Las relaciones entre las creencias psicológicas y las decisiones políticas pueden ser engañosas. Las elecciones de los votantes de Trump de asistir a iglesias evangélicas, vivir en áreas rurales y evitar la universidad reflejan predisposiciones psicológicas profundas que podrían hacer figuras políticas como Donald Trump atractivas. En este contexto, no son los datos demográficos, sino las predisposiciones psicológicas las que desempeñan un papel crucial. De hecho, las explicaciones demográficas que intentan relacionar el apoyo a Trump con patrones históricos de apoyo republicano no parecen ser particularmente reveladoras cuando se examinan de cerca.

Los estudios sobre la personalidad conservadora han identificado una serie de predisposiciones psicológicas que caracterizan a quienes tienden a alinearse con estos movimientos: una alta consciencia, desconfianza hacia nuevas experiencias, sensibilidad al asco, dogmatismo, intolerancia a la ambigüedad, sensibilidad a las amenazas, conformismo, tradicionalismo, miedo y rabia, entre otros. Sin embargo, una falacia común al tratar de comprender a los seguidores de Trump es asumir que los rasgos de los conservadores en general se aplican también a estos seguidores de manera uniforme. La investigación sugiere que el perfil psicológico de los votantes de Trump en 2016, al menos, difiere significativamente del de los conservadores más tradicionales.

En mis observaciones, he dudado de la capacidad de las explicaciones psicológicas y demográficas existentes para explicar el apoyo a Trump. Aunque estas teorías tienen una base empírica considerable, parece necesario desarrollar una explicación alternativa más precisa para entender las características de sus seguidores. La psicología de los votantes de Trump en particular requiere una atención más detallada, y es hora de explorar una de las explicaciones más antiguas y ampliamente discutidas: ¿son los seguidores de Trump autoritarios?

La noción de "autoritarismo" está asociada comúnmente con la figura de los padres autoritarios: aquellos que exigen obediencia estricta, imponen su voluntad y no toleran la disidencia. En el ámbito político, se espera que los líderes autoritarios actúen de forma similar, exigiendo sumisión y controlando a sus seguidores sin dar lugar a la discrepancia. Sin embargo, surge una cuestión interesante: ¿por qué alguien elegiría seguir a un líder autoritario en la sociedad, si en principio este tipo de liderazgo parece ser rechazado por la mayoría de las personas?

La respuesta es que algunas personas buscan certidumbre, propósito y dirección, y por ello desean un líder político que simplifique sus vidas proporcionando instrucciones claras sobre cómo deben comportarse. En términos más sencillos, quienes apoyan a Trump pueden buscar esa certeza en su liderazgo, aunque su relación con la autoridad no sea necesariamente sumisa. De hecho, muchos de los seguidores de Trump, a quienes conozco, se muestran más agitados que tranquilos; son más desafiantes que sumisos. En lugar de ver la libertad personal como un valor secundario, estos votantes suelen rechazar las restricciones y se oponen a la imposición de normas que limiten su autonomía.

Lo que se observa en muchos de estos seguidores es una actitud más cercana al anti-autoritarismo que a la sumisión autoritaria. Ellos se resisten a la autoridad, desafían las convenciones de la sociedad respetuosa y no buscan depender de otros. Es este perfil, más complejo de lo que inicialmente parece, el que hace que la etiqueta de "autoritarismo" aplicada a los seguidores de Trump sea problemática. El término "autoritarismo" ha evolucionado mucho más allá de su significado original y se ha utilizado de manera imprecisa para describir a aquellos que simplemente se alinean con figuras políticas fuertes, independientemente de su verdadera disposición a someterse a la autoridad.

El concepto de autoritarismo, tal como lo conocemos hoy, se popularizó en el siglo XX gracias a la obra de Theodor Adorno, quien, junto a otros miembros de la Escuela de Frankfurt, desarrolló una teoría sobre la personalidad autoritaria. Adorno sostenía que los individuos autoritarios son aquellos que tienen una necesidad insaciable de seguir reglas rígidas y rechazan cualquier tipo de pluralidad o diferencia. Sin embargo, la relación entre este concepto y los seguidores de Trump, o de otros líderes populistas, no es tan clara. La situación actual sugiere que lo que estos seguidores buscan no es tanto la sumisión a una autoridad externa, sino la reafirmación de sus propios valores y una reacción contra las normas tradicionales percibidas como una amenaza a su forma de vida.

Es fundamental que se comprenda que la relación entre el autoritarismo y el apoyo a Trump no es directa. Los seguidores de Trump no necesariamente buscan ser dominados o controlados, sino que, en muchos casos, buscan ser parte de un movimiento que desafíe las normas establecidas, que se oponga a una élite política percibida como desconectada de la realidad cotidiana. Su apoyo a Trump refleja más una postura de resistencia que una sumisión a la autoridad tradicional.

Finalmente, comprender la complejidad de los seguidores de Trump exige un enfoque más matizado que no se limite a categorías simplistas. Es crucial reconocer que el apoyo a figuras políticas como Trump no siempre se deriva de un deseo de obedecer una autoridad, sino de una respuesta emocional y psicológica a un sistema que sienten que los ha ignorado o reprimido. El concepto de autoritarismo, tal como fue concebido por Adorno, puede no ser suficiente para describir adecuadamente a estos individuos, ya que la realidad política actual presenta características más complicadas y multifacéticas.

¿Cómo la voluntad de participar en actos políticos varía según la ideología política y el compromiso con la democracia?

El análisis de las acciones políticas y su relación con las inclinaciones ideológicas revela aspectos significativos sobre cómo los individuos, según su afiliación política, están dispuestos a actuar en situaciones de conflicto o crisis. Las encuestas realizadas en 2019 indican que un porcentaje notable de ciudadanos estaría dispuesto a participar en actos ilegales o moralmente cuestionables si consideraran que el político en el poder está actuando en contra de sus intereses o principios. Un 14% de los encuestados indicaron que estarían dispuestos a ayudar en daños materiales, otro 14% contribuiría financieramente más allá de los límites legales y un 16% diseminaría rumores sabiendo que podrían ser falsos. Sin embargo, lo que realmente interesa aquí es cómo varía esta disposición entre los liberales y los conservadores.

En el contexto específico de la administración de Donald Trump, los liberales se mostraron más inclinados que los conservadores a tomar medidas políticas de protesta. Se observaron patrones claros: los liberales eran significativamente más propensos a rechazar servir a un político problemático, evitar los negocios asociados a dicho político, participar en sentadas o enviar mensajes críticos. Estos actos reflejan una postura más activa y desafiante, lo que sugiere que cuando los individuos se sienten desbordados por un sistema político que perciben como injusto, tienden a buscar formas de intervenir.

No obstante, estas tendencias no son universalmente aplicables. Aunque los liberales fueron más activos en sus protestas, en cuanto a acciones ilegales o moralmente cuestionables, no hubo una inclinación decisiva de los liberales o conservadores para tomar medidas más extremas. Sin embargo, un pequeño porcentaje de los seguidores más fervientes de Trump mostró una mayor disposición a llevar a cabo actos que traspasan los límites legales y morales, como malversar boletas o hacer contribuciones ilegales a campañas.

El concepto de "autoritarismo" a menudo se asocia a la figura de un líder omnipotente, pero puede ser más útil entenderlo como la falta de aprecio por los principios democráticos. Esto se traduce en una actitud que favorece la seguridad y el orden a costa de los valores democráticos fundamentales, como la libertad y la igualdad ante la ley. Este fenómeno no es exclusivo de un solo espectro político, pero hay indicios de que un segmento considerable de los seguidores de Trump estaría dispuesto a sacrificar los principios democráticos si eso significara una mayor seguridad para el país.

En cuanto a la disposición a sacrificar la democracia en favor de la seguridad, las respuestas a dos preguntas clave de la encuesta muestran una fuerte tendencia hacia el "securitarianismo" entre los seguidores más fervientes de Trump. Un 59% de los seguidores de Trump opinaron que, si fuera necesario, el país debería priorizar la seguridad sobre la democracia, mientras que solo el 13% de los liberales compartieron esta opinión. Además, los seguidores de Trump también mostraron menos disposición que los liberales a acatar leyes democráticas si estas pudieran poner en peligro la seguridad nacional.

Estos resultados sugieren que, en tiempos de crisis o incertidumbre, los seguidores de Trump son más propensos a sacrificar los principios democráticos si creen que esto aumentará la seguridad del país. Aunque estos resultados no permiten concluir de manera definitiva que los seguidores de Trump son menos comprometidos con la democracia que los liberales, sí indican que una parte significativa de ellos está dispuesta a anteponer la seguridad a los valores democráticos.

Finalmente, el deseo de estructurar la sociedad de manera autoritaria o securitaria también muestra patrones en los seguidores de Trump, aunque no se observan diferencias sustanciales respecto a otros conservadores no seguidores de Trump. Sin embargo, las actitudes securitarias se expresan de manera más clara en los seguidores de Trump, quienes parecen valorar un enfoque más rígido y militarizado para la defensa nacional y la seguridad, lo que refleja su preocupación por las amenazas externas y internas que perciben como urgentes.

Es crucial que los lectores comprendan que estas actitudes y disposiciones no son estáticas ni universales. Los contextos políticos y las percepciones del peligro o la injusticia son factores que influyen profundamente en cómo los individuos se posicionan respecto a la democracia y la acción política. La historia nos muestra que los momentos de crisis, como el surgimiento de amenazas reales o percibidas, pueden llevar a muchos a cuestionar los valores democráticos en favor de soluciones más autoritarias. Por lo tanto, comprender la psicología y las motivaciones detrás de estos actos es esencial para anticipar los desafíos a la democracia en tiempos de polarización y tensión política.