Los puntos cuánticos de grafeno (GQDs) se destacan por sus excepcionales propiedades ópticas, que incluyen una fluorescencia que varía según su tamaño y estructura, lo que los convierte en una excelente opción para diversas aplicaciones tecnológicas y biomédicas. Sin embargo, a pesar de los avances significativos en la investigación sobre los GQDs, aún existen desafíos importantes en términos de producción, control de propiedades y aplicación práctica.

El proceso de fabricación de GQDs comienza generalmente con la oxidación de materiales carbonosos, seguido de una reducción controlada. A menudo se utiliza grafeno u óxido de grafeno como material base, y se somete a un proceso de grabado en fase vapor o tratamiento hidrotérmico para obtener puntos cuánticos de tamaños específicos. Los factores clave que afectan las propiedades ópticas de los GQDs incluyen el tamaño, la dopificación, la cristalinidad y los grupos funcionales en la superficie. A medida que se optimizan estos factores, las propiedades fotoluminiscentes de los GQDs pueden ajustarse para cubrir un amplio rango de longitudes de onda, desde el azul hasta el rojo, lo que es esencial para aplicaciones en pantallas LED y bioimagen.

Una de las principales aplicaciones de los GQDs es en el desarrollo de diodos emisores de luz (LEDs). Gracias a sus propiedades ópticas superiores y a su capacidad de emitir luz con bajo consumo energético, los GQDs están siendo utilizados para fabricar LEDs más eficientes que los sistemas ópticos convencionales. No obstante, la baja eficiencia cuántica de fotoluminiscencia (PLQY) y el rendimiento limitado de los GQDs han restringido su adopción masiva en esta área. Recientemente, se ha investigado la síntesis de GQDs a través de procesos de oxidación controlados, con el objetivo de mejorar tanto el rendimiento de producción como la PLQY sin utilizar productos químicos tóxicos. Por ejemplo, en un proceso hidrotérmico, se ha logrado una producción de hasta un 60% de GQDs con fluorescencia ajustable, ideal para la fabricación de LEDs blancos.

Además, los GQDs están ganando terreno en el campo de la bioimagen, debido a su biocompatibilidad y a la capacidad de emitir luz fluorescente a longitudes de onda específicas. Este tipo de materiales permite el seguimiento no invasivo y altamente sensible de procesos fisiológicos y patológicos, lo que lo convierte en una herramienta esencial en el diagnóstico y la evaluación terapéutica. La interacción de los GQDs con su entorno, como los cambios en el pH, los solventes y las condiciones de dopificación, puede influir significativamente en su fotoluminiscencia. Este fenómeno ha llevado al desarrollo de sensores basados en GQDs, clasificados en cinco categorías principales: sensores ON-OFF, unidades de reconocimiento, sensores de razón, señales de referencia y donadores/aceptores de energía.

No obstante, el uso práctico de los GQDs en medicina clínica aún enfrenta obstáculos significativos. A pesar de que se han documentado numerosos métodos para la producción de GQDs, controlar su tamaño, forma y propiedades superficiales de manera precisa sigue siendo un desafío considerable. Los métodos actuales de síntesis a menudo presentan limitaciones en términos de tiempo, volumen de producción y sostenibilidad ambiental. Además, aunque se han logrado avances en la producción de GQDs con un amplio rango de propiedades fotoluminiscentes, aún falta una comprensión más profunda de los mecanismos detrás de su fotoluminiscencia, lo que limita su potencial de aplicación.

El futuro de los GQDs depende en gran medida de superar estos desafíos. Se requiere la creación de métodos de síntesis escalables, eficientes y amigables con el medio ambiente, así como un mejor entendimiento de los mecanismos de emisión de luz, que puedan abrir nuevas oportunidades para su uso en aplicaciones de imagenología profunda, particularmente en la región del infrarrojo cercano. Los GQDs emisores de infrarrojo cercano, que tienen una emisión de desplazamiento Stokes alta, son especialmente prometedores para la imagenología de tejidos profundos. Además, se debe intensificar la funcionalización de su superficie, lo cual permitirá mejorar aún más sus aplicaciones en sensores y dispositivos biomédicos.

Si bien la investigación sobre los GQDs ha avanzado considerablemente, aún queda mucho por explorar, especialmente en lo que respecta a las técnicas de fabricación y la comprensión detallada de sus propiedades ópticas. A medida que los métodos de síntesis mejoren y los GQDs sean más fácilmente controlables, es probable que veamos una expansión de sus aplicaciones en diversas áreas, desde la electrónica hasta la biomedicina, revolucionando el campo de la nanotecnología.

¿Cómo influyen las interacciones de Van der Waals en las heteroestructuras 2D?

Las interacciones de Van der Waals (vdW) entre las capas son esenciales para mantener la integridad estructural de los materiales bidimensionales (2D). Aunque estas fuerzas son débiles, permiten ensamblar diferentes materiales sin necesidad de enlaces químicos fuertes, lo que otorga flexibilidad relativa entre las capas. Esta flexibilidad resulta en la formación de interfaces nítidas, preservando las propiedades individuales de cada material. Además, las interacciones débiles de vdW favorecen la alineación de las redes cristalinas de los materiales apilados. Una alineación adecuada de las redes cristalinas es crucial para lograr alineamientos de bandas electrónicos deseables, que son fundamentales para una transferencia y separación eficiente de cargas.

Un ejemplo representativo de una heteroestructura 2D es la heteroestructura "MoS2-WSe2", en la que se apilan verticalmente dos materiales semiconductores bidimensionales distintos: disulfuro de molibdeno (MoS2) y diseleniuro de tungsteno (WSe2). El alineamiento de las bandas en esta heteroestructura facilita la separación eficiente de cargas, lo que abre posibilidades de aplicación en fotodetectores, células solares y diodos emisores de luz (LED). Las heteroestructuras 2D pueden ser ajustadas de acuerdo con las propiedades electrónicas y optoelectrónicas deseadas seleccionando materiales semiconductores 2D específicos, controlando el número de capas y ajustando las orientaciones de apilamiento relativas.

Por otro lado, las homoestructuras se caracterizan por apilar múltiples capas del mismo material semiconductor 2D, lo que da lugar a un patrón repetido de capas idénticas. En este caso, las interacciones de vdW también juegan un papel crítico al estabilizar el apilamiento vertical. Las interacciones débiles entre las capas permiten la formación de patrones regulares y alineamientos precisos (apilamiento AB) o un ángulo de rotación específico (apilamiento AA), lo que resulta en diferentes propiedades electrónicas. Además, el apilamiento lateral de semiconductores 2D se refiere a la disposición de capas de semiconductores individuales una al lado de la otra sobre un sustrato, creando una estructura lateral. Las propiedades de los apilamientos laterales de semiconductores 2D pueden verse influenciadas por las interacciones entre las capas y el orden de apilamiento, lo que afecta sus propiedades electrónicas, ópticas y de transporte.

Las interacciones y el orden de apilamiento entre las capas de materiales 2D se hacen aún más complejos cuando se estudian los dicloruros de metal de transición (TMDC). Los TMDCs cristalizan como compuestos en capas, con átomos metálicos ubicados entre átomos de calcógeno, con una estequiometría de 1:2. Este tipo de estructura permite que los TMDCs se apilen vertical o lateralmente, como bloques atómicos similares a piezas de Lego, creando heteroestructuras con propiedades inéditas.

Un TMDC común tiene la fórmula MX2 (donde M es el metal de transición y X es el calcógeno), y pueden encontrarse más de 40 compuestos distintos que muestran estructuras cristalinas de capas bidimensionales. En términos de química, los átomos metálicos y los calcógenos están unidos covalentemente dentro de cada capa, mientras que las capas son mantenidas juntas por enlaces de vdW. Esta estructura permite la construcción de heteroestructuras de manera controlada, en las que las capas se apilan vertical o lateralmente.

En el caso de los TMDCs, la estructura interna se organiza en fases definidas, como las fases H y T. En la fase H, los tetraedros superiores e inferiores están organizados simétricamente, lo que da lugar a una estructura prismática trigonal. Por el contrario, en la fase T, el tetraedro superior se rota 180 grados, lo que da lugar a una estructura octaédrica distorsionada. El orden de apilamiento de las capas atómicas, conocido como secuencia de apilamiento o politético, afecta las propiedades electrónicas, espectros de vibración y características de interacción con la luz. La identificación de diferentes disposiciones atómicas dentro de una misma fase química se denota por un valor numérico en la nomenclatura.

Recientemente, se ha explorado la manipulación de la simetría estructural de los monolitos de MoSe2 y MoS2, lo que ha dado lugar a estructuras monolíticas asimétricas Janus MoSSe. Estos avances han permitido sintetizar heteroestructuras tanto verticales como laterales, como la combinación lateral MoSSe/WSSe y la clásica disposición Janus/MoSSe/MoS2. Estas heteroestructuras Janus muestran un alineamiento de bandas tipo II que favorece la separación espontánea de electrones libres y huecos, mejorando significativamente la actividad fotocatalítica. Aunque los primeros logros han sido prometedores, aún se desconoce el mecanismo fundamental detrás de la relajación de portadores excitados y su recombinación en estas estructuras.

Es fundamental entender que el apilamiento y la orientación de las capas en materiales bidimensionales no solo afectan sus propiedades electrónicas y ópticas, sino que también pueden influir en la eficiencia de dispositivos como fotodetectores, células solares y otros dispositivos optoelectrónicos. Las heteroestructuras ofrecen un control preciso sobre estas propiedades, lo que las convierte en una herramienta poderosa para el diseño de dispositivos avanzados. Sin embargo, las complejidades del apilamiento y la interacción entre las capas requieren una comprensión profunda de los mecanismos subyacentes para optimizar su rendimiento en aplicaciones tecnológicas.

¿Cómo las estructuras heterogéneas de 2D están revolucionando la optoelectrónica?

Las estructuras bidimensionales (2D) han emergido como una categoría de materiales fascinantes en el campo de la optoelectrónica, particularmente debido a sus propiedades únicas y su versatilidad para aplicaciones como fotodetectores, transistores y dispositivos fotónicos. En los últimos años, se ha observado un desarrollo acelerado en el estudio de los materiales semiconductores 2D, como MoS₂, WS₂, y otros disulfuros de metales de transición. Estos materiales no solo presentan propiedades electrónicas excepcionales, sino que también abren nuevas posibilidades en el diseño de dispositivos flexibles y ultracompactos.

Por ejemplo, en el trabajo realizado por Tian et al. (2014), se presenta un fotodetector ultravioleta flexible basado en una heteroestructura de ZnS-ZnO, un sistema que se distingue por su amplia respuesta fotoeléctrica. Este tipo de estructura híbrida tiene la capacidad de captar un rango más amplio de longitudes de onda, lo que aumenta la sensibilidad de los dispositivos en aplicaciones de detección y sensores ópticos. Esta mejora en la respuesta espectral es fundamental, especialmente en sistemas donde se requiere un amplio rango de sensibilidad, como en los dispositivos de monitoreo ambiental y las comunicaciones ópticas.

Por otro lado, los semiconductores 2D, como el MoS₂, han sido ampliamente investigados debido a su capacidad para exhibir un salto directo en el band gap cuando se reduce su grosor a una sola capa. Esto se traduce en un aumento en la eficiencia de la fotoluminiscencia, lo que hace que estos materiales sean ideales para aplicaciones en la fabricación de dispositivos de emisión óptica, como láseres y pantallas. De hecho, investigaciones de Mak et al. (2010) y otros, han demostrado que MoS₂, cuando se encuentra en su forma monolayer, presenta una transición directa en el band gap, a diferencia de su forma bulk, lo que mejora sustancialmente su rendimiento óptico.

Además, las investigaciones sobre la modificación química de estos materiales, como el dopaje, han revelado nuevas formas de ajustar sus propiedades electrónicas y ópticas. El dopaje químico puede alterar tanto el gap de energía como la eficiencia de la emisión fotoluminiscente, permitiendo que el material sea sintonizado para diferentes aplicaciones en la optoelectrónica. Esto es clave, ya que permite un control preciso sobre el comportamiento de los dispositivos semiconductores, lo que a su vez permite la creación de dispositivos más eficientes y adaptables.

Otro aspecto relevante es la ingeniería de la estructura del material para mejorar la movilidad de los portadores de carga. En materiales como MoS₂ y WS₂, la movilidad de electrones y huecos puede verse significativamente afectada por factores como el tipo de sustrato y el grosor del material. El trabajo de Kappera et al. (2014) demuestra cómo la manipulación de los contactos de bajo resistencia en estos materiales puede mejorar notablemente el rendimiento de los transistores basados en MoS₂. La reducción de la resistencia de contacto es crucial para la eficiencia de los dispositivos semiconductores, ya que permite una conducción más fluida de la electricidad.

Los avances recientes también han mostrado que la manipulación de la estructura cristalina, como se observa en los estudios de la fase de MoS₂, puede alterar no solo las propiedades electrónicas, sino también la eficiencia óptica. A través de técnicas como la deposición química en vapor (CVD), se ha logrado mejorar la calidad y la eficiencia lumínica de MoS₂, lo que lo convierte en un material altamente competitivo para aplicaciones en pantallas y otras tecnologías ópticas.

En el ámbito de la termoelectricidad, las propiedades térmicas de los materiales 2D también están siendo objeto de intensos estudios. El control de la conductividad térmica, como se demuestra en el trabajo de Wei et al. (2014), es esencial para el diseño de dispositivos semiconductores que puedan funcionar de manera eficiente a altas temperaturas sin perder rendimiento. Este aspecto se vuelve cada vez más relevante conforme los dispositivos electrónicos continúan miniaturizándose y aumentando su densidad de potencia.

Por último, las propiedades mecánicas de los materiales 2D también son un tema de interés creciente, especialmente para aplicaciones en dispositivos flexibles. La elasticidad y la resistencia a la fractura son propiedades fundamentales que determinan la viabilidad de estos materiales en la fabricación de dispositivos que requieren flexibilidad, como pantallas flexibles o dispositivos portátiles. El trabajo de Liu et al. (2016) sobre las propiedades mecánicas de MoS₂ y WS₂ es crucial para comprender cómo estos materiales pueden ser utilizados en dispositivos flexibles sin comprometer su rendimiento electrónico u óptico.

El uso de materiales 2D en la optoelectrónica está llevando a una nueva generación de dispositivos más pequeños, más eficientes y con un rango de aplicaciones mucho más amplio. Sin embargo, para aprovechar al máximo sus potenciales, es esencial continuar investigando no solo las propiedades electrónicas y ópticas, sino también cómo estos materiales interactúan con su entorno físico, su manipulación a través de técnicas avanzadas de deposición y su comportamiento bajo diferentes condiciones de estrés y temperatura. Este enfoque holístico será la clave para desbloquear el futuro de la optoelectrónica basada en materiales 2D.

¿Cómo los materiales bidimensionales mejoran el rendimiento de dispositivos electroquímicos?

En los últimos años, los dispositivos electroquímicos como los supercondensadores y las baterías han experimentado avances significativos gracias al uso de nuevos materiales, particularmente los materiales bidimensionales (2D). Estos materiales, como los MXenes, MOFs, COFs y nitruros metálicos, han demostrado un gran potencial para mejorar las propiedades electroquímicas, químicas y térmicas de los dispositivos electrónicos, llevando la tecnología a un nivel superior en términos de eficiencia y durabilidad.

Uno de los logros más destacados en el campo de los supercondensadores es el uso de nitruros metálicos como materiales de ánodo y cátodo. En un estudio reciente, los materiales Fe2N y TiN fueron empleados con éxito en estos dispositivos, mostrando una capacitancia específica de 58 F/g a 4 A/g, manteniendo su estabilidad incluso después de 20,000 ciclos. Este tipo de supercondensadores ha demostrado una alta densidad de energía volumétrica de 0.55 mWh/cm^3 a una densidad de potencia de aproximadamente 220 mWh/cm^3 a 8 A/g. Estas cifras no solo indican una notable eficiencia en el almacenamiento de energía, sino también una excelente estabilidad a largo plazo. La incorporación de materiales 2D en los electrodos de los supercondensadores ha resultado en mejoras significativas en las propiedades capacitivas, la densidad de potencia y la densidad de energía, lo que ha permitido el desarrollo de dispositivos con un rendimiento excepcional.

En cuanto a las baterías, el uso de materiales 2D ha generado avances en la construcción de celdas de litio, sodio y magnesio, mejorando la capacidad de almacenamiento, la vida útil y la velocidad de carga. Por ejemplo, se ha investigado el uso de fósforo negro (BP) como material de ánodo para baterías de iones de litio (LIB), mostrando una capacidad teórica específica de 2596 mAh/g y un rango de voltaje de funcionamiento de 0.4–1.2 V. El BP posee una distancia intercapas mayor que el grafeno, lo que facilita la intercalación de iones y mejora la conductividad iónica. Además, BP proporciona un canal de difusión ultrarrápido para los iones Li+ y Na+, lo que contribuye a su alto rendimiento. Este tipo de investigaciones abre el camino para el desarrollo de baterías de alto rendimiento con materiales 2D, superando algunas de las limitaciones de los sistemas actuales.

Por otro lado, las baterías de iones de sodio (SIBs) y las baterías de iones de magnesio (MIBs) han sido objeto de numerosos estudios, ya que se consideran alternativas prometedoras a las baterías de iones de litio. En particular, el uso de MoS2 y MoSe2 como materiales de ánodo ha mostrado un potencial significativo en la mejora de las propiedades electroquímicas de las SIBs. Los nanomateriales de MoS2, en combinación con otras estructuras 2D, han demostrado una mayor capacidad y estabilidad cíclica, mejorando la eficiencia de almacenamiento de energía y extendiendo la vida útil de las baterías.

En el campo de las baterías de iones de magnesio, se ha investigado el uso de grafeno modificado y otros alótropos de carbono 2D, como el grafeno T, que ofrecen ventajas en términos de capacidad teórica y barrera de difusión de energía, lo que mejora el rendimiento de estas baterías. Sin embargo, a pesar de estos avances, aún queda trabajo por hacer para mejorar la eficiencia de las baterías de iones de magnesio y reducir la dependencia de las baterías de iones de litio.

MXenes, un tipo de material 2D, también han mostrado un gran potencial en la construcción de baterías. Estos materiales se destacan por su excepcional resistencia mecánica, hidrofobicidad y gran capacidad de dispersión, lo que los convierte en materiales ideales para la fabricación de membranas y películas activas para ánodos. La capacidad de modificar su morfología y los canales nanoestructurados permite un almacenamiento iónico excepcional y un transporte de electrones eficiente. Además, la flexibilidad de los MXenes hace que sean adecuados para dispositivos portátiles y flexibles, lo que los convierte en una opción ideal para aplicaciones en dispositivos electrónicos portátiles.

La sinergia entre estos materiales bidimensionales y las tecnologías electroquímicas emergentes está abriendo nuevas fronteras en el almacenamiento de energía. A medida que las investigaciones en este campo avanzan, se espera que se logren materiales más eficientes y económicos que ofrezcan mejores rendimientos y mayores capacidades de almacenamiento. Esta evolución promete no solo mejorar los dispositivos actuales, sino también crear nuevas oportunidades para el desarrollo de tecnologías energéticas más sostenibles.

Al agregar este conocimiento, es crucial que los lectores comprendan la importancia de la interacción entre los materiales 2D y los dispositivos electroquímicos, ya que estas interacciones determinan en gran medida el rendimiento de los dispositivos. Además, es relevante señalar que los materiales bidimensionales no solo son prometedores por su capacidad de mejorar las propiedades físicas y electroquímicas, sino también por su flexibilidad y adaptabilidad, lo que permite la creación de dispositivos más compactos, eficientes y adaptados a diferentes necesidades tecnológicas.