En el análisis de las elecciones de 2016 en Estados Unidos, se revela un patrón significativo relacionado con el rendimiento electoral de Donald Trump. En las áreas rurales, particularmente en condados con una gran proporción de votantes de clase trabajadora blanca, Trump logró una sobreperformance notable respecto a Mitt Romney en 2012. Este fenómeno no fue simplemente un reflejo de un apoyo más fuerte entre los republicanos o los evangélicos, sino que estuvo más relacionado con las características demográficas y socioeconómicas específicas de estas regiones.
Primero, es importante destacar que la proximidad de un condado a una zona metropolitana también parece haber jugado un papel en este cambio de apoyo. Para los condados con una población superior a los 20,000 habitantes, los resultados muestran que aquellos cercanos a áreas metropolitanas presentaron un rendimiento electoral promedio de 11.7% a favor de Trump, mientras que aquellos más distantes mostraron una sobreperformance mayor, alcanzando un 14.4%. Este patrón se mantiene incluso en los condados más rurales, donde el apoyo a Trump fue aún más fuerte.
Lo que resulta aún más revelador es que el rendimiento de Trump estaba inversamente relacionado con el porcentaje de votantes blancos con educación universitaria. A medida que aumentaba el porcentaje de personas blancas con educación superior en un condado, la sobreperformance de Trump respecto a Romney disminuía. Esto sugiere que, en general, los votantes de clase trabajadora blanca sin título universitario estaban mucho más inclinados a apoyar a Trump en comparación con aquellos con un nivel educativo más alto. Por ejemplo, una disminución de una desviación estándar en el porcentaje de residentes blancos con educación universitaria se traducía en un aumento del 3.5% en la sobreperformance de Trump.
El análisis de los "condados pivot" (aquellos que votaron por Obama en 2012 y cambiaron a Trump en 2016) ofrece más pistas sobre cómo se estructuraron estos cambios de voto. En el estado de Iowa, 32 condados cambiaron de Obama a Trump, muchos de los cuales estaban en el este del estado. Estos condados pivot presentan una clara correlación con el porcentaje de votantes republicanos y evangélicos, ya que en aquellas zonas donde el apoyo republicano era fuerte, la probabilidad de un cambio de voto era menor. Además, el nivel educativo de la población jugó un rol crucial. Los condados con una menor proporción de votantes blancos con títulos universitarios tenían una probabilidad significativamente mayor de cambiar de Obama a Trump, lo que refuerza la idea de que el factor decisivo en estos condados fue menos el entorno rural-urbano y más el nivel educativo de los votantes.
El modelo predictivo sobre la probabilidad de que un condado fuera pivot revela que el factor clave para un cambio de voto en 2016 fue el nivel de educación, más que las características rurales o urbanas. De hecho, los condados con un nivel de educación superior por encima de la media tenían una probabilidad mucho menor de ser un condado pivot. Así, el cambio en el voto no respondió tanto a un factor geográfico o a una tendencia urbana-rural, sino que estuvo profundamente influenciado por la estructura educativa y la demografía de la clase trabajadora blanca.
El análisis de estas dinámicas nos lleva a comprender mejor cómo Trump logró construir una coalición ganadora en Iowa. Aunque las tendencias en las zonas rurales ya eran visibles antes de 2016, como lo demostró la elección de la senadora Joni Ernst en 2014, Trump supo consolidar este voto junto con los votantes republicanos tradicionales y los evangélicos para lograr una victoria decisiva en este estado.
En este contexto, no se puede negar que Trump entendió y aprovechó la creciente fricción entre los votantes blancos de clase trabajadora y las élites urbanas, posicionándose como la alternativa para aquellos que sentían que sus intereses no estaban siendo representados por el sistema político tradicional. A través de una campaña que resonó con estos votantes, Trump consolidó su apoyo entre aquellos que históricamente habían sido parte de la base republicana, pero que en 2016 encontraron en su mensaje una voz más fuerte y representativa de sus preocupaciones.
Este análisis destaca no solo la importancia de los factores geográficos y demográficos en la política electoral, sino también cómo el conocimiento preciso de las bases electorales y la identificación de grupos sociales clave pueden definir el curso de una elección. La victoria de Trump en Iowa no fue un accidente; fue el resultado de una estrategia bien dirigida hacia los votantes menos favorecidos en términos educativos y más desconectados de las grandes ciudades, pero profundamente comprometidos con las ideas conservadoras.
¿Qué factores definirán la victoria demócrata en Iowa en 2020?
Iowa, un estado que ha jugado un papel fundamental en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, es un terreno clave para el Partido Demócrata. En 2016, este estado sorprendió a muchos cuando Donald Trump derrotó a Hillary Clinton, a pesar de que las proyecciones indicaban que el triunfo debería haber sido para la demócrata. Para 2020, Iowa podría representar un desafío aún mayor, ya que, aunque Trump ganó el estado en 2016, su margen de victoria fue relativamente estrecho. De hecho, diversos analistas han sugerido que algunos factores externos podrían reducir esa ventaja en las elecciones venideras, lo que haría posible una victoria demócrata.
El primer factor crucial en esta contienda será la selección del candidato demócrata. En 2016, Trump se benefició de la negatividad que rodeaba a Hillary Clinton, lo que hizo que los votantes percibieran la elección como una competencia entre el "mal menor". Esta dinámica permitió que Trump capitalizara las debilidades de Clinton, obteniendo ventaja en temas clave. Para 2020, los demócratas deberán evitar repetir este error. Elegir a un candidato con vulnerabilidades evidentes podría ser un grave obstáculo, ya que proporcionaría a Trump la oportunidad de estructurar la campaña en torno a las mismas líneas que utilizó en 2016. Los demócratas deben enfocarse en la "electabilidad", seleccionando a un candidato que no sea fácilmente atacable. Por ejemplo, aunque Bernie Sanders y Joe Biden son considerados los principales favoritos dentro del Partido Demócrata, las encuestas de marzo de 2019 mostraron que, mientras Biden lideraba a Trump por 6 puntos, Sanders sólo lo hacía por 2. Además, una parte significativa del electorado demócrata en Iowa consideraba a Sanders "demasiado liberal". De este modo, el Partido Demócrata deberá elegir cuidadosamente un candidato que, además de ser capaz de resistir los ataques de la campaña de Trump, sea percibido como lo suficientemente moderado para atraer a votantes indecisos, especialmente aquellos que abandonaron a los demócratas en 2016.
El segundo factor será la capacidad del candidato demócrata para conectar con los votantes rurales. En 2016, la campaña de Clinton descuidó a los votantes rurales de Iowa, lo que permitió que Trump se impusiera en varios condados que no habían sido ganados por un republicano en décadas. A pesar de que la región este de Iowa presenta una ventaja para los demócratas en términos de registro de votantes, las elecciones de 2016 demostraron que los votantes en áreas rurales pueden ser fácilmente persuadidos por un mensaje populista, especialmente en cuestiones como inmigración y comercio. Para 2020, los demócratas deben trabajar para recuperar la confianza de estos votantes, proporcionando un mensaje que resuene con sus preocupaciones. La clave será abordar temas como la agricultura, la infraestructura y el empleo, mientras se mantiene un enfoque comprensivo sobre la inmigración. De hecho, inmigración fue un tema importante para muchos votantes de Iowa que apoyaron a Trump en 2016, y este tema se prevé que sea utilizado nuevamente por el presidente en 2020 como una herramienta de movilización electoral. Si el candidato demócrata logra presentar una postura coherente y razonable sobre inmigración y otros problemas clave en el campo rural, podría recuperar una parte significativa del electorado que en 2016 se inclinó hacia Trump.
Por último, los demócratas deberán también capitalizar los avances que se lograron en las elecciones de 2018, cuando Fred Hubbell, el candidato demócrata a gobernador, ganó varios condados en el este de Iowa que Trump había ganado en 2016. Estos avances son cruciales, y la tarea para los demócratas en 2020 será continuar esa estrategia y hacerla más efectiva, especialmente en áreas urbanas clave donde el partido tiene ventajas registrales. Es fundamental que el candidato demócrata logre restaurar la participación electoral de 2012 en las principales ciudades, pero también que logre mejorar el desempeño en los condados rurales, lo que podría reducir la brecha con Trump y hacer viable una victoria.
Un aspecto adicional que podría ser determinante en la lucha por Iowa será la capacidad de los demócratas para presentar un mensaje que atraiga a los votantes del "No Partido" y a los demócratas que cambiaron su voto en 2016. Si bien la batalla por Iowa será compleja y competitiva, si el Partido Demócrata logra seleccionar a un candidato que tenga una estrategia sólida y un mensaje inclusivo, hay posibilidades de que este estado, que tradicionalmente ha sido un campo de batalla electoral, vuelva a ser azul en 2020.
¿Cómo influyó la división rural-urbana en la victoria de Trump en Iowa en 2016?
La victoria de Donald Trump en Iowa durante las elecciones de 2016 se caracteriza por un cambio notable en los patrones de votación que definieron la política estatal en las décadas anteriores. Trump ganó en 93 de los 99 condados de Iowa, y logró voltear 32 de los condados que Obama había ganado en 2012. Este fenómeno, conocido como "condados pivotantes", ha sido objeto de múltiples análisis, especialmente debido a la estructura demográfica y económica de los distritos donde se produjo el cambio. El mapa de los condados pivotantes revela que, en su mayoría, estos se encuentran en el este del estado, particularmente a lo largo de la frontera norte y el Valle del Río Misisipi, regiones con una alta concentración de votantes de clase trabajadora, uno de los principales objetivos de la campaña de Trump.
A pesar de que solo cinco de los 32 condados pivotantes estaban ubicados en la región occidental de Iowa, un área donde Romney había obtenido buenos resultados en 2012, la mayoría de los condados en disputa estaban ubicados en el este del estado. Este patrón no es sorprendente si se considera el contexto político de la región. La campaña de Trump, al igual que la de Romney, se centró en los votantes blancos de clase trabajadora, en su mayoría rurales, quienes sentían que no estaban siendo representados adecuadamente por el gobierno federal. En términos de apoyo general, Trump no solo superó a Romney en 2012 en número de votos, sino que lo hizo por un margen significativo de más de 70,000 votos en todo el estado.
Otro factor que contribuyó a la victoria de Trump fue su sobre rendimiento en condados rurales, especialmente a lo largo de la frontera con Missouri y en varias zonas del noreste de Iowa, donde los márgenes de superación sobre Romney fueron notables, como en el caso del condado de Howard, donde Trump aumentó su voto en un 21.6% en comparación con Romney. En contraste, Hillary Clinton, quien ganó en los seis condados urbanos de Iowa, no pudo replicar el éxito de Obama en 2012. De hecho, en varias áreas urbanas y suburbanas, Clinton no solo perdió terreno frente a Trump, sino que además no pudo igualar el desempeño de Obama en las mismas localidades.
En cuanto a la segmentación del voto, el comportamiento de las mujeres fue un aspecto crucial. Aunque Clinton ganó el voto de las mujeres en Iowa, la diferencia fue mínima, especialmente entre las mujeres blancas sin educación universitaria, quienes favorecieron a Trump. Además, Clinton perdió en las áreas rurales, que representaron un apoyo crucial para Trump, quien ganó el 63% de los votos en estas regiones. Este fenómeno refleja una creciente polarización en la percepción de la política y una desconexión entre las prioridades de las zonas urbanas y rurales del estado.
Un aspecto relevante es cómo Trump logró movilizar a sectores clave de votantes como los republicanos y los cristianos evangélicos. A nivel de base, Trump consiguió el 90% del voto republicano y un impresionante 70% del voto evangélico. Además, su éxito no solo se debió a estos grupos demográficos tradicionales, sino también a un voto significativo de aquellos electores que se sentían insatisfechos con la dirección del país, como los que expresaron un pesimismo en cuanto a la economía nacional y personal.
El fenómeno de las elecciones de 2016 en Iowa también se caracteriza por un aumento en el número de votos de los candidatos de partidos menores. Los votos para el Partido Libertario y el Partido Verde aumentaron considerablemente en comparación con las elecciones de 2012. Este fenómeno indica una insatisfacción generalizada con los dos principales partidos, y una búsqueda de alternativas por parte de una porción significativa del electorado.
Lo más relevante en este contexto es que, si bien Clinton ganó en los condados urbanos, sus márgenes de victoria fueron menores que los de Obama, y su rendimiento en las áreas rurales y suburbanas fue particularmente débil. Su incapacidad para conectar con los votantes rurales y su bajo desempeño en ciertas demografías clave, como las mujeres blancas sin educación universitaria, fueron factores determinantes en su derrota. Además, la combinación de un electorado desilusionado con el gobierno federal y el apoyo masivo a Trump en zonas rurales y de clase trabajadora fue clave para el giro hacia la derecha que experimentó Iowa en 2016.
Es fundamental tener en cuenta que el análisis de las elecciones de 2016 en Iowa revela no solo un cambio en el comportamiento electoral en términos de demografía, sino también en las actitudes políticas. El resultado de esas elecciones refleja una lucha ideológica entre los valores y las preocupaciones de los votantes urbanos y rurales, lo que ha tenido un impacto duradero en las estrategias electorales y la política del estado.

Deutsch
Francais
Nederlands
Svenska
Norsk
Dansk
Suomi
Espanol
Italiano
Portugues
Magyar
Polski
Cestina
Русский