el pan.

Este sándwich vietnamita también incluye pepino fresco, cortado finamente, y cilantro, lo que le da un toque crujiente y aromático. El pan, una baguette crujiente, no solo sostiene los ingredientes, sino que también juega un papel clave al aportar su textura aireada. El ensamblaje final de estos ingredientes genera una fusión única de sabores y texturas que es emblemática de la cocina vietnamita: fresco, picante, dulce y umami.

Otra receta típica que resalta la complejidad de la cocina vietnamita es el saté de carne, que combina carne de res con una pasta picante de cacahuetes. Este plato tiene sus raíces en la India, pero ha sido adaptado en el sudeste asiático para acompañar carnes y mariscos. La clave de su éxito radica en la salsa de cacahuetes, que se mezcla con chiles secos, curry en polvo y aceite de maní, creando una pasta que no solo adereza la carne, sino que también le aporta un sabor robusto. La carne se marina con esta mezcla y se ensarta en brochetas, que luego se asan hasta alcanzar una textura tierna y sabrosa.

Asimismo, los platos como el pollo frito con chiles y el estofado de carne de res con hierba de limón y zanahorias son perfectos ejemplos de cómo los ingredientes vietnamitas se complementan entre sí. El azúcar se convierte en un ingrediente crucial en algunos de estos platos, como en el caso del pollo frito con chiles, donde se carameliza con una pequeña cantidad de agua para crear un glaseado dulce que equilibra el picante de los chiles y la frescura del limón. Este tipo de equilibrio de sabores es esencial en la cocina vietnamita, donde la dulzura, la salinidad, el picante y la acidez se manejan con maestría para crear una experiencia de sabor rica y compleja.

El uso de hierbas frescas, como el cilantro y la albahaca, también es fundamental. Estas hierbas no solo aportan un frescor que corta la intensidad de los sabores más fuertes, sino que también tienen propiedades medicinales que han sido aprovechadas en la cocina vietnamita durante siglos. La albahaca, por ejemplo, es una hierba que se utiliza en una variedad de platos, desde sopas hasta curris, y se combina con otras hierbas como la menta para aportar notas aromáticas y refrescantes.

En cuanto a los guisos, como el estofado de carne de res con anís estrellado y albahaca, la paciencia es esencial. La carne se cocina lentamente en caldo de carne, lo que permite que los sabores se desarrollen gradualmente. El anís estrellado, que se usa con moderación, infunde una fragancia suave que completa la complejidad del guiso. Al añadir la albahaca al final, se da un toque de frescura que eleva el sabor, equilibrando la riqueza del plato.

En los caldos, el uso de verduras como las espinacas de agua es una tradición que no solo resalta el sabor, sino que también aporta un contraste de texturas. Las espinacas de agua tienen un tallo crujiente que se suaviza al cocinarse, mientras que las hojas se vuelven tiernas, lo que ofrece una combinación de sensaciones al comer.

Lo que define a la cocina vietnamita es la habilidad de transformar ingredientes simples en platos complejos mediante la combinación de sabores frescos, especias, y técnicas tradicionales. La mezcla de lo salado, lo dulce, lo ácido y lo picante no es accidental; cada plato está diseñado para crear una armonía perfecta, respetando la frescura de los ingredientes y exaltando sus características naturales.

Es importante recordar que la cocina vietnamita no solo se trata de seguir recetas, sino de entender el equilibrio de sabores y cómo estos pueden cambiar con la temperatura, el tiempo de cocción y el tipo de ingredientes utilizados. La preparación de estos platos requiere atención al detalle, pero también una comprensión intuitiva de los sabores y cómo interactúan entre sí.