La conciencia rural es un fenómeno complejo que refleja una serie de tensiones profundas entre las comunidades rurales y urbanas, que se manifiestan en las actitudes de los habitantes de las zonas rurales hacia el gobierno, la economía y la política. En su núcleo, la conciencia rural representa una identificación con el estilo de vida rural y una sensación de que los valores, las prioridades y las formas de trabajo de las personas rurales difieren de manera fundamental de los de los urbanitas. A menudo, esta conciencia está acompañada de un sentimiento de resentimiento multifacético hacia las ciudades, lo que refleja la percepción de que las políticas gubernamentales favorecen a las zonas urbanas mientras desatienden a las rurales.

Para muchos estadounidenses rurales, la sensación de estar “dejados atrás” por el gobierno es palpable. La creencia generalizada es que los políticos no escuchan sus preocupaciones ni consideran los problemas que afectan a sus comunidades. Esta desconexión se intensifica por la percepción de que los recursos fiscales recaudados de las zonas rurales se redistribuyen de manera desigual, favoreciendo a las ciudades y dejando a las zonas rurales con menos inversión en áreas como educación, infraestructura y servicios sociales. La consecuencia de esta percepción es una falta generalizada de confianza en las instituciones gubernamentales, tanto estatales como federales. Además, esta desconfianza se extiende a los políticos a los que se asocia con el “establishment”, lo que lleva a una preferencia por candidatos ajenos al sistema, como lo evidenció la elección presidencial de 2016, donde muchas personas rurales optaron por Donald Trump, el “forastero”, en lugar de Hillary Clinton, la candidata vinculada con el establishment.

La falta de atención a las áreas rurales en las campañas políticas también contribuyó a este sentimiento. En el caso de Iowa, por ejemplo, se argumenta que la estrategia de campaña de Clinton desestimó la importancia de los votantes rurales, confiando en que las áreas urbanas serían suficientes para ganar las elecciones. Sin embargo, esta omisión resultó en una falta de resonancia entre los votantes rurales, que no solo se sintieron ignorados, sino también abandonados por una campaña que no priorizó sus necesidades ni aspiraciones. Este enfoque erróneo de la campaña se contrastó con la aproximación de Trump, quien ofreció un mensaje económico claro y directo, enfocado en la mejora de la economía rural.

Trump, aprovechando el malestar generalizado por el estado de la economía global y las políticas comerciales que muchos consideran perjudiciales para los trabajadores rurales, presentó un mensaje de esperanza económica. Prometió renegociar acuerdos comerciales, traer de vuelta la manufactura y crear empleos y crecimiento salarial, todo mientras proponía una desregulación de la economía para permitir el florecimiento de las empresas. La promesa de restaurar la grandeza económica resonó fuertemente entre los votantes rurales, que vieron en Trump una salida a sus dificultades económicas.

El análisis de los datos sobre la distribución rural-urbana, como el Rural–Urban Continuum Code (RUCC), revela la complejidad de las diferencias entre estas dos regiones y cómo influyen en los resultados electorales. Este código clasifica a los condados en función de su cercanía a áreas metropolitanas y de su tamaño poblacional, proporcionando una medida más refinada que simplemente contar la población total de un condado. Por ejemplo, el condado de Mills en Iowa, aunque relativamente pequeño en términos de población, está cercano a Omaha, lo que le otorga ciertos beneficios, como el acceso a mejores oportunidades educativas y económicas, que los condados más alejados de áreas metropolitanas no tienen.

Estas diferencias en proximidad a áreas metropolitanas también pueden generar disparidades políticas, lo que se refleja en los resultados electorales. En general, a medida que los condados se alejan de las áreas metropolitanas, tienden a mostrar un mayor apoyo a Trump. Esta tendencia también se ve reflejada en el voto de los evangélicos, un grupo clave para la coalición de Trump, que a pesar de las críticas a su moralidad personal, lo apoyaron por su postura en temas como la libertad religiosa, el derecho a la vida y su promesa de nombrar jueces conservadores para la Corte Suprema.

Es crucial entender que el apoyo rural a Trump no solo está relacionado con un rechazo a las políticas urbanas o el establishment, sino con una respuesta más amplia a una serie de factores socioeconómicos y culturales que afectan a las comunidades rurales. La sensación de haber sido olvidados por las élites urbanas y la percepción de que sus valores y necesidades no son escuchados por el sistema político establecieron las condiciones para que el mensaje de Trump, con su enfoque directo y disruptivo, fuera tan atractivo para muchos votantes rurales.

En este contexto, el votante rural no debe ser visto solo como una persona reactiva a la política externa o a la economía global, sino como alguien profundamente involucrado en la protección de su identidad y valores. Las comunidades rurales se ven a sí mismas como la antítesis de las ciudades, no solo en términos de estilo de vida, sino también en su ética de trabajo y en sus valores fundamentales. Esto hace que su apoyo a candidatos como Trump sea más que una cuestión de política económica: es una declaración de identidad cultural y una reafirmación de su lugar en la sociedad.

¿Qué factores influyeron en el apoyo a Trump entre los votantes blancos de Iowa en 2016?

En el análisis de los factores que explican el apoyo a Donald Trump entre los votantes blancos en Iowa en las elecciones de 2016, los resultados preliminares muestran relaciones significativas entre diversos predictores y la decisión de voto. De acuerdo con los datos, los votantes de Iowa que desaprobaban el desempeño del presidente Obama eran casi seis veces más propensos a apoyar a Trump (χ² = 273.5, p < 0.001). Además, los votantes republicanos eran casi dos veces más propensos a apoyar a Trump que los votantes sin afiliación partidaria y más de siete veces más propensos que los votantes demócratas (χ² = 247.9, p < 0.001).

A nivel de actitudes, los votantes de Trump en Iowa mostraron diferencias significativas con respecto a los no votantes de Trump en varios temas clave. En particular, los votantes de Trump eran mucho más pesimistas acerca de su situación financiera personal, sostenían posiciones más conservadoras sobre derechos de armas, aborto e inmigración, y, en promedio, mostraban una mayor tendencia a negar o ser menos empáticos ante el racismo. En cuanto al tema de la inmigración, los votantes de Trump mostraron una postura mucho más dura: la diferencia promedio en la escala de inmigración entre los votantes de Trump (0.78) y los no votantes de Trump (0.34) fue estadísticamente significativa (t = -12.36, p < 0.001).

Es importante señalar que algunos de los predictores del estudio varían en función del nivel educativo. En el análisis de datos a nivel de condado, se observó que el nivel educativo de los votantes blancos en Iowa influía de manera significativa en su apoyo a Trump, en el desempeño de Romney, y en el cambio del voto entre Obama en 2012 y Trump en 2016. En el análisis de la Encuesta de Contenido Común de 2016 (CCES), el 53.6% de los votantes blancos de clase trabajadora apoyaron a Trump, mientras que el 46.2% de los votantes blancos con un título universitario hicieron lo mismo. Aunque esta diferencia no fue estadísticamente significativa (χ² = 1.99, p = 0.2), es un primer indicio de que otros factores podrían estar influyendo en el apoyo a Trump en Iowa.

La literatura sugiere que las actitudes pueden variar según el nivel educativo, especialmente en cuestiones relacionadas con el racismo y las oportunidades económicas. Así, si las actitudes de los votantes blancos en Iowa varían en función de su nivel educativo, podría empezar a explicarse la brecha educativa observada en los análisis a nivel de condado. Si las actitudes varían según la educación, la introducción de estos factores en un modelo de elección de voto debería llevar a que el nivel educativo ya no sea un predictor significativo por sí mismo.

En el análisis multivariado, se presentaron tres modelos distintos para examinar el apoyo a Trump entre los votantes blancos de Iowa, desglosados por nivel educativo. El modelo general mostró que, al controlar por otras variables, los factores clave que impulsaban el apoyo a Trump eran la afiliación republicana, la desaprobación del desempeño de Obama y las opiniones más extremas sobre inmigración. En particular, los republicanos tenían una probabilidad de 0.702 de votar por Trump, mientras que los votantes demócratas tenían una probabilidad de solo 0.336.

Además, el modelo reveló que los votantes que desaprobaban el desempeño de Obama eran mucho más propensos a votar por Trump: mientras que los votantes que aprobaban a Obama tenían una probabilidad de solo 0.219 de votar por Trump, aquellos que lo desaprobaban tenían una probabilidad de 0.71. Las actitudes hacia la inmigración también fueron determinantes en 2016: aquellos que sostenían puntos de vista más duros sobre la inmigración tenían una mayor probabilidad de votar por Trump.

Es fundamental comprender que los factores que influyen en las elecciones no son homogéneos; las diferencias regionales, económicas y culturales pueden modificar sustancialmente los resultados. En el caso de Iowa, las diferencias en las actitudes hacia la inmigración y la situación económica personal fueron predictores muy poderosos del apoyo a Trump, mientras que las afiliaciones partidarias también jugaron un papel crucial.

En el análisis, también es evidente que los votantes con menos educación formal mostraron actitudes más conservadoras y pesimistas sobre su situación económica personal que aquellos con títulos universitarios. Este hallazgo subraya la importancia de considerar el contexto socioeconómico y educativo de los votantes al analizar sus decisiones políticas.

¿Cómo informan los resultados de 2016 las expectativas para 2020 en Iowa?

En Iowa, la dinámica política está fuertemente influenciada por factores contextuales que varían de una campaña a otra. Este fenómeno no solo se observó en 2016, sino también en las elecciones intermedias de 2018, cuando la gobernadora Kim Reynolds fue reelegida para su primer mandato completo, mientras que dos congresistas republicanos perdieron su reelección y un tercero estuvo a punto de ser derrotado. Estos resultados reflejan una tendencia más amplia: tanto demócratas como republicanos están dispuestos a desviarse ocasionalmente de los candidatos de sus respectivos partidos. Sin embargo, el número significativo de votantes independientes, conocidos como "No Party", también juega un papel fundamental en el estatus de Iowa como estado de cambio. En 2016, los votantes de "No Party" representaron más de un tercio del electorado; según los datos de la Encuesta Cooperativa Electoral del Congreso (CCES) de 2016, el 13.1% de los votantes blancos de "No Party" cambiaron su voto entre los dos partidos principales. Además, cerca de tres cuartas partes de los votantes que cambiaron su apoyo a Trump en ese año indicaron que no habían participado en los Caucus de Iowa, lo que subraya la aparición de nuevos votantes y voluntarios tras la nominación de Trump. Este fenómeno es aún más evidente entre los votantes de "No Party", quienes representaron un 16.3% de los nuevos participantes, comparado con un 14.9% de demócratas y un 9% de republicanos.

Este patrón indica que entender el comportamiento político tanto de los votantes "No Party" como de los votantes infrecuentes es crucial para explicar por qué Iowa sigue siendo un estado clave en las elecciones presidenciales. A pesar de que no se ha realizado un estudio exhaustivo sobre los votantes "No Party" en Iowa, está claro que el comportamiento de este grupo será esencial en las elecciones futuras.

Con los ojos puestos en 2020, la pregunta es cómo los resultados de 2016 influirán en lo que se puede esperar para los Caucus de Iowa y las elecciones generales de noviembre de 2020. En el lado republicano, la gran incógnita es si el presidente Trump tendrá o no un desafío serio en los caucus. Aunque han existido intentos previos de desafiar a presidentes republicanos incumbentes, como el caso de Pat Buchanan en 1992, los posibles retadores de Trump se están tomando un enfoque cauteloso para el ciclo de 2020. Candidatos republicanos como el gobernador Larry Hogan de Maryland o el exgobernador John Kasich de Ohio han insinuado la posibilidad de desafiar a Trump, pero aún no se ve claro el surgimiento de una competencia seria en Iowa. La razón principal es que Trump sigue siendo muy popular entre los votantes republicanos de Iowa. Según una encuesta de marzo de 2019, su índice de aprobación en este grupo alcanzaba el 81%, y el 67% de los republicanos de Iowa ya se declaraban decididos a votar por él en noviembre de 2020.

En cuanto a los demócratas, la situación es mucho más compleja. A medida que el campo de candidatos se ampliaba, con 20 personas declarando su intención de postularse hasta abril de 2019, se generaron dos preguntas clave sobre los Caucus Demócratas de Iowa: ¿será el ganador de la "primaria invisible" el mismo que se imponga en los caucus? Y, ¿qué impacto tendrán las reformas del caucus en el resultado? Con una lista tan extensa de candidatos, es difícil predecir que Iowa desempeñará el rol de "decisivo" que ha tenido en el pasado. Sin embargo, una buena actuación en Iowa puede dar un impulso considerable a los candidatos, y los que no logren superar el umbral del 15% de apoyo se verán obligados a reconsiderar su participación en futuras primarias. Esto es especialmente importante en un estado como Iowa, donde los resultados pueden ser un indicativo de lo que se viene en otros estados clave como New Hampshire.

De acuerdo con los datos de las encuestas de principios de 2019, los dos principales contendientes en Iowa eran el ex vicepresidente Joe Biden y el senador Bernie Sanders, quienes lideraban con aproximadamente un cuarto del apoyo de los demócratas de Iowa. Si bien las encuestas tempranas se ven afectadas por el reconocimiento del nombre, a medida que los votantes se familiaricen con los otros 18 candidatos, es probable que algunos vean un aumento en su favorabilidad. Los candidatos deben centrarse en aumentar su visibilidad para superar el umbral de viabilidad en los caucus y mantenerse competitivos.

Además, el dinero juega un papel clave en la política electoral de Iowa, aunque no siempre determine el resultado. Los candidatos que logran una sólida recaudación de fondos pueden no solo cubrir los gastos operativos de la campaña, sino también transmitir una señal de fortaleza a los votantes y a los medios de comunicación. En este ciclo de 2020, como se evidenció con Bernie Sanders, quien recaudó 18.2 millones de dólares en el primer trimestre, los recursos financieros siguen siendo un factor crucial para mantener la viabilidad de los candidatos en la contienda.

El comportamiento de los votantes en Iowa no solo depende de los candidatos y sus plataformas, sino también del contexto social y económico del estado en cada elección. Este entorno dinámico subraya la importancia de entender las complejidades de la política de Iowa para predecir las tendencias electorales en este estado crucial.

¿Cómo Influyen las Visitas de los Candidatos en el Resultado de los Caucus de Iowa?

Beto O'Rourke ocupó el tercer lugar en la lista con 9.4 millones de dólares recaudados, una cifra impresionante teniendo en cuenta que O'Rourke había estado en la carrera por menos de un mes. Cerrando los primeros siete lugares estaban la senadora de Minnesota Amy Klobuchar (5.2 millones de dólares), el senador de Nueva Jersey Corey Booker (5 millones de dólares) y el empresario Andrew Yang (1.7 millones de dólares). Los candidatos que se encuentran cerca de la parte superior de la lista inevitablemente tendrán suficientes fondos para mantener una presencia significativa en Iowa durante la temporada de los caucus y aún contarán con una financiación adecuada para otros estados clave. Las visitas a estos estados temprano en la campaña son decisivas, ya que los candidatos pueden atraer a los votantes y generar impulso para sus candidaturas.

Como se mencionó previamente, las primeras encuestas en las contiendas políticas están fuertemente influenciadas por el reconocimiento de nombre (Enten 2019), por lo que el hecho de presentarse frente a los votantes es crucial. Las visitas a Iowa durante los caucus son vitales para los candidatos. Según la investigación de Christopher Hull (2008), cuanto más tiempo pase un candidato en el estado, mayor será su porcentaje de votos. Los votantes de Iowa no solo esperan ver a los candidatos durante la campaña, sino que también desean tener acceso a ellos para hacer preguntas sobre sus propuestas (Larimer 2015).

Según los datos de visitas recopilados por el Des Moines Register (2019), el primer candidato potencial demócrata en visitar Iowa fue el exsecretario de Estado de Missouri Jason Kander en diciembre de 2016. Desde el día siguiente a las elecciones de noviembre de 2016 hasta el 10 de abril de 2019, 34 candidatos potenciales para la nominación demócrata habían visitado 93 de los 99 condados de Iowa, participando en 578 eventos desde el 9 de noviembre de 2016. Muchos de estos eventos fueron atendidos por el exrepresentante John Delaney, quien participó en 137 eventos en 88 condados, lo que refleja su necesidad de ganar reconocimiento en el estado. Según las encuestas de marzo de 2019, el 61% de los posibles participantes del caucus demócrata en Iowa no tenían suficiente información sobre Delaney para hacer una evaluación favorable de él (Iowa Poll 2019).

Tres tendencias se destacan en los patrones de visitas. Primero, los candidatos demócratas tienden a visitar más los bastiones demócratas que Hillary Clinton ganó en 2016, como los condados de Black Hawk, Johnson, Linn, Polk, Scott y Story, en lugar de los condados rurales, lo que sugiere un enfoque en la construcción de redes en estos lugares. Segundo, se observa que condados como Dubuque, en el noreste de Iowa, y Woodbury, en el noroeste, han sido visitados por catorce candidatos demócratas en 25 eventos y once candidatos en 13 eventos, respectivamente. Estos condados fueron clave en 2016 y se consideran esenciales para ganar en 2020. Tercero, los condados cercanos a Des Moines, como Polk, Warren y Dallas, que están viendo una creciente suburbanización, reciben una atención especial de los candidatos. Este fenómeno podría indicar un enfoque en atraer a votantes educados en universidades que son cruciales no solo en los caucus, sino también en las elecciones generales.

Las nominaciones y respaldos políticos también juegan un papel importante, ya que transmiten información relevante a los votantes. Cuando los líderes políticos respaldan públicamente a un candidato, envían un mensaje claro de que ese candidato es digno de apoyo. En la campaña de 2020, las primeras muestras de apoyo se fueron dando lentamente, con seis candidatos demócratas obteniendo respaldos de figuras clave de Iowa, como el senador Corey Booker, el representante John Delaney, la representante Tulsi Gabbard, la senadora Kamala Harris y la senadora Amy Klobuchar (ISL 2019). Sin embargo, es importante observar si se logran respaldos de figuras prominentes como el exsenador Tom Harkin, o los exgobernadores Tom Vilsack y Chet Culver, pues estos respaldos podrían ser determinantes para que un candidato supere el umbral de viabilidad del 15%.

Otro aspecto a tener en cuenta es el impacto de las reformas en el proceso de los caucus propuestos por el Partido Demócrata de Iowa (IDP). En 2019, se plantearon cambios que aumentan la accesibilidad y transparencia del caucus, destacando la opción de un "caucus virtual". Esto permitiría a los votantes participar a través de un dispositivo electrónico o teléfono, lo que potencialmente aumentaría la participación de los votantes jóvenes y mayores que no pueden asistir a un sitio tradicional de caucus. Esta reforma no solo cambiaría la dinámica de la participación, sino también las estrategias de los candidatos, quienes ahora deberán movilizar a los votantes tanto en los sitios tradicionales como en el caucus virtual.

Al margen de estos aspectos, es esencial entender que el proceso de selección y las visitas a Iowa no son simplemente una cuestión de ganar apoyo popular, sino también de tejer una red de alianzas y asegurar una presencia en los espacios clave donde se decide el futuro de las elecciones. La combinación de visitas estratégicas, respaldos políticos y reformas en el sistema de caucus está configurando un panorama electoral más dinámico y accesible para una mayor cantidad de votantes, lo que influirá directamente en las candidaturas para las elecciones presidenciales.