La figura de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos generó un cambio radical en la percepción que muchos tenían sobre el país. Antes visto como una tierra de esperanza, movilidad social y un referente de intervención global, Estados Unidos comenzó a ser asociado con un líder cuya imagen predominante es la de un individuo arrogante, misógino, racista, ignorante y protegido por sus propios intereses económicos y de élite. Esta imagen no solo se consolidó en los medios de comunicación, sino también en la opinión pública, evidenciada en los grupos focales que reflejaron una visión profundamente negativa del mandatario.

Desde el inicio de su campaña, Trump fue objeto de escepticismo y desprecio por parte de los analistas y columnistas nacionales, quienes lo calificaban con términos despectivos como payaso, ignorante y ridículo. Esta narrativa periodística, que podría considerarse un estilo nuevo y agresivo de hacer política desde el periodismo, destacaba su falta de propuestas serias y su superficialidad, vinculándola con una figura propia de la cultura televisiva superficial y materialista. El hecho de que alguien con tales características pudiera llegar a la presidencia fue interpretado como una alarma para la democracia global.

El estilo político de Trump, percibido como errático, cruel, intolerante y corrupto, no solo afectó la imagen del gobierno estadounidense sino que también fue identificado con un modelo extremo de capitalismo en el que el dinero lo compra todo, incluso la presidencia de la nación más poderosa del mundo. Este capitalismo exacerbado es visto como una expresión de egoísmo y poder sin límites, donde la figura del magnate arrogante y desinformado simboliza un sistema que privilegia el interés personal sobre el bien común.

Las actitudes de Trump hacia el género, en particular durante la campaña presidencial y sus enfrentamientos con Hillary Clinton, dejaron una marca profunda en la percepción pública. El comportamiento ofensivo, despectivo y misógino no solo fue tolerado sino que, de alguna manera, fue avalado por un electorado que no castigó sus faltas de respeto, lo que para muchos significó un retroceso significativo en los avances hacia la igualdad de género y los derechos de las mujeres. Este comportamiento, sumado a sus gestos groseros y arrogantes —como no estrechar la mano a figuras políticas adversas o ignorar a su propia esposa en actos públicos— consolidó su imagen de líder maleducado y desconsiderado.

En la narrativa mediática y en la opinión de los participantes de los grupos focales, Trump no solo representaba una ruptura con los valores tradicionales de igualdad y democracia que Estados Unidos proclama en su Constitución, sino que encarnaba una contradicción profunda: un país que habla de igualdad y derechos pero que, en la práctica, evidencia dificultades para sostener estos principios cuando se enfrentan decisiones políticas complejas.

Es fundamental comprender que estas percepciones no surgieron de un vacío, sino que reflejan tensiones y contradicciones inherentes a la sociedad estadounidense contemporánea, marcada por desigualdades económicas, tensiones raciales y un sistema político cada vez más polarizado. La figura de Trump funcionó como catalizador de estas dinámicas, revelando las fragilidades del sistema democrático y su relación con el poder económico y mediático.

Además, resulta esencial para el lector entender que la construcción de la imagen pública de un líder no solo depende de sus acciones o declaraciones, sino del entramado complejo de medios, discursos sociales y percepciones culturales que moldean cómo es visto en diferentes contextos. La influencia de los medios de comunicación, junto con la experiencia directa o indirecta de las personas con las políticas y actitudes del gobierno, son piezas clave en la formación de una opinión colectiva que puede tener consecuencias profundas tanto dentro como fuera de las fronteras nacionales.

Este análisis invita a reflexionar sobre la naturaleza del liderazgo en la era contemporánea y sobre cómo la mezcla entre poder económico, mediático y político puede afectar no solo la gobernabilidad, sino también la imagen y el prestigio internacional de una nación. Así, el estudio de la presidencia de Trump ofrece una ventana crítica para entender las dinámicas de poder en sociedades modernas y los riesgos que implica la personificación extrema del poder en figuras carismáticas, pero divisivas y controvertidas.

¿Cómo representaron los principales periódicos de Malasia a Estados Unidos y a Donald Trump durante su presidencia?

El análisis de la cobertura mediática en Malasia revela una imagen compleja y marcada por una profunda ambivalencia hacia Estados Unidos y, de manera aún más crítica, hacia Donald Trump como figura política. Cuatro de los periódicos más influyentes del país fueron objeto de estudio, recopilando un total de 402 materiales noticiosos que abordaron principalmente la política global estadounidense, asuntos internos del país y su impacto en la economía malaya. Aunque la mayoría de las noticias mantenían una postura neutral hacia Estados Unidos en general, la figura de Trump fue abordada con una tendencia mayoritariamente negativa, destacando en un 50.2% de los materiales una posición crítica frente a su persona y su gestión.

En términos temáticos, el tratamiento informativo se centró en aspectos de la política global estadounidense, especialmente aquellos que involucraban conflictos y tensiones geopolíticas como la guerra comercial con China, la cuestión nuclear iraní, el conflicto en Siria, así como la lucha contra el terrorismo en Irak y Afganistán. No obstante, una parte sustancial de la crítica hacia Trump se vinculó con su retórica y políticas percibidas como islamófobas, un aspecto que resonó particularmente en el contexto malasio debido a la composición mayoritariamente musulmana de su población y su autopercepción como un actor moderado dentro del mundo islámico.

Los medios malayos evidenciaron un fuerte rechazo hacia las medidas restrictivas impuestas por la administración Trump contra países musulmanes, como la prohibición de visados para siete naciones de mayoría islámica, la constante asociación de musulmanes con el terrorismo, y el apoyo explícito de Trump a las acciones israelíes en Palestina. Este discurso fue destacado con contundencia en periódicos como Berita Harian y The Star, que retrataron las políticas del expresidente como agresivas y perjudiciales para las relaciones internacionales y la estabilidad regional. De igual modo, la prensa de habla china, representada por Sin Chew, focalizó su crítica en la guerra comercial con China, enfatizando el impacto negativo de las medidas de Trump en la economía global y en las relaciones bilaterales.

Este panorama mediático refleja una percepción malaya que distingue entre la nación estadounidense y su liderazgo. Mientras que Estados Unidos como país fue mayoritariamente representado en términos neutrales o incluso positivos, la figura de Trump fue frecuentemente asociada con la polarización, la controversia y el rechazo social tanto dentro como fuera de su país. La prensa malaya también resaltó cómo la oposición interna en Estados Unidos a las políticas de Trump —manifestada a través de protestas y críticas de sectores ciudadanos y políticos— era un indicador de la polémica que su administración generó.

La sensibilidad malaya ante la “islamofobia” percibida en las políticas de Trump no solo es un reflejo de la identidad religiosa mayoritaria sino también de una postura política que rechaza la intervención militar occidental en países islámicos y condena el apoyo estadounidense a Israel en el conflicto palestino. Esta sensibilidad contribuye a que la retórica de Trump fuera recibida con alarma y rechazo, incrementando la percepción de Estados Unidos como un actor adverso a los intereses y valores del mundo islámico. Este fenómeno contrasta con la percepción más favorable registrada durante la presidencia de Barack Obama, cuando la política estadounidense hacia las naciones musulmanas mostró una inclinación hacia el reequilibrio estratégico y un enfoque más conciliador.

Es fundamental comprender que la percepción mediática no solo refleja las acciones y discursos de las figuras políticas, sino también las particularidades culturales, religiosas y políticas del país que las observa. En el caso de Malasia, la cobertura de Trump y Estados Unidos es un claro ejemplo de cómo las identidades nacionales y los contextos regionales influyen en la construcción de imágenes internacionales. Además, la distinción entre la crítica a la persona y la valoración del país sugiere una comprensión matizada, donde no se generaliza un juicio negativo hacia toda la nación estadounidense, sino que se focaliza en aspectos específicos del liderazgo y sus políticas.

Además de esta interpretación mediática, es relevante considerar el impacto que estas percepciones pueden tener en la opinión pública y en las relaciones diplomáticas bilaterales. La imagen negativa de Trump en Malasia podría influir en la forma en que la sociedad malaya percibe a Estados Unidos y sus políticas, afectando también la cooperación y el diálogo entre ambos países. También es importante entender que estas narrativas mediáticas se enmarcan dentro de un escenario global más amplio, en el que las disputas geopolíticas, los conflictos religiosos y las tensiones económicas juegan un papel decisivo en la conformación de las percepciones internacionales.

La lectura de esta cobertura invita a reflexionar sobre la responsabilidad de los medios en la construcción de la imagen de líderes y naciones, así como sobre la necesidad de una mirada crítica y contextualizada que permita discernir entre la persona política, sus políticas y el país que representa. En este sentido, es esencial reconocer que las percepciones no son estáticas ni unilaterales, sino que fluctúan en función de múltiples factores internos y externos que deben ser analizados con profundidad para comprender el verdadero alcance y significado de las representaciones mediáticas.

¿Cómo cubrió la prensa mexicana la figura de Donald Trump entre 2017 y 2019?

Durante el periodo de 2017 a 2019, la cobertura mediática sobre Donald Trump en tres de los principales periódicos nacionales mexicanos, El Universal, Reforma y La Jornada, mostró características particulares en términos de origen, enfoque y fuentes utilizadas. En este periodo, se publicaron un total combinado de 253 historias relacionadas con Trump, la mayoría de las cuales eran reportajes de noticias. Sin embargo, se observó una tendencia diferente entre los periódicos de la izquierda, el centro y la derecha en cuanto al uso de artículos de opinión, siendo los periódicos situados en los extremos del espectro político los que publicaron más comentarios editoriales, en contraste con los reportajes de noticias.

En comparación con la década de 1960, cuando la prensa mexicana dependía en gran medida de agencias internacionales para cubrir las noticias sobre Estados Unidos, los tres periódicos en 2017–2019 optaron mayormente por sus propios reporteros y corresponsales para cubrir los temas relacionados con Trump. Reforma fue el periódico que más utilizó fuentes nacionales, mientras que La Jornada dependió más de agencias internacionales, aunque este porcentaje representó solo el 28% de las historias que mencionaban a Trump. El número promedio de palabras por historia fue de 515, lo que resultó en un total de 130,869 palabras en la muestra de fechas analizadas.

En cuanto al origen geográfico de las historias, la mayoría de las noticias provino de México, lo que indica que la cobertura de Trump estuvo centrada en las reacciones y percepciones dentro del contexto mexicano. De las 254 historias analizadas, solo un tercio de ellas provino directamente de los Estados Unidos. Los periódicos mexicanos, por lo tanto, estaban más enfocados en cómo los actores políticos y otros sectores de México respondían a las políticas y comentarios de Trump, que en las noticias originales de la administración estadounidense.

A pesar de que las noticias venían principalmente de México, las fuentes citadas fueron, en su mayoría, estadounidenses. Un 55% de las fuentes fueron de origen estadounidense, comenzando con el mismo Trump, seguido por funcionarios de la Casa Blanca y congresistas estadounidenses. Las fuentes mexicanas más citadas fueron el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), funcionarios de su administración y analistas. Curiosamente, La Jornada, un periódico de izquierda, fue el que más citó a fuentes estadounidenses, seguido por Reforma, que mostró un balance más equilibrado entre fuentes mexicanas y estadounidenses. A pesar de este predominio de fuentes oficiales, los tres periódicos dedicaron un espacio mínimo a organizaciones no gubernamentales, sociales o activistas, reflejando un enfoque en las percepciones y marcos de los políticos y funcionarios públicos.

Por otro lado, la cobertura de Trump no siempre fue el foco principal de las historias. Aunque hubo algunos reportajes que lo pusieron en el centro, muchos otros lo mencionaban en el contexto de sus interacciones con otros líderes mundiales, como Kim Jong-un de Corea del Norte, o sus visitas a Europa y Oriente Medio. Así, la figura de Trump no era siempre el tema principal, sino un elemento contextual en torno a otros temas internacionales, como las tensiones comerciales con México, o sus disputas con otros jefes de estado.

Es relevante destacar que las historias no solo giraban en torno a las acciones de Trump, sino también a las repercusiones de sus políticas para México y el mundo. En ocasiones, se centraban en la discusión de la viabilidad de las amenazas arancelarias de Trump, por ejemplo, ante su decisión de imponer aranceles a México si no se detenían las caravanas migrantes hacia Estados Unidos. En estos casos, los comentarios de representantes de la Cámara de Comercio de Canadá y la Cámara Mexicano-Americana, así como de empresarios mexicanos, dominaban la narrativa, reflexionando sobre las consecuencias de esas medidas para la economía de México.

Por otro lado, se observa que el análisis sobre la relación bilateral de México con Estados Unidos estuvo muy influenciado por las declaraciones de los gobiernos y las políticas de ambos países. La cobertura no solía ser imparcial o completamente objetiva, pues las historias reflejaban en gran medida los intereses de los actores políticos de cada nación.

A lo largo de este periodo, los tres periódicos mexicanos proporcionaron acceso limitado a las voces de los ciudadanos comunes o a los puntos de vista de las organizaciones de la sociedad civil. En su lugar, el énfasis recayó sobre las declaraciones de funcionarios públicos y figuras políticas, lo que implicó que los mexicanos obtuvieran principalmente una visión de los temas clave relacionados con Trump a través del prisma de los intereses y prejuicios de los gobernantes y de los medios de comunicación tradicionales, más que de una variedad de perspectivas alternas.

La representación de Trump en la prensa mexicana entre 2017 y 2019, por lo tanto, estuvo marcada por un enfoque en la política interna y las reacciones mexicanas a sus decisiones, dejando en segundo plano las fuentes independientes y los análisis alternativos. La figura de Trump, aunque central, no siempre fue el eje de las historias, y cuando lo era, su imagen se enmarcaba dentro de un contexto político y diplomático mayor, con especial atención a las interacciones entre los gobiernos de México y Estados Unidos, así como las implicaciones globales de sus políticas.