El estudio de los biopolímeros y su conversión en materiales carbonizados ha adquirido una creciente relevancia debido a sus aplicaciones potenciales en sectores como el medioambiental, médico y energético. La mejora de las características térmicas de estos materiales es clave para su implementación en condiciones extremas, como durante el proceso de carbonización. A través de diversos estudios, se ha demostrado que la adición de materiales de relleno como el CNP@PLA (composite basado en PLA) puede mejorar significativamente la estabilidad térmica de estos biopolímeros.

Cuando se analiza la transición vítrea (Tg) de estos compuestos, se observa que la Tg del PLA disminuye de 70.6°C a 67°C en su forma compuesta. Este cambio es crucial porque no solo reduce la fragilidad del biopolímero, sino que también mejora su estabilidad térmica. La interactividad y adhesión de las interfaces entre el relleno y la matriz del material son fundamentales en este aspecto. Además, el uso de aditivos es un factor determinante para evitar la degradación térmica del polímero a altas temperaturas. Un buen ejemplo de un material con bajo Tg es el PHO (polihidroxioctanoato), que presenta un Tg de -35°C, lo que lo hace adecuado para servir como material de matriz en aplicaciones de alta resistencia térmica.

Antes de someter a los biopolímeros a procesos de tratamiento a altas temperaturas, como la carbonización, se puede realizar un proceso de estabilización térmica oxidativa para mejorar la estabilidad térmica de estos materiales. Este proceso implica un calentamiento controlado que permite que los procesos oxidativos incrementen la Tg del polímero sin causar su degradación. A través de la estabilización, se logra una alteración química en las muestras, que incluye deshidratación, reticulación, ciclinización y oxidación. Estos cambios afectan directamente la estructura química y la estabilidad térmica del polímero, haciendo que su comportamiento termoplástico se convierta en termoresistente.

En este contexto, el proceso de estabilización térmica es esencial porque evita que el polímero se ablande durante la carbonización, un proceso que ocurre rápidamente, mientras que la estabilización puede durar horas. Es crucial optimizar esta etapa en la producción de materiales carbonizados a partir de biopolímeros, ya que es en este momento cuando se eliminan las propiedades termoplásticas, convirtiendo el material en una estructura térmicamente estable, capaz de resistir tratamientos de alta temperatura sin perder sus características fundamentales.

Los materiales basados en biopolímeros se están utilizando de manera creciente para la producción de nanomateriales carbonados debido a sus características abundantes y ecológicas. Los compuestos de carbono que contienen heteroátomos, como los nanocompuestos basados en biopolímeros, están recibiendo atención por su buena dispersibilidad, capacidad de absorción, y su apoyo en procesos catalíticos. Un ejemplo relevante es el uso de la polimización in situ de fenoles, como el 1,3,5-trihidroxibenceno, en presencia de un catalizador de ácido de Lewis para producir materiales carbonados con oxígeno.

Las biopolímeros, como la celulosa, quitina, quitina, lignina, agar y queratina, entre otros, tienen ventajas inigualables gracias a su abundancia, biodegradabilidad y renovabilidad. Además, los materiales carbonados a partir de biopolímeros han sido investigados por su capacidad para crear productos como nanocapas de carbono, esferas de carbono, aerogeles de carbono, carbones porosos basados en láminas de grafeno y fibras de carbono. Estos productos, al ser derivados de fuentes naturales y renovables, presentan un enfoque más sostenible que los materiales convencionales derivados del petróleo.

Entre los productos más innovadores se encuentran los puntos de carbono (CDs), que son materiales de carbono de cero dimensiones con un tamaño promedio inferior a 10 nm. Estos materiales tienen una naturaleza hidrofílica, baja toxicidad, excelente biocompatibilidad y propiedades fluorescentes, lo que los hace aptos para aplicaciones biomédicas como la liberación de fármacos, biosensores, bioimagen y biolabelado. Además, se ha demostrado que los CDs pueden potenciar la bioactividad, promoviendo la mineralización o el crecimiento celular en materiales de andamiaje.

El desarrollo de nuevas metodologías de síntesis verde, como el uso de rutas hidrotermales o procesos asistidos por microondas con biopolímeros como la celulosa y la lignina provenientes de residuos biomásicos, está permitiendo la producción de CDs de manera más eficiente y económica. Estas técnicas evitan el uso de equipos caros y químicos tóxicos, promoviendo una producción más sostenible y accesible de estos nanomateriales de carbono.

Por lo tanto, la combinación de biopolímeros con otros materiales de carbono, compuestos metálicos de transición y polímeros conductores da lugar a interacciones sinérgicas que forman nanocompuestos con estructuras jerárquicas y sitios activos abundantes. Estos nanocompuestos tienen un gran potencial en aplicaciones que cubren diversas necesidades humanas. Con el avance de métodos de síntesis más simples y económicos, basados en biopolímeros naturales, se abren nuevas oportunidades para el desarrollo de productos carbonados innovadores y de bajo impacto ambiental.

¿Cómo se utilizan las nanopartículas de biopolímeros en aplicaciones biomédicas y farmacéuticas?

Las nanopartículas de alginato se están explorando para diversas aplicaciones debido a su capacidad para mejorar las propiedades mecánicas y aumentar la superficie específica en relación con su volumen. Estos beneficios hacen que las partículas de alginato más pequeñas (menos de 200 nm) sean ideales para pasar por boquillas y canales más estrechos. Un aspecto destacado de las nanopartículas de alginato es su capacidad para encapsular compuestos sensibles, gracias a su habilidad para formar geles con cationes multivalentes, lo que las convierte en una opción adecuada para la entrega de fármacos orales. Además, las nanopartículas de alginato tienen la capacidad de prolongar la liberación de antígenos y mejorar la inmunogenicidad, actuando como adyuvantes. Su capacidad de ser gelificadas por cationes divalentes, como el calcio, genera estructuras denominadas "huevos de caja", que son fundamentales para la fabricación de nanomateriales y nanocompuestos. La homogeneidad y uniformidad de estas nanopartículas pueden optimizarse mediante técnicas de nanofabricación combinadas con otros métodos de procesamiento. Estas propiedades hacen que las nanopartículas de alginato sean especialmente útiles en el ámbito biomédico y farmacéutico, como en la creación de recubrimientos y membranas para productos terapéuticos.

Por otro lado, el quitosano, un derivado común de la quitina, presenta un conjunto único de propiedades que lo hacen adecuado para la entrega de fármacos, mejorando la penetración entre las uniones estrechas del epitelio y facilitando el transporte de fármacos entre las células. Este polímero tiene la capacidad de mejorar la adhesión a las mucosas, lo que lo hace eficaz para la administración de fármacos por vía pulmonar, nasal y oral, al evitar la degradación enzimática en el sistema gastrointestinal. Además, las nanopartículas de quitosano tienen una carga positiva en su superficie, lo que mejora su interacción con las membranas celulares y favorece la liberación controlada de los fármacos. Estas nanopartículas también se pueden utilizar en la formulación de productos cosméticos, agentes de erradicación de maleza y nanofertilizantes, además de tener propiedades antimicrobianas. En el campo de la medicina, el quitosano ha demostrado actividad antitumoral al mejorar la función inmune del cuerpo, y se está investigando su uso en la combinación de diagnóstico y tratamiento, un concepto conocido como "teragnóstico".

Las nanopartículas de biopolímeros, como el alginato y el quitosano, poseen propiedades excepcionales debido a su biodegradabilidad y biocompatibilidad. Estos biopolímeros naturales pueden ser combinados con metales no tóxicos para mejorar sus características físicas y mecánicas, lo que les otorga un gran potencial en aplicaciones que van desde recubrimientos antimicrobianos hasta tratamientos para el tratamiento de aguas residuales. Además, estas nanopartículas muestran una notable estabilidad coloidal, lo que facilita su almacenamiento y transporte, y su capacidad para liberar materiales encapsulados de manera controlada abre nuevas posibilidades para aplicaciones médicas y farmacéuticas.

Los nanocompuestos de biopolímeros también ofrecen una serie de ventajas en comparación con los polímeros puros. Tienen características térmicas mejoradas, y sus tasas de degradación se encuentran entre las de los polímeros puros y las de las nanopartículas puras. Además, muestran una importante actividad antimicrobiana frente a una amplia gama de patógenos bacterianos, lo que los hace útiles en la fabricación de materiales antibacterianos. Las técnicas utilizadas para caracterizar estas nanopartículas incluyen la medición del tamaño de partículas, el análisis de la morfología superficial mediante dispersión de luz dinámica y microscopía electrónica, y la medición del potencial zeta para evaluar la carga superficial y la estabilidad. Estos parámetros son esenciales para garantizar la calidad y la efectividad de las nanopartículas de biopolímeros en diversas aplicaciones.

El uso de nanopartículas de biopolímeros abre un abanico de posibilidades para la creación de nuevos productos con propiedades mejoradas. Desde su aplicación en recubrimientos y nanocápsulas hasta su uso en terapias dirigidas y tecnologías de diagnóstico, estos materiales están destinados a transformar el campo de la medicina y la farmacología. Las investigaciones continúan avanzando para optimizar las propiedades de estas nanopartículas, como la solubilidad, la estabilidad y la capacidad de liberar compuestos de manera controlada, lo que permitirá su uso en una gama aún más amplia de aplicaciones.

¿Cómo se producen las nanopartículas de núcleo y cápsula y cuáles son sus aplicaciones más relevantes?

Las nanopartículas de núcleo y cápsula, también conocidas como core-shell, son estructuras fascinantes con aplicaciones en áreas tan diversas como la biomedicina, la energía renovable y la electrónica. Estas nanopartículas tienen un núcleo que puede estar compuesto por diversos materiales, como metales o polímeros, y están recubiertas por una capa externa que puede proporcionar características adicionales, como estabilidad, biocompatibilidad o propiedades ópticas específicas.

Para su desarrollo, es crucial seleccionar cuidadosamente los parámetros de procesamiento, los recursos biológicos y los materiales para la capa protectora. Las partículas nanoparticuladas pueden ser recubiertas con biomoléculas, como proteínas de colágeno, polipéptidos, aminoácidos, ácidos nucleicos y otros, lo que les permite interactuar de manera más eficiente con sus entornos biológicos.

En cuanto a los recursos microbianos para la biosíntesis de estas nanopartículas, el uso de hongos para la creación de nanopartículas híbridas es menos común debido a que la polimerización mediada por hongos depende de cultivos celulares costosos y prolongados. En cambio, las bacterias han mostrado un mayor potencial en la producción de nanopartículas, pero también enfrentan desafíos similares, como el alto costo de los medios de cultivo y el tiempo necesario para completar el proceso. Sin embargo, los métodos alternativos basados en plantas, que no dependen de cultivos celulares complejos, se están desarrollando más rápidamente, proporcionando una vía más económica y sostenible para la fabricación de nanopartículas.

Uno de los avances más interesantes en este campo es el uso de nanopartículas de óxidos metálicos semiconductores, especialmente en la producción de energía verde. Estas nanopartículas tienen una excelente capacidad para absorber la radiación solar, lo que las hace muy atractivas para aplicaciones en la conversión de energía solar, especialmente en el contexto de la creciente demanda de fuentes de energía más limpias y sostenibles.

La creación de nanopartículas de núcleo y cápsula no solo se limita a las aplicaciones biológicas, sino que también se utiliza en la fabricación de dispositivos electrónicos y sensores. La capacidad de manipular las propiedades de las nanopartículas mediante la modificación de la capa protectora les confiere versatilidad en una amplia gama de aplicaciones tecnológicas.

En cuanto a los métodos para su preparación, existen varias técnicas bien establecidas. La emulsificación espontánea con evaporación de solventes es una de ellas. Este proceso implica el uso de disolventes orgánicos como el etanol y el cloroformo para disolver los polímeros, seguido de la adición de una solución acuosa de un policatión, lo que permite la formación de una nanoemulsión estable. Una vez que se ha formado la nanoemulsión, se elimina el solvente orgánico mediante agitación o aumento de temperatura, lo que resulta en la creación de nanopartículas poliméricas.

Otro método utilizado es la gelación iónica, que se basa en la atracción electrostática entre polímeros iónicos y agentes de reticulación. Este proceso se utiliza para crear nanopartículas de biopolímeros como el quitosano, la celulosa y el alginato, y se caracteriza por una excelente eficiencia nanoparticulada y una buena biocompatibilidad de los compuestos encapsulados. A través de este proceso, es posible producir nanopartículas esféricas con un tamaño de dispersión controlado y una excelente solubilidad acuosa.

La nanoprecipitación es otro método eficiente que se diferencia de las técnicas basadas en emulsión. En lugar de utilizar un emulsionante, se utiliza un solvente orgánico polar para disolver un soluto hidrófobo, como un polímero o un lípido, que luego se mezcla con un no solvente, generalmente agua. Este proceso de mezcla provoca la precipitación del soluto hidrófobo, formando las nanopartículas. La ventaja de la nanoprecipitación radica en su rapidez y simplicidad, lo que la convierte en una opción atractiva para la producción de nanopartículas con un alto contenido de fármacos.

El método de coacervación se basa en la separación de fases líquidas debido a la afinidad de los solventes, lo que da lugar a una fase rica en polímeros. A través de este proceso, es posible formar nanopartículas de polímeros ecológicos como el quitosano o el almidón. La coacervación también es un proceso que permite la formación de nanopartículas compuestas, como las de gelatina, lo que amplía aún más su aplicabilidad en diversas áreas.

Finalmente, la estrategia de electrospray utiliza fuerzas hidrostáticas y electromecánicas para pulverizar una solución en pequeñas gotas que se solidifican al llegar al colector. Este método permite la fabricación de nanopartículas de manera controlada, lo que lo convierte en una opción útil para aplicaciones que requieren precisión en la creación de partículas de tamaño uniforme.

Es esencial comprender que la producción de nanopartículas de núcleo y cápsula no solo depende de la elección de la técnica adecuada, sino también de la selección de materiales que se adapten a las propiedades específicas requeridas para cada aplicación. Además, la incorporación de biomoléculas en la superficie de las nanopartículas puede abrir nuevas posibilidades en el tratamiento de enfermedades, como el cáncer, y en la creación de sistemas de entrega de fármacos más eficientes.

Por otro lado, la producción sostenible de estas nanopartículas, en especial utilizando recursos biológicos como plantas y microorganismos, puede jugar un papel crucial en la transición hacia una industria más verde y respetuosa con el medio ambiente. Esto no solo reduce los costos de producción, sino que también contribuye a la creación de soluciones más ecológicas y menos dependientes de productos químicos sintéticos y procesos industriales contaminantes.